Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos el tema «Críticas». Este ha sido el relato ganador:
Bang, Bang
El bang bang silenció a todos los asistentes. Ninguno daba crédito, no pestañeaban, por unos segundos su mente vivió en blanco. Los objetos caían al suelo poco a poco, según iban volviendo en si: bolígrafos, grabadoras, camaras…
Desde aquel día mis pesadillas y mi ideología se volvieron rojas y mi silencio se volvió en mi seguro de vida. Jamás he vuelto a hacer alegaciones ni a participar en rondas de preguntas después de un discurso.ROBERTO MORENO CALVO
Me molesta preguntar, ¿ qué hago yo aquí ? Y mirar la mota de polvo que soy para el infinito Universo…
Me molestan mis soledades, las que me tienen distraída, absorta en el absurdo.
Me molesta contemplar medio mundo hambriento, inseguro, en guerra, sin voz ni voto y el otro medio mundo ( voy a exagerar un poco…), pasando sus horas cazando Pokemons, ignorando todo lo demás.
Me molesta ver a los niños llorar, por bullying, por baja autoestima, por ser monedas de cambio en los divorcios, por no dejarlos libremente Ser y manipular cada movimiento, por ser incomprendidos por maestros que no valoran su sobre esfuerzo, aquellos que viven con dixlesia, tdha, asperger, discalculia, disgrafia, retaso madurativo o altas capacidades… me da igual el montón de infinitas etiquetas, para un mundo obsoleto que no es capaz de adaptarse, a las nuevas generaciones.
Me molesta no encontrar el equilibrio para vivir, en paz y armonía.
Me molesta el silencio en las emociones…¡ grita, baila, ríe, llora, vibra, estás viv@ !
Me molesta, quién se molesta, sin mirarse, previamente su propio ombligo.
Me molesta estar molesta, pero a veces, obtienes una enseñanza, huir de la quietud, del estancamiento, de los sofás de confort…para sentir que estamos algo vivos, antes de estar demasiado muertos, para estar, absurdamente, molestos.
MÓNICA MÉNDEZ PAZ
Me molesta la gente tibia. La cerebral, la que hace polvo y ceniza de la espontaneidad y domestica la ilusión. La falta de pasión, las pasiones de imitación, las personas que dejan el alma ordenada y plegada en el armario para no mojarla cuando beben agua. Las que no saben comer con las manos. Me molesta el ego de los artistas, de los intelectuales y el mordisco miserable de quienes creen ser y no. La gente que se ducha entre orgasmo y orgasmo. La que da para recibir porque sin entradas, desaparece. La envuelta en banderas de diversas causas para ser visible en la cola del supermercado. Las personas deshonestas, las estafadoras que roban palabras y venden frases. Me crispa la gente moralista y su moralina, la charlatana, la predicadora de luz negra, la maestra del éxito y la felicidad cobrada por adelantado. Me soliviantan las personas quejicas, lloronas, tristes, los discos rayados de enfermedades comunes. Las pesadas, las que se ofenden cuando no interesan. Me molesta muchísima gente, a veces, incluso yo misma.
Me molesta la gente que no muestra su verdadero «yo». Es lo que llamamos la gente falsa. Aunque en realidad ese «yo» que muestran si es su «yo». Porque son eso que veo, sumado a lo que no veo.
Vale, empiezo de nuevo.
Me molesta la gente que finge que me soporta pero en realidad su mirada y toda su expresion corporal, dice que no. Lo que quiere decir que yo tambien lo sé pero ambos fingimos que no es asi…
Ok…ok… cambio el sentido.
Me gusta la gente que me hace sentir viva. Que me trae luz. Que me ilusiona. Que me hace llorar de la risa. Que me hace complice de su vida. Me gusta la gente que confia en mi y me valora tanto como yo. Me gusta la gente a la q «veo venir». Y la q me parece sincera.
Todo lo demas, no me gusta nada. Y no deseo que pasen ni de puntillas. Me parece una perdida de tiempo infinita.
CRISTINA M P
REDUCTO DE CRÍTICAS NO EMPEZADAS
No tengo ni idea de por dónde empezar. Ni siquiera sé si lo que escribiré es una crítica. Criticar no existe en mi vocabulario. No es lo mío. Pero seguro que con un poco de suerte consigo criticar algo. Soy paciente, y obstinada, demasiado quizás.
Y quizás la crítica o críticas no me afectan personalmente en absoluto, pero todo es posible si uno se esfuerza un poquito. Mis vecinas me odian, se molestan cuando riego mis cactus, que suele ser una vez al mes. Cuando me acuerdo, la verdad. Lógico que no me queden más que dos pequeños bolas de pinchos, y un aloe vera marrón que creo está a punto de palmarla. ¿Ésto es una crítica? No lo creo. Tendré que esforzarme un poquito más.
Pues sí, mira, voy a criticar. Ya me toca, joder. Y así descargo adrenalina.
La verdad es que a veces odiamos a quienes más nos quieren. El ejemplo más fácil, a nosotros mismos.
Estamos tan empecinados en tener cosas materiales que olvidamos cualquier otro reducto de posibilidades. Ésto ocasiona odios, venganzas, críticas……, lo que diríamos vulgarmente meter mierda. Y sobretodo en nuestras propias vidas. Total, ¿para qué? ¿Para sobresalir en una sociedad en la que nadie se merece sobresalir? ¿ para ostentar de coche nuevo?, o ¿ de casa?. ¿Qué importa éso cuando la gente muere de hambre y no hacemos nada por solucionarlo? ¿cuando se le pide más austeridad al que ya lo es más que suficiente? ¿ más apretarse el cinturón a quien más se lo aprieta ya de diario?
Y también critico a los «famosos» que se creen grandes estrellas cuando ni siquiera llegan a poligoneras/os de medio pelo, y barriobajeros con chupa de cuero que repiten un estribillo 15 veces y creen ser lo más del verano, y se ponen una gorra de lado para ser más de lo más. ¿Se van a comer el mundo? ¡Y una mierda!!!
El mundo ya nos tiene acostumbrados a merendársenos a menudo.
NURIA BERGEN
Critico a quienes critican. A quienes condenan a los demás sin ser capaces de mirarse a sí mismos, a quienes imponen un código de conducta que son incapaces de cumplir, a los políticamente correctos que condenan la felicidad por la que no se atreven a luchar, a quienes destruyen sueños ajenos por ser incapaces de perseguir los propios.
Me quejo de quienes sólo saben quejarse sin aportar nada para que la vida sea un poco mejor, personajes grises que sólo aportan mediocridad, incapaces de ofrecer siquiera un gesto amable de forma desinteresada, tan centrados en su ombligo que no valoran nada de lo que la vida les ofrece.
El pensamiento único me aburre, la gente que repite machaconamente lemas prefabricados por grupos interesados en aniquilar el pensamiento crítico. Me rebelo al “porque sí” o “porque siempre ha sido así”. Quiero en mi vida gente capaz de cuestionar y cuestionarse, porque sólo desde el pensamiento crítico se puede cambiar la realidad.
ESTHER DE LA CRUZ
El planeta entero esta contaminado, lleno de mandatarios corruptos a los que solo les interesa ser más y más ricos a costa de lo que sea, deshumanizando la humanidad, extinguido la vida en cualquiera de sus formas…
Y que hacemos las personas que no estamos de acuerdo?
Lo comentamos en Facebook.
Era viernes, y a pesar de la ola de calor, de la nube envolvente de aire caliente que aparecía por doquier y ese sol de justicia, estaba contenta.
Venía de recoger un paquete con detallitos que habían enviado mis padres de su reciente viaje a Italia. Ya sabía que iba a encontrar unos pendientes de cristal de Murano, una camiseta de Venecia y un imán para la nevera, pero del resto de cosas que contenía, no tenía ni idea, y llevaba el paquete entre las manos porque quería abrirlo para curiosear nada más llegar al coche.
Los pies me pesaban por el calor y no me daba la sensación de haber aparcado tan lejos. Para entretenerme, voy mirando las calles salientes, negocios y portales que voy encontrando a mi paso.
De repente, en un portal, un cachorro sentado me observa: tiene las orejitas levantadas, fruto de la curiosidad al verme. Los colores negro y canela se mezclan entre su corto pelaje, jugando a ponerle cejas, calcetines, y un morro muy gracioso. Tiene unas patas grandes y torpes, aunque está sentado, a medias sobre su culo, a medias sobre su panza, se va desestabilizando porque no puede parar de mover el rabito a cada cosa que él intuye que le digo a través del cristal del portal.
De repente observo que el semblante del perro cambia: se sienta perfectamente sobre sus patas, su rabito cesa de forma automática y su cuerpo se encorva en forma de «c», dejando caer hacia delante la cabeza poco a poco, sus orejas desaparecen y cierra los ojos. A la vez que esto ocurre, una sombra rápida baja por la escalera del portal, que se encuentra a la derecha. La sombra va directa al perro, pero al advertir mi presencia, se frena en seco: «¿te está molestando?, ¿vas a entrar?».
Mi sonrisa se borra y solo acierto a decir que no.
Voy calle abajo hacia el coche. Retuerzo el paquete entre las manos de rabia. Ya no me pica la curiosidad. Ya solo tengo ganas de volver y partirle la cara a la sombra. Quiero cogerle de los pelos y reventar el cristal con su cabeza, que su sangre caiga lentamente por el cristal del portal, moteando el suelo. Quiero darle una patada en los huevos y empujarlo contra las escaleras. Dejarlo ahí tirado.
El coche está ardiendo, me falta el aire. Me siento frente al volante, dejo el paquete arrugado en el asiento del copiloto y rompo a llorar. Lloro de impotencia, de rabia, de injusticia. Lloro de pena y hastío. Lloro…
No porque alguien esté pegando a un cachorro de tres meses, es solo un bebé…
Si no porque pienso en cuántas veces al día se estará repitiendo esta misma imagen en otro rincones de este puto país maltratador.
No me consuela saber que lo he evitado una vez, no no me consuela. Le pega, no lo he visto pero lo sé, y lo va a seguir haciendo. Y yo no puedo hacer nada, al menos no ahora.
La injusticia de este tipo de acto despierta en mí una rabia incontenida, y el hecho de que casi siempre quede impune, una impotencia que me parte en dos.
El 40% de españoles tiene perro. Señores, no es obligatorio ni los regalan con la coca cola. Si no los quieres, no los tengas.
Ojalá todo el mundo los viera como lo que son: amigos nobles, fieles y leales hasta la muerte. Dime dónde vas a encontrar un amor así.
Como mínimo, deseo que la gente no se olvide que al otro extremo de la correa, va un ser vivo.
Qué menos.
MARÍA JT
CRÍTICAS INFUNDADAS
Sé que debo llamar a mi editor, a pesar de lo de ayer. Ha pasado un maldito mes desde que le dejé el pendrive con las doscientas hojas de mi segunda novela. Dice que le estoy dando mucho trabajo. ¿No será por los cubatas que se suele meter? Debe haberla releído y corregido varias veces, pero anoche sus amigos cincuentones fueron más importantes.
Cojo el móvil y marco su número. Suena la llamada dos, tres, cinco veces, hasta que salta el contestador. ¿Estará enfadado conmigo? En un minuto vuelvo a insistir. Estoy cansado a las doce de la mañana y me siento, sin tocar el respaldo de la silla. El jodido aire acondicionado ha muerto tras los extraños ruidos de varios días, dejando la casa a treinta grados. Lógicamente, estoy casi en pelotas.
Miro el móvil y empieza a iluminarse. Afortunadamente, está ahí mi editor. Faltaría más. Me pongo de pie porque no sé hablar sentado. En la cocina encontraré otro café. «Hola Rodríguez», le saludo. Odia que le llamen Facundo, y así mantiene cierto prestigio. Aunque ahora que lo pienso, hay muchos Rodríguez, ¿no?
-Vete a la mierda, cabrón -me saluda.
-No quisiera molestarte, pero ayer no hablaste nada de mi libro.
-¿De tu puto libro?
Pensé en el adjetivo. Si lo afirmaba, empezaba mal, y si lo desmentía, podría hacerle enfadar, y es lo último que quiero.
-Hace un mes que lo tienes.
-He tirado tu puto libro a la basura, como haré contigo.
Vaya, parece rencoroso. Articula y chilla magníficamente los insultos, a pesar de la resaca que debe tener.
-Entonces, ¿lo has leído, verdad?
-¿Cómo voy a leer esa mierda? ¡El título no vale para nada! ¿A quién se le ocurre titular un libro con una frase estúpida? Joder, es que ni me sale… El inicio es aburridísimo. ¡A quién va a enganchar, coño! El personaje principal te lo comes muchacho. ¡No has metido más que mierda tuya sobre él! ¿Acción? ¿Expectativas? ¿Planteamiento? ¡Y una boñiga pequeñita como final!, tan previsible y canijo como tú. Chaval, dedícate a otra cosa. No vuelvas a llamarme en la vida, ¡cabrón!
Pues sí, está enfadado. Se corta la llamada. Creo que se le pasará en un par de días. ¡Pero sí que ha leído el libro! Por otra parte, ¿qué culpa tengo yo de lo sucedido ayer?
Era la segunda vez que visitaba su casa, a la afueras de una urbanización de Villaviciosa de Odón. Su chalet tiene un enorme salón y creo que hasta cuatro plantas. Llegué con media hora de retraso. Dejé el coche al ralentí para advertirle de mi presencia y llevarlo a la sombra del garaje, pero me dijo que estaba lleno, que aparcara afuera. Lo dejé junto a la puerta peatonal y ésta se abrió al instante, accionada desde el interior. Me indicó que la cerrara bien y que salía a recibirme en unos segundos. Entré y cerré, y sentí en seguida los malditos ladridos de un perraco más grande que yo, enseñándome sus profundos y amarillos colmillos. Estaba a cinco metros de mí, atado, pero creía ver que la estrecha cadena que lo retenía hacia mi cuello se podía partir en un momento, así que acojonado, me fui corriendo hacia la casa, escuchando los ladridos aún más feroces.
Me presentó a unos amigos suyos de universidad, dijo, algo pasados observé y más arrugados que un higo. Saludé de nuevo a su potente mujer siliconada, con metro ochenta de altura y cincuenta y tantos espectaculares años. Me pregunté, nada más impregnarme de su perfume, si volvería a poner la mano sobre mi muslo, como la última vez. Nos juntamos los cinco y comimos, fumaron, bebimos y no hablaron de mi libro. Los tiempos setenteros me ahogaron y empecé a beber más de la cuenta, aunque menos que ellos.
En un momento dado, después de un par de botellas de whisky vacías, Teresa, la potente mujer de Rodríguez, se levantó para coger más hielos. La vi caminar hacia la cocina, moviéndose sensualmente, no sé si por la borrachera o por sus finos tacones. El caso es que la falda de cola de pescado parecía balancearse y querer salirse de su cintura -una ex me
instruyó sobre faldas. Fui hacia ella y nos encontramos en la cocina. De espaldas, me pareció una maravillosa diosa, así que tenté subir al cielo. Le toqué las nalgas algo blanditas y se dio la vuelta al momento. Al ver mi cara, me estampó una tremenda bofetada que abrían escuchado los demás si no fuera por las beodas carcajadas. El oído me empezó a zumbar al instante. Pero para mi sorpresa, ella se descojonó un tanto y, a continuación, me metió la lengua en la boca. Fueron segundos extraños, porque sentí como nunca una lengua larga y dura.
Teresa se acercó al salón, y dijo a los demás y como pudo, arrastrando las palabras, que iba a coger algo de marihuana. Yo me quedé pasmado en la cocina, con la cara bien caliente de la hostia y la boca seguramente llena de carmín. Se asomó por la puerta y se rio de mí, pero me cogió de la mano y me llevó escaleras arriba. La tuve que retener varias veces, porque se iba hacia abajo. O quizá lo hacía para que mis manos la detuvieran desde el culo hasta los muslos. Llegamos a la puerta del dormitorio. Se quitó las bragas, bueno, el tanga rojo, antes de sentarse en el borde de la cama. Se lio un tanto para hacerlo pasar por los tacones de aguja. Lo consiguió partiéndose de risa y se tumbó sobre el amplio colchón, abriéndose de piernas. De alguna forma, me quité el pantalón y sentí que lo demás ya estaba preparado.
Quizá pasaron tres, cuatro o siete minutos, no sé, pero la puerta se abrió y vi la cara de Rodríguez con los ojos bien chispados. ¿Quién le manda subir? Teresa se echó hacia atrás y se llevó la manos a la cara, aunque me pareció que se reía. Dijo algo así como que había cambiado la yerba de sitio. Así que se dirigió como pudo al cajón de turno y sacó una caja de puros. Me miró por un instante. Me había puesto el pantalón y estaba apretándome el cinturón. Balbuceó que ya tenía la maría y que se iba para abajo. Dejó la puerta abierta. Teresa carcajeaba sin parar y empezaron a salir lágrimas de sus ojos. Se me ocurrió decirle que me abriera afuera, pero se descojonó aún más.
¡Maldita marihuana!, no la soporto.
CARLOS TABOADA
Una de las mejores cosas que se nos da a los españoles es criticar. Nuestra naturaleza misma ya nos induce a criticar a los demás. Tanto si hacemos una cosa, cómo otra.
Si votamos, o no votamos, si dormimos la siesta o no, si envidiamos el nuevo coche del vecino o no, y tantos etc…..qué tendríamos aquí ‘La Historia Interminable’ en 50 tomos.
Me recuerda a los partidos políticos, porque no saben hacer otra cosa, siempre se atacan y contraatacan así, o los abogados de la acusación y de la defensa en cualquier juicio, o los simples debates televisivos………
TODO se ha convertido en crítica, no hay una argumentación para lo que sea que alguien quiera decir. Desde que tengo uso de razón, nunca he visto plasmar contenidos de los proyectos políticos a ningún nivel. Y escuchar un mítin electoral ya, ni soñarlo. Ver que la gente sea tan estúpida como para llenar un pabellón y alzar un banderín, es de pena. Lo encuentro tanto o más deprimente que acudir a una corrida de toros en Las Ventas y levantar un pañuelo blanco tras la muerte de un toro.
La mayor crítica que hago a éste respecto, es que nadie está interesado en hacer nada por nada, y mucho menos, por nadie. Únicamente interesa el poder. Poder para ser inmune a lo que pueda venir después. Tener cubiertas las espaldas para los restos. Y seguir así todo lo que se pueda y más.
Acabo de leer un artículo sobre los productos químicos contaminantes que reciben nuestros alimentos de cada día, que por mucho que lavemos, nunca serán sanos, y también hacía referencia a la resistencia de nuestro cuerpo a las diferentes bacterias que convierten nuestro cuerpo en un cuerpo enfermo, que no tolera ya producto químico, ni siquiera oliéndolo. Éste, es el precio que tiene que pagar nuestra vida, nuestro cuerpo, para sobrevivir en la sociedad. Una sociedad insulsa como los tomates del supermercado, con mucho color pero nada de sabor. Una sociedad injusta contra el que más trabaja y menos cobra, etc…., junto con el que critica hasta al que está enfermo y no le está permitido ni sonreír cuando algo le ha hecho gracia.
La realidad es que no nos soportamos entre nosotros mismos. Ésto nos amarga la vida, y hace que intentemos también, amargar la de los demás.
LA XICUELA DE CORRIOL BENLLOCH
Es curioso, siempre nos preocupamos por cosas pequeñas.
Cosas que tienen fácil solución, cosas eventuales.
Nos desvivimos por esos problemas, pensando que eso es lo esencial en nuestra vida, que no habrá nada más allá si no resolvemos ese problema… Cada uno se preocupa de lo que tiene, pensareis.
Y no lo niego. Yo me preocupo por mi situación. Por mi realidad y mi día a día.
Y por eso, estoy segura de que todos nosotros ignoramos los problemas que nos rodean y no los pertenecen. Esos que conocemos y que no intentamos resolver.
Siempre pensamos que lo nuestro es lo peor y lo más difícil, y no nos damos cuenta de que vivimos en la Tierra.
Ese planeta en el todos vivimos con todos, donde hay países, ciudades, pueblos y calles donde las cosas pueden ir peor.
¿Es que no lo vemos todos los días?
Las guerras, la sangre y las muertes.
La poca humanidad y el poco respeto hacia las personas.
La destrucción, no solo de nosotros mismos, sino del mundo.
Del lugar donde nacemos y vivimos.
¿No vemos que lo estamos destrozando?
Donde se supone que tendría que haber amor y armonía, hay dolor, pena, tristeza y oscuridad.
Y realmente, me duele que haya más adjetivos negativos que describan el mundo que positivos.
Me duele que estemos informados las 24 horas, los 365 días del año sobre esto y que no hagamos nada.
Me duele pasar por la calle y ver a gente que lo ha perdido todo y que nadie le ayude a ganarlo de nuevo.
Me duele pensar que esas personas que aparecen en los telediarios, tendidos en el suelo, sin vida, se levantasen aquel día y no supiesen que sería el último que tendrían.
Me da rabia que todo lo que el ser humano ha conseguido, se esté olvidando y todo lobque se ha evolucionado, desaparezca.
Me da rabia que volvamos hacia atrás, que todos los principios de una moral sean ignorados.
No estamos aquí para esto, no estamos para infundir el poco respeto y la guerra, estamos aquí para hacer del mundo el mejor lugar para vivir.
¿Es tan difícil amarse?
¿Es tan difícil respetarse?
¿Tanto nos cuesta aceptar y amar, dejar las diferencias a un lado?
Todos somos diferentes y eso tendría que ser motivo suficiente para que no haya enfrentamientos, porque todos pensamos diferente, y porque pensar diferente, da ideas que harían que este mundo fuese genial.
Todos necesitamos un poco de todos.
Y puede que esto no nos importe porque hemos pasado lo suficiente en nuestras vidas como para que nos deje de importar.
Puede que seamos egoístas, que nos guste mirar a los lados en vez de al frente.
Pero, yo ya estoy cansada.
Estoy cansada de que el mundo se preocupe por cosas tan diminutas y fáciles de resolver cuando hay alguien peor que nosotros.
Estoy cansada de que el mundo se considere un guerrero cuando no conoce el campo de batalla ni sabe luchar.
Yo quiero cambiar el mundo, y nonlo conseguiré porque siempre reinará el caos.
Pero quiero que entre todo ese caos, haya una mínima parte de paz.
Y aunque no pueda ayudar a cada persona del mundo, intentaré ayudar a quién tengo a mi lado.
Y dejaré de preocuparme por cosas de fácil solución, y compartiré esa alegría a los demás para que ellos la transmitan igual.
Seguiré teniendo fe, pensando que un día todo puede cambiar e intentaré que una pequeñisima parte del mundo, sea un lugar mejor.
ROCÍO ROMERO GARCÍA
Creo que no me equivoco si hablo en nombre de todas o casi todas las personas con discapacidad y sus familiares más allegados si grito que odiamos ser el centro de atención.
Odiamos no poder salir a dar un paseo, comprar, disfrutar de un restaurante o un paseo. Repelemos las situaciones en las que sufrimos la pesada carga de las miradas compasivas ya sean las típicas de soslayo como las miradas descaradas que al cruzarse con tu persona ocultan su saludo en bolsillo su saludo. ¡Vaya educación!
Las personas deben concienciarse de que nuestra vida, la de su familia, y la de ellos no es una pena y no pueden estar constantemente recordándonos que es eso lo que le hacemos sentir.
Para todos quiero dejar claro que realmente es una lástima aquello que les llevó a ser personas con diversidad funcional, ese momento en el que se les arrebató la posibilidad de tener todas sus capacidades en las condiciones óptimas para desarrollarlas pero para la mayoría de nosotros eso ya pasó y poco a poco lo hemos ido aceptando (no sin mucho esfuerzo y lágrimas), aprendiendo a vivir con ello y a disfrutar de la vida como es, con sus cosas buenas y sus cosas malas, como lo haría cualquier persona. Porque somos personas, como todos, cuyos hándicaps son más evidentes a los ojos del mundo pero sólo eso, todos tenemos muestra “cruz”.
Todos intentamos desarrollar al máximo las capacidades de esas personas tan especiales que tenemos a nuestro cargo y sus logros son también nuestros logros; conseguimos valorar todo aquello que va adquiriendo y olvidamos por completo lo que está estipulado por norma que debe hacer a determinada edad porque eso no es lo importante, lo más valioso es que no se rinda y que siga avanzando y siendo feliz. Lo más importante es que a pesar de todas las bofetadas que les da la vida, caída tras caída vuelven a resurgir de sus cenizas como el Ave Fénix.
Entonces ¿por qué tenéis que mostrar lástima hacia ellos? ¿No os dais cuenta de que sólo podéis hacer daño con esa actitud?¿que nos recordáis con cada mirada todas las limitaciones mientras nosotros luchamos por ver las potencialidades y ellos por vencer las barreras?. Intentad empatizar un poco y poneros en nuestra situación, en su situación. ¿Cómo os gustaría que se comportara todo el mundo? ¿Así? Os aseguro que no os parecería la mejor manera de ayudar. ¿Os gustaría que a vuestros hijos les recordaran constantemente sus limitaciones?¿que les miren con lástima al pasar porque no saben coger bien el lápiz, comer solo, leer, etc, etc, etc? Todos somos diferentes, todos tenemos dificultades y todos luchamos por superarlas. ¿Por qué os esforzáis en hacer las nuestras tan evidentes?
Yo tengo claro que puedo vivir perfectamente con la pesada carga de las miradas, esas miradas que te aplastan al pasar, pero cada día me pregunto si, cuando él sea consciente de estas cosas (o aquellas personas que lo son), le afectará negativamente. No es fácil avanzar cuando te machacan a diario con miradas que sólo te escupen a la cara las limitaciones que tienes.
Realmente me da coraje que no seáis capaces de ver que somos felices, con nuestros problemas como todo el mundo, pero felices, muy felices. Y es una pena que vosotros, los que mostráis lástima como si quisierais ayudar, seáis precisamente los que enturbiáis nuestra felicidad y dificultáis nuestro camino.
Por favor, cambiad de actitud.
VANESSA SUÁREZ GÓMEZ
Odio a las personas que no están repletas de dudas. Amo a aquellas a las que cada interrogante les parece una nueva aventura.
También amo a l@s que tienen la mirada llena de cicatrices y han desmedido el acceso a la locura, sin miedo a cruzar ese límite que divide los activos y los pasivos. También a aquellos marginales que defienden sus ideales por encima de la monotonía sin importarles estar en el margen para así poder contemplarlo todo desde allí y no entrar a las líneas o a las cuadrículas y si lo hacen, es para desdibujarlas.
Odio soberanamente a los que cometen ostracismo voluntario por miedo a lo que las lenguas puedan escupir.
Repelo a aquellos que necesitan tantos filtros que al final no se sabe si son personas o siluetas. A los que tienen miedo a opinar por si les vetan del sistema. A los que necesitan seguir la moda (en todos los sentidos y significados de la palabra) porque no tienen criterio propio o por buscar una aceptación caduca. A los críticos de teatro o de cine o de arte que critican destructivamente porque sus vidas se han des-construido, abandonando su cuerpo y sus neuronas al desamparo del fracaso. A los que roban en nombre del Estado creyéndose intocables.
Asesinaría lingüísticamente a los que llevan gomina en las alas y cemento en los pies, haciendo funestas celebraciones a los corazones libres.
Vomito encima de los que utilizan la ideología para asesinar o las frases lapidarias para creerse por encima de los que viven de forma diferente.
Me declaro un anarkista emocional non grato I eso significa vivir como me sale de la polla, y no me hace falta pisotear a los demás para llegar a lo que dicen que es la meta, porque no creo que haya meta eterna.
Tacho de cobardes a los que se limpian los pies antes de entrar a tu vida, eliminando cualquier Mancha humana de su currículum zapatero.
Odio, escupo en la cara y los ojos a los que dictan cómo vivir cuando no saben ni qué es la vida, sino que se entretienen con un esbozo cutre de ella.
A los que matan, a los que usan la violencia física como arma para acrecentar su jodida autoestima, a los que matan en nombre de un Dios, cuando en realidad matan en nombre de sus complejos o traumas, a los que violan a mujeres en fiestas o a la vuelta del trabajo, a los que rompen la boca a homosexuales, además de 5 costillas, a los que insultan a los que se atreven a vestir o a vivir diferente, a los que dejan morir a miles de personas en el charco, a los que critican los divorcios el aborto o la libertad individual, a los que tienen miedo a salir a la calle porque el sofá no les permite pensar más allá que de su ombligo en decadencia.
Odio a los que no dejan vivir,
Amo a los que viven
Porque de ellos será el reino del placer, la libertad y lo eterno.
Y por encima de todo, odio a todos los que sólo saben odiar.
Y amo a todos los que son conscientes de su odio y lo hacen arte.
CARLOS COSTA ÁVILA
Soy el señor x. una sombra, un número, no soy nadie, soy anónimo.
Estoy sentado frente al espejo de mi armario, y me pregunto; ¿Quién soy realmente?
Por fuera soy una persona normal, corriente, por dentro, un terreno desolado.
Desde que tengo memoria, siempre me ha acompañado el miedo, un miedo que se ha adherido a mi alma, y no he sabido nunca como quitármelo de encima.
Recuerdos de noches de mi infancia amenizadas por la banda sonora de gritos y de golpes, insultos, ruido de cosas que se tiran, de mi cabeza debajo de la almohada y el cuerpo encogido por el miedo de que te toque. Vapores etílicos contaminando la atmosfera de mi habitación infantil, palabras masculladas tropezándose con las piedras del alcohol. Y la gente por la calle, se daban la vuelta mirando hacia atrás, mirándome, murmurando entre dientes, es el hijo de… pobre.
Y yo bebí, para olvidar el miedo al odio, y el miedo a la enfermedad que me tenía atrapado.
Y la gente me miraba, y me criticaba, me evitaba, y quedaba sentado solo en cualquier sitio, con la noción de mi existencia ausente, borrosa con olor a vómito, era el borracho gracioso.
En el instituto, iba creciendo pidiendo auxilio con palabras mudas, intercalando poesía en las clases que no me interesaban nada. Y seguía solo , acompañado.
Conocí con el tiempo, a quien yo creí que iba a enseñarme a ser feliz, y era la puerta del infierno lo que no vi.
Peleas de novios, que yo tome por eso, y no desprecios, reconciliaciones que nunca fueron las ultimas. Y huí de mi casa, me casé, y me destruí más. Los insultos, quemaban las horas, y no entendía nada. No quería escuchar las críticas hacia la persona con la que me casé, y fui perdiendo familia y amigos, y me quede solo, como siempre.
Vino el primer hijo, y la primera vez que la policía, vino a mi casa. Un terror indescriptible me atenazó, sin haber hecho nada, era el culpable, era el hombre, si mi mujer había gritado, era yo, si mi mujer había insultado, era yó.
Las dos veces siguientes que vino la policía, fueron dos flechas que me hirieron de muerte, y me dejaron mudo y sumiso. Los ruidos de cristales rotos, seguían, no se quedaron en casa de mis padres, cuando me casé, fueron aumentando y se unieron con la humillación, la agresión física, y cada vez tenía más miedo, y más soledad. Vino la enfermedad cruel, y me vi con el paso de los años, imposibilitado, abandonado por ella, que no me iba a cuidar. Otro hijo y nada se arreglaba. Una profesional en la que confié, para ayudarnos, se convirtió en su cómplice, y cada vez estaba más indefenso.
No se las veces que me ha echado de casa. Y he pasado frio, y miedo, mucho miedo, por la noche, sin dormir, entrando de madrugada como un ladrón en mi propia casa, para que ella no se despertase, y me volviera a gritar, a insultar, a agredir.
Los amigos me criticaban que estaba ausente, que no la hacía caso, y yo rumiaba mi tristeza por dentro, y reía, sin querer reír.
Mi refugio eran las letras escritas clandestinamente, para escapar del infierno. Me convertí en una hormiga chiquitita, chiquitita, no le importaba a nadie, pasaba desapercibido, y no tenía a nadie en el camino. No podía ir a la policía, era el hombre, y se reirían de mí, como mis amigos.
Me convertí a medida que pasaban los años, y los niños crecían, en un muro de contención para parar su furia, y el lago de mi tristeza comenzaba a dar señales de desbordamiento, después de tantos años de sufrimiento callado.
Y estallé. Mis amigos me miraban inquisitoriamente, y me criticaban por mi actitud despectiva hacia ella, y no me callé más, las manos de la rabia ahogaron el miedo: ¡no soy yo!, ¡es ella!.
ANÓNIMO
Bufff. Me arden las entrañas.
180 millones de euros en gastos para unas vergonzosas elecciones,
+ más lo qué llevarán gastado desde ese dia hasta hoy y lo que queda hasta mayo y otros 180 millones de euros qué costará volver a montar el teatrillo de falsedades.
Me ahogo solo de pensar qué de un país en crisis no salgan partidas de dinero para necesidades básicas de los españoles cómo lo es un techo debajo del cual cobijar a tus seres queridos, las personitas qué mueren de frio de hambre o se quitan la vida por pura desesperación e impotencia.
Gastar un dineral semejante en esta comedia que ni tan siquiera se cumplen ni se dedican después de ser elegidos a defender lo qué tanto prometieron mientras gastaban el pan de tantos españoles.
Crisis de pacotilla! Crisis estudiada para sacar buena tajada de ella gobierno , estado, bancos y ricos acosta de empobrecer lo qué ellos llaman clase media y matar de necesidad y hambre a los de clase baja como ellos nos catalogan.
No me jodan! Perdón por la expresión.
Camada de inútiles y manos rotas que está claro si cada euro qué gastan lo sufrieran en sus riñones ya se lo pensarían ya!.
Qué reciclemos, qué cerremos el grifo mientras se cepillan los dientes » de cada diez españoles uno, porque los otros nueve bien segura estoy que ni para pasta de dientes tienen.
Etc etc…
Qué reciclen ellos los 180 millones que ya se gastaron mal gastados una vez,
Ufff. Qué no me callaría. Bendita vergüenza.
LUISI MONTANA
Mi voto es para Vanessa Suárez
Mi voto esta semana es para Jezabel Montenegro
Mi voto para Roberto
Mi voto es para la Xicuela, y ahora voy a dar mi opinión aunque a nadie le importe. Jajajaja. Quien no quiera que no siga leyendo. Me ha parecido que había textos muy buenos pero también me ha dado la sensación de que algunos trataban el tema de la crítica de una forma tan general y yendo de una cosa a otra que me daba la sensación de que enumeraba incontables críticas por no tener argumentos suficientes para defender nada en concreto. Ha habido varios entre los que he dudado como Esther muy concisa y radical, Jezabel que en cuanto lo leí no pude reprimir el deseo de hacer un comentario elogiándole y Carlos también, pero el de la Xicuela me ha parecido que enviaba un mensaje claro, de una forma concisa y que además es tan, tan real, que por eso la he elegido. En cualquier caso, en general ha estado difícil, la verdad.
María JT, me encanta
Me gusta el de jezabel
Mi voto es para Vanessa. Por el sentimiento que ha conseguido sacarme.
Querría explicarme, porque también me han gustado mucho Jezabel y Carlos Costa, pero también creo que no se han centrado en criticar nada concreto en sus relatos. Esther y Tomás me han encantado. Relato corto, conciso y clavao. Pero también le faltaba un poquito de …sólo sé, quizás ese sentimiento del que he hablado.
¡¡Vaya trabajos!! Ante todo, felicitar a todos.
Gracias
Mi voto está dividido en dos. La mitad va para Vanesa y la otra mitad para La Xicuela.
Mi voto es para Esther.
Mi voto es para Jezabel,
por un texto lleno de tantas imágenes como verdades.
Me gustan varios: Roberto, Mónica, Cristina… Pero me quedo con el de Vanessa porque tiene un mensaje muy potente.
Medio para Carlos, medio para Roberto. Por hacer con un tema Literatura.
Mi voto para el Anonimo
Mis votos son para María JT y para Anónimo. Para éste último también expresar mi sorpresa y gratitud por atreverse a denunciar y hacer visible, un tema complicado y tabú: el maltrato en el ámbito doméstico hacia el hombre. Existe, es real, aunque no lo veamos (o no lo queramos ver…). Valiente!!!
Estoy muy de acuerdo contigo con que el maltrato en el ámbito doméstico hacia el hombre existe y es real. Y Anónimo ha hecho muy bien en expresarlo. Ya va siendo hora, al igual que también tienen los mismos derechos respecto a sus hijos. No sólo obligaciones.
Gracias por despertarme en este sentido.
Mi voto para roberto,un tema muy de actualidad
Me gusta el de María TJ
mi voto para Roberto
Mi voto para jezabel
Voto por Roberto pero me gustan mucho también el de Jezabel, el de Carlos Taboada, y de otra manera el de María JT y el de Vanessa.