Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «eclipse». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 2 de diciembre! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).
POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.
* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.
El eclipse quería ocultar a los ojos del mundo tú decadencia. Más yo una simple mortal sabía de tu desmejoramiento interior.( El alma o puede ser el corazón)
Ya que siendo tu sentir cosa del amor, es el órgano vital el que sufre.
Conozco el sufrimiento qué padeces por un hombre del cual tu vientre fértil, lleva en gestación a una criatura que vive en el golpear amoroso de salir a ver a su padre.
Tu figura se ha vestido con el ensobrecimiento tortuoso al saber que otra mujer casi a la vez que tú quedó embarazada de tu marido.
El ocaso o el fin de tú existencia te viene a la mente. Es una manera de borrar el dolor que sientes. Pero ser madre es un privilegio que le naturaleza nos ha donado y, ese don ningún eclipse podrá, ocultar.
Éranse una vez dos cuerpos celestes que vagaban entre las galácticas luces y sombras de una discoteque y el aparente caos de la gente.
Érase que fue una vez un inexplicable big bang en el que, de repente, las órbitas de sus ojos se alinearon, casual y casuísticamente, atraídos por las inexplicables fuerzas de la naturaleza, quizás humana, o animal, tal vez…, en cualquier caso, inconscientes.
Érase que fue, que formaron una galaxia hasta entonces inexistente, con sus propios planetas y estrellas que giraron sobre sí mismos eternamente, quedando completamente eclipsados en un universo de amor.
Ella buscó un vestido de flores amarillas, ató la cintura en un cordón verde y tiñó sus labios de un precioso color rojo vivo.
Le dijeron que era libre y merecía más, además estaba en su pleno derecho de elegir el atardecer más precioso y brillar juntos.
Ella caminó con confianza bajo los últimos rayos de luz, sintiendo que el mundo era suyo; y nada podía cambiar aquello.
Le dijeron que era natural la unión.
Ella extendió su cuello nacarado mientras acomodaba los brazos sobre el pecho. Los vampiros comenzaron el festejo y pronto se instauró el silencio. La Luna lucía en rojo vivo y en la hierba esmeralda un cuerpo pálido yacía.
Es bien sabido que la divinidad del faraón venía acreditada por la capacidad de predecir los eclipses. El sol se apagaba en pleno día, los lobos retornaban a sus guaridas y los hombres corrían despavoridos a los pies de aquel dios poderoso. ¿Quién podía detener el curso del sol, quién enviarle a la cama antes de la hora?
Eran tiempos de creencias, tiempos de desconocimiento. Solo una clase privilegiada tenía acceso al saber. Pero a mí me gustaban los faraones por lo que contaban las historias y las películas. Menudos personajes que conseguían oscurecer al sol. Y yo los comparaba con los que se ceñían a mis deseos.
Faraón era por tal razón la persona que me regaló la estilográfica que tanto deseaba, la que me llevó a conocer la ciudad que atravesaba un río, la que me explicó que los niños no venían de París ni eran un regalo de Dios, y la que me acostumbró a distinguir entre la verdad y las mentiras. A lo largo de la vida tuve suerte de conocer otros faraones. El profesor de filosofía que me enseñó a reflexionar de manera incisiva y ordenada y el de literatura que logró aficionarme a la lectura y me habituó a ser crítico con los libros que cayeran en mis manos.
Hoy todavía sigo añorando al faraón y creo en los eclipses, aunque solo en el eclipse parcial. Porque nada es ahora blanco o negro, la oscuridad nunca es total.
—Entonces no todo es confuso, no todo está velado.
—Todo no, siempre hay en nuestras vidas un espacio abierto.
—¿El que no cubre la luna cuando se interpone al sol?
—Exacto. Y por eso es el eclipse parcial un trasunto del amor. Dos que se quieren ni se identifican ni se superponen.
—Me encantan los espacios libres, pero ¿no sería deseable y hasta legítimo equipararse al rey sol?
—No sé qué responder porque yo de siempre he preferido la luna.
Y siguiendo su coreografía el día precede a la noche y la noche precede al día.
Y la luz del día me distrae con sus infinitos colores, sus aromas, sus texturas, sus sonidos y sabores, y me invita a moverme fuera en busca de nuevas experiencias sensoriales.
Mi tierra que es mi mente, acompañada siempre de mi Luna que es mi cuerpo avanzan juntas en la órbita de mi vida.
Y en la noche, la oscuridad me oculta el camino fuera y solo me deja la opción de caminar hacia adentro.
Y mi cuerpo aprovecha para girarse hacia si mismo prestando más atención a su regeneración, a su limpieza.
Y mi mente hace lo propio ajenos ambos a la danza cósmica universal que replica su baile con otro tempo.
Y cuando el gran astro de luz de mi universo, que es mi alma, se ve eclipsado por mi mente y por mi cuerpo, la oscuridad, la noche, también ocupa el día en mi sentir.
Mi alma viene a rescatarme, a hacerme consciente de que he perdido el paso, que el baile no es acompasado.
Y provoca la alineación de mis astros, la oscuridad, para que sólo tenga un camino sin distracciones…
hacia adentro.
Y sucede el libre albedrío y puedo escoger entre limpiar mi universo interno soltando lo que ya no es útil, o caer en el abismo profundo de mi agujero negro.
Y de nuevo empieza un ciclo que se repite incansable replicándose fractalmente hasta el padre sol, que intervendrá con sus eclipses si yo no estoy atenta a los míos, con el fín de que nuestro baile sea acompasado a lo largo de toda la música de mi vida.
Y siguieron contemplando el eclipse, los amiguetes, repitiendo brindis.
Dibujaron una atmósfera de humo, luces, y sombras que embriagaron a los astros.
Y recogieron el botellón.
SERGIO SANTIAGO MONREAL
El día marcado en rojo en el calendario de Juan, por fin llegó. Era el eclipse lunar perfecto y el más largo de todo el siglo. Juan cada vez que anochecia se transformaba en gato. Juan estaba enamorado de Gabriela, la cual se transformaba en ratona cuando anochecia. Cada ocaso tenían que despedirse pronto para impedir que Gabriela fuera devorada por Juan al producirse la licantropia.
La culpa fue de Saul, un viejo brujo hechicero que estaba enamorado de Gabriela y realizó éste conjuro al no ser correspondido su amor ni cumplir con la reciprocidad deseada por éste . Al enterarse que Gabriela amaba a Juan decidió realizar el maleficio sobre ambos para que no pudieran disfrutar de su amor ninguna noche.
El eclipse lunar era la oportunidad perfecta para deshacer el hechizo. Un beso prolongado y apasionado impediría la transformación de ambos para siempre. Juan se acercó a su amada y con delicadeza junto sus labios junto a los de ella en una simbiosis perfecta mientras se produjo el eclipse. Juan fue el gato y Gabriela la ratona durante un lapso de tiempo inapreciable por su beso apasionado dando rienda suelta a sus sentimientos y rompiendo así el hechizo para el resto de los tiempos.
Saul al enterarse intentó sin éxito reconjurar el hechizo a sabiendas que ya no podría implementar ninguna maldición sobre los amados. El amor de Juan y Gabriela había ganado la batalla eclipsando sus corazones.
NEUS SINTES
Todos conocemos la historia de cómo la luna se junta con el Sol provocando así una eclipse. Cierta ocasión, cuando este fenómeno volvió a suceder, como tantas otros años. Un milagro se fue formándose en el cielo.
De ese milagro entre la Luna y el Sol, nació una hija.
Cuando la hija de la Luna fue creciendo, la Luna la mandó bajar a la Tierra para que conociera el mundo. Ely, no sabía más que las historias de su madre le había narrado. De ese modo decidió bajar a la tierra. Un lugar desconocido y muy grande en el que sus pies pisaban. De ojos cristalinos y cabellera dorada, emprendió un camino sin rumbo fijo. Muchas noches se refugiaba en los arbustos y se quedaba mirando a su madre, solitaria.
De día observaba a su padre, El Sol. Fiel a su compromiso de Astro y el de alumbrar el día. Muchas ocasiones una punzada de dolor sentía en el pecho al ver que sus padres fueron separados para cumplir la función del Día y de la Noche.
Desde el cielo su madre le hablaba por las noches, susurrándole que tenía que ser valiente y emprender un nuevo camino en la Tierra. Había llegado la hora de conocer la Tierra. Ely había tenido que bajar a la Tierra por orden del Superior.
Avanzó por caminos desconocidos que la llevaron a ver cómo era el mundo. Observaba a aquellas humanos en silencio, meditando sobre su comportamiento y su forma de ser y de actuar. Intentó a lo largo de un tiempo comprender que la Tierra no era un mundo tan perfecto. Las leyendas de su madre eran ciertas por un lado, pero por otro había facetas de ese mundo que no le había contado su madre, tal vez porque las desconocía.
RAKEL VALDEARENAS MATE
Aquelarre.
Es la noche perfecta hoy nos reuniríamos alrededor de la gran piedra, cubierta por una olorosa mata de madreselva, el bosque estaba en completo silencio y las luciernagas bailoteaban a sus anchas con la noche estrellada.
Preparé mi pequeño altar de viaje y recogí algunas hierbas que me faltaban, esta noche la diosa estará contenta con las ofrendas con las que le obsequiaremos y quizás hagamos algún que otro maleficio.
El eclipse lunar de está noche hará que cualquiera pueda danzar y cantar bajo su mágica luz.
Somos un pequeño aquelarre que usa hechizos y brebajes para vengarnos de aquellos qué hicieron daño a nuestros antepasados, cuando el eclipse llegue a su punto álgido una gran maldición caera sobre los lugareños del pueblo. Somos brujas y esta noche sera nuestra, la gran diosa nos ayudará y la noche nos resguardara.
BELÉN AMARILLA
Eclipse lunar
Tras varios lustros de armonía,la hostilidad del mundo terrenal contagió a los astros del firmamento.
El señor Sol siempre altivo y candente sabedor del poder de sus rayos protectores sin los cuales la vida se extinguiría.
La señora Luna ávida de ensombrecer los corazones de niños y mayores porque ella quería ser protagonista día y noche
-¿Desde cuándo sales tú al amanecer sra Luna? preguntó el astro con cierto sarcasmo.
– Y …¿porqué debo ser relegada a la noche si todos duermen y nadie me admira?
– Los enamorados te miran embelesados y se prometen amor eterno ante tu presencia.
-Eso es verdad pero sólo son breves momentos que en su mayoría duran el canto de un duro.
– Y…¿los millones de fotogramas que hacen los humanos de ti? Eres el foco de sus flashes.
– Si, pero… contigo los terrícolas se adormecen ante la presencia de tus poderosos rayos y las plantas crecen al abrigo del calor que emana de tus tentáculos abrasadores ,protestó la Luna con envidia insana, entornando sus ojuelos a la espera de una respuesta contundente.
Casi puedes controlar el mundo…yo ,en cambio sólo soy utilizada como imagen.
¿Cuál es mi verdadero valor?
– Ejerces gran influencia sobre la Tierra y eres la única responsable de la mareas y estaciones.
-Bobadas… sin tí no habría vida.
– Y sin ti las noches serían completamente oscuras y desaparecerían los eclipses.
Y …sin tu existencia se vería afectado el humor y el sueño de los humanos.
…y fue la Tierra la que decidió interponerse entre el Sol y la Luna oscureciendo la luz lunar como merecido castigo a sus ansias desmedidas de poder.
RAQUEL LÓPEZ
Mientras al astro rey brillante
la gente lo veneraba,
la luna sintiéndose sola
con las estrellas lloraba.
Conquistada por los hombres
que hasta ella viajaban,
no había quien consolara
su triste lamento.
No existe amor imposible,
aunque seamos opuestos,
tu serás la luz del dia
yo la oscura noche del silencio.
Y cuando se acerca el eclipse,
la danza de amor comienza,
la luna, viste engalanada
y el ardiente sol, la espera.
En este preludio de amor
empiezan los días de magia,
breves ocasos de pasión
superando las distancias.
Dos almas fusionandose,
de una forma pasajera
sintiendo el calor de sus almas,
para la vida eterna.
BEGO RIVERA
Aquella mañana fue uno de sus mejores días y simultáneamente el peor de su vida.
Faltaban dos días para Navidad, Sara se levantó como todas las mañanas; de golpe, con el corazón brincando y asustada. Llevaba así meses, con ansiedad, no dormía bien, su familia estaba metida en un túnel sin salida. Su marido sin trabajo, despedido sin contemplaciones.Ella enferma hace tiempo, no sabía que tenía, año y medio pasando un Vía Crucis de médico en médico y todos la ignoraban, eso cuando la atendían, ocurría rara vez. Uno de ellos le dijo que era una hipocondríaca y que todo lo que le pasaba era mental. Estaba preocupada por el futuro de sus hijos, Alex de diecisiete años y Olivia de quince, esos pensamientos perturbadores no desaparecían.
La tormenta no arreciaba, llevaba toda la noche diluviando y tronando. A las nueve de la mañana la oscuridad envolvía la ciudad como anunciando un mal presagio, los relámpagos iluminaban por un segundo la gran urbe, como si » algo» superior fotografiase a los pequeños seres que la poblaban, jactándose de su superioridad.
Sara cogió el autobús a las diez, tenía cita con el especialista-¡ Por fin!- a las once. Solo había dos personas más en el autobús, apenas se veían transeúntes por las calles. Había calles inundadas, la fuerza con la que caía el agua espantaba a cualquiera. Estaba asustada, el autobús avanzaba con dificultad. No quería estar ahí, tampoco se atrevía a salir.
Cuando llegó a su destino cruzó corriendo y se metió en la consulta. La atendieron enseguida – algo de suerte- ya que varios pacientes no se habían presentado. El doctor sin darle ni los buenos días le dijo que se sentará y directamente y sin » anestesia» le disparó que después de las pruebas y bla, bla, bla…le quedaban unos tres meses de vida: sin solución, sin tratamiento, sin esperanza. «Señora ha venido tarde, debería haberse preocupado antes» le dijo el médico. Sara se quedó sin palabras.
En shock Sara huyó de allí. Ya en la calle confusa comenzó a andar sin importarle la lluvia: no abrió el paraguas. Caminaba empapada como un alma errante en medio de la soledad, la propia y la ajena. ¿ Cómo le diría a su marido e hijos su actual estado de declive? Andaba lentamente sin querer llegar a casa. Sintió que la humedad se introducía en sus huesos, tenía frío, pero necesitaba afligirse, dolerse, experimentar el estar viva. Un rayo cayó muy cerca iluminando una figura delante de ella, a pocos metros. Tampoco llevaba paraguas. Era un hombre muy mayor, delgado con larga y poblada barba, vestido de negro totalmente y gafas negras de sol, en una de sus manos sostenía una gran vara.
Se quedaron mirando fijamente el uno al otro, no sabría decir después cuanto tiempo. En medio de ese río de aguas bravas, sin hablar, él le hizo comprender quién era.. el barquero…era Caronte. Sara le dió una moneda y el barquero desapareció.
Marchando lentamente por las tinieblas llegó a su casa y entró. Una gran algarabía la sorprendió: risas, gritos de júbilo, música alta…¿Desde cuándo no pasaba eso? No recordaba. ¿Qué estaba pasando?
En el salón; su marido, sus hijos, sus padres, sus suegros, cuñados y sobrinos.
«¡ Sara! ¡Nos ha tocado la lotería de Navidad, los décimos que nos regalaron tus padres!» Gritó su marido feliz y sonriente.
Ella sonrió, cuando ella faltara su familia estaría bien.
Nunca se puede tener todo, hay que pagar un peaje, aunque el precio sea alto.
POZO POZO
Fenómenos
¿Qué es un eclipse, mamá?
-Hijo, un eclipse es algo que sucede en el cielo
-Y¿ qué es lo que sucede?
-Pues… ahora mismo no te lo puedo decir
-Es que me lo han preguntado en el colegio, mamá
-Búscalo en GOOGLE, hijo
-Tengo un virus…
-Si quieres te puedo dejar mi móvil…
-Y tú,¿ no me lo puedes decir?
-No te lo puedo decir, ahora mismo no caigo…
Vamos a ver… creo que es cuando hay un fenómeno que oculta la luz solar.
-Y, entonces¿ qué es lo que pasa?
-Pues que se oscurece todo…
-Espérate, que lo voy a mirar ahora en el móvil…
El eclipse es un fenómeno en el que la luz procedente de un cuerpo celeste es bloqueada por otro cuerpo eclipsante. Existen eclipses del Sol y de la Luna, que ocurren solo cuando el Sol y la Luna se alinean con la Tierra de manera determinada. Esto sucede durante algunas lunas nuevas y lunas llenas.
Dice que: el eclipse es un fenómeno
-Claro, hijo, el eclipse es un fenómeno, todos los días.
-Entonces ¿algo que no pasa todos los días es un fenómeno?
-Pues claro, si no fuese un fenómeno, sería normal y no tendría nada de extraño
-¡Aaah!
– puedo pensar por ese mismo motivo que” mi paga» es un fenómeno
Pues sí, hijo, tú pagas un fenómeno porque oscurece mi economía…
-Si me la dieras más frecuentemente no sería un fenómeno…
-No, hijo, sería una ruina.
-¡¡jaja!!
OLINTO RODRÍGUEZ ATENCIO
El eclipse comenzó según lo previsto por los científicos. En menos de 15 minutos la Luna chocaría con la Tierra y acabaría con el planeta.
KATA MAR
El sol y la luna son dos cuerpos Celestes los cuales se unen de ves en cuando en el año para demostrar cuanto se quieren y se necesitan el uno al otro para vivir, son fuego y hielo dos polos opuestos que extrañamente se atraen mutuamente.
Los demás planetas solo los miran con desdén deseando tambien poder hacerlo con sus respectivas lunas, pero a ellos no se les dio ese don. Cuando sucede eso en la tierra hacen fiesta con fuegos artificiales ; en al vía láctea las estrellas hacen su mejor presentación, brillando a todo esplendor, para darle la bienvenida a alguna de las lunas que desea ocupar el espacio de aquella luna cansada.
La unión de esos dos astros da paso a que la antigua luna se descomponga en diminutos puntitos y le de paso a la nueva luna , esa que espera tan ansiosamente por mucho tiempo para poder aparecer y acompañar a todos los planetas por un rato y despues desaparecer para siempre.
EFRAIN DÍAZ
Llevaba a mi hija a sus prácticas de volleyball. Eran las nueve de la mañana y me detuve en una luz roja. Miré a mi derecha y vi una persona mayor transitando por la acera en una silla de ruedas eléctrica. En la silla llevaba muchos bolsos colgando. Como si dicha silla fuera su hogar y ahí llevara todas sus pertenencias. No pude más que pensar en mi hermano. El segundo de casa. El que me sigue. En la primavera de su vida, a sus veintiún años, tuvo un accidente en una piscina que lo dejó postrado en una silla de ruedas para el resto de sus días. Quedó cuadripléjico, o sea, paralizado del cuello hacia abajo. Ese accidente no sólo eclipsó su vida, sino que también eclipsó su futuro. Por más luz que hubiese, como en un eclipse, su vida estaba a oscuras. Estuvo hospitalizado por un año. En ese año tuvo que aprender a hacer todas las cosas que hacemos la gente normal. Tuvo que aprender a cepillarse los dientes, a afeitarse, a comer y a escribir. Todo esto con ayuda de aparatos, pues no tenía movimiento en sus manos ni en sus dedos. Sus numerosos amigos fueron a visitarlo al hospital. Pero poco a poco las visitas fueron mermando hasta que solo lo visitábamos el núcleo familiar. Papá, mamá y hermanos. Su novia permaneció a su lado por un tiempo. Teniendo en consideración que el accidente fue en su casa, tenía que disimular. Pero al tiempo, al igual que sus «amigos», lo abandonó. Fue muy duro para él darse cuenta que sus «amigos» lo fueron mientras él era de utilidad para ellos. Sin darse cuenta se había rodeado de falsos amigos. Lo de su novia lo acabó de destrozar emocionalmente.
Luego experimentó el discrimen en carne propia. Era muy capaz y terminó la universidad. Tenía un resumé impresionante, pues había trabajado informalmente desde los quince años y formalmente desde los dieciocho. Múltiples compañías de manufactura lo llamaron para darle una entrevista. Se mostraban entusiasmados al ver su resumé. Sin embargo, cuando lo veían en silla de ruedas, le decían que tuvieron que cerrar la plaza por ajustes fiscales, o que la plaza ya no estaba disponible o cualquier otra excusa. No importa su capacidad intelectual o su capacidad de liderazgo, a la gente con impedimento físico se les ve como una carga y no como un activo.
Nunca pudo rehacer su vida sentimental, pues ninguna mujer en sus cinco sentidos, joven, y preparada ataría su vida a las múltiples limitaciones que tiene una persona en silla de ruedas. Poco a poco fue entendiendo y aceptando su situación. Poco a poco comprendió que debía cultivar la relación de familia porque nosotros éramos los únicos que nunca lo íbamos a abandonar sin importar las circunstancias.
Con el tiempo y gracias a un valiente que decidió arriesgarse, consiguió un empleo. Puso a prueba sus conocimientos y capacidades y hoy día es jefe de departamento.
El eclipse comenzó a despejarse, aunque no del todo, pues a veintinueve años de su accidente, no ha podido rehacer su vida sentimental. Los eclipses no duran para siempre, le dije alguna vez. Ya verás como todo comienza a aclararse.
En eso, el vehículo de atrás tocó el claxon. La luz había cambiado a verde. Mi hija y yo dejamos de mirar al anciano en silla de ruedas y continuamos la marcha en silencio. Yo pensando en mi hermano y ella en su tío. No queríamos llegar tarde a sus prácticas de volleyball.
TESS LORENTE ESCRITORA
Estaba radiante. Me sentía preparada y era mi oportunidad.
Me había presentado a la selección de personal de un puesto como ayudante de dirección, de una importante multinacional, con sede en la ciudad.
Me había estado preparando para ese momento toda mi vida. Tras la carrera: dos masters, prácticas en varias empresas, cursos de idiomas y en nuevas tecnologías,…
El día de la entrevista personal, todo había ido como la seda. Había contestado a todas las preguntas del tribunal, con serenidad y firmeza. Me los había metido en el bolsillo por mi impresionante currículo y mi determinación.
Era un puesto que me iba como anillo al dedo.
Empecé a desempeñar mi labor con verdadero ímpetu y dejándome la piel en ello.
En pocas semanas ya era imprescindible en la toma de decisiones de mi equipo y ejecutaba mi labor con eficiencia.
Me sentía realizada y motivada. Por fin estaba desempeñando el papel, para el que tanto me había estado preparando. Era mi momento.
Al poco tiempo, empecé a notar una actitud extraña en mi jefe. De pronto la amabilidad y comprensión, se iba tornando algo incomodas.
Me agradecía el trabajo, acariciándome los hombros. Me piropeaba por las mañanas y comentaba mi vestuario. Todo estaba fuera de lugar y me molestaban sus insinuaciones.
Cada día iba a más. Algún roce disimulado, se acercaba más de la cuenta al hablar, siempre buscaba que nos quedáramos solos en el despacho, lejos de las miradas furtivas de los compañeros,…
Mi marido me pedía que reaccionara, pero tenía miedo de perder la oportunidad, que con tanto tesón había perseguido.
¡No era justo!
No era justo que por su culpa perdiera la oportunidad de mi vida. Que tuviera que renunciar al puesto de trabajo que tanto anhelaba.
Le odiaba.
Una tarde, justo antes de salir, me pidió que fuera al despacho para llevarle el expediente de una empresa. Me ordenó que cerrara la puerta. Estábamos solos. Mis compañeros ya habían empezado a irse y no quedaba nadie en nuestra planta.
El instinto de supervivencia hizo que previera sus intenciones, y para cuando se me abalanzó, como un lobo sobre su presa, mi rodilla se incrustó con toda la fuerza que pude reunir en su entrepierna.
Soltó un alarido tremendo y su cuerpo se contorsionó por el dolor. Momento que aproveché para salir huyendo del despacho, mientras oía sus improperios y amenazas de despido.
Me subí al ascensor y en lugar de bajar para irme a casa, subí dos pisos más arriba y me planté ante la puerta de recursos humanos.
Estaban recogiendo para irse, pero al verme tan alterada me atendieron y pude explicarles lo sucedido. El bochorno se reflejaba en mi rostro y la agitación provocada por la tensión del momento vivido, les daba de primera mano, una idea del disgusto que sentía.
Creí que se desharían de mí para evitar problemas, pero me animaron a denunciar el altercado y poder presentarlo a dirección, para que tomaran medidas.
Fue en ese momento cuando descubrí que no era la primera persona a la que había acosado ese depredador, pero mis predecesoras no se habían atrevido a denunciar por miedo a las represalias.
Fui la última víctima de aquel degenerado. La dirección de la empresa no se dejó eclipsar por sus mentiras y me empoderó a ser ejemplo para el resto de mis compañeros.
Fui testigo de un gran cambio. Un cambio que llegaba tarde, pero que marcaba una gran diferencia.
¡Ya era hora!
CONSUELO PÉREZ GÓMEZ
Un ser de luz es perseguido y bloqueado por otro cuerpo eclipsante. Nada como brillar para ser el foco de lo que a todo trance se quiere eclipsar; nada importan las formas, todo vale para ganar una guerra, una medalla a costa de quién brilla con luz propia y por lo mismo es envidiado.
—¡Hay que matar esa luz!
—¡Pero si es el sol!
El firmamento al completo, en formación, con las armas preparadas para disparar al foco de resplandeciente luz. Las estrellas no están dispuestas a que nadie les haga sombra. El sol se cree el rey de todo el universo. La luna oculta sus nada claras intenciones.
El ser de luz encuentra cobijo en un planeta inexplorado y por tanto desconocido para el resto. Se aposenta con su brillo iluminando lo que hasta entonces había sido el oscuro Earth, y es aquí que, por su ingenuidad, creyendo haber encontrado el lugar idóneo, comienza una larga carrera de obstáculos; ha de vencer a mil y un satélites que intentan opacar su luz usando las armas más mortíferas inventadas: envidia, mentira, declaraciones falsas, tergiversación…
Hasta que la aparición de Helios en su carro tirado por cuatro caballos solares pone en jaque a todo el universo: Flegonte –ardiente-; Aetón –resplandeciente-; Pirois –ígneo-; y Éoo –amanecer-, consiguen con su luz desintegrar a todos estos planetas inhibidores de la luz ajena, y con ello, deja establecido el orden en Earth hasta la próxima batalla, hasta la próxima aparición de portadores de luz.
«Eclípsame con tu inteligencia».
BEA ARTEENCUERO
Noche de sábado, verano, playa, fogata, guitarras.
Nos juntabamos los fines de semana, esa noche habría un eclipse, que mejor lugar para observar, todo el cielo para nosotros.
Esa noche se conocieron Natalia e Iván, la pasaron de maravilla; En el instante en que la tierra se interpuso en el camino de la luna y el sol, la sombra de este cae sobre la luna y se produce el eclipse, se dieron el primer beso, fue una corriente que sintieron arrojandolos a la pasión; La arena fue su lecho..
Pasó el tiempo y vivían un romance tumultos, ardiente, pero el fuego se fue apagando.
Iván observó que Natalia no era la misma, se veían menos, ella parecía que ya no le importaba pasar tiempo juntos. Un día un amigo, le dijo…
– Amigo ¡ ella te engaña!
Al principio no le creyó, pero cada día sentía que se alejaba más; Decidió seguirla y comprobó la verdad, ella besando a otro hombre, la realidad lo golpeó mucho, no comprendía porque seguía a su lado si ya no lo amaba…
– El sábado ¿vamos a la playa a ver el eclipse? La invitó Iván.
Natalia dudo, al fín asintió.
El la amaba con la misma intensidad del primer día, pero se sentía herido.
Llegaron unos minutos antes de la hora del eclipse.
Iván la atrajo hacia su pecho, Natalia no se opuso, ofreció su boca entreabierta, se besaron apasionadamente, con furia.
Iván clavo el cuchillo a la altura del corazón en el instante que la luna y el sol se encontraron…
El la cargo en sus brazos y se interno despacio en el mar hasta desaparecer.
La LUNA se pintó de rojo…
¡Esa noche se vistió de sangre!
CURRO BLANCO
La nube camorrista.
Tenue ¿los rayos?, no, rayitos, que el sol ¿temeroso? intentaba proyectar sobre los cultivos de girasoles que, agazapados pero indemnes, después de la ávida tormenta reavivaban lentamente dejàndose acariciar por la tibieza de su calor que quería y no llegaba; eso si, suficientes esos rayitos para provocar que en el cielo, deslumbrantes, dueños del horizonte, aparecieran contundentes los siete colores. ¿De què? De un arcoíris imponente.
Desde el aprisco, Genaro, ojos sonrientes cejas levantadas, los contemplaba maravillado. ¿La primera vez? Noo, pero como si lo fuera siempre que sucedìa.
Su perro, nevado, que:
– Guau, guau. Bau…
– Si, es precioso Nevado.
Los dos con su rebaño podrían seguir avanzando para alcanzar los pastos verdes y tiernos de la Loma Olla; la tormenta que los retenía guarecidos en el aprisco parecía haber cedido ante la magia de los colores, de los siete, pero sobre todo, creía, que por el amarillo. ¿Y eso? No sè, quizás porque simboliza el sol, yo que sè.
Nevado, apremiante/achuchòn, sin esperar orden de su dueño, se dispuso a dirigir al rebaño fuera del aprisco para retomar el camino hacia los ansiados pastos cuando…, ¿què?, nada que una nube, què digo, nubarrón, eclipsó al debilitado sol exigiéndole, amenazador, que desdibujara su reciente obra pictórica: que no eran momentos para colores sino para grises y oscuros que aún quedaba mucha agua que vaciar y que si no se podía tomar un descanso sin que intentara siempre aprovechar la ocasión para arrebatarle su sitio. Y por si no le había quedado claro hizo estallar un estruendoso trueno y seguidamente sin más preámbulos, la nube, abrió el grifo.
– Guau. Guau, bau…
– Me cago en diez…
ALIKE FERSAN
Amado Max,
Sólo pensar en tu pérdida me arde la piel, rompe el alma, duele y la razón enloquece, así me sucumbe en las sombras, ya no hay luz, reinan las tinieblas.
Manto de eternidad oscura,desaparece la claridad y lo hermoso, los besos se quiebran y el abrazo lleva hambruna.
Muerta queda la fascinación por la vida.
Arrollada la felicidad, el corazón desarraigado, lágrimas que no cesan, aliento que hiela, el tiempo se detiene y yo languidezco ante recuerdos que se desvanecen.
Aquel día que te conocí, quedé eclipsada en tu fuerza por vivir, en la belleza de lo cotidiano a tu lado,.
Que la luz del sol siga en su lugar y rezo que no quiera juntarse con la luna, porque cuando el siguiente eclipse ocurra, será el de tu ausencia, tu partida y en ese mismo instante en el último puñado de tierra, ahí, iré contigo.
EMILIANO HEREDIA JURADO
LA SOMBRA
…..(sintonía de un programa de televisión)…..
Un presentador, con traje elegante, azul marino, camisa blanca y corbata roja, aparece en primer plano del receptor de los televidentes.
-Buenas noches, queridos espectadores, a un nuevo programa de éste espacio semanal para el debate, en el que tratamos alguno de los temas que más interesan a la sociedad. Como saben ustedes, tenemos con nosotros, a un personaje, relacionado con el asunto a debatir que, nos dará un testimonio personal o ficticio y a continuación, nuestro equipo de expertos, formado por siete personas, de diversa índole cultural, social, debatirán sobre el tema que nos atañe y que el personaje invitado haya expuesto.
Por supuesto, ustedes pueden intervenir en dicho debate, en cuanto abramos la línea telefónica que ahora aparece en sus pantallas.
Dicho todo esto, les presento al personaje de ésta semana, catedrático de filosofía y sociología por la universidad Complutense, que nos va a hablar de un tema digamos que, afecta a toda la sociedad. Es un placer presentarles a Don Francisco Real, autor de un libro que está provocando cierta agitación social, cuyo título es «La sombra».
Buenas noches, y bienvenido, esxplíquenos por favor, el contenido de éste libro que tanta conmoción y ampollas ha levantado en ciertos sectores de la sociedad española.
-Sí, hola, buenas noches, a todos los espectadores-en imagen, un hombre maduro, de cincuenta y algo, bien peinado, con canas en las entradas, se dirige a la cámara-. Bien, ante todo, quisiera pedir disculpas de antemano, por las molestias o el daño que pudiera hacer por lo que voy a explicar ahora. Quisiera hablar del maltrato
Tema que abarco ampliamente en mi libro «La sombra». España, siempre se ha tenido por poseer un estereotipo machista, de la mujer en casa con la pata quebrada y el hombre en el bar. Bueno, tal vez, en la época de nuestros abuelos, nuestros padres, estaría hasta aceptado o bien visto socialmente.
Hoy, en pleno siglo veintiuno, la imagen de la mujer, ha cambiado a su favor….y en su contra. Se ha exclusivizado el maltrato de género en el sentido en el que la mujer es la única que la sufre a manos del hombre. Y no es así. Uno de los motivos por el que he escrito éste libro, es para dar luz a los otros maltratados. Éstos, están ocultos,eclipsados por el populista maltrato a la mujer.
Para mí, el maltrato es tan antiguo como los primeros tiempos del hombre, como sapiens, y por supuesto, universal. El maltrato es uno de los actos más execrables que un ser humano le puede hacer a otro, sin distinción de raza, sexo, religión o condición sexual.
En cualquier relación humana, de pareja, o núcleo familiar o grupal, hay algún tipo de maltrato.
Acaso,¿No existe maltrato en el grupo LGTB, hijos a padres y viceversa, compañeros de colegio, de empresa, de superiores a subalternos…etc.,?
El protagonismo del maltrato a la mujer, es tan grande en la sociedad de hoy, que ha condenado a la sombra, a la ignorancia, el maltrato a todas esas personas que también forman parte de la sociedad. ¿Ha visto usted alguna vez, una manifestación de hombres contra el maltrato de la mujer?. No, ¿verdad?.
Es horrible el sufrimiento que un marido, puede causar a su mujer, los golpes se ven, las víctimas por desgracia, están ahí. Es un echo comprobable y demostrable. Ahora bien, ¿cuántos suicidios de hombres se podrían contabilizar como víctimas de género por un maltrato psicológico continuado por parte de su mujer, o del colectivo LGTB por parte de su pareja?. Ése es el maltrato que yo describo en mi libro, en el que incluyo relatos anónimos, de seres que tienen el alma molida a palos.
Ocultos en la sombra, esperando lo peor, al escuchar la puerta de la casa al abrirse. Testimonios de maridos que soportan insultos, humillaciones, para no verse en la calle por la sentencia de un juez sensibilizado e influenciado por la campaña de marketing del maltrato a la mujer.
Si, ya sé que mañana, me crucificarán en los medios, recibiré amenazas, pero todo eso me da lo mismo. Señores telespectadores. Con éste libro, no he pretendido provocar, ni sacar beneficio de un sensacionalismo barato.
Con éste libro, he querido medir el maltrato por igual.
El maltrato es un acto atroz, para todos por igual, y no por ser mujer, es un maltrato peor
Por favor, luchemos toda la sociedad contra el maltrato en general.
-¡Uf!, tremendo testimonio. Muchas gracias, por su testimonio y les recuerdo, amigos espectadores, que a partir de ahora, pueden ustedes intervenir en el debate que viene a continuación.
ELENA GARCÍA
Tus ojos ardían.
Mi piel temblaba.
Mis labios hablaron.
Tu rostro se quedó en blanco.
Eclipse total.
Lo que un «te quiero»
puede provocar.
GABRIELA MOTTA
Aquel eclipse, me eclipso. Aún no entiendo cómo sucedió, pero, su fin coincido con el mío.
Cuando era niña, en casa la violencia era asumida como algo natural. Así habían criado mis abuelos a mis padres, así se trataban ellos y así nos trataban. Yo era la menor de seis hermanos y a diario veía como papá y mamá se insultaba, papá nos enseñaba que no sé pegaba, pegándonos; mamá que no sé gritaba, gritando. El amor en casa era sinónimo de golpes: te pego porque te quiero—decía mi abuela—; si no te pongo límites, ahora que sos chica, vas a salir delincuente —me decía el abuelo. Yo con mis hermanos nos golpeábamos como si fuera un juego.
Cuando me hice mayor y lo conocí pensé que era el amor de mi vida, éramos el uno para el otro. Hasta que de pronto, casi sin percibirlo el príncipe se fue convirtiendo en sapo y juro que no sé cómo no me di cuenta a tiempo. Al inicio nos golpeábamos jugando, era gracioso, él siempre se dejaba pegar. En nuestra primer discusión, él me empujó contra una pared, dejándome tirada en el suelo. Seguidamente, empecé a notar que cada vez que se enojaba golpeaba con más intensidad y tiraba todo lo que tenía a su alcance, era muy impulsivo. Sin embargo, yo seguía aguantando. Hasta que llegó la noche del eclipse, estaba sentada bajo la luna observando ese fenómeno natural, ¡bello! él llegó borracho, como de costumbre, me preguntó qué hacía a esa hora despierta, le dije que miraba el eclipse. Claro que no me creyó. Se puso como loco y comenzó a buscar a mi amante ¿Cuál amante? —le pregunté. Él sin escuchar daba la vuelta por la casa como un desquiciado gritando que saliera. Yo salí tras él, estás borracho, le grité. Se dio la vuelta y me volteó de una cachetada, seguida de muchas patadas, gritos e insultos. Como pude corrí para afuera, él salió tras de mí, corrí con todas mis fuerzas era mi vida la que estaba en riesgo, esto ya no era un juego. Corrí, corrí, corrí… hasta ser alcanzada, él me tomó del cuello y comenzó a oprimirlo, yo traté de gritar, no pude. En un intento desesperado por escapar estiré mi mano y encontré algo pesado, lo tomé y con el poco de fuerza que me quedaba se lo di por la cabeza. Se calló sangrando al suelo, quedando tendido a mi lado, no sé si estaba vivo o muerto ya no importaba. Intenté ponerme de pie, fue inútil, respiré con el poco aliento que me quedaba y observé que el eclipse había terminado.
NICOLÁS MUÑOZ
Eclipsado estoy
Por eso no he vuelto a escribir.
Leo y leo…
Pero no hay más versos,
De a poco surgen…
¡Ahora los siento!
¿Lo ves Madre?
El eclipse,
El eclipse está cesando.
Semanas atrás
Sentí vértigo y llore.
Tanta oscuridad
Que no veo el papel.
Vuelve,
La luz vuelve hacia mí.
Ya puedo violentar
En un acto poético
Mi lenguaje natural.
En un instante,
Mi eterno retorno
Escribiendo…
Des-eclipsandome.
LOLI BELBEL
LAS SOMBRAS
Las sombras de las siluetas que me persiguen por doquier solo se desvanecen cuando miro hacia atrás. Son sombras huecas, huidizas, temerosas de ellas mismas…
Es medianoche.
Va apareciendo una pequeña niebla que eclipsa mis ojos y paraliza un momento mis dedos. Miro como puedo el cielo y veo solo una media luna de un brillo tenue asustado. Y pasan segundos…(No sé cuántos…) Y, de pronto desaparece la luz ya oscura de la luna. ¿Un eclipse? -me digo. Sí, forzosamente un eclipse. Si solo hubiera sido una nube, el brillo aunque tenue de la luna hubiera permanecido. ¡Qué bello cielo con ese halo de plata olvidadiza! ¡Te quiero entera mi luna, mi testigo, mi ternura incandescente!
Ahora reposo mi bolígrafo un instante y puedo ver la luz de nuevo atravesando mi papel y mis palabras que se pelean por encontrar su espacio.
La transparencia del agua del vaso que tengo
a mi derecha me recuerda aquel brillo del recodo del río donde mis pies rozaron tus pies frescos llenos de arrogante juventud.
Una lágrima de infinita intermitencia se desliza hasta mis labios…
Ya no quedan apenas flores en el jardín. Quedan solo unas plantas bien ancladas por el tiempo.
Y continúo mirando ese reloj impertinente que persigue mis horas y mis días -despiadado-. Me dice solamente: «ya». Un haz de luz del fluorescente que ilumina mi mesa absorbe el humo del cigarrillo que se va alejando despacio -de lado y de frente- , como una hoja de otoño, lánguida y castigada por un aire enemigo.
Tengo calor aquí afuera…, y si entro en casa tengo frío. El maldito aire acondicionado no para de funcionar.
Cojo los auriculares y escucharé música hasta que Morfeo me abrace con paciencia y me meza con ternura. Mis sueños son los mismos que los de cualquier mortal. Solo difieren en una cosa: yo soy cómplice de ellos. Otros, los dejan a su suerte.
Ya hablé mucho hoy…, ya escribí mucho también…, y leí menos.
Mañana te llamaré…
Y seguiré escribiendo…, una vez más.
Y espero tener solo mi propia sombra y un mínimo haz de luz sobre el papel sin olvidar mi vaso de agua fresca también sobre la mesa….
Y el conjuro de las lunas con su eclipse de recato.
JAVIER GARCÍA HOYOS
G.P.S.
En medio del bosque, el hijo de Lucas miró el G.P.S. de su móvil, le mostró la pantalla a su padre y este dibujó en su rostro una sonrisa de oreja a oreja:
– ¿Ves, hijo? No es tan grave, se nos ha roto la brújula pero tenemos esto.
– Y menos mal, si no hubiéramos acabado haciendo compañía a los lobos. ¿En serio hacia falta venir aquí para ver el eclipse? No acabo de entender tu afición a ellos. Y menos que te empeñes en arrastrarme a tus manías.
Lucas le miró sorprendido. Aquel era un lugar paradisíaco, y único para observar aquel fenómeno. Sin embargo, su hijo parecía conectar más con aquel aparato que tenía en las manos, que con él. Desde la adolescencia, su hijo parecía alejarse de la misma manera que las estrellas lo hacen de la Tierra, lenta pero inexorablemente. Y su relación parecía tan fiable, como la resistencia de un hilo de coser atada en el aire a una roca de cincuenta kilos.
–Los eclipses son un fenómeno hermoso, mágico. ¿No te fascina ver cómo el día se convierte en noche por unos instantes?
–Sí, sí, claro, maravilloso todo. ¿Volvemos a casa ya?
–Bien, de acuerdo. Aunque deberías darle gracias a los eclipses por poder hacerlo.
Lucas oyó como su hijo soltó una carcajada que rompió el silencio de aquel monte.
–Es mi móvil el que nos lleva a casa.
–En realidad, es una antigua feliz idea la que nos devuelve a nuestro hogar.
El hijo de Lucas arrugó su boca y frunció el ceño.
–¿De qué hablas? ¿Se te ha ido la cabeza?
–Eso debieron pensar algunos de aquella idea, y por eso decidieron comprobarla mirando un eclipse.
–¿Y qué tiene que ver eso con nuestro regreso a casa?
–Todo hijo, todo. Por eso te llamamos como ese hombre que tuvo aquella idea tan feliz. Por eso te llamamos Albert.
Lucas se dió cuenta de que su hijo le miraba con curiosidad. Aquella mirada le resultaba familiar. Era la misma que él tenía al mirar aquellos fenómenos mágicos.
LOLY MORENO BARNES
Tema de la semana
Ella era todo para él.
Él era todo para ella.
Se conocían desde niños, en aquel jardín de los sentimientos, donde se prueban los primeros dulces de la vida.
Él, como en la historia del principito, prometió cuidar su rosa.
Ella juró amarlo por siempre, mientras existiera una luna que iluminara sus frágiles pétalos.
Pero un día se interpuso entre ellos una ola de fuego incandescente, cálida y brillante.
Era bella, pero efímera, con el poder de trastocar los deseos.
Él extendió sus manos para alcanzarla, olvidando por un instante su verdadero amor.
La extraña infiel, eclipsó todo lo bueno y desapareció tan deprisa como había llegado.
Atrás quedaron las cenizas de las llamas en sus manos y la rosa marchita.
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Javier, no sé porqué tienes tan pocos likes. Precioso relato y muy bien escrito. Felicidades.
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