Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «todo es relativo». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 20 de marzo!
* Por favor, solo votos reales. No hay premio, solo reconocimiento real.
** El voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos. Si alguien vota a 3 relatos, se contabilizará 1/4 de punto a cada uno. Si vota a 5, el voto será nulo.
*** Los textos son originales (responsabilidad de cada autor) y no han pasado procesos de corrección.
ANTONICUS EFE
-¡Vamos a ver, si soy capaz de explicarlo para que lo entiendan, poco querido y cerrado publico, hasta la belleza de Bard Pitt es relativa, solo está en vuestras anestesiadas retinas. ¿Es guapo porque es rubio o es rubio porque se le considera guapo?, las modas hacen mucho daño en el intelecto de unas crías que solo leen el pronto y el vale y cuando crecen…- se desgañitaba el eminente psicólogo clínico Coronado Coronado, intentando explicarle a sus oyentes que nada era absoluto, que todo era relativo según y cómo.
-¡Yo soy la belleza en estado puro, y vuestros condicionantes se cierran a eso y eligen a Brad Pitt o George Clooney porque salen en una pantalla, diciendo cosas que ni ellos mismos saben lo que significan delante de una actriz tan embobada como vosotras-añadía sin cortarse un pelo sobre sus alabanzas a sí mismo.
Maldita gracia que le hacían esas conferencias, pero desde que se había instaurado ChatGPT en la vida cotidiana, casi nadie acudía ya a su consulta, la gente no quiere oír la verdad, solo quiere oír lo que los reconforta, da igual, al cerebro no le interesa la verdad, solo la lógica que lo haga sentirse a gusto, las tenía que dar si quería seguir bebiendo Maohu en vez de Steinburg o comer Danone en vez de Hacendado, que se le iba a hacer.
-¿Entonces opináis que la Duquesa de Alba era fea y Marlon Brando era guapo solo por lo que tenéis implantado en la retina, o tenéis datos empíricos que lo confirmen?
Ante esta pregunta siempre se hacía un silencio momentáneo hasta que alguna oyente listilla lo rompía.
-¿Y usted qué, no está condicionado, acaso no critica el reggetón y el trap y ensalza el rock solo porque su primer biberón tenía una imagen de Elvis Presley y su madre era fan de él?-respondía iracunda la Oyente 33
-Todo es relativo Srta 33, yo no critico el reggetón, disecciono sus componentes y los reciclo en el contenedor verde, es usted la que coge mi actitud y la convierte en algo cuestionable según sus estándares- replica sereno y atractivamente Coronado Coronado.
-¿En su canción “Para el carro Mari Pili” usted cita textualmente: «Qué no te enteras Contreras, que te queda mucha mili, a este paso descarrilas, para el carro Mari Pili», ¿no se entera porque está sorda o por que es mujer? ¿Puede un carro descarrilar antes que volcar? ¿Qué hace Mari Pili en un carro yendo a la mili si se supone que es una pija repelente? Explíqueme que hay de relativo en esa estrofa- conmina impertinentemente la Oyente 17 al reputado doctor.
-Como vd bien ha señalado, la relatividad no está tanto en el carro si no en la falta de un tren que la lleve, pero como es relativo todo, no ha entendido el significado de la canción, no la culpo por ello, si lo hubiese entendido yo no tendría clientela.
Todo es relativo, ¿hay mala uva en este escrito o solo es un despertar algo chungo del autor? Ya saben, todo depende de las cosas que se tomen en consideración.
ARMANDO BARCELONA
SI TE PARECE, LO DISCUTIMOS CENANDO.
Adela, corazón, perdóname. Sabes que en esto del pensamiento soy muy socrático y ese punto de vista relativista tuyo, qué quieres, no me acaba de convencer.
Vale que tú ya eras muy de Spengler cuando nos hicimos novios, pero debes entender que si relativizamos el conocimiento, no es posible establecer referentes morales o políticos válidos.
¿Vas a decirme que soy viejuno por tomar partido con Aristóteles frente a los sofistas? ¡Pero si Protágoras no tenía ni medio pase, mi amor! La medida de todas las cosas no es el hombre, en tanto en cuanto que defienda la certeza de cada uno como la medida de la verdad, porque habría tantas como paisanos. Eso se llama un sindios.
A ver, tampoco te obceques en que soy muy de pensamiento Rosenbaum, no exageres, querida; nunca he dicho que haya una realidad absoluta independiente de la mente humana, que se vehicule a través de los sentidos. Ni lo uno, ni lo otro.
Pero tampoco estoy dispuesto a que me quieras hacer comulgar con ruedas de molino aferrándote, como una loca, al relativismo cognitivo, porque te puedo oponer el moral y a ver por donde sales.
Adela, mi amor, por mucho que te empeñes, tú y este señor, en pelotas y en nuestra cama, hija, da que pensar y tampoco es para tanto que te pida que, por lo menos, cambies las sábanas, ya sabes que si no, luego me da cosa. Soy muy mío, sí.
Discutimos la fusión del posmodernismo-relativismo en la cena, si quieres ―lo de las sábanas no es negociable―, pero dime si pido pizza para dos o para tres, por la logística, digo.
DAVID MERLÁN
EL «MEJOR» COCINERO DE LA GALAXIA
Julián nunca ha sido bueno en nada. Ni en la escuela, ni en el trabajo, ni en el amor. Pero si hay algo en lo que realmente es malo de solemnidad, es como cocinero. No es que lo diga él: lo dice su madre, su exnovia, su jefe e incluso su gato que una vez prefirió morder cables eléctricos antes que probar su comida.
Pero pronto Julián iba a descubrir que todo es relativo, sobre todo cuando su amigo Pedro lo inscribió en un concurso de cocina sin avisarle. Julián se ríe, pero su risa se le congela cuando un error administrativo lo convierte en el representante de la Tierra en el Campeonato Gastronómico Interdimensional 2099.
Ante su asombro, y antes de que pueda ni tan siquiera negarse, es teletransportado a un coliseo atestado de criaturas alienígenas de formas imposibles. Algunos tienen cinco ojos, otros parecen gelatina viviente y hay un grupo de tentáculos flotantes azules que lo observa con una mezcla de curiosidad e indiferencia. Trascurridos los primeros momentos de descoloque, Julián observa cómo un ser indescriptible le hace señas de que ocupe su lugar. En el centro, los demás competidores están listos para preparar sus platos.
Entre sudorores fríos, se da cuenta de que solo cuenta con tres cosas: una sartén, un huevo y un pánico existencial creciente.
–¡La gran final comienza en 3… 2… 1…! —grita el que a buen seguro se trata de uno de los jueces.
Julián traga saliva y sin más opción, improvisa su «especialidad»: rompe el huevo torpemente, la cáscara cae dentro, intenta sacarla, el aceite caliente le salpica y le quema la cara, y la yema le explota. Para disimular el desastre y sin nada que perder, le agrega sal, azúcar, kétchup, mostaza, algo verde que huele mal que estaba por allí y café.
—¡Participantes, se acabó el tiempo. Dejen todo como está! —grita otro de los jueces al más puero estilo del famoso programa televisivo de la madre Tierra.
Pasados unos minutos, una variopinta comitiva de jueces alienígenas a cada cual más extraño, comienzan en silencio a probar las creaciones curinarias de los diez participantes.
Uno tras otro, van catando los platos estrella de los concursantes.
Cuando le llega el turno a Julián, el décimo en ser valorado por el simple hecho de llegar el último, un juez con tentáculos y monóculo prueba su plato. Se queda inmóvil. Luego, empieza a temblar. Su piel cambia de color. Sus ojos se agrandan. Y empieza a llorar de emoción tirándose al suelo.
Julián está desencajado: » Con razón reacciona así, lo raro es que no palme de infarto aquí mismo» piensa Julián menospreciadose sin paliativos.
De repente….
–¡Es el mejor sabor que he probado en toda mi existencia! ¡Equilibrio perfecto entre lo dulce, lo salado, lo amargo y lo desconocido! ¡El chef humano es un genio!
El público estalla en vítores ante la atónita mirada de Julián que se bate entre la incredulidad de lo que está viendo y el orgullo contenido de ver por fin colmadas sus expectativas de chef, aunque sea con un plato que haría vomitar hasta a una mismísima cabras.
Aún absorto en sus pensamientos reacciona cuando nota que es alzado en hombros. Otros jueces prueban la comida y entran en un trance místico. Algunos levitan. Uno se desmaya del éxtasis. Julián, en estado de shock, solo alcanza a murmurar:
–Pero… si no hay Dios que lo tome. Sabe horrible…
Entonces lo entiende: Todo es relativo. Para cada especie alienígena, el paladar es completamente diferente. Lo que en la Tierra sería incomible, para ellos es una obra maestra.
—¡No hay que pensarlo más. Está claro, el claro ganador es el representante de la Tierra!
Una algarabía sin precedentes estalla en el recinto ante la sorpresa contenida de Julián que disfruta del momento mientras el público se desata en un clamor mientras todas las miradas se central en él.
Coronado como el «Mejor Chef del Multiverso», Julián es llevado en una gira galáctica donde su cocina es aclamada en todos los rincones del cosmos.
Todo transcurría con alagadora tranquilidad hasta el día en el que al tour promocional le tocó tocar tierra en el planeta Gourmetlandia, donde la élite culinaria lo recibe con reverencias y cantos de sirena.
–Maestro Julián, nos honra con su presencia. Es un honor tenerle aquí y aprender de su arte.
–Eh… si…claro, gracias. ¿Dónde está la cocina?—preguntó este ya casi de forma automática después de tantos shows a lo largo de la galaxia.
–Aquí, mismo, señor, aquí mismo la tiene.
—Bien, bien. Pues ¿Vamos allá, no? —preguntó Julián para comenzar cuanto antes su última prueba. Después de varias semanas humanas de ritmo trepidante de show en show, Julián comenzaba a sentirse cansado de todo aquello y quería terminar cuanto antes. Echaba de menos su anodina vida anterior.
Julián sabe que si quiere sobrevivir y salir de aquel lugar, debe hacer algo realmente asqueroso. Algo que cause repulsión universal. Algo que haga vomitar incluso a los entes sin estómago para que al fin se den cuenta de que no es nadie y le dejen en paz.
—Aquí tendrá su última prueba: debe preparar un plato digno de los dioses. Después su compromiso con el concurso habrá terminado. Se lo puedo asegurar.
Julián piensa que cuanto antes empiece, antes terminará y se podrá ir a su casa. Hace una respiración profunda y se pone manos a la obra. Mete mano al desastre absoluto: mezcla ingredientes sin sentido, fríe cosas sin razón, exprime líquidos sospechosos, incluso incorpora una baba alienígena que encontró en el suelo. Para rematar la receta, le echa pasas solo por pura maldad.
Con un suspiro de alivio y brazos en jarras, mira la monstruosidad que ha creado y que tiene ante él. Un amasijo de texturas irreconocibles que parece moverse por sí solo.
«Es horrible. No puede saber bien» pensó.
Con la vista clavada en el plato y los jueces, lo presenta con una sonrisa nerviosa. Los jueces sin dudar de su valía y reputación, lo prueban.
Se hace el Silencio.
A uno de los jueces se le dilantan las pupilas al instante con un brillo nuevo; Otro se lleva las manos a la cara, temblando y un tercero se arrodilla y llora de felicidad.
–Es…, es… ¡es la perfección hecha alimento!.
La multitud ansiosa por la reacción del jurado estalla en aplausos. ¡Julián lo ha vuelto a hacer!
–Esto ya no puede ser casualidad. Dos veces ha creado el mejor platillo del universo —añade otro de los jueces.
–¿Eh? No, no, no, esto es un error…
–Julián, no solo eres el mejor chef. ¡Eres el chef definitivo!
Los alienígenas gritan de alegría. Julián, estupefacto asiste a la escena: aturdido, se rasca la cabeza y decide reaccionar.
–Bueno, yo… supongo que… gracias—añade torpemente.
Entonces, el juez principal da un golpe en la mesa y anuncia con voz solemne:
–¡Y como manda nuestra tradición… el creador del mejor platillo será el ingrediente principal del banquete de los dioses!
Julián parpadea.
–Perdón, ¿el qué?
Los alienígenas sonríen, encantados mientras los que tienes miembros a modo de brazos y manos, le dan las correspondientes palmaditas en la espalda al humano..
–¡Serás el plato más exquisito jamás servido! Ya lo veras
Julián, anonadado, traga saliva. La multitud le vitorea mientras observa con pavor como unos cocineros empiezan a afilar cuchillos mientras le sonríen.
FIN
ALFONSO FERNÁNDEZ-PACHECO
Todo es relativo, menos el joputismo
“Todo es relativo, menos yo, que soy un máquina” (Davidakos Bisbalopoulos, filósofo presocrático).
“Todo esss relativo, menosss algunasss cosillasss” (M. Ra-Hoi, filósofo chino de la dinastía Fei-Hóo).
“Todo es relativo, menos mi peinado” (Carles Fuet Casademont, amigo íntimo de los anteriores).
* * * * *
Atapuerca City (zona residencial castellana a diez minutos del centro), 300.000 a.C.
Todo empezó aquí, sí, en Atapuerca City, cuando el homo relativamente sapiens aprendió a hablar. Este craso error de la evolución desarrolló las cuerdas vocales de estos tipejos que, unidas a su más que demostrada capacidad de irraciocinio, dieron como resultado el hecho más inquietante de la historia de la humanidad, que no es la tuna, no, es: la conversación. Y la que lio este grupete fue parda.
Según un estudio muy sesudo de los investigadores más listos de la universidad de La Almunia de Doña Godina (zona maña a cinco minutos del centro o así), el primer intercambio oral inteligible entre seres humanos tuvo lugar en una cueva de este bonito emplazamiento, en un momento que habría quedado grabado con fuego, si lo hubieran conocido, en los anales de las crónicas terrícolas más mollares.
Estaba el bueno de Donald Truño dando rienda suelta a su talento pictórico en las paredes de su domicilio, la famosa “Cueva Oval”, a la que había accedido a base de un tratamiento exhaustivo de mamporros a sus anteriores y legítimos moradores, cuando su amigo Elon Mosquis, mudo hasta ese preciso instante, como todos, irrumpió sin llamar a la cortinilla de macramé, como era su fea costumbre, y lanzó al viento las primeras palabras documentadas por los de La Almunia:
―Holi, Donald, ¿qué ez ezo que eztáz pintarrajeando? Ez feo de pelotaz.
―Tú qué zabráz de arte rupeztre moderno, cuando ze dezcubra mi obra, Atapuerca City volverá a zer grande.
―Poz yo zolo veo unoz bizontez con zombrero mejicano perzeguidoz por un gordo en pelota picá.
―Elon, no valez ni pa ezconderte, y baja ya el brazo, que te canta el alerón que no veaz, cochino.
―Ez lo que tiene zer peludo como un ozo. Para que te hagaz una idea, cuando hago de vientre ze me quedan loz ñordoz adozaoz a la zelva de pelilloz del ojete. Ni con un menhir picudo lo zoluziono, oyez.
―Qué puto azco, Mozquiz, erez francamente dezagradable, a la par que repulzivo.
―Le dijo la zartén al fózil.
―Ya no te ajunto, caraculo.
―Poz, entoncez, ya no te regalo máz bitcoinz, te chinchaz.
―¿Y ezo qué é lo que é?
―No lo zabo, como no tengo coztumbre de hablar, ze me ha ocurrido.
―Mozquiz, erez mu tonto. A ver zi te da el cebollo pa ayudarme. Necezito ponerle un título a mi obra maeztra y no me viene nada. Eztruja tu coco de mamut zin trompa e ilumíname.
―Mu fácil: “Foca oronda que te cagaz a la caza de bichoz inmigrantez zampamazcotaz”. ¿Mola, que no?
―Mazo, zi no fuera por lo de foca oronda. Lo cambiaré por Adoniz eztilizado, ez un autorretrato.
―Ah, qué pillín, Truño. Como ez bien zabido por el vulgo, todo ez relativo, menoz loz cochez eléctricoz. Ze acepta Adoniz por foca oronda.
―Tú zí que zabez, Mozquiz, todo ez relativo menoz tu gilipollez zupina. ¿Qué, hacen unaz birritaz en el bareto “El auztralopitecuz contento”?
―Ole, me encantan laz mojellaz de diplodocuz al ajillo que prepara Karloz Cromañano.
―Y, mientraz, podemoz ultimar loz detallez de la operación “Aneczión de cuevaz molonguiz”.
―Lo de molonguiz ez relativo, a mí me guztan toaz.
―Noz ha jodío, pero habrá que empezar por algún zitio.
―¿Qué tal por la cueva de loz canadienzez?
―Me tira máz la de loz groenlandioz, que eztá a un minuto del centro.
―Pa guztoz, colorez.
―Como loz de mi cuadro…
―¡¡¡Juaaaaaaaaaaaaázzzzz!!!
SUSANA NÉRIDA
El soliloquio
Muchas veces, cuando me leen, me asombra descubrir los tonos que me ponen. Escribo triste y otros ven enfado e ira, incluso agresividad. Incluso meten lenguaje entre líneas cuando solo oculto cosas en mis poesías.
Años trabajando en ser asertiva con los límites para descubrir, con sorpresa, que todo es relativo y que depende del interior de la persona que me lee e interpreta. Desde entonces me tumbo en el monte, mirando las nubes, disfrutando la soledad y el silencio meditando como todo es relativo y puede pasar de 0 a 100 con tan solo una interpretación.
Estamos, en psicología, a un depende de la certeza inigualable que dice que todo es relativo. Me pregunto si también pasará lo mismo con los terapeutas que me atienden. Intentando apagar fuegos que nunca existieron, ante mi atónita sorpresa e incredulidad.
Durante un tiempo me propuse dar más información, para que me interpretasen mejor. Pero resultó ser exceso de información y se enfadaban 4 veces más.
Mejor abrazo al silencio mientras pienso como todo es relativo y dice, a veces, más de la otra persona que de mi misma.
Porque hasta el vacío es relativo. Por eso, cuando preferí guardar silencio, también lo tomaron como un ataque: gaslighting o algo así lo llaman.
Es desquiciante saber que vas a ser rechazada, tanto si hablas como si callas.
Y en resumidas cuentas, todo es tan relativo que finalizaré este soliloquio en que mejor hago lo que me de la gana. Porque, a fin de cuentas, todo es relativo.
BENEDICTO PALACIOS
TODO ES RELATIVO
—¡Pero hombre, si lo tienes delante de los ojos! Anda, retira el periódico. ¿Qué, están o no están ahí tus gafas de leer? Creo que lo haces aposta. Pero tú continúa, insiste. Hartas a cualquiera. No sabes lo que es pasarse el día pendiente de ti. Y encima pensarás que no tengo razón. ¿Noo? Pues deja de vivir a expensa mía. Y ahora qué se te ha olvidado.
—Nada, nada.
—¿Cómo que nada? Deja ya de enredar en mi bolso. Después de un montón de años juntos, mi bolso es lo único que me pertenece, en exclusiva, así que ni lo toques. Si te veo otra vez curiosear, cierras la puerta por fuera y dejas la llave en casa. ¡Habrase visto! Contigo nunca se puede estar segura. ¡Menudo saco de sorpresas!
—¿Quién te llama con tanta insistencia al móvil?
—¡Ah, es eso! Pues un señor interesado e interesante.
—Más viejo que yo, seguro.
—Ya. Y aunque lo fuera, qué. Ahí tienes a tu hermano dos años mayor que tú.
—Que está hecho un carcamal ¿nunca se lo oíste decir a su mujer?
La tiene tomada conmigo y tiene motivos. Me estoy volviendo un poco remolón. Tengo que mudar propósito. Ahora que llega el día de la madre, me da tiempo. Voy a quedar como un verdadero señor. Pero ¡hóstenes! ahora que lo pienso cae primero el día de padre. Buen momento para demostrar que soy el hombre con que ella soñó. Llevó además una larga semana activo y diligente. Ni una voz más alta que otra. Y si se me escapa alguna caricia o algún verso, se le enciende el rostro.
—¿Mujer, nada que decir? Ya se anuncia en la tele el día del padre.
—¡Acabáramos! ¿A eso se debe tan frenética actividad? Atiende, querido: en vosotros, los hombres, todo es tan relativo que padre lo puede ser cualquiera.
Duermo desde ayer en el cuarto de la plancha y no me quejo, porque el casto José me levantará la penitencia.
RAQUEL LÓPEZ
TODO ES RELATIVO ( EL TIEMPO)
El tiempo es relativo avanzando inexorable, por mucho que quieras controlarlo.
El pasado es el ayer.
El presente, efímero.
Vivimos obsesionados con vivir de la inmediatez sin importar los resultados. Sin embargo nos ofrece la oportunidad de vivir, aunque sea tan fugaz como mis versos…..
El tiempo es relativo
no puedes ser su dueño
ni alcanzarlo, ni controlarlo,
se escapa como el viento.
Pasan las horas envejecidas
con el temor de quien espera
absorbidas en la rutina,
de una vida que no es eterna.
Sin embargo somos vida
una vida que habremos consumido
hasta que nuestro camino se extinga…
y el tiempo….sigue siendo relativo.
Para unos se escapará en segundos
esfumándose de la faz de la tierra
para otros buscarán ese sueño
que convierta el tiempo en esperanza etérea.
ELEFANT YUFUS
La mano de Dios
Era una tarde preciosa, la lluvía caía mientras el sol aún asomaba su rostro dorado en el horizonte. Salía del trabajo –en el área industrial– mientras la brisa me daba de lleno en el rostro. Apresuré el paso para no terminar con el atuendo ensopado. Mientras me cubría debajo de una lámina, que servía de tejado al paradero de autobuses, escuché el sonido ensordecedor como de un trueno que inundó el cielo.
Una ráfaga de luz cegadora, semejante a un halo inundó el cielo. Salí de debajo de mi resguardo y miré extrañado aquel fenómeno que parecía obra de la misma naturaleza; no podía dar crédito a lo que veían mis ojos, un brazo enorme se abría paso entre las nubes y descendía a una velocidad impactante.
El horror se apoderó de mi cuerpo al mirar que el enorme brazo descendía a gran velocidad como avión en picada. Cuando tocó el suelo tomó entre sus dedos un tractocamión de unas 30 toneladas y lo lanzó por los aires como sí de un juguete se tratara. Una explosión se generó y comenzaron a sonar las alarmas dentro de la zona de impacto. La población obrera salió de sus guaridas, gritando, corriendo despavoridos como hormigas siendo atacadas. Escasos minutos después, militares comenzaron a acordonar la zona evacuando al personal e iniciando una ráfaga de proyectiles contra el enorme brazo. Una placa metálica de color dorado cubría la muñeca del titánico ser.
Los gritos desesperantes de la gente aturdian al ejército generando caos y desconcierto; las bajas, tanto militares como civiles, con el transcurrir de los minutos fueron aumentando, aquellos valientes terminaban aplastados debajo de la colosal mano como insectos regados por el suelo.
Los disturbios continuaron durante algunas horas hasta que el enorme antebrazo cayó cercenado sobre una pila de escombros y restos humanos. Una náusea se apodera de mi cuerpo al solo recordarlo. La ligera brisa continuaba su descenso indiferente y pacífica. La prensa no se hizo esperar; llegaron casi tan pronto como el brazo apareció en el cielo. La noticia se viralizó de inmediato.
–esta tarde un enorme brazo apareció de la nada tomando como rehén un tractocamión y lanzándolo 15 metros lejos de donde fue tomado.
–según testigos un enorme ojo apareció en el cielo antes de que el brazo se materializara por completo. Algunos afirman que el brazo es similar al de un infante de apenas unos 5 o 6 años pero en proporciones colosales. Seguiremos informando acerca de lo ocurrido…
La prensa sensacionalista hablaba de «La mano de Dios», nombre que un grupo de fanáticos le dio al brazo que apareció en el cielo.
–Coronel Sánchez ¿Qué es lo que puede decirnos de esto?
–Se trata de un laboratorio de investigación instalado en la zona desde hace 15 años aproximadamente. Dónde se realizaban experimentos con portales interdimensionales a raíz de un suceso ocurrido 1 años antes de su instalación. Algunos de los experimentos buscaban comprobar la ley de la relatividad de Einstein.
Según la versión del coronel: un niño de entre 4 y 5 años se encontraba con sus padres en aquel paraje inhabitado disfrutando de un día de campo. Todo iba de maravilla hasta que la madre escuchó llorar al pequeño. Se dirigió hasta donde él estaba y al verlo soltó un grito espantoso. El niño carecía del brazo izquierdo. Algo o alguien le había arrancado completamente el antebrazo. Había sido un corte limpio. La sangre parecía coagulada y presentaba una especie de quemadura. Se registró el área sin encontrar pistas de lo ocurrido.
Solamente algo no cuadraba con el lugar; una diminuta prótesis robótica de unos escasos milímetros perteneciente a un brazo derecho fue encontrado donde había ocurrido el siniestro.
Un año después el gobierno reabrió el caso. Financiando a un grupo de investigadores para encontrar la causa del suceso no identificado. Los motivos no eran dar solución a lo ocurrido sino estudiar el posible uso de los portales para fines personales. 15 años después lograron abrir dicho portal durante algunas horas y al cerrarse fue cortado de tajo el antebrazo derecho de un ser gigantesco.
En algunos de los vídeos subidos a la web se puede ver el momento exacto en que aparece el halo de luz, seguido por un ojo gigante mirando desde el otro lado del portal abierto, y al final el brazo cercenado junto a los destrozos que dejó.
No se permitió el acceso al público hasta meses después. En la placa metálica que llevaba la muñeca del gigante tenía grabado el mismo nombre que el niño que perdió el brazo 16 años atrás. Nemo. Después del suceso se perdió todo rastro de él y de sus padres.
Cuando terminó de escuchar la nota televisiva Ulises quedó más confundido aún. No podía asimilar lo que había visto y menos aún lo que había escuchado. ¿Cuál era la causa de que hubiera una similitud entre ambos personajes? Sí se tratara del mismo infante ¿porque ahora se mostraba como un gigante?.
–Como puede explicar la coincidencia entre el infante de hace 16 años y lo ocurrido ahora coronel?
–Aunque no hay una respuesta clara, algunos del departamento de investigación abrazan la teoría de que la humanidad va descendiendo en una clase de espiral cuántico. Los días, los meses y los años pasan cada vez más rápido.
–¿Si viajaramos al pasado nos encontraríamos con seres gigantes?.
–Quizá
–¿Acaso el tiempo se ha reducido y nosotros con él?
–No puedo asegurar la respuesta a cada una de sus preguntas. Alguien podría refutar nuestra teoría diciendo que los vestigios de las civilizaciones antiguas nos muestran los restos de seres con una estatura similar o igual a la de nosotros. Pero tomando como referencia los mismos vestigios me pregunto ¿cómo seres similares a nosotros, movilizaron piedras enormes para la construcción de pirámides sin ayuda de la tecnología que ahora tenemos? Quizás este brazo es un vistazo hacia el pasado o hacía el futuro y no un portal interdimensional como pensamos…
Esto me hizo recordar Los viajes de Gulliver. Cuando Lemuel llega a Liliput es un gigante, más cuando llega a Brobdingnag es un ser diminuto. ¿Acaso no fue este personaje un viajero en el tiempo?. Pienso –al decir viajero en el tiempo– en la isla flotante de Laputa como una nave espacial y sus eruditos como seres fuera de época. ¿Gulliver navegó entre los mares del tiempo o fue cómo Alicia en el País de las maravillas?, quizá sea muy pronto para saberlo.
FIN
PEDRO ANTONIO LÓPEZ CRUZ
UNA HISTORIA RELATIVA
—No sé, don Miguel, no termino de verlo. Un poquito cogido con pinzas me parece. Un pavo larguirucho medio ido de la olla, montado en un caballo que parece sacado de un desguace, con un traje de acero inoxidable y un amigo gordo que no para de darle consejos entre rebanada y rebanada de queso, recorriendo esas tierras de Dios como superhéroes venidos a menos… ¿defendiendo a los tuertos ha dicho?
—Desfaciendo entuertos, mi querido e incrédulo amigo. Por cierto, ¿cómo ha dicho que se llamaba, caballerete? ¿Lope? ¿Lope de Vega, acaso?
—Noooo, Lopéz. Pedro López. Como Bond, James Bond. Es igual, no lo entendería. Insisto, creo que usted se ha contagiado del delirio de ese personajillo suyo que se acaba de sacar de la manga. Está para que lo vea un galeno.
—¿Locura? ¿Cómo osa? Vuesa merced, precisamente, que se atreve a aseverar que se desplaza por estos mundos de Dios a lomos de un gusano ¡menudo majadero!
—Agujero. He llegado hasta aquí a través de un agujero de gusano. Ya sabe, lo de los viajes en tiempo, la teoría de cuerdas, la relatividad y las cosas esas de la física cuántica. Que, en esta existencia suya y mía, aunque vos no lo crea, todo es relativo, ya se lo digo yo. Ahí en la puerta tengo aparcada la máquina espacio-temporal. Espero que no sea zona azul. Si quiere se la enseño. Es igual, insisto, no lo entendería.
—No, y mejor que no me lo intente explicar. Todo cuanto me relata parece cosa del mismísimo Satán.
—¿Y dice usted, don Miguel, que de aquí salen así, sin despeinarse, dos tomos de los gordos? Estará de coña ¿no? Pero si el argumento no se sostiene. Mejor hiciera dedicándose al tema del vino, que por aquestas tierras se crían buenas vides y ya se sabe: de buena cepa, buen caldo. O a los quesos, que ambas cosas dejan pingües dineros. Y hablando de dineros… venga, olvídese ya de garabatear con esa pluma de ganso y vamos a gastarnos unos maravedíes ahí en la taberna de Sansón Carrasco, la de la esquina. Que tengo el gusto de convidarle a unas gordas, que diría el amigo Mota.
Y fue así, entre efluvios vitivinícolas, y por intercesión de aquel crononauta con gafas procedente de Dios sabe qué lugar ni qué tiempo, que Don Miguel de Cervantes y Saavedra, manco de un brazo y escritor en ciernes, aceptó la invitación al tiempo que se replanteaba lo de las letras para dedicarse al mucho más fructífero negocio del vino y el queso. En la taberna, entre chato y chato, como si de una epifanía del mismísimo dios Baco se tratase, de repente lo vio todo claro y transparente. Los libros no tenían futuro. Fue en ese lugar y en ese momento dónde y cuándo surgió Bodegas El Quijote y Quesos Sancho, dos de los negocios familiares más prósperos y antiguos que ha visto nacer Castilla La Mancha.
Y fue así también cómo cambió el curso de la literatura tal cual la conocemos. Y la razón por la que, en este mundo postapocalíptico, todo ha quedado reducido a la exclusiva publicación de best-sellerstan gordos como infumables, o cómo la mayoría de la gente directamente ha dejado de leer. De por qué llegamos a Telecirco, al reggaetón, a las verbenas de feria y los tractores de color amarillo y otros tantos males que vienen asolando a nuestra sociedad. Aunque en realidad no estoy seguro. Con Cervantes o sin él, pienso que habríamos acabado igualmente abocados a este caos.
Pero no todo está perdido. Aquí, en las sombras, organizamos la resistencia en forma de clubs de lectura y escritura tan clandestinos como multitudinarios, aldeas irreductibles a imagen de la de Astérix en las que intentamos hacer resurgir las letras y los libros en este mundo tan decadente y oscuro. A quien lea esto, escribo desde el Club Cuatro Hojas. Me declaro culpable, señoría. Yo soy aquel viajero del tiempo, el que tuvo la imperdonable osadía de invitar a Cervantes a unos chatos. Cometí un error y aún estoy intentando arreglarlo. Espero que alguien ahí fuera reciba esta comunicación. Somos muchos, cada vez más, los que luchamos porque la llama de la letra no se extinga. Larga vida a la resistencia.
LOLI BELBEL
NI BLANCO NI NEGRO
A veces la noche es clara como un lucero y te araña tiernamente la cara. Otras, es tan obscura como el humo de una chimenea llorando carbón de madera verde.
No podemos elegir entre la luz y la sombra. Todo es relativo.
Nos persiguen ambas como las lunas a las mareas o como el ocaso al alba.
Tendemos a vislumbrar un trozo de eternidad en un tímido trozo de nuestra existencia. Creyendo haberlo tocado con nuestras propias manos, pero ¡ay! ¡En vano! La infinitud de lo eterno devora la evanescencia, la fragillidad de lo efímero.
Entre las paredes del mar y del cielo se extiende una cuerda de nudos que se van deshaciendo a medida que eliminamos los obstáculos propios de la existencia. Cuando la cuerda quede lisa, como hilo de plata, habremos tocado jazmines de inmortalidad…, inmortalidad telúrica y cósmica a un tiempo.
EFRAÍN DÍAZ
A sus cuarenta y dos años, José Luis no solo era soltero, sino que jamás se le había conocido pareja. Con una carrera legal exitosa y una cuenta bancaria saludable, podía acceder a cualquier mujer, pero sus paupérrimas destrezas sociales se lo impedían.
Vivía en un palacete cuya marquesina estaba adornada por un DeLorean. Cenaba en los restaurantes más lujosos, pero siempre solo. Su única compañía era el whisky, los ansiolíticos y los antidepresivos. José Luis era una bomba de tiempo.
Tres veces por semana visitaba un burdel. Siempre pedía a la misma prostituta: Priscilla. No sabía si ese era su nombre real o solo el de batalla. Tampoco le importaba. Ella siempre estaba disponible porque José Luis nunca quería acostarse con ella. Le pagaba solo por hablar.
Lo que lo había cautivado de Priscilla no era su cuerpo, sino su inteligencia. Tenía un filo en la mente, una agudeza por encima de lo normal.
—Con esa cabeza —le preguntó José Luis una noche—, ¿cómo terminaste en esto?
Priscilla se encogió de hombros, encendiendo un cigarro con la calma de quien ya ha respondido esa pregunta demasiadas veces.
—Malas decisiones, errores de juventud.
—¿Y nunca has pensado dejarlo? ¿Hacer otra cosa?
Ella exhaló el humo y sonrió, pero era una sonrisa triste, sin alegría.
—Estoy encadenada a esto. Sin estudios, sin experiencia, sin nada más que ofrecer, seré prostituta mientras el cuerpo aguante.
José Luis bebió un sorbo de whisky.
—El tiempo se acaba, Priscilla. Nunca es tarde para comenzar de nuevo.
Ella lo miró de lado, divertida, como si acabara de decir algo ingenuo.
—El tiempo no se acaba, José Luis. El tiempo es relativo. No se mide en segundos, sino en lo que estamos dispuestos a vender de nosotros mismos. Yo vendo mi cuerpo, usted su cerebro. Yo vendo mis caricias, usted su conocimiento. Yo vendo amor barato y usted vende defensa legal. Usted cambió su juventud por prestigio; yo, por placer. Usted cambió sus relaciones por éxito; yo, por supervivencia. Usted entregó su tiempo a un sueño abstracto, yo al deseo ajeno. Dígame, ¿es tan distinta la venta de un cuerpo a la de una mente?
José Luis se quedó en silencio. En su vaso, el hielo se derretía con lentitud.
—Todo es relativo, José Luis. Todo es relativo.
El reloj en la pared marcaba las tres de la mañana. Pero a ninguno le importaba.
SERGIO TELLEZ
UN MATRIMONIO CON ESTILO
—Apreciados amigos, hoy celebramos el sagrado vínculo del matrimonio. Antes de proseguir, debo recordar a Nora y Segismundo que este compromiso debe ser honrado con pureza y respeto… aunque, entre nosotros, todos sabemos que la verdadera prueba de amor viene después de la luna de miel. Los novios intercambian miradas coquetas y cómplices, esperando conscientes lo que vendrá a continuación por parte del cura Álvarez.
—Es lamentable ver cómo muchos jóvenes de hoy en día ceden a la tentación antes de que su amor pueda ser bendecido por Dios. La fornicación es una ofensa a los principios sagrados del matrimonio, y aunque sabemos que las tentaciones son fuertes, es nuestro deber recordar que el verdadero amor requiere paciencia y espera.
Nora se inclina hacia Segismundo y le susurra al oído con una sonrisa pícara:—Todo es relativo, ¿no crees? Lo qué es el pecado para unos, para otros es simplemente amor… y un buen motivo para casarse.
Segismundo sonríe ligeramente y asiente con la cabeza, mientras el padre Álvarez sigue hablando sin darse cuenta de la conversación secreta.
Nora y Segismundo intercambian una mirada cómplice y Nora le da un ligero apretón en la mano, mientras Segismundo trata de contener una carcajada.
El padre prosigue con su sermón, tejiendo un discurso apasionado sobre la importancia de la virtud y la castidad. Su voz resuena en la iglesia, llenando el espacio de una sensación de reflexión y compromiso. Finalmente, su mirada se posa en los novios, y con una sonrisa compasiva, concluye: —Pero hoy no estamos aquí para juzgar, sino para celebrar el perdón y la gracia de Dios. Que esta unión sea el camino a la redención y el amor verdadero. Con una pausa emotiva, el cura pronuncia las palabras rituales: «Y yo los declaro marido y mujer». La bendición que sigue es como un abrazo divino, envolviendo a la pareja en un momento de pura felicidad.
La humilde boda en la iglesia del pueblo es acompañada por la mayoría de los habitantes, que se reúnen en la plaza para celebrar con alegría, jolgorio y un poco de chismorreo. Las campanas de la iglesia repican alegremente, mientras que los vecinos se abrazan, se felicitan y se preguntan quién será el próximo en caer en la trampa del matrimonio. El aire se llena con el aroma de comida casera, el sonido de la música tradicional y el ocasional grito de «¡Que vivan los novios!»
—Bueno «mija», ya somos esposos ante Dios y ante los hombres—dice Segismundo, sonriendo con satisfacción. Nora se acerca a él, su mirada brillando con pasión, y lo besa con abandono. —Sí, mi amor, ahora sí podemos hacer nuestras cositas sin tener que escondernos de los chismosos—dice ella, su voz baja y seductora, mientras su cuerpo se acopla al de Segismundo. Él, sin perder un instante, la abraza con todas sus fuerzas, bajando sus manos hasta las nalgas firmes de Nora y les da un fuerte apretón, que ella agradece, mirándolo con pasión. —¡Ay Segis!, cuanto deseo estar a solas contigo—susurra ella, su respiración agitada. —Igual yo—contesta Segismundo, sonriendo—. Pero tenemos que aguardar un tiempo. —¿De verdad, me vas a llevar ala capital a la luna de miel? —pregunta Nora, su voz llena de emoción. —Claro que sí, mi amor—responde Segismundo—. Promesas son promesas. Mañana mismo, muy temprano, nos vamos en «La paloma».
La Paloma, una volqueta Mercedes Benz modelo 68 que había visto mejores tiempos, era la fiel compañera de «Caminos Vecinales», una entidad gubernamental que luchaba por mantener las carreteras rurales en condiciones que no fueran un reto para la supervivencia. Con sus años de servicio, La Paloma había ganado un carácter propio y una tendencia a fallar en los momentos más inoportunos, lo que la había convertido en una especie de leyenda local.
—Pero Segis, ¿esta noche no vamos a hacer cositas? —pregunta Nora con una sonrisa pícara. —No, mi amor —responde con una voz suave pero firme—. Juré por lo más sagrado llevarte «virgen» a la luna de miel, y la luna de miel es en la capital. Nora se acerca a su oído y susurra con una voz seductora: —Pero Segis, si las cositas las venimos haciendo desde hace dos años y todos lo saben. Segismundo sonríe y replica con una voz muy baja, asegurándose de que solo ella lo oiga: —Sí, señora, pero hoy nos casamos ante Dios, y prometí llevarte virgen a la luna de miel; vamos a empezar de ceros. La certeza y convicción de Segismundo no dejan lugar a dudas para Nora, que se rinde ante su determinación.
Después de una noche de fiesta que duró hasta las cuatro de la mañana, con varios litros de aguardiente y dos grandes lechonas que acompañaron a los invitados, La Paloma, la vieja volqueta que los llevaría a su destino, estaba lista para partir. La Paloma había sido lavada y pulida en la quebrada esa mañana, y aunque sus rayaduras y abolladuras no habían desaparecido por completo, lucía lo mejor posible. Dos docenas de globos y varios peroles adornaban la parte trasera de la volqueta, anunciando la buena nueva a lo largo de los doscientos cincuenta kilómetros de recorrido. Segismundo y Nora aún llevaban sus trajes de la ceremonia, él con un traje prestado por Chepe, su mejor amigo, que lo hacía ver aún más alto y delgado de lo que era, y ella con un vestido blanco sencillo de seda que caía suavemente desde los hombros hasta el suelo.
Con un gesto galante, Segismundo ayuda a su amada a subir al estribo derecho de La Paloma, y con un cariñoso empujón en sus nalgas, la deposita suavemente dentro de la cabina. Luego, él sube por el otro lado y se acomoda al volante, listo para comenzar su viaje de luna de miel. La Paloma recorre el parque del pueblo en una vuelta triunfal, acompañada por el sonido de las bocinas y los vítores de los invitados, mientras los gallos saludan el nuevo día. Es la escena perfecta para el comienzo de su vida juntos. No bien Nora pone su cabeza en el hombro de Segismundo, se queda profunda, y él comienza su largo camino hacia la capital, listo para empezar su nueva vida con la mujer que ama.
Después de 250 kilómetros de recorrido agotador, pasando por carreteras empedradas que sacudían la volqueta, subidas empinadas que ponían a prueba la resistencia de «La paloma», descensos sinuosos que requerían la máxima atención de Segismundo y valles extensos que parecían no tener fin, el novio comenzó a sentir el peso del cansancio. Dos llantas pinchadas que tuvo que cambiar él mismo en la carretera, bajo el sol implacable, le dejaron las manos doloridas y la espalda agarrotada. Un trancón por un camión volcado les hizo perder horas preciosas, y otro más por una manifestación de campesinos los obligó a esperar pacientemente. A medida que el día avanzaba, el cansancio de Segismundo se acumulaba, y sus ojos comenzaban a pesar. Pero él siguió adelante, decidido a llevar a su amada a la capital. Finalmente, en la noche, «La paloma» y sus pasajeros llegaron a la capital, exhaustos pero felices.
Segismundo buscó el hotel más lujoso en el centro de la ciudad y se alojó con su amada esposa en la habitación 609, que ofrecía una vista impresionante hacia los cerros orientales. Mientras se acomodaban, Segismundo se dejó caer en el sofá, cerrando los ojos por un momento, como si estuviera saboreando el descanso. —Amor, solo tenemos esta noche para nosotros. Mañana nos regresamos temprano, el alcalde me está acosando para que lleve unos bultos de cemento —dijo, con una sonrisa cansada pero sincera. Nora sonrió maliciosa y comentó: —Vale, mi vida, ¿te diste cuenta del número de nuestra habitación? Segismundo abrió los ojos, y su mirada se encontró con la de Nora, llena de pasión y deseo. —No… —respondió, con una voz baja y sensual. —Es la 609 —dijo Nora, con una sonrisa pícara—. ¿No te dice nada? Segismundo se inclinó hacia adelante, su rostro acercándose al de Nora. —Si le quitamos el 0, nos queda el 69 —dijo Nora, con una mirada seductora. Segismundo sonrió, y su cansancio pareció desvanecerse en un instante. —¡Claro que sí, mi vida! Esa la hacemos hoy —dijo, con una voz llena de pasión. Nora se acercó a su esposo y lo besó apasionadamente. —Espérame, voy a ducharme y vuelvo enseguida, «picarón» —susurró. —Acá te espero —dijo Segismundo, sonriendo, con los ojos brillantes de deseo.
Media hora después, Nora regresó al salón, con una sonrisa seductora que iluminaba la habitación. Su cabello estaba peinado de manera diferente, y su rostro lucía radiante, como si hubiera descubierto el secreto de la felicidad. Llevaba babydoll de encaje que tapaba su cuerpo, dejando muy poco a la imaginación, y unas diminutas bragas nuevas que realzaban su figura. Su piel olía a «Belle de Nuit», el perfume que le había regalado Lupe, su mejor amiga, con la instrucción explícita de «usarlo solo para seducir a tu marido». Nora se sentía como una diosa, lista para conquistar el corazón de su amado esposo.
En la cama, yacía un hombre vencido por el cansancio, su rostro estaba relajado, pero sus ronquidos eran tan fuertes que parecían una competencia con la alarma de la mañana. El reloj de la mesita de noche marcaba las horas con una lentitud agonizante, mientras Nora rogaba al universo para que Segismundo se despertara antes de las seis de la mañana, cuando el alcalde comenzaría a acosarlo de nuevo. Ella se acercó a la cama, sonriendo, y susurró: «Despierta, mi amor, la noche es joven… y yo también». Pero Segismundo solo respondió con un ronquido más fuerte, dejando a Nora con la esperanza de que el café de la mañana fuera suficiente para revivirlo. «Todo es relativo», pensó Nora, «lo que para mí es una noche de pasión, para él es una noche de sueño profundo». Se acostó a su lado, sintiendo la distancia entre ellos, y sonrió tristemente.
GRACE PELLS
¿Crees en Dios? Me dijo; y yo, que no esperaba esa pregunta en medio de la nada, lo miré como quien mira una oveja blanca entre tantas negras.
Quizás era el momento, se había quedado el auto, se venía una noche fría, y estábamos con ese temblor que antecede a lo que se tiene miedo.
Pudimos con dos mensajes, quien te dice, hay una estrella de suerte en nuestra frente, y se ilumine la ruta, y lo que imaginamos sean solo pavadas.
-Creer..no sé, es como fundamentar algo que no se toca no? Como ver sin ver.
¿Pedro vendrán? ¿Tú que crees?
Es eso, ¿comprendes? Eso que sientes ahora en medio de tanto vacío, donde existes acá conmigo y ya las horas pasaron y nadie contesta.
Todo es tan relativo…Nada es absoluto.
No digo que sí
Ni digo que no.
Me lo pregunto cuando desesperada me hinco en cosas que duelen, y mucho. En esas donde no hay atajo. Floto ahí y se siente bien. Es una construcción y otros le dicen fe.
¡Pedro, yo sé, que van a venir por nosotros!
¿De que nos serviría pensar que no?
¿Tal vez es eso no?
ANGY DEL TORO
A Destiempo
El avión se deslizaba por la pista como una nota suspendida en el aire. París quedaba atrás envuelto entre luces intermitentes y despedidas que dolían.
El pasajero apoyó la frente contra la ventanilla, observando el reflejo borroso de su propio rostro. En su libreta, las notas de una composición inacabada se extendían como fragmentos de un pensamiento interrumpido. No era la primera vez que la música se le escapaba entre los dedos. Últimamente, todo parecía hacerlo.
—¿Algo más para usted?
La voz lo sacó de su ensimismamiento. Giró el rostro y la vio.
Elías no creía en la música del azar, pero algo en la forma en que aquella mujer lo miró le hizo pensar en un acorde perdido en el tiempo que de pronto encuentra su nota perfecta.
—Solo si puede servirme una melodía que calme el insomnio y la ansiedad.
Ella arqueó una ceja, sonriendo.
—Le puedo ofrecer un café y un secreto. ¿Sabía que en cada vuelo, a veces se escuchan las notas de un piano oculto?
Él entrecerró los ojos, intrigado.
—¿En serio?
La mujer señaló su pecho, en un gesto casi teatral.
—Sí. Algunos lo llevamos dentro.
Elías sonrió por primera vez en semanas. Tomó la pluma, escribió algo en su libreta y le tendió el papel.
«Si hay un piano en su corazón, permita componer algo para él.»
Ella tomó la nota, la deslizó en el bolsillo de su uniforme. No dijo nada más, pero antes de alejarse, golpeó suavemente la bandeja frente a él con los nudillos, como si marcara el compás de una melodía secreta.
El Empire State se alzaba ante ellos como un gigante de acero, una luz dorada relucía contra la negrura del cielo nocturno. La ciudad de Nueva York bullía con una energía frenética, pero para Elías, que caminaba por las calles bajo la sombra de su propio cansancio, todo parecía girar en torno a una única idea: la melodía que aún le rondaba en la cabeza, la que no lograba componer.
Al pasar frente al famoso edificio, algo lo hizo detenerse. Una figura familiar apareció en su campo de visión. Su corazón dio un vuelco. Era ella.
Vera caminaba hacia la entrada del rascacielos, con la misma elegancia silenciosa que había dejado en su memoria. No llevaba uniforme, pero algo en su porte, su gracia natural, le hacía parecer fuera de lugar en la jungla urbana que la rodeaba.
Elías no lo pensó. Dio un paso hacia ella.
—Vera.
La joven azafata se detuvo, alzó la vista y, en sus ojos, Elías encontró una mezcla de sorpresa y algo más, algo que no se atrevería a nombrar.
—Señor Elías. ¿Qué hace aquí?
La pregunta fue más bien una declaración, como si el hecho de que ambos coincidieran en el mismo lugar fuera una de esas casualidades del destino, algo que no podían cuestionar.
—Lo mismo que tú, supongo —respondió él, sin saber si su tono era una broma o una verdad amarga.
Vera sonrió, pero algo en su gesto delataba una tristeza oculta.
—Este es mi descanso. Dispongo de unos días para recorrer la ciudad, pero en cuanto pasen las horas, tengo que partir hacia un nuevo destino y horario.
Elías la observó por un momento. Todo en ella era una contradicción: tan cerca, tan inaccesible.
—Entonces, ¿nos encontraremos solo en los descansos? —preguntó él, medio en broma, medio en serio.
Vera lo miró a los ojos, y por un segundo, el tiempo pareció detenerse. La ciudad a su alrededor siguió su curso, pero para ambos, el mundo se había reducido a un instante, un microcosmos suspendido en el aire.
—Parece que es lo único que podemos permitirnos —respondió, y antes de que Elías pudiera contestar, se giró y entró al edificio.
Elías la observó desaparecer entre la multitud. Algo dentro de él se agitó, como una melodía que no podía terminar de tocarse. En su pecho, un eco de lo que podría haber sido un futuro, un romance imposible, lo dejó suspendido en el aire.
Elías no la siguió. No porque no quisiera, sino porque sabía que Nueva York, con su caos y su inmensidad, tenía sus propias reglas para los reencuentros.
Pero la ciudad se encargó de decidir por él. La noche se envolvía en un aire fresco y vibrante cuando, después de perderse entre calles desconocidas, Elías se encontró frente a un bar de jazz en el Village. Desde la acera, la música se filtraba a través de las paredes, como si el sonido de un saxofón derramara nostalgias entre luces de neón. Entró sin pensar demasiado. Se acomodó en la barra y pidió un whisky y comenzó a tararear una canción mientras su mente vagaba entre el recuerdo y la nostalgia.
Para su sorpresa, Vera estaba allí, sentada en una mesa junto a la ventana, con una copa en la mano y los ojos cerrados, dejándose llevar por la melodía. No estaba sola. Frente a ella, un hombre hablaba animadamente, pero la joven parecía escuchar solo la música.
Elías sintió algo parecido a una nota sostenida en el aire. No eran celos, no era tristeza. Era solo la confirmación de lo que ya sabía: Vera pertenecía al mundo, a los cielos, al cambio de horario y a la libertad de no quedarse demasiado tiempo en un solo lugar.
Aun así, se acercó.
—¿Este es el piano oculto del que hablábamos? —dijo en voz baja cuando estuvo junto a ella.
Vera abrió los ojos, sorprendida al verlo, y después sonrió.
—Cada ciudad tiene uno. Solo hay que saber escuchar.
El hombre que la acompañaba los miró con curiosidad. Vera, sin dudar, hizo las presentaciones:
—Elías, compositor. David, piloto.
Elías estrechó la mano de David, quien lo observó con un aire tranquilo, casi indiferente.
—Así que tú eres el músico —comentó el piloto, con un tono que no dejaba claro si era un cumplido o una simple observación.
—Y tú eres el que la lleva lejos —respondió Elías, con una sonrisa que ocultaba más de lo que mostraban sus pensamientos— y ella, mi musa. Ya ves, cuan relativo es el tiempo.
David rio y levantó su copa en un gesto despreocupado.
—Alguien tiene que hacerlo. Yo cambio sus horas, mientras que ella, ocupa tu tiempo.
Vera los miró a ambos con una expresión enigmática. Luego, hizo un gesto al barman.
—Otra ronda, por favor. Esta noche, la música es buena y la compañía mejor.
Y así, en medio de una ciudad que nunca duerme, el destino volvió a escribir otra página de su historia.
Continuará…
HAROLD LIMA
Algunas aves.
El primer día de su vida, le dijeron que era lo más especial para alguien y él lo creyó firmemente. Cuando ya podía caminar solo alguien decidió que estudiaría y donde, dejó atrás su biberón y lo hizo porque eso se esperaba de él. Cuando él primer bigote asomo en su rostro, se le dijo que su futuro estaba planeado y daría orgullo a su familia, él no se cuestiono y se vistió con aquel traje verde de camuflaje, no hecho de menos su pierna o aquel ojo cuando nadie supo que decirle y solo lo miraban con lastima.
Las palabras de otros siempre controlaron la vida de Mateo huallpa, joven licenciado del ejército, su cheque de invalidez apenas pagaba lo básico y se veía forzado a vender chocolates artesanales en los buses de la ciudad. Cuando subía le recordaba a todos que peleó por el mundo entero en la guerra de los siete días y enseñaba su medalla al valor. Lo cierto es que pasó esos días en un bunquer de misiles estratégicos operando el radio, muchos hubieran deseado estar en retaguardia cuando los tartianos extendieron sus raíces por todo el continente, años después los astronautas de la estación internacional mencionaron que la propia tierra parecía el asteroide hogar del principito, atacada por un enorme baobad que crecía desgarradola. Aun los niños se impresionan hoy en día de aquellas imágenes que miran en películas documentales en clases es de historia.
Mateo, recuerda esos días como un interminable saludar a millonarios y gente de la farándula en la puerta del bunquer, buscaba verse muy formal y limpio a pesar que apenas recibía jabón o agua para su aseo.
El bunquer como otros sirvió como punto de reunión de los que salvaría sus vidas en las naves arca terrestres, el plan fue compartido en folletos que el mismo repartía.
Esperar a que el planeta mismo fuera despedazado por la enorme planta tartiana y cuando el árbol mundo engullera el núcleo terrestre escapar gracias a los bunquer presurizados y adaptados con impulsores.
El día llego liego de seis extraños días donde todo se desmorono, entre las raíces de la colosal planta salían diminutos transportes que arrastraban pequeños terrones de lo que antes fue su planeta esos miles se unieron en órbita de marte donde los equipos de ingenieros crearon lo que hoy se conoce como nueva tierra orbital, los trabajos duraron meses hasta que cada bunquer quedo fijado a varias naves de trasporte pesado tipo minero.
Esos días Mateo seguía con su labor de operador de radio. Escuchando aquellas voces sin rostro que decían a otros que y cuando hacer. Con el tiempo marte fue terraformada desviando un cometa y colisionandolo contra la superficie. Eso no lo vio Mateo, pues murió entre los estrechos pasillos de nueva tierra, mal mendigando su sustento y criando un ave que los terrestres llaman un pollo.
Si te preguntas como se accidentó, él solo recordaba, un día despertó y ya no tenia ni la pierna ni el ojo. Sus superiores prefirieron no hablar y solo le dieron de baja médica. Posiblemente algún pez gordo del gobierno lo mando a mutilar por razones muy particulares.
Esta historia la conozco, pues un día uno de los técnicos de siembra llegó con un injerto nuevo y lo coloco en una de las terceras filas de mis ramas superiores, el empalme fue un éxito y solo a las semanas brotaban pequeñas hojas nuevas. Al año pude tener acceso a las memorias residuales de era rama. Ese curioso hombre no era diferente a otros que eran recogidos en las calles medio muertos y transformados en plantas para los sembrios nacionales. Yo misma en algún momento fui una joven secretaria de colonia abril en marte y tuve la fortuna o desgracia de terminar aquí liego de vencerse la hipoteca de un departamento que retrase en cuotas.
Según me comentaron nuestra vida media como plantas será de 300 años y produciremos varias de toneladas de proteínas para las muchas ciudades marcianas. Para ser sincera es una vida pacífica y plena, en ocasiones es posible conversar con otras plantas y conocer las vivencias de otros por medio de los injertos, supongo en alguna otra plantación hay una yema mía con mis recuerdo y otra planta los revisa conociendo mucho de mi.
Casi es hora de que las grandes cúpulas se habrán y la radiación solar nos de de lleno, la que viene de las lámparas es poco agradable e insipida, podría vivir sin esfuerzo de ella pero nada iguala el calor de la real, la dulce caricia de cada foto y lo asusto que es tratar de alcanzar la cima de las bovedas de plantaciones una lenta carrera con las otras plantas. Es relativo lo que soy o fui, de esta forma no tengo angustias o nesecidades apenas pienso en aquellas cosas que me eran importantes siendo humano. El también se siente así. El marcos planta, de otra plantación vive pleno y sin escuchar órdenes de otros. Goza del sol igual que yo y según se también tiene algunas aves gordas que caminan cerca a su tronco.
Por los ingenieros se que el gobierno plantea obligar a todos a una edad ya mayor a ofrecer sus cuerpos para ser plantas.
Se que tienen miedo, mas no es tan malo y si los que me escuchan en sus holopantallas se preguntan. Les diré que soy feliz y seria más feliz sabiendo que contribuyó y pronto tendré algunas aves caminando o jugando en mis troncos.
REBECA FS
Todo pasa por algo. (Visión Bukowskiana de la vida)
Un par de amigxs, charlando:
— Ahora mismo estoy trabajando en que casi todo me importe un mojón, un comino o un bufado flautón.(…) Y sí, claro que todo depende de algo, y que blaaablablá.
—La vida es más fácil si aceptas la derrota anticipada.
Respondió como si de Pepito Grillo se tratase dejando un silencio que fue más escuchado que las palabras.
—Y si evitas autodiagnósticos serán también mejor.
—Joder M****, pareces el oso panda del zoo. El que todo lo ve con antifaz negro…Yo quería que me animaras.
—Pues…ya ves que no. Pero a que no hay huevos a…
…a
…a
—¡A que no hay huevos de ir a ver a un panda!
BLANCA CERRUTI
LA LECCIÓN DE LAS HORMIGAS
(Todo es relativo)
Mario se pone el chándal y sale a correr por la senda verde recién inaugurada. Necesita descargar la tensión acumulada de tanto darle vueltas, sin decidirse a tomar una determinación, respecto a su trabajo.
Después de una hora se para y se sienta en el viejo tronco del álamo que una tormenta tumbó. Al hacer la senda verde lo limpiaron de ramas y lo dejaron como asiento a un lado del camino.
Al ir a sacar un botellín de agua de la mochila que había dejado en el suelo, se fija en una hilera de hormigas, que, con su carga, se dirigen hacia el hormiguero.
Enseguida le llama la atención ver que, unas rodeaban una piedra que hay de paso a su hormiguero, mientras que otras suben por ella.
Las que la rodean tardan más en llegar al hormiguero, pero todas llegan con su carga. Sin embargo, las que han subido por la piedra llegan antes, pero algunas de vacío al haber perdido la carga por el camino.
Y Mario piensa: «Su meta es la misma: llegar al hormiguero. El obstáculo es el mismo para todas ellas: la piedra. La ventaja de llegar antes es clara, pero relativa, ya que pueden perder la carga trepando por la piedra.
Unas valoran la seguridad de su carga, rodean la piedra y van llegando al hormiguero sin haberla perdido. Mientras que las que prefirieron ganar tiempo llegan antes, sí, pero algunas han perdido la carga.
«¿Será posible que unas diminutas hormigas me hayan dado una lección?», dice tan alto como puede.
Recoge la mochila y emprende el regreso. En su mente ya está todo claro.
«Si acepto el puesto de gerente de ventas que va a quedar libre, me supone una ventaja inmediata: un aumento de sueldo y de categoría. Pero sería una ventaja muy relativa, ya que, si renuncio y permanezco en mi actual puesto dos años, podré acceder a director de ventas, ya que el actual director se jubila en esa fecha».
Mario, con la decisión tomada, se relaja y regresa a casa paseando. Recuerda a las hormigas y la lección que le han dado y sonríe abiertamente sin preocuparse de que las personas con las que se cruza le miren raro.
ALEXANDRA FERNÁNDEZ
En un rincón del universo, dos átomos de hidrógeno conversaban. Uno le decía al otro:
—Gracias a mí, existe la creación de estrellas.
El otro, más humilde, respondía:
—Pero sin mí no existiría el agua, ni la vida misma.
Un viajero contemplaba el cielo estrellado y se preguntaba si su existencia tenía sentido. En ese instante, un niño, a su lado, miró las mismas estrellas y exclamó:
—¡Mira, papá, un dibujo de luces!
—Así es, hija, en el cosmos; cada uno encuentra su sentido, su verdad, y todo es relativo.
MARÍA JESÚS GARNICA
Todo es relativo o todo depende.
Depende todo depende, de como mires la vida.
Cuando la vida ves terminar, cuando creés qué no te toca, pero… Depende
Todo depende.
Rezas al Dios en el qué no creíste.
Pero no hay Dios qué te escuche.
Solo un doctor, qué dice «No hay manera».
Un silencio me envolvió, después la nada.
Pero, todo es relativo, allí en el pasado aún estaba viviendo la vida, dando alegría, por lo menos el estaba feliz.
Todo depende. Y si tienes que marchar, sabes que huella de la buena tienes que dejar.
En memoria de nuestro amigo amado.
EL IDIOTA
Al descubrir mi pequeñez, mi vulnerabilidad, busqué lo absoluto, lo independiente, lo infinito.
Corté la relación, el vínculo con la humanidad pues tanto maltrato, la inmensa tragedia de la pobreza, las injusticias, me hicieron sufrir y decidí unirme, por voluntad propia, al bando de la ignorancia, de la apatía: total, nada podía resolver. Quien menos sabe es más feliz, fue mi lema. Pero la felicidad no llegó, solo se acercó relativamente a mi vida.
Cerré mis ojos. La vida es más fácil si se vive con los ojos cerrados. Taponeé mis oídos. Dejé de oír llantos y lamentos, también risas y música. Quemé mi piel para hacerme insensible al tacto, vertí ácido en mi garganta, destruí mi olfato.
Fui feliz, por un instante, entre el ser y el no ser, la luz y la oscuridad. Comprendí que todo es relativo: los vivos encuentran paz y tranquilidad en el cementerio porque se centran en su dolor y no oyen nuestras súplicas. Quien dijo que los muertos descansan en paz, nunca ha muerto: Aquí, como allá, también se sufre
MANUELA CÁMARA
CUANDO EL AGUA HIERVE IGUAL.
Nunca pensé que el tiempo pudiera ser tan distinto para dos personas que comparten el mismo salón.
Para mí, la tarde pesaba como veinte siglos. Para él, corría como si encogieran aún más los segundos.
Mi padre estaba sentado en su sillón azul marino de siempre contiguo al mío, yo no sabía qué decirle y le di la mano. Lo conocía mejor que a mí misma y sé que a veces sentía miedo, y que otras, deseaba terminar. Llevaba una semana viendo a nuestros antepasados, llamándolos por su nombre. Pero esa tarde dijo que estaba cansado y que ya era su hora. Y lo mencionó con una voz tan bajita que parecía que la derrota hablara por él.
Para él, la vida ya solo tenía el valor de una despedida, de un fin. Para mí, la vida en ese momento era él.
Le pregunté si nos tomábamos una manzanilla y dijo que sí con cierto entusiasmo. Me alegré al ver que tenía un deseo y que el tiempo todavía no se lo había arrebatado todo. Puse una tetera transparente en el fuego y cuando empezó a silbar, mi padre dijo:
«El agua hierve siempre a la misma temperatura, hierve igual, aunque uno ya no quiera estar aquí».
Yo quería decirle que estábamos juntos y ese tiempo era solo nuestro, pero en lugar de eso le di un beso desenfadado y volví a tomarle la mano.
Llevábamos varías semanas muy unidos. Para él hoy era el final, y para mí un día muy difícil. Pero en aquel momento en el que, como tantas tardes, recibía mi cariño sin palabras, mi comprensión sin frases y mi acompañamiento sintiendo pegada a la suya la palma de mi mano, su verdad pesaba mucho más que la mía.
Le dije lo orgullosa que yo me sentía de él, de lo buen padre que era. Le recordé cuando jugaba al futbol y los goles que le propinaban al pueblo de al lado, que seguía estando igual de guapo. No sé cuánto tiempo estuvimos así, yo contándole y él sonriendo, con la manzanilla enfriándose sobre la mesa. Él volvió a llamar a su prima, que se había marchado un par de meses antes. Y yo escuché que me sorprendía un suspiro involuntario saliendo de mi pecho; y es que a veces, algo que parece pequeño desde fuera, puede ser insoportable por dentro.
Desde entonces, cuando alguien me dice que todo pasa, que todo es relativo, que todo es cuestión de perspectiva, solo sonrío. Y puede que sea verdad, aunque también tengo claro, que no lo es.
MCP.
FRAN KMIL
Julio se ríe de gente que nunca conoció, alegando que no fueron inteligentes y se inventaron dioses para explicar los misterios de la vida: la religión es un embuste, el opio de los pueblos afirma sin saber que solo repite lo que le han adoctrinado.
Teresa se burla de Julio porque cree en las promesas de políticos que solo buscan su voto. Defiende un mundo sin gobierno, sin mas,leyes que el razonamiento humano.
Armado chotea a ambos: ni los dioses ni los políticos sirven en esta época. La solución es conocerse a uno mismo, encontrar el camino, la iluminación.
Yolanda siente pena por los dormidos. ¡Abran los ojos! gritar pero nadie oye. Lucha contra el estado profundo, contra los iluminatis, los extraterrestres y reptilianos que pretenden dominar a la raza humana.
En tanto, yo me rio de mi reflejo en el espejo por la respuesta que dio a mi pregunta de quién tiene razón.
Todos y ninguno. Todo depende, nada es absoluto, todo es relativo. Nuestro mundo está compuesto por innumerables mundos . Cada persona es un mundo, reza el refrán.
GAIA ORBE
El mundo tal cual lo vemos
es una realidad parcial.
Es un cruento día de verano en el que ni las vacas logran moverse. Las pobrecillas, aunque famélicas, permanecen bajo las sombras de los escasos arbustos del campo. No hay minutos, no hay segundos, el tiempo desaparece y reina la eternidad en color anaranjado. Ese vaporoso tono que pinta el sol cuando alcanza la cima de las montañas. La señora Emma, mujer robusta, sentada en las escaleras del porche piensa: “Si fuera inteligente yo escribiría un libro para explicar lo inexplicable. Crearía un vacío en la cabeza y me dejaría ir en el flujo de los pensamientos”.
Una brisa caliente mueve la copa de los árboles. Esto limita su campo de visión a la magnolia en la puerta de su casa.
La señora Emma en sus tantísimos años de trabajo con las matemáticas aprendió a vivir en el mundo relativo. Sabe que la raíz cuadrada de menos uno es un número imaginario. Que el valor de tres y de menos tres es siempre tres, solo porque alguien dijo que esa es la distancia de cero a tres. Siempre y cuando el valor real de cero sea nulo.
Pero fueron los números de infinitos decimales los que le mostraron que en la tierra las cosas dependen del observador y lo observado. Pitágoras, el famoso Pitágoras, el idolatrado maestro de la geometría, solo creía en los números perfectos. Y como no pudo demostrar la no existencia de los irracionales de su alumno Hipaso, lo tiró por la borda del barco.
Entonces, la señora Emma concluye que el árbol delante de ella es una realidad parcial. Cierra los ojos y no lo ve. Mira el sol y no ve nada. Solo puede verlo en la semi penumbra. Asimismo, alguno le habrá dicho que el nombre era Magnolia (al menos en su lengua natal). En pocas palabras, todo es relativo.
Se agita el aire. La polvareda en el viento la hace estornudar. Levanta la cabeza para contener las gotas de agua que caen de su nariz y de improviso, observa entre el enramado, las primeras hojas amarillas. Una alegría sin deseos, se dibuja en su rostro. El otoño acecha sin importarle las apariencias de un paisaje verde.
RAÚL LEIVA
— ….
— ¡Buen día!
—¡Ahhh disculpe! No lo había escuchado.
— ¿Me deja pasar?
—¿Adónde va?
—Para arriba
—¿Por qué?
— No sé… bah no tengo otra cosa que hacer… pero ¿por qué me pregunta tanto?
— Usted mínimamente debe tener un propósito. Debería saber por qué.
—Y usted ¿Por qué está ahí arriba?
— ¿Yo? ¿Cómo le voy a dar explicaciones a usted? Yo estoy arriba.
— Pero supongo que no nació allí, le debe haber costado llegar ahí arriba.
— Y sí.
— ¿Y nunca se preguntó por qué?
—¿Por qué QUÉ?
—¿Por qué cornos está usted ahí arriba? ¿Cómo llegó? ¿Quién lo puso?
— Primero que nada, no me levante el tono. Segundo Francia y tercero, a mí nadie me “puso ahí arriba” como usted sugiere, como si fuese un acomodo o algo así. Yo estoy arriba, soy de arriba, así que no le debo ninguna explicación.
— Lo de arriba y abajo es relativo querido amigo, desde acá usted parece estar abajo con el cielo como si fuera un gran piso, y yo estaría arriba suyo con un gran techo verde. ¿Entiende que todo es según el ojo del observador? Haga lo que usted haga, sea quien quiera que usted sea, esté donde usted quiera que esté, la opinión de los observadores va a terminar por definirlo, y como somos los dos seres sociales, nos interesa el parecer de los otros, y por eso, sólo por eso usted y yo somos iguales solo que en dos realidades distintas. No puede creerse superior, simplemente está orientado distinto, y por eso nuestras opiniones, aunque opuestas son igual de válidas. ¿Vio?
— A ver, ¿usted sugiere que Dios, que es nuestro creador, se puso arriba para que cualquiera lo cuestione y se atreva a desafiarlo con cuestiones dialécticas que no van a ningún lado? Lamento desilusionarlo querido amigo, lo de arriba es lo de arriba y lo de abajo es lo de abajo. Póngale todos los moños que quiera, pero no intente venderme ese cuento de la ambigüedad y la validez de la dualidad. Uno no puede ser bueno y malo a la vez, no se puede ser blanco y negro al mismo tiempo, hay que ponerse en algún lugar concreto y recién desde ahí se puede construir una realidad, que le puede parecer dura o no, pero que si insiste en negarla solo va a vivir en un mundo fantasioso y permisivo en que no va a crecer nunca ¿entendió?
No hubo respuestas.
El chancletazo del jardinero acabó con la discusión.
IVONNE CORONADO
Estoy como siempre, abierta a sus comentarios y consejos. Esta historia tiene un fondo de verdad, desafortunadamente.
Lo que no sé, si esté bien, es como enlace mis ideas. Todavía tengo que ganar experiencia.
**TODO ES RELATIVO**
Todo es relativo. El dinero nos ayuda a atender a nuestras necesidades, pero igualmente nos ayuda a cambiar de posición, a tener voz de mando, comprar voluntades, hacer el bien o el mal. Relativamente, no es bueno cubrirse de oro, se pervierte el ama, pero sin dinero no se va muy lejos.
Cuando el dinero viene acompañado de una autoridad sin límites, los militares, como don Pantaleón, pueden esclavizar a sus mujeres y a sus hijas, sin que nadie intervenga por ellas. Fue esa la razón que empujó a su esposa a ayudar a su hija Matilde, cuando esta le dijo que tenía el presentimiento que su padre había hecho desaparecer de este mundo a su novio, con el cual se habían estado viendo a escondidas de él. La última vez, no se presentó a la cita.
-Mamá, tienes que ayudarme. He quedado embarazada – le dijo una Matilde bañada de lágrimas.
Dona Engracia tenía miedo de enfrentarse a su marido. Lo que terminó de convencerla, fue la noticia macabra en el periódico del sábado siguiente. Habían encontrado al joven Ronaldo Pérez en un barranco, su cuerpo atravesado por una ráfaga de balas. El joven, le constaba, era un estudiante de la Universidad, estaba en el último año de abogacía. No se metía con la política de ese entonces, era un chico tranquilo, de una familia modesta, pero trabajadora. Era hijo de una amiga de sus tiempos de estudiante. Su hija lo conoció a través de ella, aunque no sabía que tenían una relación tan íntima. “Pero, ¿cómo se enteraría mi marido?” -pensó.
El temor a su esposo era grande, pero su amor por su hija lo era aún más. Con la ayuda de su hermano, que vivía en el extranjero, lograron la fuga de Matilde. Pero Doña Engracia no se salvó de las consecuencias. Su marido le cayó a golpes. Afortunadamente, su hija, hacía un mes, había cumplido su mayoría de edad. No le sería posible hacerla regresar.
La era de los militares estaba por finalizar en ese pobre país, los revolucionarios ganaban terreno. La guerra civil había ganado adeptos a causa de todos los abusos cometidos.
En una de las salidas en un jeep, persiguiendo a los guerrilleros, a mitad de un camino rural, el coronel y sus soldados pasaron por encima de una bomba. Don Pantaleón no tuvo ni tiempo de arrepentirse de sus maldades. Tristemente, los soldados (algunos reclutados a la fuerza) perecieron también.
Había sido un tirano con sus subalternos, un dictador en su casa, un asesino sin conciencia. Nadie lo lloró en su entierro.
Los revolucionarios ganaron finalmente la partida. La dictadura militar llegaba a su fin.
Pero… Todo es relativo. Falta mucho camino por recorrer, para acabar con la violencia, la ambición sin medida, la falta de escrúpulos.
CESAR TORO
Pancracio el cegato.
Pancracio un campesino muy apuesto, conoció en el baile del pueblo a Filomena, una muchacha humilde con carisma e inteligencia llena de vitalidad. Luego de un corto romance, cupido se encargó del asunto y al poco tiempo se casaron, Pancracio ciego de amor, no se resistió a los encantos de Filomena, quien por miedo a quedarse en la percha aceptó unirse al joven; aunque, su madre le decía que estaba ciega, ella no le hizo caso. La pareja de tórtolos comenzaron su incierta aventura. El, en sus labores de campo y ella atendiendo la casa y lavando ropa ajena, para procurarse el sustento.
Filomena derrocha energía mientras Pancracio tiene escasa visión, vive por que el aire es gratis y va como Vicente,” para dónde va la gente“, los domingos acude al pueblo mas cercano, luego de realizar las compras para la semana, se toma unos tragos y vuelve a casa montado en un burro, aquí lo espera su esposa con la comida lista.
El tiempo no da tregua, tras sortear varias tormentas, el matrimonio ha procreado dos vástagos; hembra y varón, los tiempos son malos, la sequía asedia los campos, por lo que Pancracio se ha marchado a trabajar en las minas de ciudad Orense. Así pretende ganar un salario, que le permita mantener a su familia y darles educación a sus hijos; mientras tanto, filomena no para de trajinar y cuidar los muchachos; además de resolver, cualquier inconveniente que se presente, su rutina diaria no cesa, por las mañanas ordeña las vacas, alimenta las gallinas y manda los muchachos a la escuela que está, a unos cinco kilómetros de distancia. Pancracio en su trabajo, permanece toda la semana encerrado en la mina y cada vez va perdiendo más la visión, debido a que todo el tiempo está a oscuras, a los quince días tiene libre y regresa a casa, a pasar el fin de semana con Filomena y sus hijos; aunque, a veces viene chumado y entra en casa de la vecina Ruperta la tuerta, que no espera visita, pero tampoco lo rechaza. Por lo que llega al otro día, y si Filomena se atreve a decirle algo, él es más bravo y se le sale lo macho. Ella con paciencia continúa aguantando para que los niños no sufran según dice, Federico y Juanita están grandecitos y ayudan a su madre en los quehaceres de la casa; mientras Filomena sigue trabajando, ha sembrado una chacra de maíz para alimentar las gallinas, los chanchos; también, yucas y plátanos en un rastrojo que su tío Rufino le dio para que lo cultive.
Pancracio prosigue trabajando en la mina, se ha comprado una moto a crédito para trasladarse con más facilidad, pero un buen día al regresar a casa borracho, perdió pista y se estrelló con un poste, se fracturó la pierna, la moto quedo inservible y el con la pierna enyesada, el doctor le mandó reposo mínimo tres meses.
Durante este tiempo Pancracio no puede trabajar, ni producir un centavo, tiene que pagar la moto que destruyò,
ahora no solo tiene poca visión, sino que también esta´ con la pata quebrada. Ante esta difícil situación, la que tiene que asumir todo el peso y la responsabilidad de la casa es Filomena, que no descansa, para sacar adelante a su familia, mientras atiende a su esposo, por en este difícil trance. Después de quitarle el yeso y sacarle los clavos, Pancracio apenas puede dar un paso, los amigos vinieron a visitarlo, siguiendo los preceptos ancestrales, han preparado un cataplasma con hierbas silvestres, manteca de burro, culebra y árnica, para colocarle a ver si mejora y puede caminar. Además lo han aconsejado que siente cabeza, deje los vicios, que se ocupe más del hogar y sus hijos que lo necesitan, para que los encamine como un buen padre, hasta que puedan valerse por sí mismos; sin embargo, Pancracio además de perder la visión, también ha quedado sordo.
Filomena se siente agobiada por la situación, cada día va perdiendo la capacidad de hablar, se encierra en la angustia y depresión que le produce vivir esta terrible tragedia, que nunca imaginó. A pesar de las circunstancias, ella saca fuerzas para no dejarse vencer, los hijos en el colegio necesitan dinero, para costear los gastos, por lo que, continúa lavando ropa y haciendo todo lo posible para solventar la crisis, Juanita le da una mano y se encarga de preparar los alimentos y ordenar la casa en los momentos que le permiten los estudios.
Pancracio por su parte no saca un gato a mear y cuando se encuentra con los amigos y le preguntan ¿cómo le va? El responde: ahí regular pal tiempo, pero todavía cojo.
Filomena ha tomado la decisión de llevar a su marido al doctor, para ver si tiene una discapacidad; porque ya no soporta la situación, el médico de los ojos, lo sienta en una silla y lo hace ver por una máquina, luego le coloca unos cristales gruesos en la vista, pero no encuentra nada extraño.
Ella, en buenos términos, conversa con su esposo y le dice que debe ocuparse de trabajar y asumir la responsabilidad de la familia, pero él pega un grito y le dice: que lo deje en paz, que él sabe lo que tiene que hacer y si continúa, va aguantar. Filomena enmudece nuevamente y vuelve a su rutina, la vida le ha jugado una mala pasada, eso piensa.
De visita el fin de semana, en casa de su madre, al verla tan alicaída le pregunta ¿qué le pasa? Porque esta tan delgada y con esa cara de preocupación. Pero ella, para no angustiar a su madre, le dice que todo está bien, la vieja que es una vidente de esas que lo saben todo; le dice, no está bien, si eso fuera verdad, tu estarías contenta y orgullosa de tu familia. Te lo advertí… y si ese mequetrefe no sirve, aún estas a tiempo, mándalo Pal carajo, porque es mejor estar sola, que mal acompañada.
Así pasaron los años y Pancracio sin visión, filomena muda y los hijos cada quien por su lado. Como dicen que: «tanto va el cántaro al agua, hasta que se rompe“, Filomena se hartó y puso en práctica el consejo de su madre, pues estaba cansada de vivir con un hombre que se niega a ver la realidad.
Un buen día, cuando Pancracio dormía la borrachera; se armó de valor, tomó un vaso lo llenó de aguardiente y lo bebió. Entonces recupero el habla y dando un fuerte grito exclamó, “estoy harta de esta mie… me voy pal cementerio” y desapareció.
Al otro día Pancracio se despertó tarde como siempre y se quedó perplejo al no sentir a nadie en casa; solo su perro tarzan y el gato fígaro estaban junto a la puerta.
Fue entonces que:
Pancracio, abrió los ojos.
Al cabo de un tiempo, encontraron a Filomena cerca del cementerio vendiendo flores para los muertos, pero ella estaba, más viva que nunca.
SILVIA RAFI GRACIA
NO SE PUEDEN PEDIR PERAS AL OLMO
«Bueeno…es que las cosas nunca son lo que parecen»,
Así respondió Inés a Milena, quien acababa de explicarle que Javier, vecino de ambas, había acudido a urgencias del hospital con Manuel, su pareja, por un accidente producido en la cocina que había causado a Manuel una rotura de su clavícula en muchos pedazos.
Y que Javier justo había acabado de preparar la cena y se había apartado unos pasos de la encimera; así que hacia él sólo cayó la estructura de la campana, la cual pudo esquivar.
Pero que a Manuel, en cambio, que había estado mientras tanto junto al fregadero lavando la vajilla y justo se había girado y apartado también unos pasos (para comprobar de quién era el watsap que había recibido en su móvil), le cayó la hilera de muebles que de golpe se fué descolgando de la pared, cuatro armarios llenos de platos y de cachivaches varios.
Y que, dentro de lo que cabe, tuvo una gran suerte porque ninguno le golpeó en el cogote ni en la cabeza; ya que tuvo tiempo (y suficientes reflejos) de inclinarla hacia delante y cubrirla con sus manos. Y hasta de agacharse un poco hacia delante doblando las rodillas. Porque unos segundos antes, Javier, viendo cómo, de golpe, se iban dejando ir los muebles, exclamó asustado, señalándolos «¡¡¡Manuel!!»
Le explicó también, Milena a Inés, que conocía tan bien lo que había sucedido porque Javier se lo había explicado detalladamente a la mañana siguiente tras preguntarle si la noche anterior habían oído un estruendoso ruido.
Y luego añadió:
» He pensado que es mejor que los vecinos esteis al caso de lo que ocurrió (y supongo que Javier lo agradecerá), por si alguien oyó el ruido…y por si lo veis, preguntarle por Manuel, ofrecerle apoyo cuando lo envíen para casa…, y bueno, esas cosas…»
<< Todo eso le había hecho saber Milena a Inés antes de que dejase ir como respuesta aquel «las cosas nunca són lo que parecen», mientras se iba percatando, Milena, de que Inés la iba mirando con una expresión de cara difícil de definir >>;
– Yo no oí nada <<le respondió Milena a Inés>> porque Bárbara no estaba en casa y Luis y yo habíamos salido a cenar fuera aquél día, porque si no, claro, viviendo justo bajo su suelo…Pero ¿qué quieres decir con lo de que » las cosas nunca son lo que parecen»?
– Yo sí que oí el ruido y éso que vivo dos pisos más arriba, quizás porque también yo estaba en la cocina a esas horas…Y tras el ruido, un silencio sepulcral y me pareció extraño…. <<marcó intencionadamente un silencio que parecía querer ocultar algo>>. Demasiado extraño, ya te digo.
– ¿ Por…?
– El día anterior Ramón, pasando por delante de su puerta, los había oído discutir; me lo explicó cuando coincidimos al bajar la basura y créeme que vociferaban…, los dos.
– ¿Oyó o te explicó Ramón qué decían exactamente? Todos vociferamos a veces. Quizás estuviesen algo alterados los dos por algún motivo y quizás ni siquiera estuviesen enfadados; que a veces…
Y ¿ no podría ser que Ramón hubiese malinterpretado su tono de voz? Ramón necesita utilizar audífonos y a veces se los quita (dice que si los lleva mucho rato le molestan). Quizás fuesen de la tele, las voces, que la tuviesen demasiado fuerte o…yo qué sé.
– …<<Tras un silencio intencionado,
hizo Inés una mueca de sonrisa impostada mientras, con la cabeza girada, la miraba de reojo>>
– Pero ¿qué me estás queriendo insinuar, Inés? ¿Qué relación puede haber, según tú, entre que el día anterior hablasen entre ellos con un tono elevado de voz.. (y quizás discutiesen, sí, es posible, pero bueno ¿ y qué? ), con que al día después se les cayesen los armarios colgados de la cocina?
– … … << Inés, tras otro silencio, miró a la cara a Milena, luego alzó los ojos levantando los hombros y seguido miró de nuevo hacia un lado alargando la comisura de sus labios, esta vez con un matiz de sonrisa sarcástica>>
– ¿ Qué estás queriendo insinuar, Inés?
– Piensa mal y acertarás.
– Pero ¿Me estás insinuando a caso que no fué un accidente? ¿ Que Javier agredió a Manuel?
– O Manuel a Javier y Javier se defendió…vés a saber… Cuando el río suena agua lleva.
– Pero ¿qué río ni qué agua
ni qué ocho cuartos ?
Qué río suena, díme, ¿Ramón? Sabes que Ramón tiende a ser muy exagerado, además de que no oye bien; no sé si recuerdas que ya una vez …¿por qué eres tan desconfiada, Inés? Desde el respeto, hace muchos años que somos vecinas y sabes que te aprecio, pero con tu actitud estás prejuzgando a una persona de manera gratuíta… Y grave.
– O tú demasiado confiada
<<La interrumpió Inés>>
Demasiado confiada con Javier y demasiado desconfiada con Ramón.
Tú también estás prejuzgando, a Ramön, a ver, no sólo yo prejuzgo, eh! ¿ o no?
– … << Milena esperó unos segundos antes de responder, debía respirar hondo porque ya comenzaba a sentir excesiva indignación e irritación como para seguir conversando con Inés con serenidad>>
– No hay mayor ciego que el que no quiere ver <<.Inés había aprovechado el silencio de Milena para soltar uno de sus dichos del refranero>>
– Bueno, para que veas que te estás yendo por las ramas, mira !
<<Milena prendió su móvil de la mesa y buscó un mensaje en su aplicación de watsap>>
Estas fotos me las envió Javier para que viese el gran desastre que se montó en su cocina. Mira! todos los muebles medio desmontados, entre platos rotos y… todo el suelo inundado de trozos de mueble. Por lo visto no podían ni salir de la cocina y tuvieron que pedir ayuda al hijo de Javier, David, que estaba en aquel momento en su habitación y le llamaron a gritos para que acudiese a ayudarles a salir de allí. A Manuel le dolía mucho el brazo, se lo sentía como suelto, como colgando…y comenzó a sentirse mareado. ¡Menudo susto!, pobres, para los tres. Luego, cuando Manuel se había recuperado del mareo, Javier le colocó un pañuelo al cuello para sujetarle el brazo y bajaron los dos al coche y rápido al hospital
<<Ahora ya no le queda excusa para andarse con elucubraciones macabras, pensó Milena>>>
– ¿Y…? << dejó un breve silencio como si quisiese medir su respuesta>>
No és oro todo lo que reluce ¿sabes? Y las apariencias engañan.
¿tú sabes si ésa foto no está trucada? ahora con la inteligencia artificial ésa se ve que se puede hacer cualquier cosa, de todo..
Ayer justo lo estuve escuchando por un programa de televisión.
-… << Oooommm…, – dejó caer Milena en sus adentros – ¿qué le digo ahora ? ¿la estrangulo? Me está alterando ya demasiado esta mujer. Oooommm ..>>
Mira Inés, yo creía que Javier te caía bien. Es una persona muy educada, no me dirás que no, y buen vecino y de buen corazón. No me dirás que muchas veces no se haya ofrecido a ayudarte cuando lo has necesitado ¿es así o no?
Y siempre habías hablado bien de él , y a menudo decías que «pobre! él solo haciéndose cargo de su hijo…Y que ¡tan joven y ya viudo! «
¿ Y ahora? ¿Qué ha cambiado?
– Sí. Sííí .Ya me creo que no habrá falseado la foto. Vale. Que sí, que fué un accidente.<<se supone, masculló entre dientes>>
Aunque a veces las apariencias engañan, y…
– ….<< Otra vez utilizando a su antojo el refranero; Respira hondo y con calma, Milena, que tú puedes; un, dos, tres, cuatro… >>
– Porque desde que este chico, Manuel, vive con él… Y ahora no me acuses de racista , que no es porque sea…»así, morenito, un poco negrito»; que yo no soy racista, eh! ni homófoba, que no es tampoco porque sean dos chicos que vivan así… revueltos…
Pero dice Ramón que…
– << Milena esta vez saltó, sin retenerse>>
Inés, por favor, deja estar ya a Ramón; desde que llegó él…estás cambiada.
Déjale estar allí, en su ático duplex doble, en las alturas como rey en su trono, con su conservadurismo, sus múltiples colecciones, el lucimiento de su inmensa biblioteca, sus incontables títulos y diplomas colgados en la pared…, su artificiosa y pedante manera de hablar…. y, supongo, también de escribir, aunque seguramente él mismo se considere un excelente escritor.
<< Se dió cuenta, Milena, de que «se estaba yendo ya de la lengua» y calló de golpe.>>
– Y tú, Milena, ¿no te estás comportando con muchos prejuicios hacia Ramón? Es muy amable conmigo ¿sabes?; nunca me había tratado ningún hombre con tanta cortesía como él. Yo con Raúl, cuando vivía, no era feliz, nunca nos quisimos de verdad; ya lo sabes, ya te lo expliqué un día ¿qué tiene de malo que inicie ahora una amistad con Ramón?
Tú estás bien con Luis, teneis una hija, os quereis los tres…y no entiendes mi situación. Yo ya tengo muchos años y quiero aprovechar los que me quedan por vivir << miró a Milena con los ojos húmedecidos>>
– No quería hacerte sentir mal, Inés, lo siento. Por supuesto que tu vida es sólo tuya y estás en tu pleno derecho de relacionarte con quien quieras. Y te deseo suerte a la hora de elegir con quién te relacionas.
– Ramón, sí, tiene «sus manías», sí. Y yo las mías. Y tú también tendrás las tuyas ¿no? Es un alma solitaria; y por éso no habla apenas con los vecinos. No es porque sea engreído ni antipático. Y como que, como escritor, le gusta inventar historias, sí, quizás «se pasó de la raya» (no digo que no) jugando a imaginar, y yo, sí, seguiéndole el juego de que hubo una agresión, un delito, entre Javier y Manuel…
Me había dicho que ahora deseaba escribir una novela negra, aunque también esotérica, me dijo; y quizás… Quizás él no pretendiese que yo tomase al pie de la letra sus investigaciones, y fuí yo quien…
Pero es que también podría haber sido así ¿no?
-… … << Milena volvió a guardar unos segundos de silencio sin saber ya con qué cara mirar a Inés>>
– Todo es relativo, Milena.
– Bueno, sí; no hay ninguna verdad absoluta en cuanto a cómo es Ramón. Tu mirada hacia él no es la misma que la mía, y además la mía podría cambiar; y la tuya también. Pero no se puede relativizar que a Javier y a Manuel se les cayesen los armarios de pared de la cocina y que de esta caída Manuel resultase herido y tuviesen que llevarle al hospital y colocarle una placa metálica para recomponerle la zona de la clavícula hecha trizas; y que quedó con las costillas magulladas y con un neumotòrax a causa también del impacto en su espalda y que ahora debe hacer reposo absoluto.. Ésto no se puede relativizar, no depende de la mirada de cada uno; sucedió y no hay más maneras de verlo. Hay una realidad y no más. No «todo» es relativo..
Todo, no.
La historia que tú, o Ramón, os hayais imaginado no se puede poner al mismo nivel que lo que haya sucedido realmente y decir así alegremente, con el «todo es relativo» que bueno, que por qué no valorarlo como posible. Hay muchas cosas relativas, pero no todo lo es.
Mira, por ejemplo, el otro día en el trabajo de Bárbara un monitor, de comedor, se quedó sin casi poder comer porque se le pasó el turno esperando al otro monitor que debía ir al patio a sustituirle y que no apareció porque estaba tan tranquilo él alargando el café, hablando por los codos sobre su fantástico viaje de fin de semana y explicando chistes y ocurrencias. Y cuando Bárbara, que se había percatado del percal, les comentó la situación, uno de los que tanto se reía le soltó con que «bueno, Bárbara, todo es relativo, tampoco.hay que dramatizar», con tono condescendiente; y el resto, con su silencio, asintieron.
Y no. Todo no es relativo.
En cuestiones de cosmos y de física… de filosofía…es otra cosa. Pero en la vida cotidiana de las personas, no. No se puede ir minimizando la importancia
de lo que es importante, sobretodo si se pisa un derecho de alguien. Ni se puede poner en duda caprichosamente la evidencia. Yo no soy de verdades absolutas; pero creo que no se pueden ir tergiversando los conceptos así a conveniencia…
– Vaale, sí. Si yo te doy la razón.
<< Inés había ido escuchando a Milena y asintiendo con la cabeza, aunque no con mucha atención>>
Escucha, Milena ¿no podrías pasarme esas fotos que te ha pasado Javier, del desastre de su cocina para que yo se las pueda enseñar a Ramón.? Quizás él vea algo que…
– << A Milena ya no le quedaban energías para volver a mostrarse molesta ni para intentar volver a hacer entrar en razón a Inés; y prefirió encontrar alguna manera de cortar ya >>
Bueno es que… en sí Javier me comentó que las pondría en el grupo de watsap de la comunidad de vecinos y, en este caso Ramón ya las vería. No sé si al final las pondrá o no; pero es él, creo yo, Javier, quien debe decidir a quién se las enseña. Igualmente le puedes explicar a Ramón que yo te las he enseñado y qué has visto en las fotos ¿ no? Se supone que te creerá. ¿Tendrás suficiente con estos seis cigarros que has cogido o prefieres un paquete? tenemos unos cuantos más, no nos quedaremos sin porque te lleves uno.
– Sí, claro << asintió Inés aunque con poco convencimiento>>
Sí, si no os hago ir mal me llevo el paquete.. Bueno, me subo para mi casa, que aún tengo que comenzar a preparar la comida; y no te entretengo más, que también tú tienes que hacer tus cosas.
Me has salvado de un ataque de ansiedad, que quedarse sin tabaco en un día festivo a según qué horas… Gracias, guapa.!
Te lo devuelvo cuando compre. Nos vemos. Hasta luego.
Pero antes de cerrar la puerta, desde el rellano de la escalera todavía añadió:
– ¿Sabes? Mi tío Pedro, que en paz descanse, siempre decía «En este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira». Ramón también lo dice..
Milena, que había acompañado a Inés hasta el recibidor, una vez ya cerrada la puerta recordó que su padre también recitaba a veces ese verso, pero en otras circunstancias en las que sí tenía sentido. Y pensó para sus adentros «tranquila, Milena, no se le pueden pedir peras al olmo».
Y también pensó que la desafortunada unión de una soledad no deseada junto con la pobreza de conocimientos y de criterios podía causar estragos y hasta ser una mezcla explosiva.
Se propuso olvidar ya la conversación que habían mantenido Inés y ella; ya había empleado gran parte del cupo de su paciencia y ya le había provocado suficiente desgaste; aunque como no era, ni mucho menos, la primera vez que oía a alguien soltar el «todo es relativo» así a conveniencia, eludiendo lo que debía ser ineludible… durante un rato estuvo recordando algunas de aquellas situaciones que, en su momento, le habían causado indignación
Pero optó por ponerse música y comenzó a canturrear mientras iba haciendo sus quehaceres. Luego se comunicaría con Javier para ver cómo estaba Manuel.
ANA DEL ÁLAMO
Batallamos contra lo irremediable
Midiendo los pasos con cautela.
Nos aferramos al tiempo,
a lo que llamamos «nuestro»:
Como el pan de cada día,
Como el incondicional amigo
Como el amor eterno
Como el suelo que pisamos
Y olvidamos de que
nada es para siempre
De que el pan se acaba
De que el amigo se muda
De que el amor muere
De que nada es infinito.
De que todo es relativo.
De que aquí y ahora somos tú y yo
pendiendo del hilo de la coherencia
Sin más certeza
que mi piel y tus huesos.
PABLO MUÑOZ SUANCES-CARPEGNA
TODO ES RELATIVO
Ven, voy a enseñarte el mundo desde aquí.
Se que gritaste en silencio y te rompiste una vez más.
Acompañame, quiero decirte al oído que todo es relativo.
Que la distancia no siempre es ausencia.
Solo somos un lienzo que un gigante dibujó.
Se que se escucha el eco de un miedo casi adictivo
Pero todo es relativo
Solo somos una página de un libro, las palabras que lo forman,la tinta de una letra.
Se que se escucha el ruido a toda velocidad.
Pero la tierra gira en torno al Sol a más de cien mil kilómetros por hora y tu sientes que no avanzas.
Acércate, quiero decirte al oído que todo es relativo.
Se que la niebla no te deja ver ni a medio palmo.
Que tropezaste de nuevo y caíste a plomo.
Que estas a medio camino entre quien eres y quien quieres ser.
Pero todo es relativo.
Ven y mirate por dentro en el reflejo de los charcos.
La niebla ya se fué, ahora si saldrá bien.
Ven, voy a enseñarte el mundo desde aquí.
FURUKAWA CREATIVES
El verdadero valor.
Ella.
Mi grito superó el bullicio de la calle. El brusco tirón, el frío del metal del broche y finalmente el vacío de mi mano, me hacen sentir que el mundo se detiene mientras observo la sombra del ladrón alejándose con mi bolso. Mi vida se esfuma como el ocaso de esta tarde. Siento la primera lágrima derramarse, porque las siguientes caen como lluvia de mayo; mi corazón late frenético ante la pérdida, y no tanto por el robo, sino por las fotos de mi difunto esposo, las cartas de amor, el pañuelo bordado de mi madre… un tesoro intangible que se ha esfumado. Todo es relativo porque, ¿qué importa el dinero, el celular, mis identificaciones? Para el ladrón son sólo objetos, pero él, sin saberlo, se ha llevado una parte de mi historia.
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Él.
¡Perfecto! Tengo el bolso en mis manos, así que corro lo más rápido que puedo con el grito de la dueña detrás de mí, que es lo único que me sigue el paso. Me detengo en el callejón solitario para revisar el tesoro, que debe ser un botín de lujo. Un monedero con… ¡cuatro dólares y un vale de descuento! ¡Un celular antiguo, de esos que pesan más que un ladrillo! ¡Una agenda con más números que una base de datos de una compañía! ¿Qué iba a hacer con esto? No puedo más que reír, resignado, porque todo es relativo. Tomo el dinero y el celular, que con buena suerte lograré obtener 5 dólares por él, para comprarme un bocadillo y que al menos mi estómago tenga un final feliz.
EVA AVIA TORIBIO
El destino es RELATIVO
Que al comer hay que defecar, es relativo. Que si bebes gas por algún lugar tiene que salir, también es relativo, pero que yo ame a una persona no significa que sea correspondido.
Hace algún tiempo os contaba la historia de dos amantes universitarios que desencadenó una serie de acontecimientos un tanto picantes y a los que a medida que se fueron conociendo, descubrieron un pasado que es posible no les permita continuar con su apasionado amor.
¿Es relativo que los actos del pasado influyan en el presente? Pues claro que sí. Nuestro presente es consecuencia de nuestro pasado, por lo tanto, influye en la toma de decisiones, en la de nuestros actos. Pero esto es algo, que si queréis os puedo contar en otra ocasión y como finalice la historia de estos dos amantes solo la tomaréis vosotros.
Ahora toca crear otra historia.
La Inquisición.
Dos amantes atormentados por el que dirán. Dos amantes a los que se les prohibió estar juntos, porque su clase social así no se lo permitía. Un amor que desencadenó una serie de actos considerados diabólicos, que no fueron más que producto de los atropellos de la sociedad en la que vivían. Unos actos por los que ella fallecía ahorcada y por los que en su último aliento maldijo a todos los varones de las siguientes generaciones a no ser amados jamás.
Actualidad.
—Hijo, toma esto —Entregándome una especie de diario—. Me queda poco tiempo de vida y necesito que no tomes a la ligera las letras que hay en el. Sabes, por medio de tus abuelos, que sobre esta familia cae una maldición…
—Otra vez, con esos cuentos, mamá —Cogiendo el diario y depositándolo en la mesita de noche—. Descansa, mamá. Mañana, si Lorenzo nos honra con su presencia, daremos un paseo por el jardín —Cubriéndola con la manta y dándole un tierno beso en su arrugadita mejilla.
—No son cuentos, mi amado hijo —Rozando con dificultad mi rostro—. Sobre los hombres de esta familia cayó una maldición, esa que no ha permitido nunca que sean amados.
—¡Ja, ja, ja! Con tu amor tengo suficiente, ahora descansa —Apagando la lámpara de la mesita.
—El amor de esta vieja no es el amor del que te hablo. Necesitas del amor de otra persona, alguien que llene tu alma, como así lo hizo tu padre.
—Descansa, mamá —Cerrando la puerta.
Carlos es el menor de cinco hermanos y es el único varón, el consentido de la familia. Esa que a día de hoy goza de los privilegios que generación tras generación han heredado de la época en la que se otorgaban títulos nobiliarios a los más acaudalados y en la cual, casualidad o no, nunca sus varones han hallado la felicidad.
Centro de investigación el CSIC. Carlos es uno de los científicos investigadores más joven.
—Aquí le dejo la documentación solicita sobre su nuevo asistente de laboratorio —Silvina, es una de las aprendices con mayor edad que han pasado por aquí.
—Gracias, déjamelo sobre la mesa, que ahora le doy un vistazo. Silvina…
—Sí, doctor —Deteniéndose en la puerta.
—Gracias, estás haciendo un gran trabajo.
—Va a hacer que me ponga colorada. Gracias a usted, estoy aprendiendo del mejor.
Unos minutos después. Suena la puerta del despacho de Carlos.
—Adelante —Dando la orden, sin despegar los ojos de la documentación. Para proceder de China sus apellidos son muy españoles.
—Me presento, soy Mei Sánchez Rodríguez, su nueva asistente de laboratorio —Ofreciéndole mi mano. Sí que es cierto lo que he escuchado, pero a este tipo de hombres yo me los meriendo.
—Siéntese, por favor —Sin dejar de leer—. Aquí pone que trabajó durante la pandemia en el Instituto de Virología de Wuhan. La más joven de su promoción. ¿Qué le ha hecho solicitar plaza en España? —Despego los ojos de los papeles y al hacerlo, he tenido que parpadear en varias ocasiones porque la mujer que hay frente a mí, es mi prototipo.
—Aunque pueda parecerle poco profesional, mis raíces. Si me permite, yo también me he informado sobre usted —No le voy a decir que he estado tres horas en el comedor del personal escuchando un corrillo de mujeres.
—¿Y qué ha descubierto sobre mí? —Estoy intrigado. Levantándome.
—El más joven de su familia y el único varón. Pertenece a una de las familias con más influencia en el campo de la medicina… —Vamos, como que no le voy a decir que es muy popular entre las mujeres.
—Bueno, nada que no esté en las redes. Algo que debe saber es que no permito ningún tipo de relación entre el personal más allá del ámbito profesional.
—Estoy casada con el trabajo —Elevando mis hombros.
—Nos vamos a llevar bien. Bienvenida —Ofreciéndole mi mano.
Un fuerte apretón de manos ha sellado el destino que un día fue gritado por la ascendente de Mei.
Besos, La Incondicional.
AXY LINDA
El color de mis sueños
Hace más de un año que mamá falleció. Ahora comprendo el bien que me hizo al negarse a ayudarme con las tareas cotidianas de la casa. Me insistía en que calentara y me sirviera la comida por mi cuenta, y me recomendaba dejar las cosas en los mismos lugares para poder encontrarlas con facilidad.
Cuando ella faltó, el pánico se apoderó de mí. Por primera vez, sentí la oscuridad de verdad.
Comencé a tropezar con los muebles, me quemé con el café… Lloré tanto, que me sentí ciega en todos los sentidos.
Tardé tiempo en recuperar mi habilidad para hacer las cosas. En la escuela especial, me enseñaron braille, a usar el bastón y a desenvolverme mejor en el mundo.
Hoy ha sido un día… ¿cómo decirlo? Creo que desconcertante es la palabra. Todo se debe al sueño que tuve, tan real que aún me estremece.
¿Cómo es posible que haya visto tantos colores? ¡Eso deben ser colores! Sentí mis ojos llenarse de formas y sensaciones.
Me vi caminando descalza por un gran jardín, sin bastón. “Veía” cosas que solo había conocido con el tacto: árboles, flores de distintos colores… ¡hasta un perrito café!
No tengo referencia para saber si lo que “vi” en mi sueño es igual a lo que ven los demás con los ojos. ¿Sentirán ellos tanta alegría al mirar estas cosas?
La oscuridad está llena de luces, colores y música.
Hoy reflexiono y me doy cuenta de que todo es relativo.
Canto, bailo, río como nunca y grito al mundo:
¡Tengo manos que ven!
TERESA SÁNCHEZ FREGOSO
Llevábamos 10 años de casados y nuestra relación aún se mantenía sólida. Ambos contábamos con trabajos estables, un círculo social cercano y un hijo encantador de 8 años.
Si bien nuestra vida podía parecer rutinaria para algunos, para nosotros era sinónimo de felicidad y plenitud. Frecuentábamos teatros, conciertos y reuniones familiares y sociales que disfrutábamos enormemente.
Hasta ayer, una frase que mi esposo repetía constantemente, y que había pasado por alto durante años, captó mi atención. Desde que lo conocí la decía, pero la familiaridad me había vuelto indiferente a ella. Sin embargo, esa noche, durante una reunión con amigos, la pronunció con tal frecuencia que me resultó imposible ignorarla. La frase en cuestión era: «todo es relativo».
Al llegar a casa, decidí confrontarlo, preguntándole por qué la repetía con tanta insistencia. Su respuesta fue simple y directa: «Porque todo en la vida es relativo». Insatisfecha con su explicación, me propuse analizar la frase a fondo para poder refutarla con argumentos sólidos.
Con el objetivo de evitar parecer arrogante, opté por consultar a diferentes personas sobre su interpretación de la frase. Para mi sorpresa, la respuesta fue unánime: todos tenían una opinión al respecto, como si se tratara de una cuestión que habían reflexionado previamente y que formaba parte de su discurso habitual.
Algunos expresaban sus dudas, pero siempre aportaban algún comentario. Uno de nuestros amigos, por ejemplo, mencionó la teoría de la relatividad de Einstein, aunque personalmente no encuentro ninguna conexión con el tema en cuestión. La teoría de Einstein se centra en la relatividad del movimiento, no en la vida misma.
Otro amigo, en un intento de filosofar, mencionó a Sócrates, Protágoras, Kant, Platón, entre otros. Considero que sus ideas son completamente ajenas a la cuestión que nos ocupa.
La respuesta podía ser tan simple o compleja como uno quisiera.
Finalmente, decidí consultar a uno de mis alumnos de preparatoria sobre su perspectiva de la frase. Su explicación fue la siguiente: «El relativismo, como decía Einstein, sostiene que no existe nada absoluto, todo es relativo». Una respuesta simple y concisa.
Sin embargo, mi postura es que lo relativo es en sí mismo absoluto. Si todo es absoluto, entonces lo relativo no puede existir. Me gustaría desafiar a cualquiera a rebatir esta afirmación.
En conclusión, sostengo que mi esposo, junto con todas aquellas personas que afirman que «todo es relativo», están equivocados, incluyendo al propio Albert Einstein.
FERNANDO LÓPEZ AGUILERA
Casi todo es relativo
Como solía hacer los miércoles por la tarde, Juan fue a visitar a su abuela Inés antes de acudir a su entrenamiento de futbol.
—Hola abuelita ¿Qué tal estas esta tarde? — dijo el chico, dejando la bolsa en el suelo mientras se acomodaba en el sofá.
—Bien — respondió Inés, como casi todos los días – Pero, ¿a ti qué te pasa? Vienes más serio de lo habitual
—Pues sí, abuelita, se acerca el final del segundo trimestre y creo que me van a quedar cuatro asignaturas. Encima dos de ellas son Lengua y Mates. Y ya sabes como se van a poner mis padres.
Durante un momento, los dos permanecieron callados. Juan miró la televisión e Inés parecía andar buscando una solución a lo que le planteaba su nieto. De repente, la mirada de la mujer se fijó en un vaso de agua que tenía encima de la mesa.
—Juan, mira, fíjate en el vaso de la mesa— le dijo la mujer, rescatando la atención del chico. — ¿Cómo me dirías que está?
—Pues esta a la mitad, abuelita. ¿Quieres que te lo llene?
—No. Quiero conocer tu opinión, me podrías decir si esta medio lleno o medio vacío.
—Yo lo veo medio lleno — respondió sin dudarlo el chico
—¿Ves? esa es la respuesta que yo esperaba de ti. Siempre, desde pequeño, has sido un nene que no se rendía ante las adversidades. Recuerdo como de pequeño, cuando ibas sobre un ruedín en la bici, venias corriendo feliz a contarme que ya casi lo ibas a conseguir. No se te pasaba por la cabeza que estabas a un ruedín menos de poder caerte.
—No entiendo muy bien abuela — dijo Juan con cara de incredulidad.
—Pues hijo que las cosas son según se mire, que todo depende. Sí, puede que suspendas, pero tienes la oportunidad de recuperar esas asignaturas si te esfuerzas. Estoy convencida de ello.
—¡Claro abuela! Les diré a mis padres que voy a recuperar esas asignaturas —El joven recobró la alegría — Gracias abuela, de la que me he librado.
—¿Cómo? — preguntó extrañada la abuela.
—Que con tu teoría de no rendirse ante las adversidades convenceré a mis padres de que podré sacar las asignaturas.
—A ver, Juan, lo has entendido a la mitad hijo. Yo te estoy animando a que tampoco es para tanto, que vas a poder recuperar las asignaturas. Pero que, cuando le cuentes a tus padres que te van a quedar cuatro… el meco y el castigo van a ser de campeonato, y eso, cariño no hay teoría de la relatividad que lo soporte. Se mire por donde se mire, te la vas a cargar conociendo a tus padres.
Ambos, otra vez, compartieron juntos un momento entre risas.
OMAR ALBOR
Todo es Relativo
Enfureces en el tránsito
Duermes envuelta en hadas
pensando como seré yo
mañana
Y si no despiertas
todo queda flotando
en la película
Pero nada se congela
Las miradas se desploman
Las risas vuelven
Y tú presencia solo descansa
en un profundo sueño
dónde ves todo teñido
de sepia moviéndose.
Normalmente.
Es un colectivo de diapositivas
Suelto en el espacio.
Mu voto es para: Axy Linda
Mi voto para:
Axy Linda
Manuela Cámara
Gaia
Sergio Tellez
Mis votos por:
—Grace Pells(llevaré este relato en mi corazón)
—Armando Barcelona
Mi voto es para:
Sergio Tellez
Elefant Yufus
Manuela Cámara
Mi voto de esta semana es para:
-Fernando López, por esa abuela.
-Axy Linda, por esas manos.
Axy Linda tiene mi voto por su mundo de colores. Enhorabuena y gracias.
Mi voto para David Merlan, por original.
Elefant Yufus – La mano de Dios
Voto por
Axi Linda
Lo del voto es muy relativo.
Esta semana reparto entre
Angy del Toro
Raúl Leiva