La escritura (como el lenguaje) es un aprendizaje social, objetivo, pero puede ser también el vehículo para la canalización de emociones y el autoconocimiento.
El acto de escribir siempre se da en una dimensión intersubjetiva (de la subjetividad del autor a la del emisor), más allá del contenido del texto. Por eso, en este sentido, la escritura, más que una técnica, es un medio de expresión y autoconocimiento (o conocimiento simplemente, en el caso de observar la escritura infantil).
Mientras que el dibujo es figurativo, la escritura es representación, exige un esfuerzo muy subjetivo para encerrar las imágenes en palabras y ese resultado es el que podemos observar. Fijémonos, por ejemplo, como se puede inferir la ideología de un medio de comunicación en función del modo en que cuenta una noticia.
Esto significa que la producción escrita de los/as niños/as es un potente medio para conocerlos e incluso un ejercicio clínico muy eficaz en caso de menores con problemas.
Y no solo en el resultado del escrito es en lo que debemos fijarnos, sino en los cambios del tipo de letra, los borrones (que aportan precisamente la información más interesante: lo que no quiere que veamos), incluso en la misma negativa a la propuesta de escribir sobre un tema. Precisamente estos «actos de represión» son los que muestran sus problemas para encorsertar las imágenes (reales o no) que intenta describir dentro de un sistema de signos.
Muchas veces, los menores, cuando escriben, evitan que un adulto les lea hasta que ellos consideran que su texto está acabado. Intuyen del «peligro» de mostrarse, para enseñarnos después un texto con tachones, «depurado», que nos indica lo que el menor quiere mostrar, lo que cree que nosotros queremos ver.
Pero nosotros proponemos jugar al escondite con lo que el menor no ha dicho: hacerle saber que sus tachones merecen ser leídos.
Proponer un ejercicio de escritura a niños/as con dificultades no es proponer algo difícil y cruel, sino al contrario: es ofrecerles comprensión, una mirada lectora interesada en ellos que aumente su confianza y autoestima, a la vez que su propio autoconocimiento.
En qué aspectos de la escritura infantil podemos fijarnos:
- La estructura del texto (la manera en que cuenta una realidad)
- La construcción de las frases: quién es el sujeto, si utiliza impersonales, si utiliza las pasivas, el uso de verbos reflexivos…
- Los tachones, lo que no quiere decir.
- Los subrayados u otras maneras de resaltar el texto.
- La postura física que adopta al escribir (si está cómodo, si no quiere que le vean, etc.)
- Si dibuja el bocadillo (en el que hablan los personajes) antes que el texto interior (si necesita crear un espacio en el que hablar).
- La manera de representar el paso del tiempo.
- Etc.
Desde la Editorial Cuatro Hojas, recomendamos el Curso Infantil-Juvenil de Lectura y Escritura Creativa para aportar a los niños/as, de una manera lúdica, herramientas que favorezcan su desarrollo lingüístico, emocional, cognitivo y social, ampliando la compresión del mundo que les rodea.