Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «diferentes interpretaciones». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 3 de octubre!
* Por favor, solo votos reales. No hay premio, solo reconocimiento real.
** El voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos. Si alguien vota a 3 relatos, se contabilizará 1/4 de punto a cada uno. Si vota a 5, el voto será nulo.
*** Los textos son originales (responsabilidad de cada autor) y no han pasado procesos de corrección.
SERGIO SANTIAGO MONREAL
Todo había cambiado, o a lo mejor el que había cambiado era yo. Tras más de veinte años volví a aquel lugar en el que un día fui feliz en el pasado, ahora era inhóspito, la gente era diferente.
La seguridad de antaño brillaba por su ausencia, las miradas turbadas de aquellos nuevos moradores de esas tierras me indicaban que no era bien recibido y no creo que las estuviese interpretando mal; unos instantes de silencio me transportaron a sentir un miedo atroz, mi corazón iba a galope mientras aquella criatura me destripaba con los ojos, me hubiese encantado leer su mente para saber exactamente qué es lo que pensaba acerca de mí o mejor aún, qué quería hacerme.
Sin mediar palabra comencé a correr todo lo rápido que me era posible, para mi sorpresa mi raudez era equiparable a la de un atleta en unas olimpiadas, me sentí orgulloso de mí mismo, hasta que me dí cuenta que pese a mi inaudita rapidez aquel ser me seguía el ritmo casi sin despeinarse. Su aspecto era de una gran masa corporal, pero algo indicaba que no era humano, tenía los ojos con un brillo impropio y con el reflejo del sol parecían dos láseres apunto de incinerar todo lo que se le antojase.
Tropecé con una piedra que no vi en el camino, huir del asfalto y la protección que me daba la urbe fue un error, campo a través le fue más fácil dar conmigo. El golpe me había dejado aturdido y perdí el conocimiento.
Desperté en el tema semanal de la semana que viene…
MARI CRUZ ESTEVAN APARICIO
Vivía con él y me acostumbré a sus diferentes interpretaciones. No había por donde cogerle, solo dejarle que todo lo que viese y oyese lo interpretará a su manera.
El sujeto del cual os hablo,le podías ver tan feliz y al instante pasaba a un negro humor que mejor olvidarlo…
Llegué a ver nuestra casa como un gran teatro, mi compañero de arrendamiento,era el artista.
Ejemplo, los dos ala vez escuchamos en la tele una noticia. Al segundo mi acompañante de lo que acababa de oír, te contaba una historia, tan distinta, a lo que se había dicho…
Por tanto, mi sentido de la realidad comenzaba a dudar…
Un día eche a bajo el telón de las escenas que en casa se proyectaba me nege aver interpretaciones de aquel sujeto con falta de razonamiento.
ANTONICUS EFE
Diferentes puntos de vista.
Mis días están contados.
Por las tardes muero.
Las noches son de prestado.
Al amanecer se ha vuelto a disipar el sueño.
Unas nubes mojan mis enojos
con gotitas de frío resplandor
que se escurren de mis mejillas
buscando un pincel que les de color.
¿Qué claroscuro me dará sombra en la vejez?
¿Qué reflejo dorado resaltará mi palidez?
Tengo diferentes puntos de vista
dependiendo de cual sea la situación,
no soy un australopithecus encerrado en su cueva
al que le dan miedo los rayos del sol.
Quiero una mortaja de reyes,
una corona tallada con hojas de laurel,
y unos fríos labios en mi frente
dibujando corazones con miel.
Quiero un árbitro en mi tablero
que se mofe de cualquier jugador,
un bufón sin ganas de reír
y convertirme en El Loco del tarot:
el que se lanza al vacío,
el que el pasado abandonó,
la flecha que lanza Cupido,
el pecado transformado en salvación.
Quiero ser mi verdadero yo
y que los beatos ardan en su cielo
anhelando la redención.
Quiero ir a la deriva
acompañado por la sensatez,
y provocar el caos en medio de una orgía.
¡Cuánto miedo dan las estrecheces morales!
DAVID MERLÁN CASTRO
DIFERENTES INTERPRETACIONES
La niña no podía dormir. Estaba inquieta. Con las manos sujetando la sabana hasta el cuello, llamó a su padre entre gritos y sollozos.
En cuestión de segundos su padre entró sobresaltado y dejó entreabierta la puerta para que la luz del pasillo iluminara la habitación de Laura.
—¿Qué te pasa, cariño? ¿No puedes dormir?—le preguntó acariciándole el pelo para tranquilizarla.
—No papi. Es que oigo ruidos en el armario. Creo que hay alguien ahí—. al tiempo que señalaba el armario desde la cama.
—Te prometo que no hay nadie ahí dentro, cariño. Ni fantasmas ni nada.—añadió el padre dirigiéndose a las puertas del vestidor.
En el preciso instante en que el padre se disponía a abrir las puertas, Laura se bajó de la cama y se quedó quieta junto a ella observando a su padre.
—Mira, ves como…
El padre, desencajado por lo que tenía delante, interrumpió la frase al ver a su hija aterrorizada, agachada y sentada entre la ropa.
Al verle, se levantó y se agarró a su cuello mientras que, con los ojos cerrados le decía:
—Papi. Hay alguien en mi cama. Tengo miedo.
«Laura» esbozó una sonrisa diabólica y dejó caer su cabeza haca la izquierda ladeando la mirada que como un puñal, se clavó en la nuca mientras «su» padre, aterrorizado, permanecía inmóvil sin atreverse a girar la cabeza.
La temperatura de la habitación bajó de repente mientras se cerraba la puerta de un portazo.
En el exterior de la casa, envuelta en la oscuridad de la noche, unos alaridos de pavor se dejaron oír alto y claro.
ARMANDO BARCELONA
DRY MARTINI
«Son gemelos monocigóticos aquellos que se originan a partir de un único óvulo y un único espermatozoide y, por tanto, comparten la misma carga genética».
Era cierta la historia que corría por el orfanato de San Judas Tadeo: Santiago tenía un hermano gemelo, que al poco de nacer fue dado en adopción a una familia adinerada.
Aunque lo había intentado, nunca tuvo forma de conocer la verdad; los frailes eran herméticos, no admitían elucubraciones al respecto, y el muchacho creció con la zozobra de saber si la leyenda tenía algún fundamento. Sin embargo, ya no quedaba margen para la duda, estaba allí, ante él, treinta años después; lo podía tocar, de carne y hueso y seguían siendo un calco, idénticos el uno del otro.
El azar había propiciado el reencuentro de los hermanos, cuando Borja fue nombrado consejero ejecutivo de la energética en la que Santiago ocupaba un cargo de alta dirección, al que había llegado con esfuerzo, sacrificio y dejando atrás un par de matrimonios rotos por falta de atención. Con todo, descubrir la existencia del otro fue un acontecimiento de primer orden, una sacudida emocional para ambos.
Borja conocía su condición de adoptado, sus padres nunca se lo ocultaron, sin embargo, jamás le dijeron que había dejado un hermano gemelo en San Judas Tadeo. Ellos solo querían un hijo, como quien adopta una mascota, y para el caso servía cualquiera de aquellos dos angelotes rubios. Por otra parte, el chico jamás se hizo preguntas al respecto; crecía despreocupado, en medio del lujo y los caprichos que le proporcionaba la riqueza familiar: colegios caros, universidades privadas, prestigiosos másteres internacionales, todo lo que el dinero podía comprar, porque él nunca mostró interés alguno en labrarse un futuro, que de antemano sabía garantizado.
Lo de Santiago era otra historia. Estudió bajo la tutela de los frailes hasta cumplir la mayoría de edad; después tuvo que trabajar, ganarse la vida y robarle horas al sueño para cumplir la exigencia que le imponían unas becas universitarias, sin las cuales no habría podido tan siquiera plantearse aspirar a un título de nivel superior. Apenas tuvo infancia y pasó de puntillas por la adolescencia. Más tarde vino el primer empleo serio, las agotadoras jornadas laborales intentando hacerse un hueco en el organigrama y la primera novia, que más tarde sería su esposa. La promoción profesional trajo una mayor dedicación al trabajo, el deterioro de su vida familiar y también el primer divorcio. Silvia, su segunda aventura sentimental, apenas duró tres años. Después, Santiago entendió que su única familia era la empresa y ya no volvió a intentarlo más.
La incorporación de Borja al consejo de administración trajo un cambio en la política de relaciones laborales, «imprescindible para la optimización de recursos, que derivaría en un aumento significativo de la productividad». Era un discurso que nunca le fallaba y repetía en cada uno de los altos cargos de representación que, pese a su demostrada incompetencia, el fulgor del apellido, la influencia política y una inmensa fortuna familiar, ponían a su servicio. La consecuencia inmediata para la masa social de la empresa fue un drástico ajuste de plantilla, del que no se libró Santiago, que de la noche a la mañana vio derrumbarse el castillo de naipes, que hasta entonces había cobijado su existencia.
Cuando Borja se enteró de que su recién encontrado hermano gemelo se hallaba en el lote de los «daños colaterales», se impuso la obligación de acudir en su ayuda.
—No puedo tener contigo un trato de favor, entiéndelo —la compunción que reflejaba su rostro le daba credibilidad al discurso—, mi posición está muy expuesta al escrutinio público, un gravoso peaje social que debo pagar. La vida es dura, Santiago, y en esta jungla estar arriba o abajo marca la diferencia. Sin embargo, hermano, no voy a dejar que te enfrentes solo a tu mísero destino, quiero ayudarte y, desde hoy mismo, las puertas de mi casa están abiertas para ti.
Sonia está de acuerdo, lo hemos hablado, y no hay espacio para la discusión. En cuanto estés listo te instalas con nosotros, como si fueras de la familia. Además, necesito a mi lado alguien eficiente, preparado y discreto, que aligere la tremenda carga de obligaciones que pesa sobre mí. Serás nuestro secretario personal, hermano. Un chollo, Santiago, un chollo.
Tocaba reinventarse. El sufrimiento anterior, el esfuerzo por adquirir conocimientos, los fracasos sentimentales, todo había sido en vano, ahora el guion lo escribían las excentricidades de su hermano, los caprichos de su cuñada y un sentimiento creciente de rebeldía ante la injusticia, que se le enquistaba en las tripas.
Sonia y Borja se lo habían dejado claro desde el primer momento, estar arriba o abajo marcaba la diferencia y a él, Santiago, el calco físico perfecto de su hermano gemelo, un hombre forjado a golpes de mazo, a quien la vida nunca le había hecho regalo alguno, en la rifa del destino le tocó la peor parte.
Cerró los ojos, dejando que la brisa le aventase la mala conciencia, mientras preparaba para Borja, que en el agua se dejaba mecer por el suave oleaje del Mediterráneo, su dry martini de mediodía, con el ritual de un acto sagrado: coctelera fría; hielo pilé; una raya de Noli Prat seco; cinco de Black Death Gin; remover (jamás debe agitarse) y filtrar a la copa frappé; tres aceitunas tipo manzanilla en una brocheta para completar la obra maestra y listo.
—¿Por qué has retirado la escala, Santiago? —pegado al casco de la embarcación, Borja braceaba buscando la forma de subir a cubierta.
—«Es lo que tiene la Sorrento 750 Open Cruise, una barca muy marinera, con un francobordo demasiado alto como para alcanzarlo desde el agua sin ayuda» —pensó Santiago mientras hacía ronronear, de nuevo, los motores, a la vez que daba un sorbo al exquisito brebaje que acababa de preparar.
Movió hacia delante la palanca de control y la barca, con un sensual balanceo de caderas, comenzó a alejarse, ajena a los gritos desesperados de un Borja naufrago, que lentamente, a medida que iba aumentando la distancia, se hacía más y más pequeño, insignificante, accesorio, un simple daño colateral, «imprescindible para la optimización de recursos, que derivaría en un aumento significativo de la productividad». El rugido de las hélices acalló una última punzada de culpabilidad y la inmensidad del mar puso sordina al remordimiento.
—La insustancial de mi cuñada no va a notar el desajuste —le habló, Santiago, a la copa vacía antes de tirarla al mar por la borda—, y tengo el pálpito de que adaptarse y hacer la vista gorda, es una de sus especialidades. Al final tenías razón, Borja, hermano: estar arriba o abajo, solo eso marca la diferencia.
SOLEDAD ROSA
Creo que solo he pasado una vez por delante de tu puerta. Ni siquiera sé qué me llevó a hacerlo. Pero la presión en el pecho fue más que suficiente para no acercarme más. No sé cómo seguí caminando ese día. He evitado esa calle como quien huye de un abismo, sabiendo que, si llego a mirarte, aunque sea de reojo, me confirmarás eso que aún no puedo aceptar: que ya no estás.
Y no es por miedo, o al menos no creo que lo sea. Es más bien el peso de los recuerdos, la vida que tanto me daba cuando te veía allí, en tu sillón marrón de piel oscuro y rasgado, en esa casa que ahora otras personas llenan con sus palabras.
Sin embargo, ese día que mis pies decidieron pasar por allí, yo sólo escuchaba silencio.
Ese silencio que me pesa en el pecho, recordándome tu ausencia. Por eso prefiero rodearte. Paso por la esquina de arriba, y si puedo, lo hago a paso ligero. Y es que siento que si me detengo, aunque solo sea un segundo, ese vacío que dejaste se abalanzará sobre mí.
Y, sinceramente, no sé si podré soportarlo.
Porque una cosa es tu casa casa, y otra la vida que tú llenabas. Con tus miradas, tus pocas palabras, tus besos que siempre pedías. Y que ahora me faltan tanto.
Sinceramente, sé que lo que más me duele no es la casa en sí. Es lo que ya nunca podré volver a encontrar allí.
PEDRO ANTONIO LÓPEZ CRUZ
LA DIFERENCIA
Cierto día, una mujer desapareció. Fue el primer episodio.
Nadie habría notado nada, de no ser por los perros que a esas horas poblaban la calle y lo observaron todo en riguroso directo. Pero ya se sabe que el testimonio de los animales, supuestos seres irracionales, carece de valor. A la especie canina le importaba bien poco lo que pudiese estar sucediendo aquella mañana, por lo que siguieron ladrando, apareándose y orinando troncos de árbol.
Todo ocurrió mientras Lucrecia preparaba el café. La menor de las dos hermanas mantenía sujeta la cafetera bajo el grifo a la espera de que el depósito alcanzara el nivel correcto mientras presenciaba tras la ventana el ir y venir de la vida en el barrio. Pronto intuyó que algo no iba bien, justo al notar las primeras vibraciones en el suelo seguidas de un leve parpadeo apenas imperceptible. Pero, aun así, no le dio mayor importancia y continuó con sus quehaceres cotidianos.
Mientras eso ocurría, la mujer de la calle sintió en todo su ser una leve y repentina zozobra. Pero eso no la detuvo. Sin dejar de caminar, fue desapareciendo durante varios segundos hasta diluirse, como en una cortina de agua, cruzando una línea de separación invisible, absorbida por el otro lado. Instantes después, comenzaba a aparecer de nuevo, de la misma forma en que se había evaporado.
La mujer en cuestión era Rosario, primera afectada del evento y hermana mayor de Lucrecia, que había bajado un momento a comprar el pan para las tostadas. Entre aquellas dos mujeres siempre había existido una gran conexión. Ambas solteras, el castigo de los años les había empujado a compartirlo todo, incluyendo la vivienda y una gran ventana a través de la cual veían transcurrir los días y cuanto acontecía en el exterior.
Aparentemente la Rosario que acababa de entrar por la puerta era la misma, pero un análisis minucioso revelaría pequeños detalles, insignificantes diferencias. Salvo eso, todo seguía siendo igual. La calle, ajena al acontecimiento, lucía su estado habitual, los perros continuaban en la cotidianidad de sus cosas y Rosario estaba de nuevo en casa.
Técnicamente lo acontecido no se podría considerar una desaparición, sino un intercambio. Todo ocurrió en silencio. Lucrecia no había notado nada. La realidad es que nadie había notado nada. Apenas sin tiempo de ver llegar a su hermana, fue al acercarse a ella cuando percibió el penetrante olor metálico y esos ojos vacuos que la observaban sin mirar. Tenía su misma voz, sonreía exactamente igual y sus movimientos eran idénticos. Sin embargo, estaba segura de que no era ella. En su interior se intuía ausencia, un vacío de sentimientos, un corazón que se movía rítmicamente, pero que, hambriento de humanidad, había dejado de latir. Fue entonces cuando el pánico se apoderó de ella.
Aterrada, se refugió el baño. Cerró la puerta con el pestillo y clavó sus ojos en el espejo que coronaba el lavabo. Este, como era de esperar, le entregó su fiel reflejo. Pero había minúsculos detalles, diferencias de interpretación que no encajaban. Al aproximarse con curiosidad, pronto ella también sería engullida por la voracidad del portal líquido y especular que daba paso al otro lado. Lucrecia permaneció perpleja mientras su doble, la miraba fijamente desde el reverso, a la espera del momento.
Bastó una noche para el intercambio completo. A la mañana siguiente el planeta entero estaba lleno de miles de millones de nuevos habitantes que no se sabía de dónde habían llegado. Inquietantes copias. Iguales, pero otros, con una forma diferente de percibir las cosas, una manera distinta de interpretar el mundo. Únicamente los perros, seres aparentemente inferiores y carentes de interés para aquellas entidades, seguían siendo los de siempre.
BEGO RIVERA
El otro
—¡ Mamá, hay un niño igual que yo en mi habitación! — gritó Lucas. El pequeño de siete años salió corriendo hacia la cocina donde se encontraba su madre.
Lorena vio a su hijo alterado y sus mejillas rojas resaltaban en su pálida cara, donde unos grandes ojos color miel parecían que se iban a salir de sus órbitas.
— Cariño, será tu reflejo en el espejo, sigue jugando, tengo que terminar esto — dijo ella señalando a su intento de hacer unos simples macarrones que estaban hechos una bola pastosa y poco apetecible.
Lucas se fue de la cocina y Lorena le siguió con la mirada mientras él subía de nuevo a su habitación.
Cuando llegó su marido, Javier ,Lorena lo recibió con una deliciosa comida que había pedido al restaurante de siempre, como siempre; los macarrones descansaban en la basura aliviados después del maltrato recibido.
Lucas bajó al oír a su padre llegar.
—¡ Papá, papá! ¡ Hay un niño en mi habitación! ¡ Es como yo! ¡ Ven a verlo!— agarró a su padre de la mano para que le acompañara.
Javier se sentó a la mesa en silencio y esperó a que Lorena trajera la comida.
— Mamá, ¿Por qué papá no me hace caso?— preguntó Lucas y empezó a llorar.
— Él no te ve cariño, solo te veo yo— le dijo bajito al niño en el oído para que Javier no se enterara.
Desde la planta de arriba se escuchó como alguien bajaba corriendo.
Javier volteó hacia la puerta de la cocina.
_ ¡ Papá, papá, ya estás aquí!— el niño lo abrazó y sus grandes ojos azules le traspasaron haciéndole derretir de amor.
Lorena vio como el intruso que se hacía pasar por su hijo la miraba fríamente y ella empezó a temblar. Sujetó de la mano a Lucas y salió de la cocina dejando al impostor con su marido.
Tenía un miedo atroz a esa criatura pero no podía irse de la casa hasta que encontrase la manera de revertir el cambio de almas de su hijo con esa bestia.
Entró en la habitación de Lucas y se asomó al espejo con su hijito de la mano, ella se vio reflejada pero su hijo, Lucas, seguía sin reflejo.
Hacia ya un año que habían atropellado a Lucas falleciendo éste: Lorena sabía que si lo dejaba ir en paz se irían los dos, también la bestia; pero no podía hacerlo, no podía vivir sin su pequeño Lucas.
MARÍA GALERNA
Interpreta que algo siempre queda
Malas interpretaciones
El whatsapp decia: «Te mando al cartero con el pavo para navidad. Espero que lo disfrutes».
SERGIO TELLEZ
«Su propia interpretación»
Hola, les ofrezco este relato «cantinflesco», que es como un juego de espejos, les entrego una ración de burocracia, ironía y surrealismo, y los invito a disfrutar del espectáculo. Pero cuidado, porque aquí nada es como parece. Las palabras se repiten, los personajes se confunden y la lógica se va por la ventana.
Lo absurdo es la norma. Así que, a sumergirse en este mundo de locos y encontrar «sus propias interpretaciones». Porque aquí, como dice el refrán, «el que se entiende, se entiende solo… o no».
Así que, sin más preámbulos, les presento este relato que es un ejercicio de equilibrio entre la seriedad y la ridiculez.
UNA SORPRESA INESPERADA
Cuando lo conocí por primera y única vez lo hizo sin cita previa. Entro a mi oficina sin ser invitado por mi secretaria, cerró de un portazo la puerta de tabla de madera, luego pasó por la pared divisoria que conducía a mi escritorio.
Era un tipo de estatura media,
parecía tener una peluca postiza, gafas telescópicas con un estómago prominentemente gordo que no le impedía caminar de manera ágil. Sostenía en su mano derecha un paraguas para la lluvia, se dirigió hacia mí, en sus ojos se veía una mirada penetrante.
—Soy funcionario público y estoy investigando un accidente fortuito que ocurrió en la noche de anoche.
Lo primero que pensé fue «que tipo tan mal hablado».
Apenas me dejó decir pronunciando una palabra.
—¡cuénteme!
—Le repito de nuevo, estoy investigando un accidente fortuito que le ocurrió a un par de gemelos que pertenecían a una orquesta de música de la ciudad.
El tipo gritaba alto y en mi opinión personal no estaba del todo cuerdo.
—Los resultados obtenidos y según nuestras investigaciones son hechos reales los que sucedieron.
—Y el protagonista principal como testigo presencial de los hechos sucedidos es usted, mi querido y estimado amigo
— ¿Yo, por qué?. Pregunte
—Porque en el periodo de tiempo transcurrido entre las ocho, y ocho y treinta de la noche de anoche, usted transitaba por el túnel subterráneo del metro de la ciudad y según nuestro espía secreto, que es uno de los más idóneos de nuestro cuerpo de investigación, en ese lapso de tiempo usted se encontraba en el sitio de los acontecimientos.
—Entonces necesitó que realice un breve resumen para su evaluación.
El funcionario público dio un gran golpe con su puño cerrado a mi escritorio y prosiguió.
—Empecemos de nuevo con los antecedentes previos, y vuelvo a reiterar, ¿estuvo en el lugar de los hechos acontecidos?
—Sí, contesté afirmativamente.
—¿Qué vió con sus propios ojos?
—Pues, observé al par de gemelos tirados en el piso, luego pasó una jauría de perros por encima de los pobres muchachos, pero curiosamente no sé detuvieron a oler la hemorragia de sangre que había en el piso.
—conteste, ¿Eran cadáveres sin vida?
—¿Estaban en parejas de a dos, o esparcidos por separado?
—si señor, estaban los dos gemelos muy juntos y a pesar de que no los vi muy bien al principio luego los observé con mis propios ojos, todo paso en un lapso de tiempo muy corto.
—¿Con sus ojos, observó a otras personas en el sitio?
—Pues unos minutos antes de pasar por el lugar donde estaban los dos gemelos en el piso, observé a un trío de tres chicos fumándose un porro de marihuana, se reían nerviosamente y vi
algo que parecía sangre en uno de ellos, además introdujeron dentro de un frasco de vidrio unos objetos que no logré distinguir con mi vista.
—Vuelvo a repetir, ¿no observó otra situación anormalmente rara?
—No
—Le recuerdo señor, que ante la ley no puede decir mentiras falsas, y no puede hacer suposiciones antes de conocerlas, hasta que no determinemos el veredicto final que va a ser la base fundamental para castigar con sanción a los homicidas asesinos.
—Entonces sacando las conclusiones finales y Como testigo presencial de los hechos acaecidos lo emplazó citándolo a testificar ante el juez cuyo despacho está subiendo para arriba la lomita antes de la calle principal.
El funcionario público, salió como entro saliendo y me dejó cavilando mientras pensaba. ¿En qué lío problemático me había metido?, Medité.
Luego me tranquilice en tanto me sosegaba.Yo personalmente era un simple tonto, testigo observador de un asesinato delictivo.
Hice memoria del recuerdo de la noche de anoche y caí en cuenta al apercibirme de algo que no le había comentado mientras hablaba con el funcionario público. En el frasco de vidrio que tenía uno de los tres chicos del trío, brillaban centelleando un par de objetos que parecían dientes.
Todo se aclaró disipando mis dudas, cuando mi secretaria personal me llevo el diario matutino de la mañana y en primera página apareció mostrándose el siguiente titular encabezado así: «Aparecen muertos sin vida, un par de gemelos en el túnel subterráneo del metro»
Y más abajo a continuación un subtítulo pregonaba: «Cada uno de los dos gemelos componentes de una orquesta de música se encontraba sin un diente incisivo delantero, sus padres progenitores aseguran que eran de oro».
Entonces até cabos, asociando hechos y entendí comprendiendo que los asesinos criminales eran los tres chicos del túnel subterráneo del metro.
Me presenté ante el juez a la hora citada por el funcionario público y declaré explicando bajo la gravedad de juramento.
A las ocho de la noche del día diesciocho de septiembre de 2024,p tres jóvenes fueron capturados y acusados, como presuntos asesinos de un crimen de unos gemelos , y un investigador junto con su testigo fueron acusados como coautores de crimen de sintaxis.
EFRAÍN DÍAZ
Ella amaba las flores y para su aniversario, su esposo le regaló una corona fúnebre.
FRAN KMIL
Casi soy un robot.
La manager me dijo con autoridad, que si quería seguir trabajando con la compañía, tenía que vacunarme contra el virus. No quise perder mi trabajo.
Ahora tengo miedo, porque alguien me advirtió, a destiempo, que toda la pandemia fue un invento de la élite para introducirnos un chip controlador. No siempre es bueno saber, a veces, vivir la mentira es la mejor manera de ser feliz. Quisiera volver a dormir, pero ya no hay marcha atrás: una vez despierto a la “verdad”, las tinieblas huyen de ti, así como la tranquilidad que brinda la ignorancia.
Me siento controlado. Todo el tiempo alguien me vigila y me dice qué debo hacer. He empezado a desear comer alimentos que nunca pasaron por la mente.¡Yo, pidiendo brócoli, babeando ante la coliflor! desechando yucas con mojo, platanitos fritos y buñuelos. Se me está borrando mi cubanía y la identidad mundial de rebaño se apodera de mi.
Los iluminatis se han salido con las suyas: mi tv me espía. Ya no la gobierno, pone los programas que se le viene en ganas, me acosa con zombies, vampiros, hombres lobos…prostitutas y narcotraficantes.
Los masones han tomado el mando: mi celular conoce cada rincón que visito y oye mis conversaciones, me hace recomendaciones y me recuerda cosas que ni siquiera sabía que debía hacer.
El estado profundo salió a flote y me obligó a vacunarme.
¡Qué tonto fui!. Era mejor quedarme sin trabajo, libre de morir de hambre bajo uno de los puentes de la ciudad.
Antes no pensaba así, a pesar de que mi tv se comportaba igual y mi celular me pedía opinión sobre los sitios visitados. Pero entonces, no me había vacunado, o ¿nadie me había advertido del chip?.
JUAN PEÑA
En el año del Señor de 1347, sucedieron hechos extraordinarios, por lo nefastos, pero no vamos a detenernos en ellos. ¿A quién le interesa lo que ocurrió hace tanto tiempo? (El que quiera saber los años exactos, que eche, él mismo, las cuentas y, por favor, que no las comparta).
Es mucho más interesante y satisfactorio para el lóbulo frontal, hablar del chingón que baila en pelota picada, de espaldas a la cámara, para esquivar la censura, permitiendo, no obstante, adivinar la sombra de su asombroso miembro miccionatorio en constante e hipnótico movimiento oscilante, incluso se escuchan, aunque no prestes atención, los pollazos que propina contra los muslos del susodicho y bien dotado bailongo.
Los comentarios al vídeo no tienen desperdicio. Son obras cumbre de la literatura satírica y/o erótica, ante los cuales, los grafitis de Pompeya y Herculano palidecen de aburrimiento, y quienes los pintaron deberían sentirse resquemados, avergonzarse de su poca imaginación o/y falta de mala leche. Recomiendo, encarecidamente, su lectura, para posterior estudio u/e aprendizaje a/y qué daño.
No se entiende, yo al menos no lo hago, y presupongo que vosotros, almas cándidas, tampoco, por qué las plataformas de streaming no sufragan y programan más obras de autor como la antedicha, alentando, así, su consumo (el del vídeo, no el de la polla, o también…)
Dejadme ir más allá. Propongo, en planas facultades mentales, y físicas decadentes, que los canales éstos que se dedican a las películas antiguas, que nadie, en su sano juicio, ve, echen en prime time o en cualquier otro time, programas de baile nudista, como el que nos ocupa, y comprobemos si el Fred Astaire sale indemne de la comparativa o lo tienen que poner en deprime time, mucho más adecuado para un mundo en blanco y negro, y sin péndulos de Foucault.
EVA AVIA TORIBIO
Diferentes interpretaciones. Culpable o Inocente
Hace unos meses llegó a mis manos, posiblemente, el caso más complicado de defender. Pensarás que de que te estoy hablando, nada, te transcribo las últimas palabras que mi cliente soltó delante de un centenar de personas de las que entre ellas se encontraba la policía y que él, con total frialdad, me ha relatado. Si aun así no se te ha refrescado la memoria, toca tirar de hemeroteca.
“Sabes, por fin he conseguido lo que quería, deshacerme de ese par de imbéciles que no me dejaban vivir. Cuantos años desperdiciados, viviendo vidas que no podía recordar y que apenas hace unos meses logre dar con ellos y el detonante fue el insulso de Ignacio.
—Gracias, Ignacio —le grito, mientras me esposan. ¡Por fin puedo ser quien quiero ser! ¿Vendrás a visitarme? ¡Ja, ja, ja!”
¿Nada aun? Pues te lo resumo. Mi defendido sufre lo que vulgarmente llamamos trastorno de la personalidad múltiple (Trastorno de identidad disociativo). Y ahí es cuando entran las diferentes interpretaciones, en que punto es culpable o no de que una de sus identidades sea un asesino en serie. Mientras que las otras dos son un reputado sargento de la policía y la otra un delicioso panadero. Tengo que confesar que a mi mismo me crea dudas y que los psicólogos lo encerrarían y seria otro sujeto más de investigación. Gran dilema, ¿podemos castigar a sometimientos científicos a sus otras dos personalidades? Esto es algo que no me corresponde juzgar a mí, yo ni debería plantearme este tipo de cuestiones. Mi deber es defender a mi cliente para que su condena sea lo menos larga posible, pero me resulta inevitable pensar en Xavi y en Ramírez.
Me gustaría que pudieras conocerlos, porque en cuestión de minutos igual hablas con uno que con otro. Cambia su rostro, su postura, …, todo en ellos cambia. Te voy a preguntar una cosa. ¿Qué harías tú si fueras la persona que los tienes que juzgar y en el momento que se encuentra en la sala el que está siendo juzgado es Xavi o Ramírez y no el asesino despiadado? Creo que voy a cerrar el ordenador y seas tú quien me diga lo que harías. Mientras tanto, pensaré como dirigir mi defensa.
Besos, La Incondicional.
ANDRÉS JAMES CÁCERES
Diferentes interpretaciones
Muchacha ojos de papel adonde iras
No te puedo escuchar por inteligencia artificial,
muchacha piel de rayon
Que papelón
Aunque te cante Freddy el mejor.
Muchacha pequeños pies no corras más
Y no dejes que violen…. tu dulce canción.
Sueña un sueño de guitarras y tambor,
Que no salgan de una máquina señor
Y que Almendra te acaricie tu piel
Lo que un robot nunca podra hacer.
No jodas más las notas
No mates más la magia
Ni robes mi color.
HAROLD LIMA
¿Ahora son dioses?
El hipersueño es un estado muy particular, luego que la humanidad conquistará el viaje super lumínico aún los mares estelares eran distancias abismales, tocaba dormir en stasis, un sueño sin sueños, donde sólo las primeras horas de reanimación eran de una conciencia limitada y muy similar a los antiquísimos terrores nocturnos llenos de criaturas que se sentaban en el pecho del durmiente y los especialistas luego llamaron parálisis del sueño. Esto es lo primero que se experimenta luego de un tiempo de hipersueño, criaturas variadas, fruto de la imaginacion. Muchos eran casos de tripulantes que enloquecian en viajes interestelares, los pobres hablaban de criaturas fantásticas y otras pesadillas al despertar del sueño de años o décadas.
Posiblemente solo distraigo mi mente mientras mi conciencia dormida en esta cápsula toma dominio de este cuerpo, pues inclusive mis músculos dan desesperados sobresaltos, luego de lo que calculo fueron 40 años de hipersueño en mi turno de supervición de las maquinas de terraformacion.
El difícil olvidar el día que nuestra flotado naves arca abandono la vieja tierra, nuestro sol apenas brillaba rojo en la distancia listo para en algunos siglos destruir su órbita cercana en en último resplandor de su vieja gloria.
Nuestro viaje fue de 300 años cargando millones de embriones y muestras de adn de miles de millones de especies de la tierra, todo debidamente cuidado por 300 tripulantes y muchos robots, los humanos tenemos la mala costumbre de envejecer y morir y por esto nos repartimos en turnos de sueño y vigilia que nos asegurarán aún ser jóvenes y fuertes para terraformar un mundo a nuestro alcance. Por supuesto la opción de clonarnos y transferir nuestros recuerdos a esos cuerpos siempre estaba disponible, mas nuestra moral neo cristiana reformista no lo permitiría.
Mi visión es más clara y a travez del cristal de la cámara de hipersueño puedo ver extrañas criaturas dignas de una pesadilla psicotropuca conversar e interesarse por mi estado, voltean a verme. Pero estoy seguro son las alucinaciones posteriores al hipersueño.
—Este es habitable apenas una roca desértica con algunos depósitos de agua en el subsuelo. Pero, habitable. —Dijo nuestra oficial científica y todos estallamos en alegría. Fueron largos los años de instalar los equipos de terraformacion que despacio liberarian las capas y capas de gases atrapados en el subsuelo y así hacer habitable este esteril mundo. Mi último recuerdo es nuestra tripulación en un acalorado debate de sobre cómo se construiría este nuevo mundo. Nuestra civilización fue por milenios una sólida teocracia que llevó la ciencia y tecnología para el disfrute de cada ser, su realización personal garantizada por nuestras escrituras santas y el firme ojo de nuestros líderes políticos. Sin embargo lejos de las otras millones de naves arcas, este era un lienzo en blanco donde se podían ensayar utopías reformistas. Yo siempre estuve firme en una sociedad a semejanza de vieja tierra y era de los pocos partidarios entre la tripulación. Luego me tocó mi turno de hipersueño y de este debate supe poco, supongo en escasos 50 años nada podrían resolver y regresaría al duro trabajo.
Las criaturas con cabeza de ave, gato, elefantes, monos, y un anciano cansado con dos cuervos en los hombros voltean a verme curiosos y discuten de algo que no logro entender, el agua es drenada despacio de mi cámara, supongo tendré que hablar de estas alucinaciones con el psicólogo de la tripulación.
Doy una larga bocanada de aire y descubro es fresco y no el aire áspero de los filtros de atmósfera de la nave, me sorprendo las maquinas de terraformacion lograron este milagro en solo 50 años. Las voces se hacen claras y la cámara se habré, el hombre con cabeza de águila me extiende un brazo, lo miro confundido. Ahora estoy seguro mi cerebro se daño en el proceso de hipersueño.
—Capitán, me alegra ver que esta bien luego de ese largo sueño. Lamentamos la situación. —sagaces la cabeza y veo algunos implantes que sobresalen de su cuello, posiblemente se sometió a cirugías para modificar su apariencia, como se hacía en vieja tierra de forma cosmética.
—Deja al capitán. —Menciona, la mujer con cabeza de felino— Su voz es sintética y reverbera. Comprendo que en mi ausencia alguna moda se difundió entre la tripulación y me siento aliviado no sea una alucinación mía.
El hombre de rostro envejecido y cuervos en los hombros me sonríe y ofrece algo de ropa que se me antoja de una extravagante moda casi a semejanza de togas romanas.
Mientras me recupero soy visitado por lo que presumo son doncellas muy jóvenes que no eran parte de la tripulación, ellas apenas pueden hablar en algun dialecto que desconozco y temen responder a mis preguntas.
El anciano viene a mi habitación y me lleva a recorrer la nave que apenas reconozco, las columnas de mármol o lo que creo es mármol contrastan con incrustaciones de oro y estatuas de seres fantásticos.
—Antes era el teniente Andres Olivares equipo de comunicaciones, supongo ahora me parezco poco a como me recuerda, todos cambiamos mucho en estos milenios. Me dice con voz calmada, un cuervo se agitan su hombro. Ella también se ve diferente, tal vez la conocía como nuestra psiquiatra. –Señala al cuervo—
La siguiente hora me habla sobre una guerra civil entre la tripulación y como sobrevivieron solo 100 de los más moderados, que trabajaron estos tres mil años en modelar este planeta a semejanza de la tierra, también criaron a los embriones para que poblaran la nueva tierra, sin embargo, el gerente de la guerra era algo perenne en la humanidad y eso nos llevó a esta situación.
El anciano me lleva a la torre de observación, el nuevo mundo es moderadamente verde en oasis de donde sobresalen pequeños edificios. «Es como ver imágenes de una antigua tierra, una mesopotamia lejana entre el desierto.
—Capitán, no despertamos a los que estaban en hipersueño, por miedo a las guerras se repitieran. Yo abogue por usted y los otros. Les dije: «Cuando vean lo que se logro se unirán a nuestros ideales» los recursos son pocos en este planeta rocoso, si la población supiera de nuestra tecnología se industrializarian rápidamente y este mundo moriría rápidamente. No hay más afuera, solo mundos sin posibilidad de ser terraformados.
Sonrió y pregunto:
—¿Y por eso se hacen pasar por dioses, manteniendo en la ignorancia a la gente de este mundo? Las doncellas que me cuidaron apenas y son como animalitos inocentes, no vi ni un rayo de cultura en ellas.
Los cuervos saltan y vuelan al aire. Ahora comprendo en verdad son la enfermera Dominguez y la psicóloga Martinez, dos criaturas iracundas que amaban al teniente.
Son solo diferentes interpretaciones mías. Ustedes dicen salvar a la humanidad manteniendolos en la ignorancia. Yo creo antes eran marinos espaciales, ahora son dioses. No me molestaría ser un dios tambien, cuidar esta tecnología superior y usarla para parecer divino.
¿Que dios de nuestro folclore esta libre amigo?
Alguno que no trabaje mucho estaría bien, necesito una jubilación pronto.
—En unos días tendremos una reunión en lo alto de aquella montaña, solo hay una tribu pequeña a las faldas. El resto del turno despertara mañana, cuento con usted para que los convenza de nuestra causa y los métodos.
Tememos entre ellos exista alguien contrario a nuestras ideas y la computadora predijo que alguno de nosotros será un Prometeo que desee llevar nuestra tecnología a todos. El equilibrio depende de nosotros, la humanidad entera, pues en estos milenios no hemos recibido ultralinea espacial de las otras arcas, tal vez seamos los últimos.
Capitán descanse y mañana tendremos mucho trabajo.
JAVIER LINO OTERO ALONZO
Domingo 11 am, cita obligatoria en el bar del gallego. Tito Valentín mi perro barbilla lo sabe, así que me atiza para que vayamos como buenos feligreses, en el camino el muy compadrito le ladra a todo a todo lo que se mueva, menos a los niños que los adora, con su pasito compadron va dejando su huella» en cada arbolito, no sea que nos perdamos a la vuelta. Al llegar entramos y saludamos a los parroquianos , pido mi vino cortado y una porción de pizza muzarella como siempre y 2 empanadas de carne para Valentín y su tarro con agua, que acepta a regañadientes ,el muy pillo quiere vino y se pasea por las mesas buscando recompensas. En una de las mesas Raúl garrone le iba su apellido con su proceder ventajista en exceso, discutía con el toto Berríos que como era tartamudo las charlas podían alargarse un poco más de la cuenta . Hablaban de la dignidad. En el devenir de la charla, entra en la tertulia los que todos allí le llamaban el profesor, este con aires de superioridad miraba siempre de soslayo e interrumpía a quien fuese para corregir, el se creía un sabelotodo. Así que dejaba su periódico en el mostrador y comenzaba con su cháchara, el profesor estaba siempre preparado para cualquier tema, buscaba libros en la feria de todo tipo, filosofía, religión, política etc … Memoriza algunos pasajes y a partir de allí pallaba de lo lindo siempre daba por sentado con el boliche no eran muy adeptos a la lectura.Fue ahí cuando intervino impetuosa – ustedes se equivocan señores no es la dignidad una cuestión de interpretaciones diferentes, sino que hay una sola y es la que dijo el filósofo alemán Manuel kant ya se había olvidado que el nombre era emanuel, dijo que para ser dignos hay que obrar de tal modo que tú voluntad pueda valer siempre elal mismo tiempo como principio de una legislación universal» ,A la flauta dijeron los otros !!!!! Y eso?, El profesor se dió vuelta con aires señoriales y canchera mente dijo : prepárame una gallego y con una picadita
CARMEN BERJANO
Y llegados a este punto
Qué hacer
Cómo encaramos esto.
De todas las vidas que pudimos vivir, yo escogí esta, donde la abundancia brilla por su ausencia, pero una vida plena al fin y al cabo.
Pienso en ti, en mi reflejo, en la proyección de esa niña brillante para todos.
Y no, yo no soy eso.
No hay alimoche ni quebrantahuesos en esta escena.
Sólo petirrojos y grullas en mitad de la bruma fría.
Tú sigues siendo parte de mi reflejo, de mis otros reflejos.
Y yo soy yo. Diferentes interpretaciones de una historia sin cuentos ni final feliz.
Pero voy a hacer algo. Me voy a enfrentar a ti, a mí y a los reflejos.
CÉSAR TORO
El dibujo tomado del libro del principito del escritor francés. Antoine de Saint Exupéry, nos trae a la memoria las diferentes interpretaciones que podemos dar a un tema en particular en este caso es un dibujo, pero también puede ser como en el caso muy popular del vaso medio lleno o medio vacio, para saber discernir ya sea un tema sensillo o complejo, necesitamos conocimiento y sabiduría es impresindible tener en cuenta especialmente la sabiduría que vinene de Dios, el conocimiento sin sabiduría es como una pesada hacha sin filo, sirve mas para hacer daño que oara cortar. He ahi la importancia de pedir sabiduria como lo hizo salomon, asi podremos tener la certeza de hacer lo correcto cuando llegamos a una bifurcación que la vida nos presenta y debemos desidir que opcion tomar.
“ A ustedes se le ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos, no. Por que al que tiene se le dará más y tendrá en abundancia, pero al que no tiene se le quitará aun lo que tiene”.
Mateo 13, 11
Pd. No se si el dibujo, era parte del título que corresponde al tema de la semana.
MARÍA JOSÉ AMOR
Años sesenta. Por intereses de magnates estadounidenses, en un país de Asia Asia llamado Vietnam, que poca gente conocía, una guerra comenzada como guerra civil, fue incrementándose hasta convertirse en guerra entre las entonces dos potencias mundiales: EE y la URSS, convirtiéndose en una carnicería tal, que surgió un movimiento llamado 2Hippy” cuyo lema era: “haz el amor y no la guerra”.
Y el amor, no era precisamente “amor fraterno” y menos la frase de “hacer el amor”, como significado de que un chico iba detrás de una chica, utilizado preferentemente por madres y abuelas, a lo que se sumaba esta otra frase: “tienen relaciones”, lo que quería decir que ella le había dado el “dulce sí” .
El tiempo fue pasando y la jerga también, convirtiéndose en la utilizada en la actualidad.
Pero aquellas señoras, no se enteraron y por tanto no se actualizaron (hoy diríamos reciclaron).
¿Motivo? Pudiera ser la sordera, quizá un principio de demencia senil…o, lo más probable, que, al no estar en contacto con gente joven, ya que los descendientes ni soñar de conversaciones de ese tipo delante suyo, ellas estaban en la total inopia.
Y si esto sucedía en poblaciones grandes, ¡qué no sería en pueblos pequeños!
Y veréis qué pasó.
Doña Rosa de Guzmanes, viuda de un importante empresario, años ha había a punto cumplir los ochenta y cinco, harta del trajín de la ciudad, se había instalado hacía ya unos años, en la magnífica mansión construida por su abuelo en un lugar remoto del Pirineo con toda una colección de servidumbre atendiéndola.
Y pasaba que, con los nietos ya casados o con relaciones (en el sentido que ella le daba) estaba muy preocupada por su nieta Noelia que, con casi treinta años, no solo no tenía ninguna relación ni, lo peor, ningún pretendiente que le hiciera el amor.
Por otro lado Noelia, cuando acabó la carrera de ingeniero agrónomo y, tras un tiempo de becaría haciendo prácticas y trabajos mal pagados, fue contratada por una empresa encargada del estudio de conservación de ciertas especies de helechos pirenáicos en peligro de extinción, por lo que frecuentaba bastante la zona y casa de la abuela.
Y un día doña Rosa, armándose de coraje, cogió a su nieta y le preguntó a la brava:
-Oye Noelia, a tu edad, ¿no has tenido ningún pretendiente que te haya hecho el amor?
La chica, ante tal pregunta por parte de su abuela, se quedó sin habla, a lo que doña Rosa volvió a insistir:
-Contesta hija, que a mí eso me preocupa.
Noelia, finalmente, se atrevió a decir:
-Bueno, abuela, verás…
-No seas tímida, niña, que en eso no hay nada malo. ¿Con ninguno has llegado a tener relaciones? o, por lo menos ¿te lo ha pedido?
Aquí, Noelia, al ver que su abuela hablaba como si fuese una “compi” de la “Uni”, le respondió:
-Abuela, a mi edad ¡cómo no los iba a tener!
-¡¿Ah siii?!- Dijo la abuela muy excitada por la noticia- Cuenta, cuenta que a mí eso me gusta. ¿Cuál fue el primero? ¿Lo conocí?
Noelia ya tranquila y relajada comenzó sus explicaciones:
-Pues mira, tardé un poco, no creas, pero el último curso de la carrera, que estuvimos haciendo prácticas en…
Y aquí, totalmente relajada, comenzó un relato entre romántico y erótico durante el cual, la abuela, poniéndose blanca primero, roja después y finalmente dándole una sonora bofetada, tan sonora que acudió todo el servicio ver qué pasaba, abrió un cajón, sacó un Nuevo Testamento y poniéndole la mano encima le hizo jurar que iría al día siguiente a la iglesia a confesar todos esos pecados cometidos, prometiendo no volver nuevamente al mal.
La verdad es que no creo que lo haya cumplido.
IVONNE CORONADO
Adela se estaba quedando sorda.
Todavía podía conversar con alguien frente a frente, pero le era más difícil hacerlo por teléfono. Cuando estaba en un grupo de personas que hablaban al mismo tiempo, no podía mantenerse al tanto de lo conversado, por lo que interpretando sus caras, hacía la suya alegre o triste, o esbozaba una sonrisa a la Mona Lisa.
Adoraba a sus nietecitos, todos muy pequeños, pero le costaba oír lo que decían; le parecía más bien que susurraban. Paradójicamente, cuando gritaban, sus gritos le atravesaban el cerebro.
Su esposo, la llamaba desde otra habitación, y tenía que recordarle que no lo escuchaba bien de lejos. Él se olvidaba porque sus conversaciones eran fáciles, sentados casi siempre uno enfrente del otro, solos en su apartamento. Cuando tenían visitantes, no era más de dos o tres personas a la vez. La sala y el comedor sin ninguna división, y la cercanía entre todos la ayudaba.
No todos los días eran iguales para ella. Había veces que era capaz de oír el ruido de la aguja que se le escapara de las manos, al estar remendando. Por eso, no quería comprar los aparatos, sin antes tener un diagnóstico correcto de su problema.
Cuando alguien la llamaba por teléfono, su esposo estaba junto a ella, para ayudarla. Algunas veces podía prescindir de él, y entenderlo todo. Eso le causaba extrañeza. Su sordera se agravaba cuando permanecía en espacios cerrados, o con mucho viento.
Si pedía repetir lo hablado, más de alguna ocasión alguien grosero le dijo: “¿Por qué no pone atención, señora?”- y al dar ella explicaciones, creían que gritarle era la solución.
Poco a poco se fue acostumbrando a pedir que le hablaran de frente y de cerca, para evitar estas situaciones que le causaban pena, y largas explicaciones.
El miedo de ser interpretada de tantas maneras diferentes, la iba volviendo una persona taciturna. Ya no llamaba a sus amigos como antes. Se iba encerrando en sí misma.
Consiguió su primera cita con un especialista, después de insistirle a su médico de familia que lo necesitaba. Se recordaba cuando el Doctor Reyes, en su país de origen, en los años sesenta, era capaz de diagnosticar cualquier enfermedad, y de enviarla al especialista solo en caso de necesidad extrema. Hoy en día, se ve a los enfermos como piezas separadas, no como unidad.
La doctora Himdi, otorrino, muy amablemente la escuchó, la examinó detenidamente, y la envió a pasar una ecografía.
El empleado del Centro Radiológico Beethoven, después de su examen, le entregó un disco y le dijo de llevarlo a su médico. El disco contenía sus resultados. No entendió sus instrucciones. Cuando Adela llamó para averiguar cuando sería su siguiente cita con la Doctora Himdi, le dijeron no haber recibido la respuesta de la ecografía. Entonces se dio cuenta de su error y fue a entregarles el disco. Había pasado todo un mes desde su examen. Se sintió frustrada, pues no podrían atenderla de inmediato. Su otorrino estaba de vacaciones.
Comprendió que, para evitar errores como ese, al nomás llegar a la recepción de una oficina, debía indicar que no oía bien.
Se recordó con tristeza sus largas conversaciones telefónicas con familiares y amigos, que ahora prefería fueran textos en WhatsApp, por miedo a malas interpretaciones. Lo difícil que era jugar con sus nietos si no estaba su esposo a su lado, para repetirle lo que le decían.
La pérdida de cualquiera de nuestros cinco sentidos nos vuelve vulnerables.
En realidad, lo suyo era cosa de tener paciencia, y ver si al final tenía o no que utilizar aparatos.
Al imaginarse un mundo sumergido en un silencio total, se dijo: “He perdido un porcentaje, pero no el cien por ciento.” Y se sintió agradecida.
MAITE BILBAO
Siempre tuve fama de observador, desde muy pequeño, y conforme fueron ganándome los años, lo que un día fuera una virtud terminó convirtiéndose en una distorsión de las cosas, hasta el punto de que el mundo se convirtió en un lugar más extraño de lo que nunca podría haber imaginado.
Mi día a día se convirtió en una mazurca de visiones inquietantes. Como en un caleidoscopio de mil fases, la realidad se hizo la loca. O dígame usted si no es alucinante ver a un tipo, vestido de payaso, tratando de venderle seguros de vida a un grupo de palomas, que zureaban indiferentes picoteando la grana, mientras hacían sus necesidades en los folletos que el tipo les ofrecía. Le juro, compadre, que mi helado de tres bolas a punto estuvo de besar el suelo.
En otra ocasión fui testigo del pleito entre una ardilla cabreada y un gato displicente. Ella acusaba al felino de haberle robado las bellotas, mientras que él, con insultante pasotismo, se limitaba a lamerse una pata. «Seguramente tiene un buen abogado», pensé.
Sin embargo, todo eso quedó casi en nada, cuando vi a un hombre paseando a su perro invisible. La correa terminaba en el aire y cada poco tiraba de ella como si el animal estuviera intentando escaparse. Confieso que estuve un tiempo esperando a que el chucho se hiciera visible, pero fue en vano.
Hubo más situaciones disparatadas, como la de aquel tío del parque, que sostenía conversaciones animadas con las nubes y les sacaba parecido con personajes histórico. Gesticulaba como poseído y llegué a dudar si se habría pasado con los tripis, o ciertamente mantenía una conversación seria con el cielo. A ver si no, llega un punto en que esas cosas le hacen a uno pensar, porque no fue el único parlanchín rarito con quien me topé; a mi vecino de enfrente solía verlo, a través de la ventana, hablando muy serio con su cactus, que parecía estar conforme con el discurso, por como movía las espinas y el tronco en una especie de asertivo lenguaje corporal. Y qué me decís de aquella vez, haciendo cola para comprar el pan, en que una taza de café se puso a contar chistes que intercalaba con canciones de moda. La gente alucinaba, pero yo, de vuelta ya de todo, me sumé al show y le hice las voces. La vida es una ilusión, la realidad una broma cósmica y nada es lo que parece.
Un hermoso atardecer vi a una mujer volando sobre el parque, sus alas eran hojas de periódico. Sonreí complacido, a esas alturas todo me parecía normal. Iba a cerrar los ojos, complaciéndome en la ensoñación, cuando sentí una pequeña picadura en la mano. Miré a mi alrededor y descubrí a una abeja que andaba por allí zumbando, se me posó en un dedo y susurró:
—Bienvenido al club, Augusto. Como has podido comprobar, el mundo es más sugerente de lo que
imaginamos.
A pesar de todo me sorprendió: ¿La abeja hablaba realmente o estaba soñando? Pero, a fin de cuentas, qué más daba, no merecía la pena darle vueltas a la cosa, en mi mundo todo era posible y podía esperar cualquier clase de maravilla.
Al llegar a casa me encontré con que el perro invisible de aquel vecino, había dejado un hueso en mi cama, del tamaño de un sofá, hecho de un material brillante y desconocido para mí. No pude por menos que preguntarme cómo lo había hecho llegar hasta allí. Pero daba lo mismo hacerse preguntas, así que me acosté junto a él y, mirando al techo con una sonrisa en los labios, pensé en todas las aventuras que me aguardaban. Después de todo, en un mundo donde los perros invisibles dejan huesos gigantes y las tazas de café cantan ópera, cualquier cosa era posible.
Al la mañana siguiente, sentado en mi banco habitual del parque, sentí a mi lado una presencia especial. Era un hombre elegante, con un sombrero de copa y bastón.
—Perdone que le interrumpa, señor —dijo con una sonrisa enigmática—. Soy el Guionista Supremo del Universo.
Confieso que quedé perplejo, parpadeando sin saber cómo responder.
»Usted, señor, es mi personaje más exitoso. Ha creado más caos y confusión que cualquier otro.
«Un Guionista, un personaje. Pero… ¿Esto es real?», pensé.
»¿Real, se pregunta usted? —parecía leerme la mente—. Todo es cuestión de perspectiva. Usted
cree que vive en un mundo verdadero, pero todo forma parte de una historia, que yo estoy
escribiendo —concluyó sacando lápiz y un cuaderno
.
»Veamos… ¿Qué tal, Augusto, si lo convertimos en un superhéroe? —siguió diciendo— . Podría
llamarse «El Observador Absurdo», y tendría poderes para virtualizar la realidad. Mola, a que sí. ¿Le gusta la idea?
A esas alturas ya todo me parecía tan disparatado y divertido, que no tuve más remedio que responder:
—Bueno, si usted lo dice…
LETICIA R MENA
La primera vez que intenté dibujar un sombrero me salió algo parecido a una boa devorando un elefante. Las personas grandes elogiaron mi dibujo. Veían lo que querían ver, y yo no les saqué de su error.
Es agotador tener que explicar siempre todo a los mayores.
Luego más tarde, y en un intento de que mi arte simple y mundano fuera comprendido, dibujé una caja. La había visto al volver con mamá del colegio. Sola y un poco mojada por la lluvia, dormida entre los contenedores.
Las personas grandes volvieron a fascinarse por mi dibujo, considerándome poco menos que un genio prodigio de la pintura. Decían ver el cordero dentro de la caja y hasta podían describir su color, su pelaje, y saber lo que había comido ese día
A esa temprana edad, y visto que las personas grandes eran un tanto raras, yo ya había pensado en mudarme algún lugar alejado de la incomprensión de mi arte.
A algún asteroide, a poder ser con nombre alfanumérico.
Fue por aquel entonces cuando mamá me regaló esa rosa que me dijo que yo debía cuidar de los baobabs.
Pero yo lo que quería era viajar. Viajar, por el espacio, y conocer otras cosas y a otras personas grandes, o no.
Tal vez a algún rey que sea rey de todo pero no tenga súbditos
O a un hombre de negocios que se crea dueño de todas las estrellas.
Puede que a algún geógrafo hacedor de mapas que no conozca más que sus mapas sin saber del mundo que dibuja.
Con suerte por el camino haga algún amigo.
Un zorro. Sí, los zorros me gustan. Me parecen animales muy curiosos e inteligentes.
Luego volveré a casa.
Tal vez para ese entonces mamá se haya cansado de leer y de leerme ese libro que me regaló junto con la rosa, y que yo ya me sé de memoria.
NUMIRALDA DEL VALLE
DIFERENTES INTERPRETACIONES
Era media noche, hacía frío, copos de nieve caían sobre los techos de las casas, el viento golpeaba las copas de los árboles. La oscuridad de las calles conspiraba para crear un ambiente lúgubre.
En este panorama se vislumbra una figura de caminar lento y hombros caídos como si llevara encima un enorme peso. Por la vestimenta, una especie de manta blanca larga hasta los pies, parece ser mujer. En la cabeza lleva un velo ocultándole casi todo el rostro.
Antonio la observa desde el balcón de su habitación, lugar de refugio en las horas de insomnio frecuentes desde que vive solo.
Clara, la esposa, murió hace un año de un infarto, desde entonces no ha podido dormir una noche completa. A una determinada hora, luego de dar muchas vueltas en el lecho se levanta, abre la puerta y se entretiene observando. En el cielo a veces realza la luna, otras hay muchas estrellas y, hasta ha podido divisar en el firmamento a algún otro planeta.
Sin embargo, es la primera vez que ve algo tan extraño. Intrigado agudiza la mirada ante la enigmática presencia. ¿Quién será? Se pregunta, no parece sentir el frío, reflexiona, experimentando un leve temblor y recelo. «No, no, Antonio, los muertos no salen», se dice, mientras ve alejarse a la perturbadora mujer, rápidamente, casi levitando como si realmente de un fantasma se tratase.
A los pocos minutos regresa a la habitación, intenta conciliar el sueño sin lograrlo, hoy menos que nunca. A su mente llegaron diferentes interpretaciones sobre el fenómeno ocurrido. Seguro fue alguien disfrazado, ebrio o drogado. Quizás huyendo. No muy convencido se cuestiona a sí mismo ¿Sería una alucinación? Ya en este momento cualquier explicación le parece factible. Tal vez sea una bruja, muchas personas creen en eso. O la Sayona, en algún país existe esta leyenda.
Antonio prefería cualquier interpretación menos pensar que la mujer del velo era ella, Clara, su difunta esposa. Agonizando, mirándolo a los ojos le dijo: «Volveré por ti». Fueron sus últimas palabras al darse cuenta que la acababa de envenenar.
Armando Barcelona Bonilla
Mis votos:
Armando Barcelona Bonilla
Carmen Ubeda Ferrer
Eva Toribio
Que conste, cada vez cuesta más votar.
Muchas gracias, preciosa
Armando Barcelona Bonilla
Pedro Antonio López
Ivonne
Mi voto: Sergio Tellez
Mi voto para David Merlan Castro, por recordarme cosas de la infancia de mi hija.
Mi voto está semana es compartido.
Antonicus
Armando
Numiralda
Voto:
Juan Peña
Pedro Antonio López
David Merlan
Antonicus
Mi voto está semana es para:
MAITE BILBAO
ARMANDO BARCELONA
EVA AVIA TORIBIO
Mi voto para…
Maite Bilbao
Armando Barcelona
Ivonne Coronado