Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «una vez tuve un sueño». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 15 de diciembre!
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*** Los textos son originales (responsabilidad de cada autor) y no han pasado procesos de corrección.
Urggg Burrurgg (el que sabe) era un Sahelanthropus tchadensis, de los de toda la vida, mi árbol es mi patria y punto, pero con el tiempo tuvo descendencia y el árbol se le quedaba escaso para la familia. Él, en secreto, siempre había soñado con lo que habría más allá de las ramas, así que decidió descender del árbol y erguirse sobre sus patas traseras y emprender una huida hacia adelante por necesidad, desafiando a los peligros que se podía encontrar en lo desconocido. Lejos de allí, Horrr Arrurg (el que mira a lo lejos) era un Orrorin tugenensis, que tuvo el mismo sueño y la misma necesidad y así hasta una docena de “primates”, hasta completar lo que fue el Concilio de los Pithecus. Una vez reunidos crearon la esencia de la verdad, contenida en la esfera de Ramensis, donde transmutaron sus almas y se convirtieron en guardianes de la madre Tierra. Decidieron crear el género Homo para que continuase su obra, pero siempre bajo la atenta vigilancia de ellos, y así fue evolucionando dicha esencia a través de los años, hasta llegar al Homo Sapiens, que ellos consideraron su obra perfecta. Con el paso de las edades y épocas se dieron cuenta de que se habían equivocado pero al mismo tiempo, siempre consideraban que se merecía otra oportunidad, hasta que llegó un punto en el que había que tomar una decisión drástica. Se volvieron a reunir después de millones de años en el mismo sitio donde lo habían hecho por primera vez, la esfera de Ramensis depositó el alma de cada miembro en su altar lítico. Después de debatir intensamente tomaron una decisión, buscarían alguien puro, que conservase dicha esencia primigenia en sus genes y le comunicarían en sueños el estado en que se encontraba la madre tierra y que él decidiese que hacer, pues si la esencia o arché primigenio permanecía en él es que era el único capaz de tomar tal decisión con justicia. El elegido se acostó como siempre al dar las once de la noche, estaba un pelín decaído últimamente por diversas causas tanto internas como ajenas a él, y llevaba un tiempo soñando con lugares y situaciones que no comprendía bien. Se durmió rápidamente y nada más hacerlo se vio teletransportado a un sitio totalmente desconocido, donde se encontraban unos seres parecidos a los primates, pero con una extraña aura que destilaba inteligencia y tranquilidad. Le hicieron las pertinentes pruebas y efectivamente seguía poseyendo el gen primigenio. A continuación le expusieron la situación mostrándole la evolución de la humanidad desde sus orígenes hasta la actualidad y le enseñaron como debería haber sido. Una vez acabado todo el proceso, le dieron dos redomas con un tapón lacrado, una roja y otra azul de las que debería elegir una y destapar su contenido. El elegido despertó, no sabía cuanto tiempo había estado dormido pero tampoco le importaba mucho, ya había decidido que redoma destapar, Coronado, sí, Coronado se llamaba el elegido, abrió sin ninguna vacilación la redoma roja y al instante toda la humanidad desapareció, liberando a la madre tierra de tal plaga, la cual había tenido que soportar por millones de años, a la vez que liberaba a la humanidad de sus propias miserias. El Concilio de Ramensis felicitó tal decisión, la madre Tierra tardaría en regenerarse, pero lo volvería a hacer y esta vez ellos vigilarían más su creación.
¡Qué tarde me he despertado hoy!, ¿se cumplirá lo que he soñado? Espero que sí.
La noche estrellada permitió que los seres humanos me viesen como la diosa griega de los poetas.
Más una nube maligna a su paso cerca de mí a drede me inyectó con su aguja de hortiga un líquido dañino que al instante me convirtió en la Media Luna astrológica capaz de organizar las constelaciones.
Comencé poniendo a cada estrella que pasaba por mi cielo nocturno alas y nombre de animal…
Una vez soñé, algo que era imposible en aquellos días, ser tal como era y como sentía. Mis sueños estaban prohibidos, no en sí soñar, porque no podían, pero sí que aquellos sueños se hiciesen realidad.
Una vez soñé algo que era imposible, según decían: que dos mujeres o dos hombres se amasen en la vida, que aunque era una realidad, estaba prohibido, que no podían, y siempre tendrían que ocultarlo.
Soñé que estaba solo. La angustia por esa sensación no me dejaba dormir, en el sueño, pero al despertar seguía dormido. ¿Cómo era posible estar soñando que soñaba que estaba solo, cuando en realidad lo único que hacía era soñar despierto?
Me desperté con la respiración agitada y bañado en un charco de sudor. Menos mal. Todo había sido un sueño, ¿o no…?
No solo una sino varias veces y varios sueños. En uno se me apareció Lázaro de Tormes. Caminaba cerca de la aceña en las márgenes del río, donde le parió su madre, y retornaba a Salamanca por la puente. Está a la entrada un animal de piedra en forma de toro. Lo rodeé y como Lázaro acerqué mi cabeza a uno de sus costados. No sentí ruido alguno dentro de él, pero la superficie áspera y fría de la piedra fue bastante para que yo despertara de la simpleza en que dormido estaba.
En el segundovine a ser por la imaginativa el buscón Pablos. Como él padecí hambres, me quedé ético y mustio, entré gordo por la puerta y salí flaco por la chimenea y el tejado. En las horas de penitencia soñé con el licenciado Capra e hice cuenta que atendía sus consejos sobre la bondad de los caldos que de tan claros peligraba la vida de Narciso, si por un casual se hubiera visto la cara en ellos.
En el tercero me encontré con Panza en exclusiva y de rondón. Y estudié el modo cómo daba el arriero a Sancho, Sancho a la moza, la moza a él, el ventero a la moza, y todos menudeaban con tanta priesa que se daban punto de reposo, porque recordé que un maestro me propuso que analizara sintácticamente aquellas frases.
Y hubo un cuarto todavía. Había viajado a la isla de Fuerteventura y en una calle que miraba al mar me encontré con don Miguel de Unamuno exiliado. Le abracé porque el día que se inauguró una estatua conmemorativa en la calle Bordadores de Salamanca chillé contra la misma España, como la mayoría allí presente, porque era el año 68 y se había declarado el estado de excepción. Desde su talla hermética y fría me recordó aquella sentencia de don Manuel, el bueno, ”déjalos mientras se consuelen.” Y yo le argumenté que eso equivaldría a vivir en el engaño. Y él me replicó ¿y cual es la verdad?
Cuánto me hubiera gustado soñar un sueño glorioso y diferente, musa de mis fantasías, porque deseaba hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos.
He vuelto a tener ese sueño horrible, opresivo, agotador. Una pesadilla, de la que me despierto jadeante, sudoroso y con una perturbadora opresión en el pecho. Sueños recurrentes, he leído en algún sitio que se llaman; hay cantidad de páginas en Internet que se dedican al tema y a interpretar lo que significan. La mayoría de ellas también te adivinan el futuro, en función del signo zodiacal que te haya tocado en suerte, y se ofrecen a calcular tu carta astral por unos pocos euros. Solo algunas serias, aconsejan que consultes a un experto, un profesional, un sicólogo, vaya.
Pero os cuento. En mi sueño voy caminando por un largo pasillo. Las paredes son lisas, grises, de hormigón; altísimas, tanto que no alcanzo a ver donde terminan, pero sí un cielo oscuro, tenebroso, que da yuyu. Tengo espacio suficiente para moverme a derecha e izquierda, sin embargo, mirar hacia arriba, perderme en ese infinito de cemento, me produce una desagradable sensación de angustia. Anablefobia, dicen que se llama la gilipollez.
¿Sabéis la cantidad de fobias raras que tiene la peña? Yo alucino, son tantas que las han tenido que clasificar por orden alfabético en un diccionario: Ablutofobia, la de los que les horroriza lavarse; mi tío Anselmo, sin ir más lejos. Por Navidad le sacamos la cena al descansillo, no te digo más. Algunas no hace falta ser experto para saber de qué van, Coniofobia, por ejemplo, miedo al polvo: ¡coño, está cantado! Una muy extendida entre la sociedad actual, Fronemofobia, miedo a pensar. Para qué hacer el esfuerzo, si las redes sociales te lo dan todo hecho, ¿verdad tío? Pues qué quieres que te diga, tu móvil es inteligente, pero tú eres un perfecto idiota. Ahora, que para mi gusto, la palma se la lleva, la fobia a las palabras extensas, Hipopotomonstrosesquipedaliofobia. Habría que darle un premio al cachondo que la bautizó, no se puede ser más hijoputa.
Pero volviendo a lo mío. Estoy en el pasillo, como ya os he dicho, altísimo y larguísimo, pero de alguna manera intuyo que delante de mí, las paredes comienzan a estrecharse lentamente, he de darme prisa en pasar si no quiero quedarme atrapado. Entonces ocurre lo verdaderamente angustioso. Quiero echar a correr, muevo las piernas, me esfuerzo al máximo; sin embargo, no avanzo un milímetro. Estoy anclado al terreno, como si mis zapatos fueran de hierro y el suelo un imán poderoso, que tira de mí. Mientras, el embudo se va formando, ya es evidente, y sé que debo pasar, inexorablemente, por él. A que acojona.
Debería consultar con un loquero, dirás. Sí, seguro. ¿Tú sabes lo que cobra un tipo de esos por sesión? No me llega. Necesito alternativas, sucedáneos —esas cosas de imitación a las que hemos de echar mano los pringadillos, para hacer como que disfrutamos del primer mundo—, y lo más aproximado que conozco es un cura. Pero, quita, que ya me imagino la secuencia:
—Padre, he tenido un sueño.
—¿Cuántas veces?
—Un montón, varios por semana.
—¡Guarro, que eres un guarro! Te vas a quedar ciego, ¿lo sabías?
—Oiga que no le he dicho de qué va.
—Bueno, si quieres entrar en detalles, espera que saque un clínex. Cuenta, cuenta, hijo mío.
No. Mala idea. Además, soy descreído irredento, escéptico vocacional y estoy completamente de acuerdo con don Miguel de Cervantes: «Tienes que desconfiar del caballo por detrás de él; del toro, cuando estés de frente, y de los clérigos, de todos lados».
Podría echar mano de Mancini, Alfredo, argentino, amigo del grupo, tiene consulta, me haría precio, pero… Yo no sé si contaros esto. Me da cosa. En fin, venga, va, que hay confianza.
Tuve una novia, Celia, una maravilla de persona, inteligente, simpática, guapa; lo tenía todo, pero la pasión se apagó antes de tiempo, a los pocos meses de comenzar la relación. Cosas que ocurren, momentos complicados, exceso de trabajo, demasiado estrés, ¡yo qué sé! Recurrí a Mancini en el peor momento, lo reconozco, un sábado por la noche, en El Kontiki, con la música a tope y en medio de una galerna de Seagram’s con dióxido de carbono:
—Este, no sé cómo decirte, Alfredo, tú sabes que quiero mucho a Celia, es buena chica.
—Sí, y está regia, ché.
—Bueno, ya, modera tu entusiasmo. El caso es que Celia y yo… yo y Celia… pues no…
—¿Y qué querés que te diga? Sos un boludo. ¿Su mamá y usted tuvieron una relación normal, de chico? ¿Podés pasarme el número de Celia? Por cuestión profesional, claro.
No sé, no lo veo, casi prefiero al cura. En fin, que me voy a tirar por lo autóctono: el remedio casero, de la abuela, el que nunca falla: un par de copitas de chinchón antes de irse a la cama y como dios.
Una noche soñé que había una mariposa en mi almohada. Cada vez que batía las alas surgía otra mariposa, y otra. Mi habitación se llenó de mariposas y fui entusiasmado a coger el móvil para grabarlas, pero no lo encontraba. Me entró hambre y cogí de la nevera el bote de la mermelada. Para mi sorpresa encontré un diamante dentro, lo guardé en un bolsillo de mi pijama y me lancé desde la ventana de mi dormitorio al mar. Había una tremenda tormenta, y me rescató un barco lleno de piratas que estaban todo el tiempo escribiendo poemas. Me hice con el timón y puse rumbo al escote de mi vecina, pero al llegar me encontré que llevaba puesto un abrigo de visón. Salté del barco a una playa llena de amapolas, y caminando por la orilla me encontré con un enano que tocaba la guitarra. Era una música tan hermosa que me eché a llorar y le regalé mi diamante. El enano, agradecido, me señaló un camino por el bosque y comencé a recorrerlo. Me crucé con un payaso, una prostituta, un catedrático y un mago. Todos decían que había estallado la revolución, pero parecían estar muy tranquilos. Finalmente llegué a un castillo donde había una gran fiesta, con una orquesta tocando rocanrol y la gente bailando como loca. Entré y bajé hasta el sótano, donde encontré un pergamino que era el mapa de mi alma. Subí hasta una torre y desde allí salté y me subí a un globo que me condujo hasta un lugar paradísiaco. Salté y caí en un lago de agua dorada donde sentí que se curaban todas mis heridas. Al salir encontré una princesa que dormía plácidamente cerca de la orilla. Fui a despertarla, pero una brisa me susurró que estaba soñando conmigo, entonces me limité a tumbarme a su lado. Apareció una mariposa, y observando su hipnótico vuelo fui cayendo en un profundo sueño.
SERGIO SANTIAGO MONREAL
Una vez tuve un sueño
y al despertar no tuve tiempo
para describir lo maravilloso
que fue sentir tus besos.
Una vez soñé contigo
la fría noche se convirtió
en un inesperado abrigo
para calentarme contigo.
Al despertar del sueño
ya no quise estar despierto
y el anhelo de sentir tus labios
despertó mis sentidos
más íntimos e internos.
Cada mañana intento pensar
si fue un sueño o realidad
porque pareció tan real
que no quise despertar
para estar a tu lado
durante toda la eternidad.
Una vez tuve un sueño
soñaba con no despertar
abrazarnos eternamente
hasta que nuestro amor
fuera una eterna realidad.
BEGO RIVERA
Los sueños… sueños son.
El sol me daba de lleno.
Las gotas de sudor resbalaban por mi cara, recorriendo su caminos por grietas marcadas en mi rostro.
Recordé la sangre, que en un tiempo pasado , no muy lejano, recorrieron los mismos surcos por mi cara.
Por unos instantes retrocedí en el tiempo, observando el luminoso cielo obvié lo que ocurría a mi alrededor.
Ni el sofocante calor me hubiese despertado de ese recuerdo.
Una vez soñé que no había fronteras.
Una vez soñé que todos los seres humanos éramos iguales.
Una vez soñé que, con la evolución, el mal innato en las personas había desaparecido, ganando el bien.
Una vez soñé que solo se vive una vez y cada cual podría decidir: dónde, cómo, con quién vivir.
Una vez soñé que se cumpliría ese sueño.
Y me lancé a por él.
Unos pitidos me alertan del peligro de atropello.
Miró alrededor. Los automóviles siguen pasando.
El semáforo se pone en rojo.
Me seco el sudor y me dirijo con mis pañuelos de papel hacía los conductores.
Hoy no es un buen día. La mayoría ni me miran, pasan de largo.
Hoy tengo un sueño… vender lo suficiente para sobrevivir.
EFRAÍN DÍAZ
(Continuación de soledad)
Luego de asesinar a su padre con arsénico y manipular la autopsia para simular un infarto masivo, Arantxa le dio sepultura. Pensó en tirarlo al bosque y que lo devoraran las aves y animales carroñeros, pero levantaría sospechas. Por lo que le dio un entierro digno aunque inmerecido.
Pasado el velatorio y las exequias fúnebres, Arantxa estaba lista para cumplir sus sueños y ser felíz.
De niña, Arantxa tenía un sueño. Que es el ser humano sin un sueño? Sin una ilusión que perseguir? No es nada nines nadie.
Arantxa soñaba con ser artista. Se matriculó en clases de música. Aprendió a leer música y a tocar la guitarra.
También se matriculó en clases de pintura. Aprendió a mezclar colores y con su paleta, comenzó a darle color a su vida. Le dio los tonos que más le gustaban.
Por fin Arantxa era felíz. Estaba cumpliendo sus sueños. La vida le sonreía y ella daba de lo que tenía.
Sin embargo, todos los seres humanos, en mayor o menor medida tenemos algo que se llama conciencia. Esa impertinente vocecita que machaca cuando haces algo mal. La que te hace arrepentirte de ciertas cosas y la conciencia comenzó a martillar en el cerebro de Arantxa.
Había sido justo asesinar a su padre? Merecía el padre un final como ese? Después de todo, fue un buen proveedor, Arantxa tuvo todo lo que necesitaba y lo que no también. Tuvo demás. Andrés hizo de ella una doctora y procuró que se ganara bien la vida.
Pero malo o bueno, justo o injusto, le había matado sus sueños. Los había tenido que postergar debido al excesivo control que tenía sobre ella. Y si duraba ochenta años? Cuanto más tendría que postergar su felicidad? Cuanto más tardaría en cumplir sus sueños?
Decía Maquiavelo que el fin justifica los medios y en ese dicho, Arantxa se consolaba. Buscaba las formas de acallar su conciencia. Buscaba la forma que dejara de martillarla y machacarla. Entre la música y la pintura la suprimía y continuaba cumpliendo el sueño que de niña tuvo. Pero su madre no se tragaba el cuento y pronto la cuestionaría.
CONSUELO PÉREZ GÓMEZ
«UN HUMANO EN EL JARDÍN»
Una vez tuve un sueño.
En la jungla aparecieron por arte de birlibirloque unas extrañas plantas a las que los aborígenes concedieron reunidos en asamblea y, así se acordó denominar con el título de: «seres humanos» a aquellos raros brotes. La estación de las lluvias contribuyó a la extensión de los hasta entonces inusuales arbustos. Los nativos no podían adivinar hasta qué punto acababan de poner nombre sin saberlo a quien en un cercano futuro se convertirían en sus exterminadores.
Un minuto de debate puede llegar a ser depositario de un siglo de sabiduría, lejos de la presunción cleptómana que el espacio intenta arrebatarle y, dejando de esa forma huérfana la sapiencia adquirida por un grupo que siempre presumió de lucidez en sus decisiones.
Hoy los «seres humanos» habitan selvas creadas sin juicio. De fondo suena la música de un réquiem por la jungla perdida, convertida la pertenencia al sueño de alguien extraviado en la utopía de lo que pudo ser y no fue.
CARLOS RODRÍGUEZ
Una vez tuve un sueño,
y en él era feliz,
soñaba que te amaba,
y tú me amabas también.
Soñé como lo hacen los niños,
mezclando tus sueños con los míos,
haciendo diminutos los miedos,
haciendo enormes los sentimientos.
Una vez tuve un sueño,
desperté y estabas aquí,
que desilusión al descubrir,
que sólo la almohada yacía junto a mi.
Una vez tuve un sueño,
y al despertar fui feliz,
no estabas a mi lado,
pero era cierto que nos habíamos amado.
Una vez tuve un sueño,
y en realidad lo convertí,
seguí amándote en silencio
y con mi vida proseguí.
Hoy sigo soñando,
hoy te sigo amando,
mis mejores deseos son para ti,
y en mis sueños te tengo aquí.
ROSA ROSANA
LUCUS
PARA EL TEMA SEMANAL: «UNA VEZ TUVE UN SUEÑO»
Es extraño esto que os voy a contar, yo aún me sorprendo cada vez que lo pienso, de echo a veces no sé muy bien que pensar, sobre todo esto que está sucediendo. Quizá vosotros tampoco lo entendáis, pero eso no importa, ni siquiera importa que yo no lo entienda, lo que importa es lo que siento, y eso, eso a mí, me llega.
Una vez tuve un sueño, soñé que estaba en un lugar en donde nunca había estado antes. No fue un sueño de hace mucho tiempo, fue uno reciente, y es curioso esto, porque no suelo recordar lo que sueño desde hace mucho tiempo. Ni siquiera soy consciente cuando despierto de que haya soñado y luego se me haya olvidado. No, tan solo solía despertarme con la sensación de no haber soñado nada, pero de un tiempo a esta parte eso había cambiado.
Ahora si recuerdo lo que sueño. Son sueños muy vividos, como si fueran otra realidad que vives en un determinado lugar. Son sueños que pudieras vivir en cualquier momento, como si fueran reales, como si fueran, sueños despiertos, de otra realidad que estás viviendo en otro espacio diferente. Como si a través del tiempo te hubieras metido en un bucle que traspasara la razón, donde muchas veces no hay explicación. Como si las casualidades se hubieran puesto de acuerdo y se unieran unas con otras siendo eslabones de una misma cadena, que entenderás con el tiempo.
Estaba allí, no sé ni cómo había llegado a la ciudad más antigua de mi tierra. Acariciaba las paredes de sus murallas con mis dedos, llenas de humedad que allí depositó el tiempo, llenas de historias, llenas de sueños. Recuerdo el frio que hacía y el calor por dentro y una sensación: ¡Has vuelto! Como si fuera un reencuentro con un lugar que llevaba tiempo llamándome, un lugar donde no recuerdo haber estado antes. Así lo decía el tiempo y todos los sucesos que se fueron sucediendo. Era una sensación extraña y desconcertante y las casualidades una a una fueron despertándose, y recorrí sus calles empedradas iluminadas con farolas como las de antes con esa luz cálida, amarilla que parece que abriga, que te arropa y sientes que estas en casa cuando caminas por calles por las que nunca habías estado.
Ya tenía decidido ir a visitar esa ciudad y las casualidades seguían insistiendo. Coincidió que en un juego en el que estaba conquistando unos territorios, varios competíamos por ellos. Me pareció que ya no había ninguno libre, así que tocaba competir con otro y arrebatarle su terreno, es así el juego. Me decidí por uno que lindaba con el nuestro y comencé a atacar. Cuatro ataques haría, hasta que me di cuenta de que había un terreno sin propietario algo más apartado. Así que decidí dejar de atacar a ese «vecino» y conquistar este otro primero, luego ya veríamos como íbamos.
Decidí enviarle un escrito disculpándome, comentándole que no había visto que había otro vacío, pero que bueno él sería mi próximo rival si llegará a necesitar conquistar algo más y aunque era mucho más grande que yo y él estaba solo le invite a unirse con nosotros. Era un jugador solitario, debía de llevar mucho tiempo pues era muy grande y nosotros cinco pequeños. le dije que no podía ofrecerle nada, que también éramos solitarios y que, es más, él nos ayudaría a nosotros.
Hasta ese momento ni me había fijado en su nombre y la verdad cuando lo leí me hizo gracia, parecía algo gallego y al final de mi escrito hice una pequeña referencia a eso diciéndole: Ese nombre es algo gallego. Me respondió con un: Jajajaja añadiendo, gallego y de pura cepa. Yo al leer su respuesta me sonreí y pensé: Verás este es de Lugo, así que le respondí con otra sonrisa diciéndole: Vayaaa, pues ya somos dos, yo de la provincia de Pontevedra y me despedí con un saludo.
Esto es un juego donde hay muchas personas de nacionalidades diferentes, pero algo por dentro me decía: Verás este es de Lugo.
Cuando más tarde recibí otro mensaje estuve un rato largo sin abrirlo y viendo la ventanita de aviso donde podía leer: Yo de Lugo…
Me quedé de piedra y sonriendo, era algo entre la sorpresa y el confirmar lo que ya sabía, toda una coincidencia. Le respondí y le conté mi historia sobre esa sensación de tener que ir a Lugo. Él vivía allí enfrente de las murallas, esas que yo había tocado en sueños, ese lugar al que tenía que ir. Me comentaba que había vivido en varias ciudades y que si decidía ir me recomendaba que fuera en primavera que era cuando más bonita y solitaria estaba su tierra, que ahora había cada vez más fiestas y él se pasaba días sin salir de casa en estas fechas para evitar la saturación de foráneos. Yo me sonreía al leerle. Cosas de la vida. Al final le respondí: Estoy segura de que en primavera estará preciosa tu tierra, pero no esperaré tanto para visitarla. Algo hay ahí que me llama, pensé para mí, y me despedí deseándole un feliz día. Fui a curiosear su ciudad en el juego y claro, como no podía ser de otra manera. ¡Cómo se iba a llamar! Pues LUCUS que significa LUGO. Ahora dime tú que no tengo que viajar a ese lugar, y tocar esas murallas con mis dedos y caminar por sus calles convirtiendo en realidad mi sueño.
EDUARDO VALENZUELA JARA
En el principio fue un latido. Sin sonidos, ni colores, solo un sentir profundo y nada más.
Dormía percibiendo ese latir, latir, latir… como un arrullo sereno y hermoso, como un dormir mecido por el universo entero; y así se la pasaba en ensoñación.
Luego llegó un tiempo, un nuevo tiempo, en que frecuentemente creía despertar. En medio de sabores y aromas que lo inundaban todo, se veía sumergido en una vorágine que lo embriagaba, que le mostraba sonidos y luces, que lo invitaba a vivir con frenesí. Pero el latir, el fiel latir, el buen latir y la voz de ella, siempre lo volvían a adormecer en ensoñación.
Hasta que llegó el día de la tragedia, el día que conoció el dolor, cuando el tubo lo trituró, lo aspiró y lo desechó del vientre. Ese día, en que oyó a su madre llorar, también creyó despertar, pero no, en verdad nunca lo hizo, solo tuvo el sueño de que alguna vez vivió.
PEDRO ANTONIO LÓPEZ CRUZ
ADAM Y EVA
Jamás olvidaré aquella primera vez. Cuando nuestras miradas se cruzaron en la escalera. Quizá fruto del azar o porque el destino quiso ponerla en mi camino. Me dedicó un escueto “buenos días” al que yo correspondí con timidez, adjuntando una breve sonrisa. Pero en aquel lugar y en ese instante algo imposible de explicar causaría una reacción explosiva dentro de mí.
Yo era un imberbe cualquiera de catorce años. Ella, una mujer de algo más de treinta que, aunque a mí me pareciese fascinantemente madura, disfrutaba aún de su efervescente juventud. Sus cabellos rojos enmarcaban una enorme e hipnótica mirada que, unida a los sensuales labios carnosos que segundos antes habían articulado aquel breve saludo, pusieron mi cerebro a mil por hora. La ropa ceñida marcaba de manera evidente cada curva de su cuerpo, algo que no escapó a mi percepción. Pero era, sin duda, esa dulzura maternal que desprendía lo que me resultaba especialmente atractivo, lo que hacía de ella la mujer de mis sueños de adolescente.
Aquella pelirroja era Eva, la vecina del quinto. Pero también era lo más sagrado, la pareja de Adam, un británico afincado en España al que llegué a conocer bastante bien. El recién nombrado director ejecutivo de una importante multinacional que acababa de abrir su sede en nuestro país. Ese podría ser el sueño de cualquiera: un directivo de éxito, con un trabajo en apariencia envidiable. Eva, por el contrario, pasaba casi todo el tiempo en casa. Al principio pensé que los ingresos de Adam proporcionaban a la pareja una vida suficientemente holgada como para que ella no tuviese que trabajar. Pero a lo largo de los días fui observando muchos detalles. No tenía amigas, no iba al gimnasio, nadie entraba ni salía salvo su marido, le traían la compra a casa… no pisaba la calle. Su vida no iba más allá de las cuatro paredes que formaban esa jaula de oro que era su hogar. Mis breves encuentros fortuitos en la escalera, por lo general se producían cuando subía a tender la ropa. Yo esperaba ese momento como agua de mayo. Ella bajaba la cabeza, quiero pensar que un poco avergonzada al verme, lo que me producía una cierta sensación de euforia. ¿Acaso en ella también se había despertado algún sentimiento hacia mí?
Desde el primer momento entablé una gran amistad con Adam. Solíamos coincidir a la entrada del edificio, casi a diario. Poco a poco nuestras conversaciones pasaron de los saludos de rigor a temas menos cotidianos. La confianza y el hecho de trabajar en una gran empresa del sector digital, unido a su idioma nativo, hicieron que se ofreciese a ayudarme con la asignatura de tecnología y a avanzar con mi inglés. A última hora de la tarde se pasaba por casa, me echaba una mano, merendábamos algo y me contaba historias fascinantes de su trabajo y su vida. Yo lo escuchaba embelesado. Adam se había convertido en más que un amigo y un vecino. En cierta manera, venía a suplir las carencias que mi padre dejó abiertas dentro de mí el día en que se fue.
Pero a menudo, mientras le escuchaba, mi mente sobrevolaba otros mundos. No podía sacarme de la cabeza a Eva, la impresionante y tímida pelirroja que me tenía cautivado. Era un sueño totalmente prohibido, lo sabía. Pero aquello me sobrepasaba. Por las noches, antes de dormir, solía imaginar cómo sería mi vida junto a ella. Me sumergía en un mundo de fantasía en el que Eva dejaba a Adam y se enamoraba de mí. Donde paseábamos, bromeábamos, reíamos y terminábamos haciendo el amor como auténticos animales, entregados el uno al otro en los lugares más insospechados. Algunas noches, en medio de mi ensoñación, los gemidos reales de la pareja me sacaban del trance. Mientras ambos jadeaban de manera escandalosa, yo no podía dejar de sentir una desagradable mezcla de envidia y de rabia. Para mí, sus vidas representaban el verdadero Paraíso.
Con el paso del tiempo, sin embargo, los sonidos del placer fueron dando paso a otros muy diferentes. Cada vez más, en la noche se producían largos e incómodos silencios que a menudo acababan rotos por las fuertes discusiones, los golpes en los muebles, los objetos al quebrarse y otra suerte de inquietantes ruidos cuyo origen me resultaba imposible de determinar. Al principio eran ocasionales, pero poco a poco se fueron convirtiendo en una rutina cotidiana que componía la banda sonora de mis noches.
En los días siguientes, cuando me la cruzaba por la escalera, su semblante era cada vez más distante y asustadizo. Solía agachar la cabeza, como intentando ocultar algo. Ya no me saludaba con la misma efusividad de los primeros días. Yo no era ajeno a lo que ocurría. En mi cabeza de adolescente bullían miles de sensaciones mientras la incertidumbre me devoraba por dentro. Sabía que debía hacer algo, pero me veía incapaz de dar ningún paso. ¿Quién era yo para irrumpir en la vida de una pareja, que, en el fondo, no eran más que mis vecinos?
*****
Han transcurrido los años y las cosas han cambiado. Ahora sí que, por fin, vengo a visitarla y estar con ella todos los días. Jamás pensé que aquel sueño que un día tuve se fuera a hacer realidad de esta manera. Nunca imaginé que aquella escalera me causaría tanto dolor. La última vez que me crucé con ella no subía a tender la ropa. Era ella la que se encontraba tendida. A todo lo largo de la escalera, de manera grotesca, sobre un charco de sangre.
Cada día, frente a su tumba, maldigo al bastardo que acabó con su vida. Aquel inglés que me engatusó con su aparente amabilidad, aquel que una vez creí que podía llenar el inmenso vacío que mi padre había dejado. Aquel al que adoraba y envidiaba a partes iguales. Aquel que en realidad escondía un monstruo en su interior. El animal que un día convirtió a Eva en el número cuarenta y ocho en la lista negra de mujeres víctimas de maltrato.
AMPARO SORIA
-¿Porqué no intentarlo?-
Una vez tuve un sueño, que desapareció justo en el momento en el que aquella inesperada tromba de agua inundó mi hogar. Todos mis recuerdos, mis ahorros, y todo lo que conlleva una vida; documentos oficiales que no se pueden volver a obtener, muebles, objetos personales irremplazables, ropa…incluso mi propia vida.
Sucedió una madrugada diez años atrás. Desperté sobresaltada por un inquietante rumor que no supe definir entonces. Ahora lo llevo grabado a fuego. Anduve intrigada por la casa intentando descubrir qué demonios ocurría, la luz de la linterna parpadeaba indecisa. La insistente tormenta decidió dejarnos sin luz a todos. Me había desvelado, así que decidí sentarme a escribir el último capítulo de mi primera novela ¡Aunque fuera iluminada solo por la tenue llama de una vela!
El extraño e inquietante rumor de pronto aumentó su intensidad, mi corazón se aceleró angustiado. No me dio tiempo ni abrir la ventana…aquella marea de agua entró sin permiso y con violencia arrastrando todo, incluso a mí. Cuando desperté desorientada, no estaba en mi cama, ni en mi casa. La fortuna quiso que me encontraran pocas horas más tarde, inconsciente, unos metros más abajo de mi hogar. Mi sueño de publicar mi primera novela se diluyó, el agua se llevó mis largas horas de escritura, mis personajes, mis cientos de dudas durante su creación, mi adorada historia…
¡Siento mil mariposas revolotear ansiosas en mi estómago! En media hora comienza mi primera firma de mi nueva novela. Porque si un sueño se desvanece ¿Por qué no intentarlo con un nuevo sueño?
VICTOR EDUARDO HUARACHI
¿Que sentirá la gente que duerme apaciblemente?
Yo simplemente no recuerdo haberle dado tiempo al sueño.
¿Que se sentirá poder descansar la mente?
Para mí siempre será, un completo misterio.
Siempre he compuesto mis noches
Con superfluos parpadeos.
Pequeñas desconexiones, cortos toques de silencio.
Mentira les podría parecer; pero siempre he contemplado asi, las largas horas, hasta el amanecer.
Tal vez un largo libro, manualidades o limpieza.
Tal vez un cortometraje que luego gire en mi cabeza.
A veces solo se mirar el techo en invierno, A veces al cielo en el verano.
A veces solo orbito alrededor de la cafetera, el calefactor o la radio.
Una vez tuve un sueño, pero no sé si llamarlo sueño. Ya solo queda de él, el miedo, el dolor y el desconcierto.
Por necesidad de descansar, los médicos probaron en mi la hipnosis, drogas y medicamentos.
En cierto punto todo esto, ciertamente surtió efecto, cerré los ojos unos minutos y logré dormir un momento.
Cuentan aquellos que fueron, testigos de aquella noche,
Las luces del hospital tiritaron, soplo el viento y mi cuerpo de la cama se elevó por medio metro.
Recuerdo en ese sueño, que vi el apocalipsis, un final de los tiempos.
Una larga noche para la humanidad; Asombroso les comento, pero más asombroso lo que siguió a aquel suceso.
Aquello que había visto empezó a tomar contexto.
Empezó a hacerse real, se desmoronó el gobierno, las ojivas nucleares circulaban los cielos, Se apagaron las comunicaciones, los satélites sucumbieron, la humanidad fue mermando y ahora quedamos sobreviviendo.
Estoy cansado, quisiera….
¿Dormir?
¿Yo?
No, nunca más, tengo terror de aceptar que fue aquella vez que tuve un sueño, lo que ocasionó todo esto.
POZO POZO
El pescado podrido
Anoche tuve un sueño bastante esclarecedor, soñé que se me podría el pescado, que lo tenía que cocinar urgentemente antes de que se pusiera del todo malo porque llevaba tres días en la nevera. Yo quería levantarme y ponerlo a hervir aunque sea con agua para que no lo tuviese que tirar. Fue agonizante, yo no quería levantarme, pero al mismo tiempo veía el pescado, me lo imaginaba cocinado y calentito con hierbas limón patatas al horno . Pero por otra parte, me resultaba totalmente imposible pegar un salto de la cama. En esta conjetura no sé cuánto tiempo me llevé, valorando que era mejor dejar que el pescado agotara su último día antes de corromperse, o levantarme y meterle un poco el fuego con agua.
Fue una pesadilla, me bajó totalmente la autoestima mi falta de responsabilidad. Ese pescado no me lo habían regalado, lo había comprado en el Hipercor del corte inglés, con mucho esfuerzo y con muchas ganas de comerme un pescado salvaje.
Yo no era una mujer para un pobre (pero bueno si siempre estuve soltera) tampoco era mujer para una economía familiar. Lo más destacable es que tenía que vivir siempre en la miseria, por no saber ahorrar.
El dejar que el pecado se pusiera malo me trajo una lista interminables de defectos personales.
No sé si lo podré recuperar.Ah, esta mañana he mirado el frigorífico y no tenía ningún pescado.
Pero sí que me ha pasado muchas veces que tenía que cocinar algo que se me iba a poner malo y no lo hice. Eso quedaría grabado en el inconsciente, ahora me ha salido bastante claro, pero no sé si en el futuro ese sueño se transformará en otro y en otro y en otro que yo no sabré identificar.
YOLILLANA RELATOS
Hace años tuve un sueño. Tan intenso que parecía real.
Viajaba por unos días para tomar el aire fresco de Holanda, y allí me encontraba con un apuesto mozo del que estaba enamorada en secreto desde hacía casi veinte años.
Siempre he soñado con viajar a Holanda por su clima. Soy mas bien calurosa y el aire fresco, así como el frío, la lluvia, incluso en el invierno más crudo, me encantan.
Soñaba que cuando bajaba del avión, él me estaba esperando con su inconfundible y embriagador aroma, y esos hoyuelos preciosos que le salían cuando sonreía, y que siempre estaban sonrosados por el frío.
Por seguir soñando, soñaba que para mí eran vacaciones. No solo de trabajo, también de mi vida en general.
Recuerdo que decía “estoy en Holanda”, como si me hubiera cambiado de planeta y no pudiera atender nada.
Y es que en mi sueño, ese era el plan. No estar.
Esos días en los que todo podía esperar.
Juntos visitamos nuevos lugares, callejeamos sin rumbo descubriendo curiosos edificios, parques escondidos y restaurantes exóticos.
En esa casa no había orden, el desorden formaba parte de su encanto. Al más puro estilo bohemio.
Podíamos estar en ropa interior en casa, mientras veíamos nevar por la ventana.
Las noches con él en la cama de la buhardilla, conversaciones interminables mirando la luna y las estrellas a través de la claraboya del techo.
El olor a él. Ese inconfundible olor a él.
El sonido de la lluvia golpeando la ventana.
Las palomas en los tejados.
Y la música que siempre sonaba en casa.
“Where I want to Be (California)”
de Lily Wood and The Prick.
Un día desperté y no, no era un sueño.
Esos días de “me voy a Holanda” existieron y dieron paso a un “vente a vivir conmigo”.
CARLOS GRAS MARTÍNEZ
Una vez tuve un sueño,
donde mis pesadillas se convirtieron en cuentos de hadas,
donde mis lagrimas ahora hacían florecer plantas muertas,
donde cada una de mis amistades no se alejaba,
donde todos mis seres queridos volvían una última noche a la cena de navidad,
Donde todas las personas olvidaron sus problemas y la tristeza abundaba por su ausencia
Una vez tuve un sueño muy cálido y cuando desperté una sonrisa brotó de mi cara, entendí que aunque no todas las flores son rosas puedes apreciar el olor de cada una de ellas.
MARÍA JESÚS GARNICA PARDO
Anoche tuve un sueño.
Recibí tu mensaje de WhatsApp.
«Donde estas? Por qué no contestas?»
Subí las escaleras a la terraza y allí estabas.
Arreglando la antena. Como siempre.
Bueno tenias el pelo más largo.
Y me desperté.
Hoy se ven todos los canales.
GLORIA ALBADALEJO
UN SUEÑO CUMPLIDO.
Cuando llovía ese día, creo recordar que llegué hasta el infinito. Quería sentir la libertad, la paz, la seguridad, el amor, todo lo posible y que en la realidad no se puede cumplir tan fácilmente.
Sentir la tan ansiada libertad que puede sentir un ave cuando vuela en círculos en el cielo. Quería soñar despierta, estar cerca de la irrealidad de las cosas, la fantasía, el misterio, lo oculto, lo desconocido. Quería sentir, ver, conversar con mis difuntos y así ocurrió.
A la primera que vi, fue a mí madre, después se fueron añadiendo más seres queridos. Me contaron muchas experiencias. Yo quería saber todo lo que ocurre ahí arriba, en cielo.
– ¿Y en cielo hay pájaros? -le pregunté a mí madre.
-No. -Me contestó -Solo hay almas que no puedo ver porque son ángeles y su imagen es blanca, pero ahí solo hay paz y amor. No hay guerras, ni maldad, ni odio, ni egoísmo. Todos nos queremos y respetamos.
– ¿Y hace frío? -pregunté con la siguiente curiosidad.
-No, en cielo se está muy bien, nunca hace calor, ni hace frío, tampoco llueve, ni nieva, ni hay tormentas. No sentimos nada.
– ¿No os aburrís ahí arriba? -Creí hacer otra pregunta estúpida, pero seguía con mi curiosidad.
-No, porque conversamos y nos contamos nuestras vivencias y anécdotas graciosas de nuestra existencia de la vida y no lo pasamos muy bien.
– ¿Y yo puedo visitaros? – Pregunté dudosa y ansiosa a la vez.
-Todavía no ha llegado tú turno, tienes que esperar.
-Pero yo quiero estar con vosotros. Vuestro mundo es más atractivo, el mío ya no me gusta, es cruel.
Las almas blancas, fueron desapareciendo una a una, hasta quedar yo sola en las calles oscuras y mojadas por la lluvia.
Una vez tuve un sueño mientras llovía y caminaba hacia el infinito, pero ya no me acuerdo de él.
Fin de la historia.
CATY FLOWER
Era real…o parecia real…
Os miraba y apreciaba cada arruga, cada cana, cada detalle que os caracterizaba. Mi querido y amado papa me acariciaste la mejilla al mismo tiempo que me decias… No te preocupes !!!Todo ira bien!!!
Y tu mi compañero, mi amigo, mi hermano mayor al que pedía consejo al que admiraba. Me mirabas con esos ojos enormes y expresivos que me decían…. No sufras !!!Todo ira bien!!!
Una vez tuve un sueño… Y ese sueño me dio fuerzas me dio animos, confianza y optimismo ese sueño logró !!!que todo estuviera bien!!!
(Dedicado a mi padre y hermano que me cuidan y protegen haya donde estén)
ANA MARTÍN-SIERRA
Una vez tuve un sueño…
Soñé que encontraba el amor
escondido tras una sonrisa,
soñé con un beso eterno
capaz de parar la vida.
Y mientras así soñaba
mi corazón malherido
volvía a latir de nuevo
al ritmo de otros latidos.
Soñé con esos abrazos
convertidos en mi hogar,
ese que solo fundida en ellos
conseguí realmente encontrar.
Pero antes de darme cuenta
apareció la realidad
que sin piedad y violenta
me obligaba a despertar,
rompiéndome en mil pedazos
que jamás logré pegar.
Una vez tuve un sueño…
del que no quisiera despertar.
ELVIS RAMOS CRISTOBAL
ANDA RESFRIADO
Sería una bella sesión. Imágenes de un lindo bebé posando en el pequeño parque de mi provincia se me cruzan por la mente. El martes de esa semana había pactado, por celular, la sesión con Irene, la joven mamá de Javier, bebé de un año cumplido; para el sábado por la mañana; yo, desde mi pueblo a ocho kilómetros más arriba y ella desde la misma provincia. Sería mi primera sesión de fotografía, con 28 años masculinos de edad.
Llevaría un rebotador de luz, enfocaría los ojos de mi sujeto, abría una persona para tomar el rebotador y no tomaría tantas fotografías. Construía este plan para lograr aquel cometido. Aprendía más cosas de la fotografía, empero cuidando de no modificar radicalmente el plan, eso sería dañino para mí. Alistaba los accesorios. Tomaba fotografías para estar en el ambiente. Y separaba el momento pactado. De todo este modo esperaba el sábado por la mañana.
El viernes por la noche, recibo una llamada de Irene: Javier irá por la mañana al hospital; anda resfriado.
EL FARO
“Andaba así como tanteando siempre, no había cinta de llegada en casi ninguna parte. Cuando el proyecto se armaba en mi cabeza, ahí también se desmoronaba.
No lo vivía como una fatalidad, sino con la naturalidad de que no importaba tanto.
“Tener”era un verbo de ilusión como peces en peceras, que cuando intentas agarrarlos se deslizan y escapan.
Todo escapaba.
Los sueños eran para otros.
Yo solo me limitaba a escuchar en rondas sueños ajenos..¡tan bellos!
Viajar, comprar un terreno, aprender a manejar, conseguir el amor del farmacéutico..y mientras todos se llenaban de pasión contando, yo no tenía mucho por decir.
Una tarde mientras afuera llovía como cortina, me planteé la idea de soñar; busque papel para una lista, luego tacharía y dejaría el mejor.
Sentadita al borde de la cama mire el cuarto; todo tenía más o menos lo indispensable. Luego abrí los armarios, estaban las remeras y los zapatos necesarios.
Me fui más allá; al país que había dejado hace tantos años y allí no quedaba nadie. Creo que la última tía había muerto en enero.
Pensé en un techo que me pertenezca y recordé a Sara la viejita buena que me alquila hace tanto tiempo.
Me movía entre silencios con la confianza de la costumbre.
¿Que medida debería tener el sueño? ¿Tal vez serviría uno pequeño?
Quizás crean que mis sueños no tienen consistencia y hasta se rían.
He estado ocupada con el orden del día, levantarme, lavar los dientes, comprar la leche y las provisiones, trabajar, caminar y volver a casa, tomar una cerveza los viernes y mirar una película los domingos.
Así ando sin tanta expectativa, meciéndome como un junco entre los que van para un lado y los que van para otro.
-Se abre la ventana, fue el viento, un viento que limpia; parece que se lleva el agua.
Miro el cielo, la vereda embarrada y entre los baldes de basura llora un gato, negro bien negro, con los ojos llenos de sueños, maullando para que lo salve.
Y recién ahí escribo..
y entiendo.”
OMAR ALBOR
La mañana perfecta
la brisa del mar golpeando mi cara.
El sonido que invade envuelve mis sentidos. Los pies humedecidos por la arena mojada.
Mis pasos que se unen en una marcha flotante me dejo llevar por los rayos del sol, que ya queman pero me dejan sus huellas.
Mi mirada encadilada por el reflejo del sol en el mar nada que pensar inalo por boca y suelto por nariz y biceversa me lleno de paz camino y pongo mi mente en blanco para sentir esa inmensidad no tengo tiempo de vuelta solo de ida hacia el futuro más próximo, me dejo llevar de toda realidad y siento la mía propia y espero el instante más próximo como nueva nube que el viento la hizo flotar.
JOSÉ LUIS GARCÍA RODRÍGUEZ
Una vez tuve un sueño,
de esos que te atrapan,
que persiguen un anhelo,
uno tan profundo y sincero,
que si peñizcas, no despierto,
de esos, en los que besos,
son rimas y deseos,
que subir hasta la cima,
ahora miman tus recuerdos,
de los que ries hacia arriba,
y te vuelven los mareos,
dónde nada tiene sentido,
y se mezclan los jaleos,
donde enmudecen los quejidos,
y se escuchan los silencios,
donde se producen los vahidos,
que no salen de un lamento,
donde se acentúan los dolores,
sin experintarlos ya primero,
donde se pintan los colores,
los sentimientos buenos,
se escuchan corazones,
que retiemblan como truenos,
nos dan vida a tazones,
y alimentan nuestro ego,
como escuchando canciones,
que agitan a los serenos,
y traen a la mente eones,
en las que tuve un sueño,
de sentidos y pasiones,
reviviendo desde dentro,
dando rienda a los ladrones,
a los cazadores del terreno,
esperando a tus amores,
para alimentarse de su fuego.
ALBERTINA GALIANO
Desde siempre he sabido que el césped de entrada a una casa era un camino para otras viviendas.
Cuando uno nace lo que espera encontrar es unos padres que eleven el estatus de uno a la altura de la comodidad.
Pero a veces tras los brazos que le recogen y le amamantan encuentra unos ojos huidizos que miran con prevención, respeto, miedo o incluso odio hacia lo de afuera. Entonces uno ya sabe que la vida no va a ser ni mucho menos fácil, ni divertida.
En el colegio saliva involuntariamente al ver de reojo el bollo de chocolate del compañero de pupitre, y aprende a avergonzarse de su precario bocadillo de queso, con pan del día anterior, y a esconder los pies cuando debe descalzarse, para que las vejeces de sus calcetines y de las suelas de sus zapatillas pasen desapercibidas.
Y las cosas son así porque deben serlo, por el pecado original o una ley divina que coloca a cada uno donde merece estar.
O es que los padres de uno no se lo han currado como otros, y han holgado como la cigarra.
Pero cuando se cumplen digamos 16 años, por decir una edad, y se sale un poquito del pavo, uno se da cuenta de que una cigarra no dobla la jornada laboral, ni viene cargada del mercado más distante para buscar la mejor oferta y que cunda más la compra.
Y una mañana de pronto se percata de que sus padres en realidad son hormigas que se han pasado trabajando todo el verano, y también el invierno, cargando migas de pan que le doblaban el peso, y que en el fondo no dejaban de ser eso, migas de pan, y no lomos embuchados.
Y poco a poco acaba de descubrir que las leyes que rigen la igualdad entre las personas las ha debido redactar un crío de 3 años, porque se saltan todos los principios básicos de la ética y la moral.
Y abraza, inevitablemente, una ideología de izquierdas, porque es la única que le promete un futuro posible en el más acá, y no en el más allá.
Y entiende que quien duerme un día sí y otro casi que también con hambre, frío, miedo, dolor o desesperanza quiera comer de la misma tarta que saborean las dos terceras partes de los demás.
Y entonces uno se aprieta un poco para permitir al otro un sitio a su lado en el metro, en la cola del supermercado, en la reunión de vecinos, en el bar de la esquina, en el colegio de sus hijos, en el médico y en el día a día.
Y acaba por sentenciar que no somos nada más que bichejos que pasan por la vida unos años, unos menos, otros más, y que el césped es un lujo innecesario que si no se riega como si no hubiera un mañana se acabará secando sin remedio.
Y que para qué.
Y que el agua, que es escasa, si se la bebe la hierba, ya no sacia la sed de tu compañero de mesa.
En mi sueño los campos de golf en lugar de césped son de arena fina de playa, para que así podamos todos jugar.
MAR SHA
Una vez soñéque podía haber un lugar mejor.
Tuve el sueño de ver un mundo bonito,
de que los niños puedan vivir en paz, sin violencia.
Tuve el sueño que los jóvenes puedan cumplir sus anhelos
que el amor en cada persona brille cada vez más.
Tuve el sueño de que se acabe la guerra y que reine la paz en las naciones.
Pero eso es solo espejismo … cada vez la humanidad se hace mas fría, no le duele quitarle
el pelo a una mosca, la intolerancia hacia el ser vivo se hace insoportable, cada vez se ve en los buses la gente con miedo debido a que no sabe si va a llegar a su destino. El ser humano ha perdido sensibilidad hacia el dolor del otro, ahora es común ver en noticias que se maltrató un animal… se ha vuelto paisaje, un animal más.
Los animales están asustados con una tristeza infinita, los perros le viven ladrando a personas desconocidas, ya no confían en nadie, ni en su propio dueño. Los leones hacen ronda para vigilar que el ser humano no le toque sus crías.
Me adueño de la frase … soñar no cuesta nada…
SONIA I BARREIRO NOVOA
NO FUE SOLO UN SUEÑO
La primera vez que escuché esta canción, fue tiempo después de que falleciera mi madre. Nunca soñé (o no lo recuerdo) que me diera un beso en casi dos décadas desde su marcha.
El año pasado, cuando mi padre partió, le pedí que me visitara en sueños, necesitaba saber que estaba bien.
Y soñé…
Soñé el sueño más bonito y triste a la vez.
Pero era algo más que un sueño, aún a riesgo de que me tachen de loca, siento que fue una visita.
Soñé que me daba un dulce beso en la mejilla, me desperté llorando y con los abrazos abiertos, casi implorandole, le dije: «No, papá, no te vayas». Enseguida, rectifiqué y pensé que debía ir a la luz, aún teniendo el corazón destrozado.
No fue un sueño, fue una visita, todavía puedo sentir ese beso tan lleno de amor que me dió en la mejilla izquierda.
A veces los sueños, no solo sueños son. Hay ángeles que nos visitan. Y mi padre se ha convertido en mi ángel.
Siempre en mí, papá
RAMÓN SANTOS
Un día le conté a un amigo un extraño sueño que tuve.
Soñé que no había un paraíso ni infierno
Soñé con un limpio cielo azul y a mucha gente paseando y disfrutando del presente.
Soñé que no existían las fronteras ni las guerras ni siquiera había religiones, la gente vivía feliz así.
De repente alguien en mi sueño me increpó tachándome de soñador pero yo me enfrenté a esa persona diciéndole que no era el único que soñaba con todo aquello y le invité a experimentar el mismo sueño para construir un mundo mejor juntos.
Soñé que en ese mundo, no había ni ricos ni pobres, todos compartían lo que tenían. En mi sueño todos éramos como hermanos.
Otra figura reprendió mi aptitud acusándome por desear las mismas cosas para todos, pero yo me reafirmaba en que aquel mundo podía ser real si entre todos poníamos de nuestra parte.
Después de contarle este sueño, mi amigo John me dio una palmadita en el hombro y me dijo. “que buena idea me has dado para mi próxima composición…”
CANDELA PUNTO
¡Sí!, ando en mis comienzos creativos.
La sola idea de pensar en los nuevos términos que debía afrontar Mariana, al finalizar el manuscrito. Dejaban de manifiesto su falta de conocimiento, en lo que, para ella, tan solo era marketing y nada parecido al bello proceso de la creación, la inspiración, abrazar las almas narradoras que la atravesaban diariamente, sentir…
Aterrada, temblorosa y a ciegas, navegaba sola entre los “clics” del ratón. Sudaba, el brazo perdía la coherencia de los movimientos y el dedo índice, fijaba su posición engarrotada de tanto uso lascivo.
Para Mariana, era de vital importancia aprender y entender los nuevos conceptos que surgieron al finalizar el manuscrito. ¿MARKETING?, ¿CORRECTOR DE ESTILO?, ¿ADS?, ¿AMAZON?, ¿COMUNIDAD DE SEGUIDORES?, ¿PÁGINA WEB?, ¿TIPOS DE EDITORES?, ¿EDITORIALES?…
Después de varios días tomando antiinflamatorio, hasta llegó a creer que, con escribir tan solo para ella y los seres queridos, era suficiente. Los narradores que la poseyeron antaño, solo pretendían que plasmase con tinta sobre un lienzo en blanco, las hermosas historias.
Después de algún tiempo consultando foros, grupos y conociendo a profesionales de la escritura como el señor Juan Carlos. Qué, en su perfil de Facebook, se presentaba como profesor de literatura en la universidad de Chile y que, desalentaba a los escritores, a serlo si no se tienen estudios universitarios. Se hundió en la miseria de sus pensamientos negativos. “Para escribir y hacerlo bien, hay que estudiar” –se dijo a diario hasta caer en depresión.
Todo ello infundado, por los comentarios de profesionales o el temor a las malas reseñas en las redes sociales y las páginas de mercadería que negociaban con la inspiración.
Por las mismas fechas del siguiente año. La maloliente, solitaria, descuidada y atiborrada de medicamentos, Mariana, decidió salir de la habitación. Candela, su mujer, saltó como un resorte de la butaca al verla. “Por fin mi amor”, “por fin has salido” –le gritó llorando y abrazándola al mismo tiempo.
Candela aseó a su hermosa mujer Mariana; le cortó el pelo, la maquilló y la enfundó en ropa limpia. La llevó al salón, la sentó junto a la ventana y la besó. Sin mediar palabra, le entregó una pluma y un lienzo en blanco. “Escribe, saca los narradores que llevas dentro” –le dijo Candela.
Titubeante y con temblores en su mano derecha, Mariana cogió de nuevo la pluma, pero el temor al no cumplir con lo establecido socialmente y el exceso de medicamentos durante un año, habían dormido sus narradores interiores para siempre. “Escribe para mí, yo siempre leeré tus historias” –la animó a comenzar Candela.
Al final lo hizo, escribió, pero cosas sin sentido. Su deseo de ser escritora, se quedó en un amargo sueño imposible de realizar. Candela, que había sido cocinera toda su vida, la relevó en su sueño y le leyó, durante el resto de su vida, las historias que Mariana le dictaba junto a la ventana.
Después de dos inviernos en una pequeña librería de barrio. El señor Juan Carlos le pidió un autógrafo a Candela. Se marchó encantado. Al llegar a su casa, quiso saber que le había escrito. Soy burra, mal hablada, cocinera y cometo al escribir, un montón de faltas de ortografía, pero te encanta lo que escribo. ASÍ QUE TE JODES, CABRONAZO.
Y aunque la venganza se sirvió en bandeja de plata, la dulce Mariana solo alcanzó su sueño, a través de su amada Candela. Su mayor fan.
LILA VIVAS
Soñar no cuesta nada.Todos sueñan.»Sueña el rico en su riqueza, sueña el pobre que padece su miseria» dijo Calderón de la Barca.Soñé un día que moría. Era un día soleado. El azul celeste del cielo se abría para dejarle paso a una muchedumbre de nubes que de tanto en tanto,se dispersaban.Una afombra roja centraba una caja de cristal.Ahí estaba mi figura, con todos mis sueños y avatares.Vestida con perlas y encajes.Mis manos acariciaban un duo de orquídeas.Todo sucedía al aire libre.No había llantos.Ni murmullos.Se percibía el aroma de los tilos y acacios .El trino de los zorzales se confundía con el arrullo de las palomas.El canto de una melodía hacía eco en las alturas.
Alguien pidió permiso para estar a mi lado.Dos querubines hacian guardia.El recien llegado, tenía una voz mágica, envolvente,más varonil que el tango.
No sé cuando besó mi mano.Al sentir el roce puro de sus labios, desperté.El amor vino a buscarme.Él no quiso que yo muera.
OMAR ALBOR
La mañana perfecta
la brisa del mar golpeando mi cara.
El sonido que invade envuelve mis sentidos. Los pies humedecidos por la arena mojada.
Mis pasos que se unen en una marcha flotante me dejo llevar por los rayos del sol, que ya queman pero me dejan sus huellas.
Mi mirada encadilada por el reflejo del sol en el mar nada que pensar inalo por boca y suelto por nariz y biceversa me lleno de paz camino y pongo mi mente en blanco para sentir esa inmensidad no tengo tiempo de vuelta solo de ida hacia el futuro más próximo, me dejo llevar de toda realidad y siento la mía propia y espero el instante más próximo como nueva nube que el viento la hizo flotar.
BEA ARTEENCUERO
De niña mis sueños eran repetitivos; Mi mente se poblaban de duendes y adas, de pronto era una princesa o una malvada bruja.
Me vestí de mar y cruce el cielo en alto vuelo como las gaviotas, fui alondra en el atardecer de un día cualquiera, y ruiseñor besando una rosa.
Me despertaba siendo cenicienta o blancanieves rescatada por un principe.
Mil historias nacían de mis sueños en las cuales era la protagonista a veces de amor otras de odio.
Con los años seguía tejiendo en mi mente los sucesos más increíbles, en noches de luna llena veía besarse con el mar y acarciarse en cada movimiento.
Empecé a soñar despierta, y a poblar las imágenes con palabras; A formar historias que luego volvían a mis sueños.
Fue entonces que sentí la necesidad de dar vida a los seres que estaban en mi mente.
Un día no se como ni cuando, las imágenes se unieron con palabras y nacieron los cuentos, con los sueños alojados en mi ser, mi alma se pobló de fantasías, me di cuenta que la palabra es la portadora de las emociones y quise contarlas al mundo.
Si al leerlas tiene el poder de dibujar una sonrisa o dejar caer una lágrima, la magia existe detrás de un sueño.
Cuando me preguntan por mis cuentos,
Simplemente digo…
¡¡¡Una vez tuve un sueño!!!
ARCADIO MALLO
Y LA VIDA SIGUE
Si debo pedir perdón lo haré. Aunque sinceramente, no veo por qué. Sé que no suena convincente, pero estoy totalmente seguro de que no hay nada de que arrepentirse. Aunque tus palabras me han herido, me han hecho dudar de mis convicciones, no han sido suficientes como para cambiar mi punto de vista.
Sí. Una vez tuve un sueño. ¿Es pecado soñar? Soñé que alcanzaba mis metas, que mis letras se convertían en textos y mis textos en libros. Soñé que esas miradas que nos cruzábamos, un día, me absorberían y, por fin, nuestros labios se rozarían, suaves, delicados, dejando paso a un bocado de deseo y placer infinito. Y nos fundiríamos en un abrazo interminable, dejando que nuestras pieles se descubrieran, desvelándome el secreto de tus ojos con un susurro mudo, que germinaría en mi corazón ese amor que tanto deseaba profesarte. ¡Tan cerca hemos estado miles de veces! Y, sin embargo, siempre nos hemos negado a dar rienda suelta a nuestro instinto. Tú principalmente. Me has negado la ambrosía que representabas cuando, lo sé de buena tinta, lo deseabas tanto como yo.
Y ahora, dices que te ves reflejada en esa novela mía. Una historia sin malicia, sin faltas, sin acusaciones. ¡Mil acusaciones podría hacerte! Un texto lleno de metáforas con interpretaciones abiertas que, si tú dices sentirte identificada, es porque todo aquello que negabas, era cierto. No lo he escrito pensando en ti, pero después de tu llamada, lo he leído de nuevo. Y tienes razón. La protagonista podrías ser tú sin miramientos. ¡Para qué vamos a negarlo! Pero no nos engañemos. Éramos casi unos niños. Y somos casi unos ancianos. La vida, al menos mi vida, ha girado lo suficiente como para poder escribir esas palabras sin dirigirlas a ti.
Así que, si debo pedir perdón, lo pido. Pero aunque esa fuera nuestra historia, tantos años después, no debería haberte molestado que la contase. Porque nuestra historia, la que pudo ser, tanto tiempo después, es agua evaporada, es una lágrima en el océano, es un rayo de sol reflejado en la luna. Pude quererte, pero no me dejaste. Y no has sido la única, aunque sigas creyendo que sí.
Por suerte, mi sueño si se ha hecho realidad. Aunque no como lo soñaba entonces. Pero los sueños también cambian y, a veces, en secreto, se hacen realidad.
GAIA ORBE
yo tuve un sueño
en soledad y fuga
sabio maestro
*
fueron treinta y tres días
de bravíos combates
*
y en ese sueño
arena de la ilusión
la voz del viento
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ MISERQUE
Una vez tuve un sueño. El sueño de ser médico. Recuerdo que estaba en octavo de bachillerato el día que el profesor pregunto a la clase ¿quienes querían estudiar medicina?, yo estuve entre los que levantaron la mano. Seriamos unos 10 según mis borrosos recuerdos.
Recuerdo también cuando falle al no alcanzar el puntaje necesario en el examen de ingreso a la facultad de medicina de la universidad de Antioquia. Y un año después, como la segunda vez que me iba a presentar, quizá por miedo al fracaso o a seguir “Perdiendo el tiempo” porque ya quería comenzar a estudiar, en el formulario que había que rellenar días previos al examen, donde rezaba la pregunta “¿a qué carrera desea presentarse?” coloque de primera opción psicología y de segunda filosofía.
No sé qué sería de mi vida si el día previo a la prueba no me hubieran robado esos 2 ladrones mi billetera con mi documento de identidad, requisito indispensable para presentar el examen de admisión. Y motivo por el cual no pude presentarme al mismo. Tal vez un ferviente seguidor de Freud o de las ideas de Sócrates estaría escribiendo estas líneas.
Recuerdo también que, al perder la oportunidad de realizar ese segundo examen de admisión, me metí a internet y busqué en Google “Universidades con inscripciones abiertas a medicina” y encontré al CES. Mi futura alma mater. También recuerdo las palabras de mi padre cuando le dije que me iba a presentar a la universidad privada “No lo vas a lograr, ahí solo se presenta la crema innata de Medellín”.
El día que buscaba con nerviosismo la lista de admitidos a la entrevista, me encontraba sentado en el piso, con la laptop apoyada sobre la cama a los pies de donde se encontraba acostado mi padre. Y al ver mi nombre entre los admitidos recuerdo haber brincado de felicidad y gritarle “En tu cara”.
También recuerdo ese examen de admisión, recuerdo que tenía una pregunta de “cultura general” sobre quien era la persona que aparecía en el billete de 10 mil pesos colombianos. Vaya suerte la mía que contaba con uno de esos billetes en mi bolsillo. Es cuando menos curioso el pensar que tal vez es gracias a Policarpa Salavarrieta que hoy en día les escribe esto un Oncólogo.
Hacia frio la primera vez que subí la empinada loma que llevaba al campus de mi futura universidad. Cuando entre, el lugar era de una arquitectura tan cuadrada que en ese entonces me recuerdo pareció una cárcel. No sabía en ese momento lo real que habían sido mis impresiones. Mi universidad seria una especie de cárcel para mí los próximos 6 años de mi vida.
Al terminar primer semestre, este había sido tan duro que sabia que debía tomar una decisión fundamental en mi vida. Seguiría mis estudios hasta el final o me retiraría de una vez de la carrera para no perder el tiempo y el dinero que les costaba a mis padres el mantenerme ahí. Decidí continuar. Segundo semestre fue mucho peor que el primero. Entraba a clases a las 6 de la mañana y salía de las mismas a las 10 de la noche. De lunes a viernes. Pero mi decisión estaba ya tomada. Fue tal vez en cuarto semestre, cuando comencé a ir a los hospitales a ver pacientes cuando me enamoré de mi profesión. Aunque creo que fue un poco antes cuando me enamore del conocimiento.
Fisiología, anatomía, histología, fisiopatología y el resto de materias básicas donde aprendía como funcionaba el cuerpo humano para mi tenían una utilidad práctica. En mi mente ese conocimiento era tangible, yo podía juntar todas esas teorías de la ley de Frank Starling e incluso del ciclo de Krebs y poder transformar una persona enferma en una persona mas sana. Tal vez por eso nunca me gustaron los números.
Si 1+1 = 2 no tenía sentido para mí, más allá de recibir un vuelto de dinero, imaginen cuando conocí X+Y = Z. No me malinterpreten, reconozco la importancia de las matemáticas. Solo que hay personas que les gusta la física, otras el diseño, a mí me empezó a gustar el conocer como el cianuro, a nivel químico producía la anoxia que lleva a la persona a la muerte o como una célula un día decidía volverse “mala” produciendo el cáncer. Pero me gustaba aun mas saber que la vitamina B12 era el antídoto para la intoxicación por dicha sustancia venenosa o que si vacunábamos a las mujeres contra el virus del papiloma humano causante de 9 de cada 10 canceres de cuello uterino podríamos evitar que desarrollasen la neoplasia.
En la facultad de medicina primero aprendes como funciona el cuerpo, luego como funcionan las enfermedades, para luego aprender como “bloquear” lo que las hace funcionar o sustituir lo que estas “le quitan” al cuerpo.
Sabia que mi sueño me iba a llevar 6 años lejos de mi hogar, pues yo vivía a 9 horas en carretera de donde quedaba mi universidad. Tuve que mudarme de Sincelejo a Medellín para poder trabajar duro en cumplirlo. Y cuando finalmente lo hice solo me abordo la pregunta “¿Y ahora qué?”.
Hice el año rural obligatorio y trabajé después 2 años más. Trabajar era nuevo para mí. Recibir un pago monetario por mi trabajo lo era aún más. Hasta ese momento “mi trabajo” solo se pagaba con conocimiento. Mi “Trabajo” hasta entonces solo habían sido exámenes recurrentes y mi “salario” era sacar una nota de aprobado. Luego había trabajado también haciendo lo que hice esos 3 años después del grado, pero sin recibir un peso por ello. Yo era “Apenas un estudiante”.
Pero como casi todo médico, y en especial el segundo y tercer año solo tenia una idea en la cabeza. Especializarme. Me basto presentarme 2 o 3 veces para darme cuenta de la mafia que existía en mi país para poder acceder a una residencia. Y no solo eso. Sino que si por algún milagro del universo llegara a ser admitido a una. Sería un trabajo de tiempo completo sin ningún tipo de remuneración… Nuevamente.
Pero yo deseaba especializarme y si la respuesta no estaba en mi país entonces me iría fuera de él. Y así fue como llegue a Argentina. Creo que a lo que le he tenido mas miedo en mi vida es a “Perder el tiempo”. Tengo muy claro que es la moneda mas cara a pagar a cambio de algo. Mas en una carrera que el pregrado solamente dura 6 o 7 años, luego estas obligado a hacer 1 año mas “Regalado” solo para darte cuenta que “te faltan” 3 a 5 mas para poder especializarte si eso es lo que quieres, y eso sin contar los que pierdes en un lugar como Colombia intentando ser admitido a una especialización.
En Argentina termine mi residencia. Serian 4 años que se extendieron casi a 4 y medio debido a la pandemia del 2020. Pero una vez más, finalizando mi segundo sueño, me inundo la pregunta “Y ahora qué”, así que fui por mi segunda especialidad. 3 años más. Ahora al final de esos 3 años adivinen que pregunta viene a mi mente… Están equivocados, ya no quiero saber que mas sigue, me veo a mi mismo, mas cerca de los 40 años que de los 20, mas gordo que la vez que estuve más gordo en mi vida, más destruido que después de mi segundo semestre de medicina. Pensando, se imaginarán, bueno “Es hora de comenzar a trabajar”, pero a la vez respondiéndome a mi mismo “Llevas trabajando toda la vida”.
Mis sueños me llevaron lejos de mi ciudad natal, luego lejos de país natal. Algunos pensaran que soy “Exitoso”, lo cierto es que ahora estoy confundido, pensando que ya no puedo huir de este planeta.
GUILLERMO ARQUILLOS
Corazón enfermo
Chelo, que tiene dieciséis años, necesita un nuevo corazón. El suyo nunca funcionará bien.
Julia, su madre, ha tenido el mismo sueño cada noche desde que lo supo. Además, no olvidará jamás el accidente en el que murió su marido. «Lo más injusto», piensa, «es que el traficante, ese tal Bruno, que conducía borracho en dirección contraria, no tuvo ni un pequeño rasguño…». Hubo una época en la que deseó su muerte; pero cuando pasó un tiempo, también superó ese sentimiento.
Julia llora con frecuencia por Chelo. Los médicos estiman que, si no encuentran pronto un corazón para el trasplante, es casi imposible que logre sobrevivir más allá de unas cuantas semanas. La chica está luchando contra el reloj.
A las once de la mañana, Julia se pone tensa: han llamado del hospital para decirles que van a recogerlas, que ha aparecido un corazón compatible. El donante acaba de fallecer. Julia grita y llora. Siente alegría y miedo: «¿Qué podría hacer sin mi pequeña si la operación no saliera bien?», se dice. «¿Cómo podría seguir viviendo sin ella?».
Chelo comienza a sudar y sudar: un minuto después tiene empapadas las manos, la frente y el cuerpo entero. Desde que han llamado y están esperando a la ambulancia, los brazos no paran de temblarle; es algo que no puede controlar. La imaginación le da mil vueltas y va pasando de la ilusión al pánico. Se ríe con la cara llena de miedo.
La Organización Nacional de Trasplantes es muy eficaz. En cuanto han extraído los órganos del donante y han estudiado si son compatibles con los posibles receptores, los han distribuido en helicópteros que vuelan hacia los distintos hospitales donde se van a hacer las intervenciones.
En la habitación de Chelo hay un silencio nervioso. El tiempo se ha quedado inmóvil y las mentes de la hija y de la madre no avanzan. A Julia le han tenido que traer un ansiolítico, lo necesitaba. Chelo ya está preparada para la operación. Hay un fuerte olor a hospital. En el momento más inoportuno, Carlos, un conocido de Julia, le pone un WhatsApp:
—Os deseo todo lo mejor —le dice—. En el pueblo no paran de comentar que a Bruno, el chaval de los Céspedes, lo han matado esta mañana de un disparo en la cabeza, cosas de traficantes… Yo he pensado en tu hija, porque me han dicho que la familia ha accedido a donar todos los órganos del muchacho. Ojalá sea compatible con Chelo, quizá tengáis suerte… Un abrazo, Julia, espero que todo vaya bien.
La mirada de Julia se queda inmóvil. No puede creerlo. Por un momento teme que le vaya a estallar la cabeza, el cuello y el pecho… Apenas puede respirar.
—Mamá —dice su hija desde la cama en voz muy baja— ¿estás bien? ¿Son malas noticias?
La madre no sabe qué contestar: la coincidencia en el nombre de Bruno no puede ser una casualidad. Quiere gritar, quiere gritar… Quisiera hacer cualquier cosa, cualquier cosa para que su marido la tomara de las manos en este momento y la acariciase con su voz diciéndole: «Tranquila, Julia, tranquila…».
Solo es capaz de decir:
—Te quiero mucho, hija, no sabes cuánto… Ojalá pase todo de una vez. Es como si ya hubiera vivido este momento. Sé que lo vas a conseguir, Chelo, ¡vamos a lograrlo…!
Chelo sonríe, pero el tiempo no avanza. Se oye el tic-tac del reloj de la pared. Alguien está hablando a lo lejos, en el pasillo. De repente, se empieza a escuchar el sonido de un helicóptero que se aproxima y dos celadores vienen a buscar a la hija.
Julia se queda sola en la habitación; está llorando: un día tuvo un sueño en el que transportaban el cadáver del chaval que chocó contra ellos. Lo llevaban en un helicóptero.
La madre pasa un buen rato temblando. Le hacen compañía el tic-tac del reloj y el latido acelerado de su corazón. En su mente se repite una única palabra: Bruno. Su hija vivirá gracias al hombre que mató a su marido.
ALMUT KREUSCH HOFFMANN
Un temporal de lluvia y viento azotaba la ciudad. Estaba sentada con mi libro al calor de la chimenea, escuchando el chisporroteo de la leña y poco a poco me quedé adormilada.
De repente noté que alguien me tocaba suavemente la mejilla, abrí los ojos y no podía creer lo que estaba viendo. Me levanté de un salto y me froté los ojos. Si, era ella, pequeña y delgada, con su falda negra por debajo de la rodilla y la blusa blanca con el lazo en el cuello que yo conocía tan bien porque era su preferida.
—Abuela, pero que haces aquí? Eres tú, verdad? Pero….estas muerta, y ahora estás aquí. ¿Estoy soñando? Era una muerte falsa y has salido de la tumba? ¡Hace meses que te enterramos! ¿Qué ha pasado? ¿O eres un fantasma? ¡Dime algo!
—Sí, soy yo, nieta de mi alma, dijo con su voz suave de siempre, y he venido a despedirme de ti, porque cuando me fui aún no habías llegado. Sabía que estabas de camino y quería esperarte. Pero tu abuelo decidió que ya era hora de volver a su lado. No me concedió ni un momento más. Dijo que ya era bien de prorrogas. Y la verdad es que yo tampoco me opuse. Estaba tan cansada de pasar estos últimos meses de mi vida postrada en la cama, inútil, sin poder hablar y moverme. Sin esperanzas . Y cuando me tendió la mano la cogí sin vacilar.
—Ay abuela, es como un sueño. Te he echado tanto de menos. Ese día cogí en el primer avión de la mañana para estar a tu lado en los últimos momentos de tu vida, coger tu mano y decirte lo cuanto te quiero, ¡pero era demasiado tarde!
—Sí, mi niña, pero ya no había vuelta atrás.. Vi tus lagrimas y la pena de tu corazón. Abrazaste mi cuerpo sin vida, mojabas mi cara con tus lagrimas. — » Porque no me esperaste, te quiero, abuela, te debo tanto, ¿por qué te fuiste?..»— te oí decir sollozar. Intenté consolarte, pero tu pena era un muro que bloqueó todos los demás sentidos.
—Me has visto? Así que aún no estabas muerta?
—Si claro, estaba muerta, salí de mi cuerpo unida a mi alma. Me detuvo un momento para contemplaros y para despedirme de cada uno de vosotros antes de irme definitivamente con tu abuelo que me esperaba con impaciencia. Ya sabes cómo era.
—Que alegría verte, abuela. Quiero que sepas que durante toda mi vida ha sido como un puerto donde me he sentido segura, protegida y a salvo de las tempestades y lo sigues siendo porque has llenado mi corazón con tanto amor y bondad que aún hoy me siguen dando paz y consuelo en los momentos difíciles.
—Si cariño, el amor que nos unía era único. Tu madre tenía muchas responsabilidades en su trabajo y poco tiempo para ti. Pero yo, ya jubilada y sin obligaciones importantes, te escuchaba, te consolaba cuando estabas triste, y cuando pasabas unos días conmigo llenabas nuestra casa de vida y de alegría. Me contabas tus cosas que eran tan diferentes cuando yo tenía tu edad. A medida que crecías, yo también te hacía muchas confidencias, te hablé de mi soledad tras de la muerte de tu abuelo, sobre mis dificultades para adaptarme a la residencia, del consuelo que encontraba en la música y los libros, y ¿ recuerdas como nos reímos cuando te conté lo que pasó en mi noche de bodas?
— Si, me recuerdo de cada palabra. Y me vas a visitar más veces? Por favor, me encantaría volver a verte.
-Eso no será posible. Tanto en la vida como después de la muerte hay momentos únicos. He venido a despedirme y a decirte que has sido una bendición en mi vida. No volveré, pero si escuchas a tu corazón, me oirás y me sentirás. Y no olvides que soy muy feliz donde estoy.
Me abrazó, me besó y se fue.
Cuando me desperté, sintiendo todavía su abrazo, me percaté del ramo de rosas rojas sobre la mesa. Me resultaba familiar. Mi corazón empezaba a galopar como un caballo desbocado, cogí mi abrigo al vuelo y fui corriendo al cementerio. El ramo de rosas rojas que había depositado el día anterior en la tumba de mi abuela ya no estaba.
ANNERIS GARCÍA
– ¡Goyi! ¡Corre salta! ¿Pero no lo ves? ¡Te vas a mojar los pies mami! – plaf
-Antonio por dios, no ves que no puedo saltar, ¡que me pesa mucho el culo y tengo unas canillas que le zumba!
– ¿Hemos llegado Antonio? ¿tú estás seguro que es aquí? ¿yo no veo a nadie?
-Sí, estoy seguro Goyi, no hables cáscara, yo seguí el rumbo que me dijo fidelito, ahora hay que esperar, ¡ya verás mi santa!
– ¿Fidelito? ¿Tú le hiciste caso al comemierda ese? ¡Por eso estamos aquí! Ese nos ha embarcado ya decía yo que mi primo Pepe me dijo que él tardó 2 días y nosotros llevamos 4 mijito. ¡ya tú vas a ver!
Los dos se sentaron exhaustos en la fina arena de aquella playa desierta, el sol estaba arreciando, hacía un calor del demonio, les caían goterones de sudor por la frente, llevaban cuatro días a la deriva en aquella embarcación improvisada, desde hacía dos días ya no tenían agua ni comida, estaban a punto de desfallecer, pero no podían hacer otra cosa más que esperar, la ley así lo decía.
– ¡Ay Antonio! Como no lleguen los yuma, yo no aguanto más, ¡Antonio que me voy pa’l otro lado! ¡Ay Antonio!
-Aguanta santa que lo más duro ya está, yo no me creo que le hayamos echado tantos cojones para que ahora te me rajes chica, ahora paciencia, ya aparecerán.
– ¡Antonio ya vienen! ¡Ahí están! ¡Ahí vienen los yumas!
Goyi y Antonio se levantaron como un resorte de la arena y empezaron a gritar con las manos en alto: ¡cubanos! ¡Somos cubanos! ¡pedimos asilo, queremos un parole!
“Estas son las imágenes que tenemos del momento de la llegada de Goyi y Antonio a nuestras costas, esta pareja de octogenarios, fueron los últimos cubanos que llegaron a suelo americano huyendo del extinto régimen dictatorial cubano”
Así empezó el programa Anais Rodriguez, la afamada presentadora de “Cubanos por el mundo” programa semanal de la cadena “Miami on”
“Hoy tenemos aquí en plató a esta adorable pareja: ¡Goyi y Antonio! Que nos vienen a contar su experiencia” – Goyi y Antonio entraban con cierta dificultad a plató acompañados de los aplausos de cubanos que asistían cada semana al popular programa de televisión.
-Buenos días pareja, bienvenidos a nuestro humilde hogar, cuéntenme ¿Cómo ha sido vuestra acogida en suelo americano?
– ¡Ay mijita si tú supieras! – empezó hablando Goyi – ¿Quién me iba a decir a mí que a mis años iba a juntarme otra vez con mis hijos e iba a conocer por fín a mis nietos? – decía Goyi con lágrimas en el rostro – ¡Una bendición!
– Sí, una bendición que os ha costado más de 30 años, allí solos en Cuba. Bueno y ¿Ahora con este cambio que ya llegó a Cuba pensáis volver?
– ¿Volver? ¡Pa atrás ni pa coger impulso! – sentenció rotundamente Antonio.
-Pero ahora las cosas han cambiado en la isla, ya no hay dictadura, ya se ha proclamado por fin la independencia, se ha formado un gobierno legítimo, hay prosperidad, ya no hay cubanos saliendo desesperados de la isla, se han recibido ayudas económicas del resto del mundo, según los expertos Cuba está a la vanguardia en países que han despertado del comunismo, se prevé que tendrá un crecimiento económico superior al del resto de países emergentes del resto del mundo. ¿Por qué no queréis regresar, si ya está todo en marcha?
– ¿Porqué? Pues porque en Cuba nunca se sabe, porque tenemos ya más de 80 años, no tenemos fuerza ni tiempo de volver a empezar y aquí está nuestra familia, ya tenemos un Biznieto que ha nacido hace un par de días y le han puesto mi nombre, un Antonio más en….
– ¡Antonio! ¡Antonio despierta! ¡Ay señor, que Antonio se me ha ido! ¡Antonio carajo no me hagas esto, despiértate! – Goyi atusaba a su marido que se había dormido en el sofá del pequeño salón en su casa de Marianao, La Habana
– ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? Goyi, ¡déjame dormir que estaba soñando que llegábamos a la yuma! ¡soñando que ya no había comunismo! Goyi déjame seguir soñando.
– ¡Que no había comunismo dice! ¡Hay mijito sí que estabas soñando!
DANI GALLEGO ALEMÁN
Una vez tuve un sueño. Y otra vez también y , también recuerdo vagamente que otra vez tuve otro. Pero quizá el primero, sano de nacimiento, sembró y corrompió al segundo que con inquina y presto a la venganza azuzó y avaló al tercero, no se, se que tuve un sueño y que otra vez tuve otro y que, no lo se seguro, lo recuerdo poco, tuve otro al parecer, y ése envidió al segundo que aún no había nacido y con ello el tercero quedó apartado. Pero aún así recuerdo que tuve un sueño y que otra vez tuve otro y que , sin miedo, anteriormente afronté otro, sueño digo.
ALEXANDER QUINTERO PRIETO
Una vez tuve un sueño y pesadillas
Sueño, eco sublime de rondas infantiles,
arrullo parenteral de vida,
elixir para la mala racha,
gasolina extra para un mar de relámpagos.
Sueño aun distinguible en las mañanas rígidas,
mañanas lluviosas sin pitos, ni caminantes.
Sendero de camino recorrido,
brújula eterna, que apunta una y otra vez a tu horizonte.
Una vez olvide mi sueño.
Olvide un propósito,
como un sol sin plantas, como un rocío sin hojas…
En cambio, sueños súbitos, apenas distinguibles,
indeseados…,
empezaron a llenar la acuarela de mi vida,
con manchones tétricos, ennegrecidos y angustiantes.
Una vez tuve este sueño:
en el cual era la hermosa mujer que siempre habría querido ser,
curvas voluptuosamente incipientes centelleaban,
faldas de flores, labial carmín, sombras multicolores…,
la hermosa mujer que era, cantaba en un cuarto oscuro,
en el cual apenas entraban los rayos del sol…
Más que cuarto oscuro habitaba una jaula,
Una jaula insonorizada por el dolor del alma,
Por la ausencia de mi amor propio y la inseguridad fatigante.
Y recorría el mundo cargada por un hombre, de su mano.
Un hombre que apenas reconozco,
Y que por más que quiera no recuerdo.
Y me gritan que era yo…
Me lo dice él,
que yo era él y me reprocha por lo que he hecho…
– ahora tu eres la prisionera, el pájaro en la jaula… –
– Tú no eres real, solo eres una facha… –
– yo soy la esencia, la esencia de tu alma… –
Solo cuando hice las pases con el hombre,
Pude desatar mis nudos,
Romper mis cadenas,
Gritar al acantilado sin dejarme caer.
Aquel hombre es parte de mí y le quiero…
Pero ahora soy un rio distinto,
en el que inevitablemente el agua de su recuerdo corre.
Cuando me concentre en el sueño que dirigía mi vida,
Aquella brújula que buscaba mi horizonte,
Aquel combustible para el mar de relámpagos,
Aquel eco sublime de rondas infantiles,
Cuando dejé a mis pesadillas
robarme solo un poco de paciencia
y seguí adelante…
Solo en ese momento
me perdone a mi misma.
MARÍA LORETO ARGANDOÑA
Siempre el mismo sueño, una y otra vez durante las últimas dos semanas. Al poco rato de haberme dormido, o al menos a mí me parece que así es, camino por un bosque, hacia un lago en medio de la noche y la neblina refleja solo una luz de luna que se cuela de vez en cuando recortando las sombras. Hay un puente de madera. A medida que avanzo, veo que alguien viene directo hacia mi. Le grito – Hey!! – pero solo hay un eco y la figura sigue avanzando.-Oiga!!- pero nada.
La niebla no me permite ver muy bien y mientras más rápido me acerco, él apura el paso. Justo cuando estamos casi frente a frente y la niebla se pone menos densa, intento ver de quién se trata, la silueta sin rostro se aleja a la velocidad de la luz y despierto empapado en sudor.
La ansiedad me mata.
Esta noche trataré de descubrirlo
No he podido parar de pensar en quién se encontrará al otro lado del puente, por qué no me habla, porqué no se detiene, porqué no me contesta…
Le pedí a mi hermana esas pastillas que toma para dormir cuando viaja, a ver si puedo prolongar un poco más este sueño que ya parece pesadilla y poder volver a dormir en paz.
Preparé todo, el vaso con agua, las cortinas bien cerradas y me dispuse a tomar la famosa pildorita. Sin pelear mucho contra las distracciones, el perro del vecino, el ruido del tráfico apagándose y un par de vueltas para acomodar la almohada, me dormí.
Primero aparecieron chispazos del bosque, pero se mezclaban con perros de tres cabezas y pasadizos sin salida. La luna, la luna se hacía gigante y no me dejaba ver el bosque…
Ni dormido, mi ansiedad dejaba de comerme el coco, era demasiada la intriga. Estaba en ese trance entre el sueño profundo y a la vez alerta. Si alguien pudiera verme habría visto un niño grande en pijamas, enredado en las sábanas tratando de despertar, pero no podía.
Por qué justo hoy que había decidido enfrentar la incógnita de aquel personaje que no podía reconocer, no venían las imágenes.
-La luna!! La luna!!- con todas mis fuerzas me concentré y de pronto, con una sensación de realidad abismante, aparecí en el bosque, mismo lago, mismo puente, misma neblina, y en el lado opuesto, la misma silueta, mirándome.
– Ya basta!!.- Nada, sin respuesta. Yo gritaba desde el inicio del puente, pero la niebla parecía aumentar.
– Quién eres??? Por qué te has metido en mi sueño? – solo silencio amplificado por la quietud del lago como respuesta.
– Si que eres valiente eh!! – nada , la silueta inmóvil y difusa.
Entonces decidí avanzar, y fue cuando la silueta también. Yo paraba, y el se detenía, pero se acercaba.
– Conque quieres jugar eh? –
Ya no daba más de la curiosidad por saber quién era.
Me puse a correr como un loco, y la silueta también. Venía a toda velocidad hacia mi el descarado. El puentecito de madera crujía y se movía peligrosamente.
No podría decir que era miedo el que sentía, después de todo se trataba de un sueño, pero…
Como todo sueño absurdo, de pronto cerré los ojos y seguí corriendo, pero él no se detenía, íbamos a estrellarnos el uno con el otro, y aunque eso no dolería pues en realidad no estaba sucediendo pero parecía que si, yo quería gritar pero no podía… fui directo hacia él, esperando que se detuviera pero no lo hizo. Silencio, estábamos en la mitad del puente, apenas podía distinguir su silueta.
La niebla se disipó en cámara rápida y ahí sentí que el corazón se salía de mi pecho, Estaba yo parado frente a mi, pero del otro lado. Ahora era yo el que no podía responder, era yo el que no podía moverme si mi otro yo no se movía. Me parecía que yo era ahora una marioneta. Mi otro yo se alejaba por dónde yo había venido y mi cuerpo respondía alejándose también pero en sentido contrario.
Qué poderoso el inconsciente, a qué jodido lugar de mi mente me había llevado a desentrañar no sé qué cosas que yo no quería…quise regresar por dónde vine pero, mientras mi otro yo se alejaba por el puente, yo iba casi volando en sentido contrario mientras la niebla se espesaba y me abrazaba fuertemente.
– Suficiente,suficiente, despierta ahora, AHORA!! me ordené, pero mi voz que venía desde la otra orilla me gritó.
– Para que aprendas. Si tan solo te hubieras tomado una pastilla, pero el frasco casi entero?? En serio pensabas que podrías cruzar el puente y encontrarte contigo mismo así sin consecuencias??!!
Hace más de un año que no sueño, o al menos no puedo recordar. Es como si esta sobredosis me hubiese resteado el cerebro. Si pudiera volver a mi casa, a mi cama, estoy seguro que me ayudaría a recordar, pero ya no hay vuelta atrás.
He intentado escaparme, todas las noches, pero siempre es lo mismo, avanzo por el bosque, hasta el lago, por el puentecito de madera entre la espesa niebla,
Sé que hay alguien del otro lado, porque distingo una silueta que me grita, pero no logro saber quién es, y no sé si será efecto de la medicación, pero mi boca no responde y cuando logro llegar a él, llegan ellos y me agarran y me devuelven al cuarto vacío y me amarran a la cama.
Mañana no sé si podré burlar la vigilancia. Quizás no deba investigar, quizás no estoy preparado aún para saber qué hacer, una vez que logre cruzar el puente y me encuentre frente a frente con la misteriosa silueta que me increpa cada noche para que escape de aquí.
ARITZ SANCHO MAURI
I have a dream
Harto de vivir en una sociedad que nos esclaviza, nos programa desde pequeños y sigue una agenda al pie de la letra desde hace ya más de 111 años, llegue a la conclusión de que tenía que perseguir mi sueño como músico profesional o por lo menos intentarlo al estilo old school.
Ya lo tenía todo de decidido, no tengo estudios musicales, las nociones básicas sobre tonalidades e intervalos y gozo de unas buenas orejas.
Viendo castings de la voz de gente creyéndose la panacea y haciendo el ridículo, a quien no se le va a subir el pavo entre carcajadas y encendérsele de vez en cuando la bombilla led multicolor.
Vuelvo a tropezar en la cuestión temática existencial recurrente. ¿Por qué yo no me lo creo nunca?
Los hay muchísimo mejores, con estudios, vivencias perdidas a sus espaldas por practicar al más puro estilo Whiplash, con maestros super exigentes que te exprimen hasta que sudes la última gota de lo mejor de tu talento, pero puedo garantizar que no lo viven con mi pasión.
Prepare mi maleta y mi amada compañera de viaje, la antigua guitarra desquintada que me ha acompañado en todos mis viajes. Con el tacto de su finísima capa de barniz, puedo excitarme al ejercer fricción y sentir sus diminutos surcos de la veta de su olorosa madera de príncipe.
Me he peleado en reiteradas ocasiones en aviones y transportes públicos por llevarla siempre acuestas como si fuera un diamante de Tifanny, mi amor inseparable, mi Audrey Hepburn particular.
Es la única que escucho atentamente y sin distracciones, que puedo acariciar y maltratar y todavía me aguanta.
Antes de salir de mi hogar; y como en casa en ningún sitio, mandé un Telegram al rey y tire de la cadena, mientras escuchaba el discurso de Charlie Chaplin en la película el gran dictador, mientras me comía mi último plato de judías.
Lo siento, pero yo no quiero ser…
el que nunca persigue sus sueños,
permaneciendo en la crisálida,
más bien un cazador de mariposas.
Puestos a compararse con alguien de la época me quedo con Harold Lloyd, aunque viviera a la sombra del tío de la vara, se mojaba en todos los aspectos y era todo un entusiasta. En lo único que me parezco a él es en el blanco de los ojos, en qué a mí me visita el espíritu de su torpeza de vez en cuando y encima me visita sin tener que practicar. Aunque exista gente que discrepe, a eso se le llama talento natural.
¡Allá vamos!
Tenía ya los billetes de avión, las ganas de pelearme con todo cristo por no perder de vista a mi viejo instrumento y me adentraba en una aventura al más puro estilo Indiana Jones en la búsqueda por encontrar el tesoro, el estilo de vida de mis sueños o por lo menos no arrepentirme de no haberlo intentado. Como todo con respecto a mí no va a ser malo, estoy gozando en el transcurso de una etapa donde se mezclan las tablas, la güija, la juventud, la astucia y saber salir del paso en situaciones embarazosas a base de una improvisación autóctona. Sigo viviéndolo todo tan intensamente como si fuera un bebé, no es algo que hago por dinero, sino por el biberón templadito de la satisfacción propia del gen artístico, del ansia de tener que sacar algo que me come por dentro si no se exterioriza. Y no es tarea fácil.
Viendo el panorama julandrón musical actual y mis conocimientos de marketing, técnicas de persuasión, infatuación, ingeniería social, y los libros de mis lecturas selectivas sobre ciencia aplicada hacia humanos podrían ser utilizadas para mantenerme a flote. No hay que ser ningún lumbreras para dar el pelotazo, que te piten un penalti a favor de piscinazo o llevarse un par de Grammys al bolsillo.
Lo que no termino de comprender es como contemplando a la fauna que me rodea, no creo un poquito más en mi y mis posibilidades, últimamente ando más inseguro que Concha Velasco sin su Tena para las pérdidas. Me he llevado buenos palos con sus cicatrices como la madera bien tallada.
Ya estoy en el avión con mi fiel amiga con corazón de pinocho. Después de tener como aperitivo en Barajas, casi el tener que pelearme con el pangolín de facturación, un obeso policía y una
de las dos azafatas del avión, la más agraciada me hacía ojitos, era super amable y educada y sonreía más de la cuenta; o eso quería creer. Será al ver mi comportamiento con la socia de mi alma con cuerdas que me acompaña y mi fidelidad hacia ella.
El último artículo que leí para llegar al éxito lo sacaron de una bola de cristal. La frase no tiene desperdicio: nunca pierdas de vista la visión. Que le pregunten a Serafín Zubiri, ese fue a Eurovisión y eso es más que visión, es prospectiva y clarividencia; en fin, lo que hay que leer. Estaría mejor una frase como no dejes de escuchar la voz de tu niño interior y si no pues cómprate unos audífonos, eso seguro que no falla; el mío seguro que grita bastante.
Después de un largo trayecto de más de medio día y con lo parlanchín y vivaracho de mi ser; ya que hay muchas veces que debería de coserme la boca, meterme una chancla o ponerme un filtro de café para no decir tanta estupidez, hice; como era de esperar, un par de amistades.
Hay gente con la que conversas horas en un largo trayecto y la terminas recordando para toda vida, incluso algunos se pueden convertir en buenos amigos.
La entrada triunfal al país del destino fue después de ser cacheado con un ímpetu frenético en el control policial por una mujer
tras echarle la pizca de morro, al alegar que era gay; y dentro de lo embarazoso que es que te lleven al cuarto oscuro, me aproveche de la coyuntura para provocar la anécdota y que me soben un poco al más puro estilo streaper con uniforme, con inspección a fondo; “its free”, y yo sin sentir el pudor de pasar por la moda tan suculenta como el merengue italiano de blanquearme el milhojas.
Por fin podía presumir o lamentarme de estar en los states, precisamente en L.A.; y siguiendo con el séptimo arte, era todo confidencial.
Ni el tato sabía dónde estaba, ya que una persona de mi edad, perfil, soltera, sin hijos y con problemas para cuidar de mi mismo y de las relaciones personales, no iban ni a pagar rescate por encontrarme, echar en falta ni tener algún tipo de comunicación digital.
Me dirigía hacia Sunset Sound con la funda como si fuera mi siamesa y ligero de equipaje, ya que iba con sobrepeso de frenesí por conocer aquel lugar emblemático, donde han grabado artistas de vértigo como Van Halen o Whitney Houston, entre otros talentos.
Que hago aquí con mi maldita guitarra, si tengo aquí todo instrumentos de pata negra y mi Lucia aquí es como el chorizo que repite, pero me casé con ella hace mucho tiempo y le jure lealtad.
A la mañana siguiente le dio un buen repaso un conocido luthier de la zona y me puse celoso, la habían tocado más de la cuenta. Desde entonces ya no volvió a ser la misma, me di cuenta de que amaba más esas imperfecciones que la hacían tan especial, caracteristica y única.
En 11 semanas enclaustrado como un monje shaolin, había practicado muchas horas en casa el repertorio, tenía las ideas más claras que nunca para los días de faena que el mejor banderillero de Jezulin.
Me confirmaron hace varios días que iba a venir Jack Rosse, uno de los mejores ingenieros de sonido de la actualidad, pero estaba de gira con ACDC haciendo una sustitución de última hora.
Me acompañaban mis pequeñas nociones sobre grabación, mezcla y pasterización en mi escepticismo pirrónico sobre lo que estaba experimentando, que me iban a hacer saciar la frustrante sed amarga y tanatológica que había acumulado durante varias décadas más perdido que en un desierto sin brújula, rumbo, agua y pinchándome entre cactus a vivir en un presente entre palmeras, en mi puto oasis, con una bebida tan comunista como un moscow mule entre mis labios. ¡Viva Rusia! Caguen la Putin.
Iba a hablarle más claro a la ingeniera de sonido, que no era nada más y nada menos que Alicia Keys, que Fernando Alonso para reglar su coche antes del día de la carrera.
Lo tengo que admitir, se me caía la baba en todos los sentidos; a eso se le llama amor a primera vista personal, en la tele y en redes ya la había visto y sobre todo oído en varias ocasiones. Es alucinante e impone tener la presencia de un ángel delante de ti, los hay tan diferentes, como tú o como yo. Hay mucha gente que emana magia y esos no necesitan chistera y no utilizan ningún truco.
Tenía que lidiar con el primer contratiempo, ya comencé a tragar saliva para aliviar el nudo que tenía en la garganta al encontrarme delante de una eminencia como si de un bombón muy elaborado se tratará. Tan solo con su presencia desprendía tantísima energía y buena vibra que hubo cobertura instantánea, me había roto todos los esquemas y me hallaba tan acojonado como mi habitual tic de temblarme las piernas a la hora de pisar la pedalera para cambiar de sonido debido al pánico escénico que padezco típico de los directos.
Durante 11 días muy diligentes y tan fructíferos donde pude sacar lo mejor de mi y mis funciones eclécticas, pude darme por satisfecho con el resultado final. Algo simple con el toque secreto de mi mejor esencia, que solo yo sé crear, que a veces me perfuma el duende, que a veces se escapa de la caja fuerte y luce como el arcoíris.
Teniendo a la interestelar Alicia en el país de las maravillas, que me facilito tanto la labor, de la que puedo presumir robarle un piquito de agaporni y rezagarme entre sus brazos mientras escuchábamos la mezcla.
Durante toda la grabación y mezcla estuvo siempre a mi lado y residir en esa experiencia inexplicable como pseudomusico, cualquiera no puede decir eso. Entre esta maestría personal y la peli de Woody Allen al estilo de Javier Cámara en el aeropuerto, me puedo dar por haber cumplido mi sueño desde la adolescencia por partida doble. Me llegaron a parar en varias ocasiones por la calle, cosa que para mí es de valor incalculable.
Siempre fantaseé con vivir de la música, o eres muy bueno o tienes que hacer un zurullo bien gordo. Yo soy más veleta, me dejo llevar por donde sopla el viento y el tiempo que le acompaña. De vez en cuando suelo mandar algún que otro telegrama con dedicatoria, que es una tradición que se está perdiendo y yo que soy de Irún y betiko hasta el día que me muera. Me importa bastante nada que me tachen de machista por ello. Más bien es un honor, porque las etiquetas están de moda, sobre todo para el posicionamiento en buscadores, llevarla por fuera o crear antagonismo de género gratuito. Yo respeto todos los colores, creo que debería ser recíproco.
Lamentablemente, al final de este emotivo y millonario aprendizaje, no vendí ni un puto disco, ya que regale casi todos. Me pagaron por uno psíquico, pero ahora no voy a profundizar en ello; esos temas son más de Iker Jiménez y es importante generar algo de misterio.
Tuve menos ventas y tirón de los diferentes resultados sobre estudio de mercado, estadístico, de publicidad, marketing, y todo su copetín, pero la gira ya fue la trilogía de Bruce Willis. La fama para alguien de mi carácter sería totalmente contraproducente, acabaría galopando con un caballo llamado espíritu de estrellado del rock de los 80. Hay experiencias y momentos en la vida que vienen sin la etiqueta del precio; y vuelan y te hacen volar. No compréis en rebajas.
Como dijo nuestro amigo Martín i have a dream y lo pude cumplir.
La foto es parte de mi escritorio.
EMILIANO HEREDIA
MIS, SUS, NUESTROS, SUYOS, TUYOS, TUYO Y MÍO.
A mis hijos Silvia y Samuel.
Amados hijos.
Ésta la primera foto del comienzo de una nueva vida.
Samuel hijo. Éstos libros que ves en la foto, son vuestros cuentos que os leía a tí y a Silvia de pequeñitos, para que tuvierais sueños bonitos.
Hasta que la sombra hizo que los tuviera que esconder.
Y mis libros, que con tanto cariño compré con mi abuelo y vuestro bisabuelo, Fernando, padre de vuestra abuela Esperanza, hasta que la sombra me hizo desterrarlos en cajas frías y obscuras dentro del canapé y en casa de la abuela Esperanza.
Fijate hijo, también están salvados los recuerdos y la vida de Silvia, esa hermana que tanto te quiere y que ha puesto dos fotos de cuando erais pequeños, porque siempre habéis compartido vuestros momentos juntos, conmigo, en las actividades de los Sábados por la tarde, en el parque juntos los tres, tus tardes de balón conmigo, de Play ahora, que me metes unas palizas en el Fifa…., de las tardes de Silvia conmigo viendo la tele….y la sombra, comiendo con gula y durmiendo con desidia.
Hijo, mira bien la foto. Son mis cómics, los Mortadelos, los zipi zape, los Pulgarcito, y tantos y tantos….son míos, pero también vuestros.
Para que volváis a tener sueños bonitos, los vuestros.
Hijo, ésta nueva casa es tu casa, mi casa, la de Silvia, nuestra casa.
Aquí no está ésa sombra que tanto terror nos ha llenado el corazón, sobre todo a Silvia.
Esa sombra ya no no nos insulta ni nos pega a Silvia y a mí.
Estoy preocupado por tí, hijo, tan lejos en distancia pero tan cerca de mi corazón.
Esa sombra es fría y cala hasta los huesos.
Hijo, te quiero mucho, no dejes que esa sombra se apodere de tí.
Es tu vida, y mi vida es para tí y para Silvia.
Silvia, hija, qué grande te has echo y que valiente has sido al enfrentarte a la sombra. Eres ya una gran mujer y Samuel camino de ser un gran hombre.
Los golpes, los insultos, la dictadura.
Somos libres, Samuel, Silvia, yo, hemos ganado una batalla en esta guerra contra la sombra.
Como dijo mi admirado Che Guevara:¡Hasta la victoria siempre!.
Papá os quiere.
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Mis votos de esta semana:
Raquel
Coronado
Pedro A. López
Efraín
Lo siento compañeras y compañeros, esta semana el pescado está vendido, la corte de Victor Eduardo Huarachi Borda se ha movilizado en masa y es una lástima, porque su relato es bueno y podría haber competido en pie de igualdad con el resto.
Totalmente de acuerdo, José Armando… y por lo que he visto en los votos de esta semana vamos por los mismos pasos.
Esta semana le toca el turno a la legión de amigas de Alberto López Megías
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AVISO FESTIVOS: La semana de Navidad solo se harán envíos el lunes 23 y el viernes 27. Descartar
Me gustaron los relatos, pero el que me encantó es el de Eduardo Hurachi Borda
El mejor es de Víctor Eduardo Huarachi Borda!!!!
Emiliano
Me gustó mucho de Eduardo Huarachi Borda
Hola, mi voto es por Victor Eduardo Huarachi Borda
Mi voto para:
Sergio
Gloria Albadalejo
Gaia Orbe
Emiliano
Hola, mi voto es para Victor Eduardo Huarachi, muy buen cuento
Mi voto es para victor Eduardo Huarachi, excelente cuento
Mi voto es para:
– José Armando Barcelona
– Alberto Medina
Mi voto: Gloria Albadalejo
Mi voto aunque me gustan todos:
-Victor Eduardo Huarachi,
-Eduardo Valenzuela,
-Jose Luis Garcia Rodriguez
☺️
Gracias por vuestras aportaciones ❤️
Mi voto es para Victor Eduardo Huarachi Borda
Mi voto es para Guillermo Arquillos
Mi voto
Guillermo Arquillos
Gaia Orbe
Víctor Eduardo Huarachi
Gloria Albadalejo
Mi voto es para:
LORETO ARGANDOÑA
GAIA ORBE
Mis votos de esta semana:
Raquel
Coronado
Pedro A. López
Efraín
Lo siento compañeras y compañeros, esta semana el pescado está vendido, la corte de Victor Eduardo Huarachi Borda se ha movilizado en masa y es una lástima, porque su relato es bueno y podría haber competido en pie de igualdad con el resto.
Totalmente de acuerdo, José Armando… y por lo que he visto en los votos de esta semana vamos por los mismos pasos.
Esta semana le toca el turno a la legión de amigas de Alberto López Megías
Mi voto para Raquel Lopez.
Gloria Albaladejo
Benedicto Palacios
Mi voto está vez es para:
Guillermo Arquilla
María Jesus Garnica
Pedro Antonio López
Alberto Medina.
Bego
Espero haber llegado
Félix Meléndez va
Gracias
Mi voto para Pedro Parrina y Raquel López.
Enhorabuena al resto, cada vez es más complicado votar 😉