Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos el tema «Septiembre». Este ha sido el relato ganador:
Se ha cosido septiembre a mi garganta como espina de pez que se queda. Tengo más de veinte horas que le debo al sueño en las últimas noches de coletazos de calor. La herida abierta de volver a las andadas del trabajo, la montaña rusa del café, el color moreno de la piel que se despide o se desprende y regresa a las playas que dejé a sesenta segundos de mi memoria. El nerviosismo tenaz como barca que se empeña en avanzar, las nubes más grises puestas en las cuerdas de tender, el lunes y el martes y el miércoles como peaje obligatorio al oteo del descanso. Ya no hay eso del tatuaje de la marca de las sábanas o quedarme viéndote dormir mientras el verano empieza a cerrar los ojos.
Septiembre ha anidado en mi cabeza con las aves que anuncian el hundimiento de mi tiempo libre. El murmullo urbano y la congestión nasal de las carreteras cada mañana y cada tarde, caigo de lleno en las arenas movedizas del tráfico diario y cuando despierto la ducha exhala el agua más gélida como suerte de rayo o turbulencia cardíaca o susto paranormal. El clima está deseando varear las hojas amarillentas de los árboles y en la oficina las caras me amenazan con octubre, con volver a la guerra del parabrisas helado a las ocho de la mañana, de encender el aire acondicionado para desempañar la somnolencia.
Riega septiembre prisa frenética sobre mi horario, abro los ojos y al instante siguiente suena el despertador como disparo de adrenalina. Repaso el calendario en busca de festivos con el hambre famélica de mil gatos en un desierto infinito, pero el placebo de un fin de semana de tres días no me sacia, no tras el agosto de oleaje, no tras la tarjeta de hotel encendiendo las luces de la habitación. Septiembre me ha pillado desprevenido con la sorpresa que genera un frenazo en seco o el abrupto punto y final de mi novela favorita. Trae consigo un cartel de desvío hacia el fin de año y la cucharada del estrés que me genera volver a ensamblarme y colocar a los pies de la cama el traje de rutina que, poco a poco, vuelve a coserse a mi organismo.
Adios al pueblin porque ya salieron las florinas de color lila que aqui se llaman quitameriendas y eso quiere decir que es septiembre mes donde cada dia es mas corto y las noches mas largas…..Y con la mochila llena de aire puro y en la retina los verdes prados, las montañas , la vegetación , en el oído la música del acordeón. Llegas a la ciudad con las maletas, los niños sin colegio hasta mediados de mes y que vienen trastitos de unas vacaciones donde la libertad de salir en bici, de jugar en la calle les hace un poco difícil la vuelta a la rutina pero es lo que hay….La nevera esta bajo mínimos, la terraza sucia, cuesta dormir el primer dia y al levantarse el agua fresca ayuda a entrar en faena.Es septiembre y es tiempo de uvas de empezar nuevos cursos con mochilas nuevas de apuntarse a actividades de ilusionarse con proyectos, de cambiar el rumbo de cosas que se pueden mejorar.Empezar el curso que septiembre acomodado está. ……
MARÍA RUBIO OCHOA
Septiembre, septiembre.
Que rima con…
Noviembre, noviembre.
Que rima con…
Diciembre, diciembre.
Este poema me ha costado mucho escribirlo porque no he querido extenderme y claro, buf… tengo la oficina llena de papeles que entre los chiquillos en agosto dando por culo en la piscina la mujer que quería que la llevara de vacaciones a benidorm porque mi cuñada había alquilado un apartamento y pitos y flautas pues uno es que ya no tiene tiempo ni para escribir porque ya no puedo más ya NO PUEDO MÁS estoy harto cansado y pensando en en en en ya no se ni en qué pensar para que llegue octubre.
PEPINO MARINO ERRANTE
Septiembrefobia
Otra vez estás aquí…
y yo sin mi repelente de meses incoherentes.
Ya llevabas días rondando por mis sueños,
ya sabía que venías.
Pero no quería creerlo.
El primero de tus días,
ya despierto con lumbago entre las piernas,
congestión en las pupilas
y mil versos imposibles de recordar.
Me pica el paladar de pánico y desesperanza.
Ni siquiera reconozco mi vientre.
No sé si voy o vengo, no sé si odio lo que amo,
amo lo que odio, si soy yo o aquél.
Tú haces que odie aquello que soy.
Maldigo todos los calendarios que te albergan,
cada uno de tus vientos que anuncian
que se marcha el infantil verano.
Y que traes de nuevo trajes grises a mi alma.
Llueve tristemente;
en silencio, sin tormentas, sin rayos, sin gritos…
Llueve sobre mojado
y la lusión se evaporó hace ahora como quinientos años.
Las gaviotas se burlan de mí,
y después de marchan.
Me dejan, amén de alguna pluma,
un desasosiego asqueroso,
mezcla de melaza y restos cloacales.
El algodón de azúcar se agusana,
mis dedos mastican chicle rancio
y mi cabeza no está pa’nadie hoy,
ni siquiera para escribirte a ti,
íntimo enemigo.
Los radios oxidados de una bicicleta de verano. El reconfortante abrazo de las esquinas. La caricia oblícua del sol. Una palabra serpiente. El mes de los cumpleaños. Los reencuentros. La mostaza. Los besos sin espejo. Las nubes viajeras. El eco íntimo de las ventanas cerradas. La campana de los proyectos postergados. Los calcetines. La poesía del silencio. Un bostezo de mascota. El regreso de los tóxicos. Una medalla de bronce. Amarillo.
Soy un desertor nato.
Hace poco leí que todo el mundo magnifica su nacimiento
y de la historia del inicio de su historia, se puede inferir la percepción de su propio ser. Bueno, tal vez leyese parte y la otra parte me la acabe de inventar ¿Qué importa?
A mi me contaron varias historias del inicio de mi historia y la que voy a contar es la menos probable y sin embargo, de entre todas, la única que recuerdo con pelos y señales, en la que creo, luego, la más cierta, la verdadera.
Nací de la insubordinación de una madre que quería rebelarse sin saber exactamente contra qué y de la oportunidad de un tipo que hace tiempo desistió de la cara dura de intentar que le llamara padre, en un asalto a cuerpo desnudo contra la propiedad ajena – en concreto la autocarabana de un policía a las órdenes de mi abuelo – cuyo único fin, nunca mejor dicho, era joder, experimentar y joder. Yo no estaba en los planes de esos dos chavales, pero llegué y fui La grieta por la que entraron los demonios, la que inició la ruptura de un clan.
Y ellos siempre me han querido, como se quiere a una cicatriz nefasta, supongo, como se quiere a la enfermedad que te hace abrir los ojos a un mundo que antes desconocías y te aboga, irrevocablemente, a una vida distinta. Y yo también les he querido y les quiero, no siempre bien, pero es que no siempre sé querer.
Tal vez no es que no sepa querer, es que no sé formar parte, de nada ni nadie, a veces ni de mi mismo. Soy la grieta por la que entran los demonios, estoy roto.
Y por eso, como por cualquier otra excusa, es por lo que estoy como estoy, en ningún lugar, en ningún grupo, en ningún camino.
Por eso, supongo, siento una atracción melancólica por ésta época del año, cuando todo muere y todo comienza su ciclo otra vez, cuando se barajan oportunidades que siempre obviaré, pero están ahí y aportan una extraña ilusión.
Porque siempre huyo de todo y todos y ahora, justo ahora, es el momento mágico en que encontrar nuevas cosas de las que huir, con la esperanza de que esta vez algo me retenga y no me entere, con la certeza de ser un cobarde al otro lado de una nueva frontera.
Hasta hace un instante los septiembres eran como «Morte a Venezia«.
Y de repente siento que ya no me queda tiempo para aprender la manera de que mis palabras puedan explicarlo.
Por eso este septiembre es como mis cincuenta años.
JUSTO FERNÁNDEZ
SEPTIEMBRE, TEMPORADA DE CHOCHOS
Elena entró en el cuarto en el que guardaban el material del taller de manualidades y él no tardó ni un segundo en hacer lo mismo tras ella y cerrar la puerta. Se le acercó y la arrinconó contra la pared mientras ponía los brazos a ambos lados de sus hombros y se pasaba la lengua por los labios en un gesto torpe y burlón.
Carmena abrió la puerta y su cuerpo, amplio y compacto, se quedó quieto bajo el marco mientras sus manos se apoyaban en sus caderas.
—Lito, fuera.
El muchacho se volvió hacia ella con una sonrisa aburrida en el rostro, aún con los brazos apoyados en la pared haciendo de su cuerpo una jaula para Elena. Luego, se volvió hacia ella de nuevo.
—Un día serás mi mujer.
Bajó los brazos y se acercó a la puerta. Esperó a que Carmena se apartara y luego salió.
La mujer, corpulenta y directora del centro de inserción, ni siquiera miró a Elena.
—Diecisiete, dentro de un año no estará aquí, estará en un penal, y sino al tiempo.
Elena recogió un par de botes de pintura sin contestar y al pasar junto a la directora ella la detuvo con su voz.
—O sacas genio o te comerá viva.
Ella volvió a la sala. Lito estaba asomado a una de las ventanas fumando un cigarrillo. Elena se acercó y se lo quitó de los labios, le dio una calada y luego lo tiró fuera.
—Sabes que no puedes fumar aquí.
—Ese pito sabía a mí, “Shosho”.
Al salir con su compañera Olga, Lito estaba apoyado, como cada día, en la pared de la tienda de deportes que había frente al centro.
—Vente a tomar una cervecita, anda.
Elena sonrió y siguió caminando sin contestar. Olga se rio.
—Joder que eres pesado, Lito, no te rindes ¿eh? Pero si podría ser tu madre, anda.
Luego se volvió a su compañera.
—¿Y tú qué? O le pegas un repaso o le pones freno ¿no?, tienes a Carmena contenta.
—No me aguanta.
—Es que vaya tela, tía.
Y llegó el día en que él cumplía con la sentencia. Elena cumplía treinta y uno y Lito se colocó tras ella mientras la chica colocaba unos libros en un estante.
—Venga, tía, acéptame esa cervecita y celebramos tu cumpleaños y el final de mi castigo.
La esperó apoyado en la pared de enfrente al centro y esta vez, Elena, cruzó la calle. Lito le pasó un brazo sobre los hombros y ella no se lo retiró. Se fumaron un cigarrillo a medias mientras tomaban una cerveza y luego se fueron juntos al piso de Elena.
La saliva de Lito sabía a cigarrillo y la expresión de su cara era clara como una noche de luna. Apenas entró en ella se derramó, y su gesto fue tan penoso que Elena rompió a reír.
—Lo siento, “Shosho”, te tenía tantas ganas… Pero yo te hago un traje de babas.
Elena quería morir de amor.
—¿Tú sabes lo que son los “shoshos”? —preguntó Lito, después de que ella gimiera cuando terminó el traje entre sus piernas.
—Claro, son altramuces.
Lito se levantó y se puso los tejanos y la camisa negra. La apuntó con un dedo antes de salir.
—Joder, tía, que vas a ser mi mujer, vas a serlo. Vengo ya, voy por cigarrillos.
Y a la puerta del bar se cruzó con “El Gordo” que también había cumplido después del atraco a la farmacia, pero él sí había entrado a la cárcel, porque era mayor de edad, y ahora venía a ajustarle cuentas por el chivatazo y, sobretodo, porque no había visto nada de la pasta, que Lito había guardado después del asalto.
Fue el dueño del bar el que llamó a la policía y luego un comisario tuvo la idea de meterlos en la misma celda en espera. Y fue allí donde el “Gordo” arrancó la tubería de acero de la taza del váter y le abrió con ella la cabeza a Lito, mientras Elena le esperaba en la cama de su cuarto, segura de que un día iba a ser su mujer.
A los dos días Carmena con el teléfono en la mano enrojecía.
—Ni hablar, no pienso acompañarla, y además no lo entiendo, ¿acompañarla a qué? ¿A qué tiene que ir al tanatorio? Justo, encima, ahora, que dejó de ser responsabilidad del centro.
—No seas insensible, Carmena, no tiene fuerzas para presentarse sola — Olga acababa de saber que su hermana se había puesto de parto, imposible acompañar a Elena.
—No me jodas, no me jodas, al final el crío se salió con la suya ¿no?
Y Elena bajó cuando picaron al telefonillo y en vez de encontrar a Olga se encontró con Carmena. Los ojos de Elena bailaban temblorosos y Carmena se bajó la camiseta, que amenazaba con dejar al descubierto su panza bajo los tejanos, pero se abstuvo de hacer comentarios.
Colocó el GPS en la luna delantera y éste fue el único que habló en todo el camino.
Al llegar no encontraban sitio. Los autos abarrotaban el aparcamiento y ya los aledaños estaban llenos de hombres y mujeres vestidos de negro a cal y canto, y al entrar al edificio el tumulto, los gritos y los llantos sobrepasaron a Elena, que pasó de largo la sala en la que descansaba el cuerpo de Lito y se dirigió directa a los baños.
Encerradas en el cubículo, Carmena por fin abrió la boca.
—No me digas que no sabías que era gitano.
Elena sentada en la taza lloraba en silencio.
—¿Tú sabes lo que son los chochos? —preguntó, de pronto.
Carmena abrió la boca para contestar y luego dejó caer los brazos a los lados de su cuerpo como si se rindiera.
—Mi abuelo toda su vida llamó chochos a los altramuces —continuó Elena.
—¿A los altramuces?
—Sí. Y vivía en un pueblo, a veces salía y los recogía, para meterlos en agua y sal y después comerlos.
Carmena sonrió un poco.
—Una vez, cuando era adolescente, tuve un novio y vino al pueblo conmigo. Mientras cenábamos todos juntos, mi abuelo comenzó a contar que había salido a chochos. Eran los primeros días de septiembre.
La cara de Carmena comenzó a enrojecer mientras aguantaba la risa.
—“Pos sí, había un montón de chochos por la carretera, creo que nunca había visto tantos” —imitó la voz de su abuelo.
Elena levantó el rostro arrasado de lágrimas.
—El chico que me acompañaba apenas era capaz de comer. Tendrías que haber visto su cara. Y entonces mi abuela dijo “Este año creo que nos pondremos morados a comer chochos”
Carmena comenzó a reír de forma estruendosa. Elena se sorbía los mocos. La directora la sujetó de los antebrazos y la levantó de la taza del váter. La estrujó entre sus brazos y Elena reía y lloraba a un tiempo.
Luego volvieron al coche sin pasar por la sala en la que estaba Lito.
Carmena golpeó con las manos en el volante.
—Hostia, puta, me han robado el GPS, no me lo puedo creer.
Al día siguiente, Elena presentó su renuncia en el centro de inserción. Nadie preguntó porqué.
LAPECA LAURA
Septiembre es el mes de la regresión.
De regresar a las hojas suicidas en el pavimento,
A los colegios con tintes melancólicos de verano,
A los trabajos grises y rutinarios,
A los colores otoñales,
A los parques vacíos
O llenos de melancólicos poetas,
A los jerseys de cuello vuelto,
A los paraguas que siempre se olvidan en las cafeterías,
A las ciudades llenas de tráfico,
De coches que apartan con el parabrisas
Imágenes surrealistas de lluvia que desvirtúan
A las imágenes realistas.
A los pies pegados en la cama,
A los abrigos largos que ocultan los cuerpos hastiados,
Al gris de muchos ojos,
A los encierros con brasero y libro,
A los besos en portales cobijados del frío…
Es la regresión a todo lo que se conoce,
Menos a ti y a mi.
Que nos separa un verano
Y casi 10 meses de olvido.
Es el no regreso a calcular los días que nos quedan separados.
Es el no regreso de verte llegar empapado.
Es el regreso al whisky antes de dormir,
Para soportar tu evaporación.
Es el no regreso a besar tus labios agrietados por el frío.
Es el regresar a acurrucarme al vacío.
Es regresar a que entre el frío entre la rendija de la ventana
Y no haya nadie que lo cubra.
Es regresar
A esas miles de horas
Que mato
Mirando al techo
Pensando en por qué
No regresamos
Al septiembre que todo lo cambió.
Y entonces comienza a llover fuerte
Sobre tu foto impresa en A4
Que dejé olvidada en el primer balcón
De la casa que nos dio cobijo durante
La eternidad que tuvimos planeada.
CARLOS COSTA ÁVILA
Septiembre llegó para quedarse nada menos que 30 días, lo suficiente para mentalizarnos de que lo bueno se acaba, que el año está llegando a su fin y que ya nos queda poco para solventar lo que nos propusimos hacer cuando el frío no nos dejaba pensar.
Septiembre llegó con s…
de nuevos Sueños,
de volver a Empezar,
Pensar en
Tirar para adelante,
con nuevos Ideales que
Emprender.
Miradas de futuro
que Barran el pasado.
En fin, para Recapacitar en lo que
Está por venir.
Septiembre llegó sin preguntarme que quería, si estaba dispuesto o preparado. Llega todos los años por las mismas fechas, pero aún no me acostumbro a que llegue para cambiarlo todo.
Todo comienzo conlleva un esfuerzo y para eso está Enero con su cuesta. No entiendo el nuevo punto de inflexión después de ocho meses. Será el afán de protagonismo de Septiembre o se lo hemos impuesto nosotros, que necesitamos algún despertador que nos devuelva en si tras el letargo.
Septiembre llegó diciendo adiós al calor, hola al otoño y trayendo lluvias que lave nuestra piel morena borrando el color de la libertad, la alegría, la calle…
Septiembre llegó dándole las buenas noches a las tardes. Atrás quedaron los largos atardeceres, interminables veladas bajo un manto de estrellas y un cielo claro que no llega a ocultar nuestros deseos de amor, de amistad, de nuevas experiencias y charlas interminables que forjan vínculos tan firmes que aguantan el duro frío que está por llegar.
Septiembre llegó lleno de cumpleaños, de fiestas y de fuegos artificiales disfrazando a modo de traca el comienzo del fin de fiesta.
Septiembre llegó un años más sin que yo le esperase con los brazos abiertos.
ROBERTO MORENO
Septiembre…la vuelta del lobo.
Qué te pasa, ¿por qué estás tan pensativa? – mira amiga – ha vuelto septiembre y además también él.
Él,… ¿quién es él?
En septiembre de hace tres años, di carpetazo a un asunto feo que, me restaba minutos, horas y hasta noches en vela, hasta que decidí zanjar para siempre, aquel tema de los lobos que persiguen a caperucitas ingenuas…
Aquel septiembre, Campanilla dejó de volar por blogs, dejó atrás al traidor de Peter Pan y decidió convertirse en el Capitán Garfio, incluso se metió a detective.
Pero carmen, ya todo aquello pasó y la tranquilidad se alió contigo…
Sí, pero…¡ha vuelto uno!
Cómo lo sabes – preguntó su amiga Lola -, es fácil, aunque se esconda tras varios nicks, siempre comete los mismos errores; no es tan listo como él cree jeje.
Carmen recordaba como lo había descubierto.
Estuvo tirando del hilo, escudriñando sus letras, sus pasos, ¡todo! Sabía de sus disfraces, a veces amable, otros de tirano, incluso el de obsceno.
Habían pasado tres años desde que decidiera que no hurgaría más en aquella historia, pero parece que se volvía a repetir…
Vamos a ver Carmen, qué te hace pensar que ha vuelto.
– Por lo mismo que vuelve septiembre – porque durante el verano se vuelve a su montaña, con sus lobeznos, a su hábitat natural, donde vive a cara descubierta. Con los suyos, a disfrutar de su placentera vacaciones y con su familia al lado, no puede mostrar sus «garras»…
Lo he descubierto, me deja señales, para comprobar si me doy cuenta o quizás…sabe que lo sé y quiere provocarme. Pero es estúpido, vanidoso y torpe con los ordenadores o quizás no? quizás lo tiene estropeado…
En fin Lola – se levantó de su escritorio – no me voy a comer el coco, ni a rayar mas. Me la «repampinfla» que plagie mis nombres, comentarios o que igual que antes…construya historias con lo que escribo. Eso demuestra su falta de imaginación, de personalidad ¡pobrecito!, si es un ñiquiñaque solitario,… a pesar de ser un «tres en uno».
No informaré a Mata Hari sobre lo que he descubierto. Prefiero mantenerla al margen, porque ella también retoma su trabajo en septiembre, vuelve a sus andadas. Vuelve a ser la espía que, mantendrá a raya a los infelices «lobos ibéricos» que se mueven por todas las redes…
MARI CARMEN CUESTA
Septiembre
(Mes Patrio)
Quisiera prender la tv y confirmar lo que dice la web
Pero afortunadamente no hay malas noticias y mi presidente es competente
No es el corrupto hijo de puta que todos pintan como imbecil
No es aquel que oculta 43 cadaveres de niños sin remordimiento
No es aquel que cubre a los politicos de otros estados por sus desvios monetarios
Personas desaparecidas?
Narcotrafico?
Corrupcion?
De que me hablan,eso no suena en la caja idiota
Eso no pintaria bien para mi pais
Que pensarian los otros paises?
No quisiera ser el pais que le lame las botas a estados unidos
No quisiera estar en el pais en donde si te roban un pedazo de el lo aceptemos con resignacion y le busquemos un nuevo apodo para no sentirlo tan nuestro
Me gustan los traga fuegos son divertidos y no hay que darles una moneda para sobrevivir por que no hay trabajo,
No lo mal interpreten…
Simplemente es para pasar bien el trafico
Ojala algun dia construyeran un segundo piso vial
Ojala mis amigos no desaparecieran a manos de deviles de mente
Ojala no nos guste vender barato al pais y comprar caro
Ojala el 2 de Octubre sea solo un cuento de horror de los abuelos
Ojala no seamos basura en un sexenio
Pero bueno es mejor dejar de escribir,debo entrar a mi horario
laboral en donde venderle el alma al diablo seria mas sano
El siempre es mas flexible
Vamos salario minimo!
Ojala algun dia me alcance mi aguinaldo para irme de vacaciones y el dolar jamas alcance los 20 pesos
Imaginense si todo esto pasara en mi Mexico Lindo y Querido…
Con que orgullo podria gritar Viva Mexico Cabrones!
KAREN ROSADO
¡La noche cae! Y qué hacemos aquí. Nos preparamos para huir al otro lado de la nada; lugar frío de árboles desnudos, reconciliaciones absurdas, retornos sin fin y pedazos de caminos encontrados. Escolapios maravillados, otros no tanto. La Lolita del verano se abriga en los brazos del sollozo olvido.
La noche cae y aun no encuentro mis medias color marfil, mis zapatos son de cartón aún y mi adolescencia se quedó entre sus piernas.
El locutor de las 5:30 am y su voz grasosa. Un estómago vacío…¡ Ahí vamos, al otro lado de la nada, del «no entiendo que estoy haciendo»!
La noche cae y mi último septiembre, no me deja, me alejo y conduzco por el «vientre» de este mundo con etapas, estaciones, ciclos y septiembres que inician y terminan.
Que carajo, ¡no es septiembre, soy yo!…
JOSUE GONZÁLEZ
ARRRG!!!!!
Suena el despertador, abro los ojos, mi mujer sigue a mi lado, todo en penumbra y…. me incorporo de un salto sobresaltado pegando un bote sobre la cama.
-¿emmm?, ¿Qué te pasa cariño?.- responde somnolienta mi mujer-
-¡los niños!, el cole, el primer dia!, hay que levantarse yá.
– ¡Aaaay! – mi mujer suelta un alarido llevándose la mano impulsivamente a la cadera, haciendo un gesto de dolor con la cara-
-¡¿Qué te pasa cariño?- pregunto alarmado-
-Aaaayyy, la ciática, que me ha dado otra vez, -me dice quejosa-, ¡que rabia!, con la ilusión que me hacía llevar a los niños al cole el primer dia…
-¿lo dirás en broma, ¿no?- le pregunto entre preocupado y alarmado-
-Nooo –me responde al borde del llanto, con cara compungida- ya sabes que cuando me da, me da.
– Bueno, amor, no te pongas triste, -le digo resignado-, ya me encargo yo de todo…
– Aaaay cariño, que haría yo sin ti, ¿de verdad que puedes con todo?, ¿llevar los niños, al perro al veterinario, a la mercería, al mercado?- me dice melosa, haciendo puchero con los labios-
– Que Siiii, anda, ahora te traigo la pastilla, y te duermes, anda, descansa, que yo puedo con todo, soy super papa – le digo dándole un beso-
Una a una, recorro las habitaciones encendiendo las luces, para que se despierten los niños, la de las gemelas, la del peque…menos la del bebé, Lucas, que lo dejare para más tarde, cuando desayunen los niños.
-¡vamos arriba todo el mundo!, ¡que llegamos tarde!, ¡vamos!.
Las gemelas, se despiertan a la vez, y empieza la primera pelea de la mañana, a ver quién entra primera en el servicio.
-¡yo primera!, tengo más ganas que tu- le dice a su hermana, cogiéndola del brazo, apartándola de la puerta del servicio-
-¡no!, yo primera, soy la mayor de las dos, nací antes que tú.
En plena discusión, no se dan cuenta que, en plena pelea, en una maniobra ágil y sibilina, su hermano Adrián se les ha colado en el servicio, cerrándolas la puerta delante de sus narices, de nada valen las protestas.
-¡Adrián!, ¡tramposo!, abre la puerta, ¡yo estaba antes!
-¡no!, ¡yó!, -le replica su hermana-.
-Bueno, bueeeno, tranquilas, ahora entrareis cuando salga Adrián, y tranquilitas, ¿vale?, intercedo, y rapidito, que se nos echa la hora encima.
Rapidamente, me voy al aseo de mi habitación, le doy la pastilla a Adela, me ducho y, mientras me pongo el traje, Adela, adormilada, me pregunta:
-¿Qué era ese jaleo?
-Nada, lo de siempre con el servicio, pero ya lo he resuelto, sigue durmiendo –le respondo mientras me hago el nudo de la corbata.-
Bajo las escaleras, a escape, para ir preparando el desayuno…A veerrr –repaso mentalmente- el cola cao…, donde está el cola cao –al tercer armario lo encuentro, la leche es más fácil-.
Preparo las tazas, tres, y busco las galletas, y tengo que revolver casi media cocina para dar con el mueble donde se guardan las cosas del desayuno, deshago el paquete, y lo extiendo encima de un plato, para que se sirvan los niños, me asomo por el hueco de la escalera, y a voz pelada, grito, dándome cuenta tarde, de que Adela, está durmiendo, y la puedo despertar.
-¡Niñooosss!, ¡el desayuno!- a la vez que grito, casi me doy de bruces con una de las gemelas, que viene refunfuñando, porque su hermana, quiere ponerse el mismo jersey que ella, pero está en la cesta de la ropa sucia-.
-Papi, dile algo a mi hermana, me tiene súper agobiada, quiere que me ponga otro jersey para que vayamos iguales, porfi, dile algo.
-Bueno, siéntate a desayunar, que ya subo yó. a ver qué puedo hacer.
Se aparta su negra melena de adolescente con la mano, y se va a la mesa de la cocina, mientras subo las escaleras, me cruzo con Adrián, le acaricio el pelo, y se va a desayunar con su hermana, cuando llego a la habitación de las gemelas, me encuentro los restos que ha dejado un huracán adolescente, toda la ropa, está sacada de los cajones y armario, y esparcida por toda la habitación, y mi hija, sale de la habitación, dándome un beso, diciéndome:
-No problem, papi, ya está súper solucionado, me he puesto un jersey más mega que el de mi hermana, hoy rompo.
-¡ya!, pero éste desastre ¿Quién lo vá a recoger?
Inútil, no obtengo ninguna respuesta, desaparece como un cohete escaleras abajo.
Bueno, ahora, a por el peque.
Le saco de la cuna, le preparo un bañito caliente…, y me sonríe, es el mejor momento del día, entre medias, escucho un ruido que proviene de la cocina, como si una taza se rompiera contra el suelo, pero no puedo dejar al bebe solo, luego averiguaré, que ha pasado.
Le doy el biberón, que he preparado antes, que ya está tibio, menudo tragón, le saco el gas, y miro mi reloj, ¡dios mío! Quedan diez minutos para salir, hay que correr. Dormidito, meto al bebe en el capazo, al cachorro en la jaula, y bajo a escape a la entradita, los dejo allí, dormiditos, al bebé y al perro, voy a la cocina, y me encuentro el panorama como si una piara de jabalíes salvajes hubieran arrasado la cocina, los restos de una taza rota a medio barrer, con el restregón de la escoba manchada de cola cao, por el suelo, el mueble del desayuno, saqueado, con galletas por el suelo, y la encimera pringosa de mermelada.
-¡¿Qué ha pasado aquí? –pregunto más alarmado que enfadado-
-Papi –responde una de las gemelas- yo no como de esas galletas que nos has puesto, nosotras, desayunamos galletas con fibra, estamos a dieta, no te enteras, tío
-Yo quería un sándwich de mermelada
Me contengo, respiro hondo, mientras meto una capsula en la cafetera, me hago el café, cojo una galleta, la mojo en el café, y me la llevo a la boca.
-¡papá!- me dice Adrián-
-¡cállate, que contento me tenéis!, venga, rápido, a lavarse la cara y los dientes, que llegamos tarde.
-Pero papá…-protesta Adrián-
-¡Arriiiba!,- le rebato, mientras le meto un suculento mordisco al sándwich formado por mi corbata y la galleta, ¡arrggg!, no me he dado cuenta, y he mojado la corbata en el café, con la galleta-
A escape, subo arriba, me cambio la corbata y la camisa, con cuidado con de no despertar a Adela.
-¡vamos!, ¡vamos! Que no llegamos- les digo a los niños.
Montamos en el coche, una de las gemelas, no sin polémica con su hermana, se monta adelante con migo, el capazo con la otra atrás, y el peque, con el cachorro, en el asiento adicional con el cachorro.
Llegamos al cole, el primer día, y ya hay un follón de mil pares…(y pensar que hace tan solo dos días, esta calle estaba casi desierta). ¡Milagro!, he encontrado aparcamiento, bajan las gemelas, abro el maletero, y sale Adrián, y como hace fresquito, con la ventanilla un poco bajada, dejo a Lucas y al cachorro en el coche. Cruzamos la carretera, les doy un beso, a los tres, les deseo un buen día.
¡uf!, una cosa hecha, pienso, cuando les veo alejarse calle abajo, dirección a la entrada del colegio. Me echo la mano al bolsillo, para llamar a un amigo, para tomar un café, ¡cuando descubro en el bolsillo de mi americana la Game boy de Adrián!.
Cuando se cruzan con una comitiva fúnebre, saliendo del portal de al lado del cole en medio del silencio general…!se escucha a todo trapo mi móvil!.
Alcohoooll, alcoooohollll, ¡hemos venido, a emborracharnos!, el resultado nos da igual….ARRRG!!!!!
¡arrrggg!, salgo a toda pastilla, y con la cara circunspecta de los presentes, le cogo el movil a Adrian de la mochila, y como puedo, forzando una sonrisa, apuradisimo, les digo:
-¡ejem!, perdonem, yo…, el niño, je, je, una confusion, ¿saben?,disculpen, lo siento, les acompaño en el sentimiento…. ¡hala hijo!, ya esta- le doy un beso- y mi hijo se aleja riendose.
¡uf!, que corte, (pienso). Me monto en el coche, Lucas y el cachorro, siguen dormidos. al mirar hscia atras, ¡los bocadillos!, a escape, los cojo, saliendo atropelladamente del coche, y llamo a los niños:
-¡¡Socorro!!, ¡¡Piedad!!, ¡¡Socorro!!, ¡¡Piedad!!,
el municipal, que dirije el trafico, alarmado, me intercepta, y me dice:
-¡calmese!, ¿que le pasa?, ¿quien le persigue?,
A la vez que medio colegio se arremolina al mi arededor, yo, con el poco resuello que me queda, le intento ecplicar.
-¡uf!, vera…, yo..los niños…
-¡¿los niños?!, ¿que les pasa a los niños?
– los… bocadillos…
Menos mal, que en ese momento aparecen las gemelas, y el policia las pregunta:
-¿es este vuesro padre?
-Sí, – responde divertida Socorro, divertida-, este tonto es mi padre
-Es mi papi,-dice Adrian, cogido de la mano de Piedsd-
– Los bocadillos… ¡uf!
Cogen los bocadillos, y se van divertidos. El municipal, disuelve el grupo:
– Venga, circulen, que aqui no ha pasado nada.
La gente, murmurando, se va llendo, no sin dirigirme alguna mirada que otra.
monto en el coche, y me dirijo a la guarderia, ¡que dia llevo!, y no ha echo nada mas que empezar.
Llego a la guarderia, justo, justo, con el capazo en volandas, se lo entrego a la cuidadora.
-¡Buenos dias!, aqui le traigo a Lucas, justo a tiempo ¿eh?, esta dormidito- le digo sonriendola-.
-¡ah!, vale, le dejare entonces le dejare aqui hasta que se despierte.
-¡gracias!, ¡hasta luego!.
Bueeeno, ya solo queda llevar al perro, termino(pienso). A ver, es lo que tiene Septiembre, que es el mes donde empieza la normalidad.
Abro la puerta de la clinica veterinaria, y entro.
– ¡Buenos diaaas!, aqui traigo a Trasto, para las vacunas.
-!entre, entre!, responde el veterinario-, ahora no tengo a nadie.
Coge la cesta del perro, la habre…y acurrucadito,¡está Lucas!,¡arrrrg!, ¡he entregado el perro en la guarderia.
EMILIANO HEREDIA JURADO
Es el mes del arroz. Siempre lo he vinculado a la siega del arroz y su recolección, hoy en dia muy mecanizada, pero que después de un trabajo duro, y siempre pendientes de la climatología, sobretodo las borrascas de verano, que son las peores, da sus frutos.
Lluvia torrencial durante 24 horas o 24 minutos, no importa, pero muy dañinas. Tumban el arroz. Arroz y cosecha perdidos.
Estas tierras eran yermas cuando nuestros antepasados llegaron aquí, y aquí se asentaron. Era el mejor lugar donde vivir, donde más paz había en el mundo. Y también trabajo, para convertir las tierras en fértiles huertos y arrozales. Hubo recompensa.
Se respira ya hace días. El ambiente huele a paja y humedad. Huele a septiembre. Estamos en el Delta. No puede ser de otra manera. Hay movimiento pero a la vez hay paz. Tranquilidad para los que ya han segado, incertidumbre climática para los que aún no.
Una de las características del Delta es que puedes apreciar claramente las estaciones.
Trabajos y siembra en primavera, se suelta el agua por los canales, que inunda los campos. Suele ser por la festividad de San José.
Sobre abril, mayo y junio, verde ya casi en verano.
Amarillo ahora ya, en septiembre preparado, y octubre para los rezagados.
Y marrón en invierno, bueno, cuando se vacían los campos de agua, noviembre, diciembre, enero y febrero, contemplamos de nuevo la tierra de un marrón oscuro que se va secando y agrietando. Simplemente lo que nos pasará a los humanos, nos secaremos y agrietaremos con la edad.
Hasta que todo vuelve a empezar. Las tierras se remueven para la próxima cosecha, y si lo equiparamos a los humanos, un nuevo ser vivo nacerá, o acumulará un año más.
Bueno, pero, ¿qué importa ahora ésto? ¡Estamos en septiembre, y nosotros ya hemos segado!
LA XICUELA DE CORRIOL BENLLOCH
El de Maria Rubio es muy bonito
Medio voto para David Gutierrez, medio voto para Josué
Mi voto es para Jezabel
Mi voto esta semana de septiembre para……. Mario Sánchez
Esta semana mi voto es para David Gutiérrez Díaz 🙂
Mi voto es para Mario Sánchez
Mario Sánchez
Voto por Mario Sánchez
Lapeca, buenísimo
Estoy entre Mario y David, así que, medio voto para cada uno.
Laura Lapeca