Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos sobre la primavera (o el otoño, según desde dónde nos escribieran). Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 2 de abril! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).
* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.
PRIMAVERA:
ÁNGEL MARTÍN GARCÍA
Año 2020. La humanidad se enfrenta a una nueva pandemia. No iba a ser tan grave. No debería haberlo sido. Decenas de miles de contagios registrados. Miles de muertos. Cientos de miles portando el virus, sin saberlo, sin síntomas. Todos los países comienzan una carrera por encontrar la vacuna, movidos por la codicia o el corazón, y se encuentran varios prototipos que funcionan.
A medias.
Todas consiguen curar a los enfermos del virus. El planeta celebra la victoria. Nada puede salir mal.
Sale mal.
Mientras que los decenas de miles de curados danzan en sus casas, el resto de la población se vacuna de manera preventiva. El virus, que ha evolucionado de forma distinta en sus organismos, crea una simbiosis con la vacuna, y muta. Y la humanidad muta con él.
El efecto simbiótico del virus con su anticuerpo, se extiende a su portador. En España, a finales de abril, pétalos de todas las formas y colores comienzan a brotar de las personas, la piel tornándose verdosa y flexible. Sus pulmones menguan, cambian de forma y función, e invierten el proceso respiratorio. El pelo se cae, y a algunos les crecen esquejes de lo que era el cuero cabelludo y ahora es un campo amarillo, azul, o rojo.
Otros se vuelven duros como la madera, y las hojas verdes cubren sus cuerpos. Lianas y enredaderas como peinado.
En los lugares desérticos, la piel se secaba, el cuerpo dejaba poco a poco de necesitar agua, y los huesos se convertían en una suerte de red arenosa, fluyendo arriba y abajo, manteniendo de alguna manera unido el resto del cuerpo, y los órganos solidificados.
Y había decenas de variantes más.
Por todo el mundo, la humanidad dejaba de existir de un modo inesperado. Aún quedaban algunos, –los recién sanados, y los antivacunas, principalmente–, pero eran una minoría absoluta en comparación con los transformados.
Las consecuencias de este cambio fueron devastadoras… Pero esa es otra historia.
La primavera la sangre altera, decían. Y vaya que si lo hizo.
BENEDICTO PALACIOS
“PRIMAVERA TARDA” (A. MACHADO)
—Hijo, cierra esa ventana.
Era mi madre la que me ordenaba echar el pestillo o el pasador. Ella solía decir que la primavera nunca llegaba sola, que era la estación del año más mudable e incierta. Me costaba admitirlo, porque estaba seguro de que siempre venía acompañada de flores, de olores, de nuevas vidas. La tierra se desperezaba del largo invierno.
—Pero si los campos se visten como si hubiera una fiesta y todo se renueva o nace. ¿No estrena la hermana un vestido en la Pascua? Todo esto lo trae la primavera.
—Haz caso a tu madre.
Aquella mañana de finales de marzo soplaba el viento, pero lucía el sol. Acababan de dar las diez. A las doce empezó a nublarse el día y las siete de la tarde se puso a llover.
—¿Te das cuenta cómo cambia el tiempo de la mañana a la tarde? Quietecito en casa. Los peores constipados son los de primavera, así que abrígate y no andes descalzo. Y si te aburres, busca a ver qué dice de marzo el refranero español.
—«Cuando marzo menea el rabo, no queda oveja con pelleja ni pastor deszamarrado».
—Tu madre sabe lo que dice. La primavera es como a veleta de la torre, tornadiza e inestable.
—Pues manda que se detenga a la veleta.
MARÍA RUBIO OCHOA
El virus viene de lejos
sin ver zonas prohibidas,
no Rompamos los consejos
de personas entendidas,
estos momentos inciertos
soñando con la esperanza,
esperando la primavera.
TALI ROSU
El tiempo y el colibrí
Quiero contar el cuento del colibrí en el cerezo,
que aprovechó a abrir las alas cuando se detuvo el tiempo.
El silencio había reinado en esa especial ocasión,
hasta que él abrió los ojos y las alas desplegó.
Rey y amo del espacio, él voló de flor en flor,
era plena primavera cuando todo esto pasó.
El colibrí, entusiasmado, se hizo dueño del lugar
hasta que estuvo cansado y quiso estar con su mamá.
La encontró congelada, como lo estaban las olas del mar,
que dejaron de moverse al no ver al tiempo avanzar.
Igual que el viento que no soplaba y las mariposas que no bailaban.
Igual que el gato no pudo maullar y el mundo entero dejó de girar.
—He querido detenerme para poder respirar,
porque entre todos me ahogabais y necesitaba paz.
El tiempo le hablaba al ave sin saber cómo escapó
de su plan, casi perfecto, cuando al mundo congeló.
Confundido, el pajarillo, sin entender qué pasó,
accedió a irse bajo el ala que siempre le dio calor.
Se quedó muy calladito, pero antes prometió,
darle un poco de tiempo al tiempo para su recuperación.
Cuando se sintió calmado y con los segundos sanados,
el tiempo volvió a avanzar junto a las olas del mar.
La primavera siguió explotando, llena de color y amor.
El ciclo siguió avanzando y el colibrí continuó jugando.
KARLOS WAYNE
Mis mariposas, las estomacales, me dicen que ya llega la primavera.
Ya la veo acercarse sin prisa, pero sin pausa. Con la misma seguridad, la misma certeza y tenacidad con la que tú…
El mes de febrero ha dejado de doler. No me preguntes desde cuando, yo me he dado cuenta este año. Saber que marzo está a la vuelta de la esquina, parece que mitiga la salida del intenso suplicio que es vivir enero, cuya cuesta ya sabrás que dejó de tener relevancia en el momento que ya no estabas para subirla. Y yo creo que es por eso por lo que no duele; febrero me anuncia que llega marzo y con él, irremediablemente, la primavera.
Con ella, con la primavera, regresas a mi vida. Mi existencia vuelve a girar en torno a ti. Por que a estas alturas ya sabrás que yo no puedo no cumplir mi promesa, aunque tú ya no puedas cumplir la tuya. Se te perdona, dadas las circunstancias.
92. Ni uno más, ni uno menos.
92. Ni una más, ni una menos.
No te rías.
Y no me importa lo más mínimo que puedas estar de acuerdo con ellos, porque yo noto que cumplir mi promesa me ayuda, me acerca. Te acerca. Me da vida, al menos la vida necesaria para afrontar la hibernación del verano, del otoño, hasta que el angustioso enero me despierte de nuevo con tu belleza rota, tu estructura picasiana.
Enero sigue siendo mi invierno con F.
¡Pero ahora febrero me ayuda! Que lo sepas… Me lleva de la mano hasta marzo y de ahí me lleva hasta tí. Hasta la primavera.
92 días, ni uno más, ni uno menos.
92 flores nuevas, frescas, ni una más, ni una menos. Como a tí te gustaban.
Gustan.
92 veces que me acercaré a tí y tú sonreirás. Sé que lo harás. Y mirarás a los lados, estés donde estés, avergonzada. Como siempre.
Como cada primavera.
MARCELINO TORRECILLA NAVARRO
Que no se pierda el tiempo
—¿Qué día es hoy? — gritó desde su balcón Manuel, el herrero de un pueblo en algún lugar del mundo.
—Debe ser un día de marzo — gritó desde su balcón Pedro, el carpintero—. En este encierro, dejé de poner círculos a los días. El último que marqué fue el cuatro.
— En mi almanaque el último día que señalé fue el ocho— gritó desde su balcón Justo, el zapatero.
—Por mi parte, el último día que marqué fue el doce —gritó desde su balcón Carmen, la modista.
—Alguien con un celular que nos diga ¿qué día es hoy? —gritó de nuevo Manuel, el herrero.
—Internet y celulares colapsaron— gritó desde su balcón, Andrés, un estudiante de liceo. Perdimos la noción del hoy; sabemos que es marzo del año 2020.
—Esperanza nos ayudará —gritó desde su balcón Anselmo, el fontanero.
—Pero de qué Esperanza hablas, Anselmo — gritó Encarna—. No hay ninguna Esperanza en este pueblo.
—Esperanza es una cigüeña que me visita siempre el cuarto domingo de cada mes— gritó Anselmo desde su balcón—. La primera vez que vino tenía una patita herida y yo se la curé.
—Alguien sabe ¿qué día es hoy? — gritó desde su balcón, Manuel, el herrero—. Me tomo una pastilla los miércoles.
—Y yo una los martes — gritó Justo, el zapatero.
—No se preocupen ahora por el tiempo y por medicinas; ocúpense en algo —les gritaron los vecinos a los dos señores.
El encierro continuó, hasta que una mañana…
— Miren esa pincelada blanca en el cielo —gritó Anselmo desde su balcón.
Todos miraron al horizonte, con sus manos en forma de viseras,
—No vemos nada, Anselmo — gritaron Carmen y Pedro—. ¿De qué pincelada hablas?
— Es Esperanza a lo lejos —gritó Anselmo.
La pincelada se alargó y dejó ver a una bella cigüeña, que se posó en el techo del fontanero.
— Siempre tan puntual, mi preciosa— gritó Anselmo—. Esta es Esperanza. Hoy es domingo veintidós de marzo.
ROCÍO ROMERO GARCÍA
flores en tu pelo.
Déjame contar las flores en mi pelo,
los pétalos son amores perdidos
y romantizo cada espacio vacío
con la esperanza de ver brotar
nuevos ramos que signifiquen lunas,
sueños y otoños disfrazados de nieve,
aunque haya sequía;
las constelaciones envidian
la forma en la que narras las estrellas,
pues los cielos se rompen
cada vez que los relatas,
quiero ver florecer tu rostro
como las rosas de tus ojos
en primavera.
MARI CRUZ ESTEVAN APARICIO
El despertar de la primavera llevó a la mamá de Verta a abrir de par en par la ventana de la habitación de su pequeña.
La primavera con sus olores únicos era la esencia que el sueño le mostró para remediar el sin color de su niña.
Primavera de perfume curativo.
Pajaritos que cantan en la verde encina.
Resplandor de un sol que da calor de vida.
Todo ello era lo que su hijita necesitaba para salir de aquella desgana de no querer tener amiguitos.
De pronto el cuarto se llena de perfume primaveral.
Unos pajaritos entran en la sala a despertar a Verta.
La flor de las campanillas con su música, le levantan el animo empujandola a dar saltos en la cama.
Mami, Mami, vocea Verta llena de energía… Ha llegado la primavera.
CORONADO SMITH
PRIMAVERA OTOÑAL (Tema semanal)
La primavera se deshiela,
en su soneto otoñal,
carcomida la madera,
en la hoguera de la vanidad.
El run-run se pasea,
entre ríos de Armagedón,
perdida la esperanza,
la cicatriz se reabrió.
Nos queda todavía,
el cantar del poeta,
trovador en su silencio,
y en su palabra, asceta.
La misa va sin gallo,
y en el cáliz, diez pesetas,
vestigios de un pasado,
vivido a la fuerza.
Se derraman los arroyos,
corrompidos en la siembra,
de discordia discordante,
y enjaulados los profetas.
La primavera se viste,
de otoño en sus fiestas,
soledad del juglar,
en ésta, aquí, mi celda.
ALBERTINA GALIANO
La Primavera al Otoño altera
Se movía de un lado a otro, nerviosa, por el desparramado cuarto plagado de proyectos en forma de ropa tirada por el suelo.
Ansiosa por no perderse nada. Fantaseando gestos, abrazos y besos. Toda amor, bien maqueada.
Con luz en la mirada, la piel tersa, limpia, dorada, las mejillas sonrosadas.
El pelo cayendo tras sí con vida propia, dejando un inconfundible aroma a deseo…
Él se para ante ella, en el umbral de la puerta. Su piel arrugada haciendo más intenso el contraste con la de ella.
-¿Dónde vas? ¡No sales hoy! Te quedas en casa, marchitándote. Como yo.
Palabras de piedra, que golpean el cristal por el que ella pretende pasar, rompiéndola en mil pedazos.
No sabía que a las flores también les doliera el vacío de no ser olidas.
Pobre, pobre Primavera.
NEUS SINTES
¿Donde estás Primavera?. Te busco y no te encuentro. No apareces cómo los demás años, ¿Qué ha sucedido?. Tú, la mas hermosa de las estaciones. Donde el piar de los gorriones siempre he oído al despertar, ahora me despierto con un silencio sepulcral…Cada día me da da miedo el retirar los visillos de la cortina y no verte deslumbrar, porque ahí afuera todavía no has aparecido.
Me llevo las manos a la cabeza, sin comprender. Sin hallar respuesta a mis preguntas, a las que tú tampoco me das ninguna señal, ningún indicio de que reaparecerás. Alzo la cabeza, parar mirar al cielo y no veo más que un extraño vaho que cubre las nubes.
La atmósfera esa cubierta por esa niebla que no deja que florezcas como cada año. Primavera, bella y hermosa como siempre. Deja que mis ojos te vean de nuevo. Que mis párpados al despertar puedan alegrarse de ver florecer las flores, que ahora mustias se encuentran. Necesitan de ti. La hermosas mariposas necesitan de ti para que su hermosas alas brillen hasta alzar el vuelo.
Hazme una señal, dame esa señal que con tanta ansia espero. No quiero volver a cerrar los ojos para volver a abrirlos y ver de nuevo el paisaje gris que predomina. Te esperaré, Primavera. Esperaré tu llegada. Sé que llegarás. Una vaga y pequeña esperanza siempre en mi corazón está.
Primavera, no puedes fallarme. Te necesito como el aire que mis pulmones respiran.
Primavera, tú como ninguna. Radiante y hermosa. Espero que mis plegarias sean escuchadas.
Necesito de ti. Que me envuelvas en tu cálido aroma. Como siempre lo has hecho. Fundirme entre la hierba húmeda,
Primavera tú sabes donde encontrarme. Lo que me atormenta es, no poder saber de ti, no saber donde estás.
Cada día te llamaré, a gritos si es necesario. Gritos sordos que tan solo tú puedes oír.
LOLY MORENO BARNES
Los días, sin tener que mirar el calendario, pronosticaban la llegada de la estación de las flores. La que germinaba la vida en balcones y jardines. La que cubre de un manto bello los cerezos, transforma las ramas desnudas de los arboles en un sutil maquillaje de brotes verdes.
Cada año esperaba esta época para volver a enamorarme de la vida,de su perfume, de su alegría…
¡Cada año…!¡!Menos este…!
El ultimo mes ha sido una hecatombe de acontecimientos sin tiempo apenas para mirar por la ventana la esperanza.
Y no es porque no hubiese mirado al exterior, aunque con recelo. Son días de mucha angustia. Un ir y venir de ambulancias y fuerzas de seguridad. La gente apenas sale a la calle debido al confinamiento por la guerra sanitaria.
Mi esposo, trabajando como el que mas como enfermero no se atreve a venir a casa y ni tiempo tiene. Cuando se lo permite el ajetreo manda mensajes y me pregunta cómo estamos las dos. Yo lo tranquilizo:
_ ¡Las dos estamos bien!¡ Esto pasará pronto y estaremos juntos los tres!
El se disculpa por no poder estar cerca, el trabajo lo desborda y no se puede permitir prestarme toda la atención que debiera, porque a su lado hay quien lo necesita mucho más.
Trato de tranquilizarme y relajarme…
En mi estado es lo mejor, pero de pronto la vida anuncia su llegada de forma anticipada. Ella con su magia a veces entra sin llamar y no cuenta las lunas.
Me siento mal, necesito con urgencia llegar al hospital o donde sea, pero llegar.
Llamo a urgencias y en pocos minutos acuden a mi ayuda.
Un personal con atención exquisita me da toda la confianza. ¡Ha llegado la hora!
Acaricio mi vientre alborotado y miro por la ventana y al fin veo la primavera.
Con ayuda de una enfermera salgo de casa y cruzo el jardín. Un perfume me invade…¡La primera rosa!
Minutos después, llega al mundo la felicidad de nuestra particular primavera. –
DAVID DURA MARÍN
PRIMA VERA.
Conocí lo que es el amor allá por los once años
recién llegado al pueblo.
Llegué enfadado por no estar con mis amigos aquella semana santa, nunca lo había estado, pero ya crecía en mi una independencia entre los cuatro pelos del bigote.
Que si besos de mi tía, olor a cordero en todas las partes de la casa y el pasotismo de mi tío Segundo. Pero allí estaba como quien no espera a nadie, mi prima Vera.
Yo que venía con la tontería de ciudad, ella era de otra galaxia.
Nos obligaron a darnos dos besos y aún pienso que no esque fueran cortos, han durado una eternidad en mis mejillas.
En el cole, de curas, decían de lo malo que era el amor entre personas de la misma familia.
Saldrían hijos tontos y yo, ya supe, que quería al más tonto de todos, pero con Vera.
Pasé diez días inolvidables, su voz era de colores, su mirada hacían los días más largos.
Que decir de su cuerpo, a los rayos del sol, con disimulo, juntaba su sombra con la mía.
Dejar escapar algo de ella parecía el mayor de los delitos.
Aquello pasó como las gotas de agua en un sol de lluvia, pero siempre quedó un arcoiris.
Ya siendo mayor, sin pistas de ella, sueño en el tobogán que llegue a sus pies.
Las mañanas de tristeza, ya sea invierno verano, me acerco a ver pasar el tren, pensando que no hay mejor estación si en ella baja mi prima Vera.
ARIEL PACTON
¡Sal Ostara de la guarida
de las liebres!
¡Despierta del descanso
vuelve a ser doncella!
Eres Diosa madre del maíz.
Afroditas. Faunalias.
Frisias y Marías.
Fuerza femenina.
Está el aire alegre por tus vientos
empujando al fuego que transforma.
Y entre tus vinos, té de hierbas y tus flores
va naciendo un Jardín mágico.
Aire, fuego, tierra y agua
unidos en su mayor potencia
quitan la sed de la tierra
ahogan los miedos humanos
reproducidos como conejos
en el invierno.
¡Eres Navia!
Diosa de los bosques y las plantas.
Te acompañan los conejos con canastas
regalando huevos de colores
invitando al humano a ser prudente.
No miedoso.
Hueles a benjuí, violetas, rosas y jazmines.
Y entre narcisos, olivos,
lirios y peonias
Va naciendo un jardín mágico.
MILENA TAPIAS GARCÍA
Al atravesar el comedor y la sala de estar, se abría la puerta y allí estaba el Paraíso. La llegada de la primavera cada día, se hacía en este lugar. Árboles en cosecha, de mango, aguacate, limón, naranja, un inmenso jardín con flores de todos los colores, cerca de siete palmeras, varios árboles, que desbordaba las paredes que dividían la parte de la pileta, este lugar tenía, un olor exquisito, a vida, que solo lo disfrute un par de veces. Aves cantoras, de todos colores llegaban a tomar de la pileta, y trinar en las mañanas, un concierto maravilloso al despertar. Un césped verde, una pileta de agua de la mitad en extensión de una de tamaño olímpico, con agua siempre cristalina y fresca, en ella un jacuzzi burbujeante.
Un lugar destinado para cocinar con leña. Siento en el aire, ese olor a maderos en fuego, que increíblemente en un par de ladrillos, unas barras de hierro, se convirtieron en cenas de la mejor calidad y momentos exquisitos. Un sala de juegos que tenía una mesa de billar, de paño verde y una mesa de juegos, que un tío lejano abono, porque en su casa ya no quedaba con la decoración. Esto en un marco de entre 27 a 30 grados centígrados y una cerca viva que encerraba este lugar, que en su mayoría del tiempo sólo se oiga el trinar de sus pajaritos.
Me quedó corta en la descripción del paraíso, es claro que hay muchos lugares en tamaño y diversidad que superan nuestro paraíso pero para nosotros y los visitantes asiduos durante los primeros años que siguieron a su compra, no había mejor lugar en el mundo, no sólo por el espacio, sino porque mi papá fiel a su pensamiento, permitió que en ella todos hicieran, lo que quisieran, situación que a la larga resultó muy costoso e irreparable, sin embargo mi alegría es inefable al recordar este maravilloso lugar, en sus mejores momentos.
Mi padre decidió vivir y cuidar el paraíso, al final de sus días, con escasos fondos que nos reunimos los fines de semana a descansar, limpiar, charlar. Esa fue la primavera de Villa Julieta, y gracias a mi padre la vivimos en su esplendor. Tras su muerte y el correr de los años, como mueble viejo nos olvidamos de esta casa y seguimos con nuestras vidas alejados de ella, hoy poco o nada queda del paraíso que un dia nos dio tantas alegrías.
OMAR ALBOR
En el mejor puente te vi pasar
una diapositiva
de mi imagen
que ve pasar a la flor
más bella que va a florecer
dentro de mi jardin.
Hoy muy cerca estás
acá viboreante tus labios
de seda calientes por el sol
voraz, te siento como la luna
ve el sol llegar., no es de día
y la noche madruga tú piel.
Te necesito como todo
corazón hace latir a las venas
en una nueva partida de un juego perfecto llamado Amor.
Y la primavera llega y nos perfuma
el amor derrite nuestra pandemia y la hace segar, hacia un nuevo lugar
dónde el sol transpira la seda.
De ella y yo.
JARILLO MORILLO MACARENA
La primavera, Nueva luna creciente en aries, que trae a esta primavera, lluvia y sol, sol y lluvias.
Los atardeceres se alargan y los aplausos se expanden con la luz que cae.
La primavera,
Esta primavera, alza el grito de cánticos de todos los lugares del Mundo para que el viento oiga y le diga el agua y le diga mar…
para que escuchen los pájaros,
para que escuchen los árboles,
para que escuchen las plantas
Y lleguen hacia el lugar de las flores, para que sean oídos,
para que las flores crezcan ,
para que sigan floreciendo y le den a la tierra lo que se merece, el amor que se merece,
la sanación que se merece.
La primavera, canto de esperanza.
EMILIANO HEREDIA JURADO
SOLEDAD ROSA
Mírala, llenando de vida corazones pausados por la rutina. Desprendía tal olor a azahar que perfumaba hasta el más pequeño miasma. Quizás fuera sencilla o solamente necesitaba la alegría como compañera de vida.
Ahí va, tiñendo con huellas de colores paseos y jardines. Quizás las buganvillas que saludaban cada mañana en su puerta a Catalina la vieron venir. O el verde esperanza que vestía el paso de macetas de Juliana anunciaba su llegada.
Escucha ese ligero gorjeo cómo saluda a la vida. Ya imaginaba su risa en el parque, saboreaba el aroma de la cebada, preparaba su pincel a punta de sonrisas y recargaba las cuerdas de conversaciones infinitas a la luz de la luna.
Y así, sin barreras ni fronteras, tal y como se vistieron las flores, llegó la primavera.
OTOÑO:
LORENA MARTÍ
Jamás olvidaré el final de aquel otoño. El otoño de 1956. Era domingo por la mañana y, como era obligación en aquella época, volvía de oír misa. Al entrar a mi calle, vi a muchos vecinos y vecinas agitados. Entraban y salían de mi casa. Unos se echaban las manos a la cabeza. Otras se tapaban la boca con las manos. Yo solo tenía ocho años pero supe, al sentir el escalofrío de la desesperación en el ambiente, que algo malo había ocurrido.
La imagen que vi al llegar todavía se conserva en mi memoria con todos sus matices, después de más de 60 años. En el salón había unos señores muy serios y con trajes tan oscuros como el motivo por el que estaban allí. Mi madre lloraba con mi hermano pequeño en brazos. Mi abuela paterna, con su fuerte carácter, hablaba con uno de los señores oscuros. Uno que llevaba unas gafas grandes.
— ¡Con la cara de buena persona que tiene usted y se lleva a mi hijo! -le decía siguiendo la mirada huidiza del policía.
Yo no comprendía nada de lo que ocurría. Pero cuando mi padre salió de su habitación con un pequeño hatillo y vi su expresión desencajada de miedo e impotencia, empecé a entender. Se llevaban a mi padre. Se llevaban preso a mi padre.
Los siguientes días los recuerdo inundados de lágrimas. Lágrimas y más lágrimas. Nos visitaban amigos y familiares con los ojo vacíos de esperanza y las manos llenas de ayuda. Mas adelante comprendí el miedo que sufrían la mayoría de personas que vivieron esta época de impotencia y dolor.
Las familias de los detenidos, que fueron ocho por esta causa, todos trabajadores de la fábrica textil de la zona, movieron cielo y tierra buscando personas influyentes que pudieran intervenir para ayudar a los presos. Pasados los años, me enteré de la causa de la detención: un compañero de la fábrica donde trabajaban emigró a Francia. El verano de ese año aciago, vino de vacaciones y, para celebrar el encuentro, organizaron un almuerzo en una casita de campo, práctica muy habitual en la zona. En la tertulia, entre noticias y recuerdos, el compañero visitante les mostró folletos antifranquistas que elaboraban los españoles residentes en el extranjero. Nadie quiso comprometerse a entrar en el juego ya que, los que vivían en España, tenían mucho que perder y nada que ganar. Nunca supimos si alguno de los mismo asistentes dio el chivatazo o si la policía de la época, muy eficaz en temas políticos, iba siguiendo los pasos del compañero desde que cruzó la frontera. Fuera como fuese, aquel inocente almuerzo, acabó con mi padre en la cárcel.
La reclusión duró varias semanas y coincidió con las fiestas navideñas. Como muestra de buena voluntad, el día de Navidad dejaron realizar una visita a la cárcel a los hijos menores de los reclusos. Después de un buen cacheo, vi a mi padre. Sus brazos abiertos para recibirme y su expresión de alegría me dieron un respiro en medio de todos esos días de dolor y confusión.
Paseamos por el pabellón y el patio exterior. Mi mente infantil no podía abarcar tantos estímulos. En la planta baja vi a unos hombres negros que me llamaron la atención. Nunca había visto a uno. Le pregunté a mi padre qué habían hecho para estar allí y me explicó que era personas indocumentadas que encarcelaban hasta tener referencias de quienes era y qué habían venido a hacer a España. En la segunda planta estaban los presos políticos. Pasé un buen rato observando a un joven con un bebé de pocos meses en los brazos. Me di cuenta de que los presos de la tercera planta estaban asomados a las barandillas pero no bajaban con los demás y, ávida de respuestas, volví a preguntarle a mi padre “¿Por qué?”.
— Son “maricones” y no pueden compartir patio ni otras dependencias con el resto de presos.
No sé si entendí la respuesta en esos momentos. Años más tarde, consciente del significado de todo ello, sí recuerdo pensar con amargura lo que eso suponía.
Llegó el día del juicio y quedaron absueltos. Cuando mi padre se disponía a regresar a casa con sus compañeros tuvo una visita inesperada. El comisario de gafas grandes que le detuvo se presentó y le dijo:
— Martí, no sabe cuánto me alegro de que le hayan absuelto porque las palabras de su madre las tengo en el pensamiento desde el día de la detención.
Y con esa declaración volvió mi padre a casa. Pensando en cómo el dolor de su madre habían hecho mella en el policía.
Mi padre, que no conocía el rencor ni la venganza, siempre guardó un buen recuerdo del comisario.
— El cumplía con su trabajo. Y entre ellos también hay buenas personas -decía siempre que recordaba esta historia.
Yo no puedo olvidar el dolor que supuso la detención de mi padre. Pero me gusta pensar que sí que, alguien que no deja pasar palabras como las que dedicó mi abuela al policía, debe tener un buen corazón.
ROCÍO VELASQUEZ
Llegas y aunque te he extrañado
tengo miedo pues suelo deprimirme con tu llegada,
todos los años me haces falta, pero luego te odio
cuando secas los arboles, tiras las hojas, y me enfrías el alma.
Ay temido otoño espero no me deprimas, espero esta vez
nos llevemos mejor, deja que por las tardes al menos pueda ver el sol, no seas tan frío conmigo necesito calidez, ahora los días son cortos las noches son largas y yo necesito a alguien para ser amada.
Ay temido otoño espero no me deprimas esta vez y nos llevemos mejor, deja que pueda disfrutar un rato del sol.
que se me encienda el alma en las tardes y luego en las noches puedes volver.
FREDA JARRY
Acá otoño y primavera. Acá frío que no llega.
Mejor así.
Este cautiverio me deshoja y mis poemas son solo sombras amontonadas en la casa.
Los días no pasan, y ya no importa que todo sea sepia.
Las noches se amansan y solo queda tierra seca
donde nada crece, donde nada alcanza.
JOSMARY PIRATEQUE
¿Que decir sobre el otoño? ¿Que los árboles se tiñen de tonos ocre, amarillo y naranja? ¿Que las hojas caen y forman montículo donde los niños juegan y saltan? O quizás pueda expresar como los vientos fuertes, soplan y acaban haciendo un reguero con el follaje; la verdad desde que me ha tocado vivirlo sólo puedo pensar, en una palabra: Estafa.
¿Sí, así como lo oyen, mi experiencia con el otoño es una gran estafa, seguro se preguntarán ¿por qué? O dirán algo como “esta mujer debe estar loca”, ¿quien asocia una estación climática con una estafa? Pues simple: Yo.
Debo comenzar por hacer memoria, nací y crecí en un país tropical donde solíamos tener únicamente dos estaciones: sol parejo o también llamada «la quinta paila del infierno» y la otra es cuando se oculta el sol y se hace de noche; así que pasábamos 12 meses del año en ese ciclo diario mientras soñaba con ver aquellas primavera, otoño e invierno que me mostraban las películas.
Hace 2 años que vivo en Perú, llegué a Lima durante la primavera de 2018 para ser exacta el 22 de diciembre, recuerdo haber pensado «coño, pero qué clima más agradable», es que claro cuando sales de un lugar donde puedes literalmente cocinar en el techo de un auto usando sólo el calor del sol y vas a otro donde puedes estar disfrutando de un parque a medio día sin quemarte el culo al sentarte en una banca es un plus impresionante.
Sin embargo, aunque el clima pintaba bien, no era la primavera que yo esperaba, esa que me vendió Hollywood con su romance en el aire, sus campos de flores y el polen en el ambiente.
El verano si resultó tal cual me lo plantearon: los días más largos, las noches cortas, el sol brillando y más calor se nota << así como la canción de Phineas & Ferb>> de hecho el verano me hizo sentir en casa.
Entonces en las noticias comenzaron a anunciar que el día 23 de marzo daría inicio del otoño. Deseaba con ansias ver cómo sería el ambiente cambiando de color poco a poco mientras las melenas de los árboles iban quedando vacías.
¡Qué gran mierda! ¡La traición! ¡Me han jodido!
El otoño aquí resultó ser una extensión del verano, nada de árboles naranja, ni hojas que caen y menos niños disfrutando en las camas de follaje formadas en el suelo; sólo hay un sol bien pero bien cañón << quema como el diablo >> pero a diferencia del verano sopla una brisa fría << cosa bien loca >> así que cuando sales a la calle, te vas incendiando, pero siempre fresca << suena a comercial de toallas femeninas >> vale la pena rescatar el frío nocturno, ese viento gélido que entra por la ventana y con suma suavidad te va llevando a los brazos de Morfeo.
Aunque Hollywood me haya engañado, vivir la experiencia de las 4 estaciones es formidable, mi favorita sin dudar es el invierno << lo sé, lo sé soy de tierra tropical, pero odio el calor >> así que otoño estafador, apresúrate en pasar anhelo y mucho la llegada de mi temporada helada.
PATRICIA TOMÁS SÁEZ
El otoño se llena de verano caído
por el pico de frío
y la poca de luz,
lloro en otoño.
Las horas se acortan
el día retoño
duerme sin hojas
lloro, lloro.
Tras el invierno llega Marzo
y el mundo se viste de flores
el sol viste, con sus rayos
los colores.
Algarabía, bullicio, gorjeos y trinos.
El olor a primavera
fecunda la tierra.
GABRIELA MOTTA
No quiero, no puedo dejar que el pánico se apodere de mi en este otoño aterrador.
¡No! no quiero que llegue, deseo que continúe el calor. Pero el ciclo de la vida es incontenible y hoy despertamos envueltos en temblor.
No quiero, no puedo dejar que el pánico se apodere de mi en este otoño aterrador.
¡No! no quiero que llegue el invierno con todo su dolor. Su frío es inevitable, sé que allá lejos a muchos congeló. Sin embargo, mi alma aún alberga fuego para entibiar con estos versos a tu aislado corazón.
No quiero, no puedo dejar qué el pánico se apodere de mi en este otoño aterrador.
Las noticias que llegan desde lejos dicen que este mal se va con el calor, pero aquí el frío recién está llegando y ya se siente desolador.
Espero.
¡No, en verdad lo deseo! que cuando pase este frío estremecedor, cuando aquí también regrese la primavera hayamos mutado para mejor.
Espero.
¡No, en verdad lo deseo con todas las fuerzas de mi corazón! que para ustedes hermanos míos la tan deseada primavera llegue envuelta de mucho amor, derramando esperanza y alegría a todos esos valientes que aislados en sus casas vencieron al frío desolador.
¡Feliz primavera/Otoño!
( a pesar de la triste realidad sanitaria)
Mi voto es para:
Emiliano Heredia Jurado
Mi voto es para Rocio romero
Hola yo voto por Rocio Velasquez
Dejo mi voto para Rocio Velasquez!!!!
Mi voto por EMILIANO HEREDIA JURADO
Mitad MARCELINO TORRECILLA NAVARRO, mitad EMILIANO HEREDIA JURADO 🙂
mi voto es para rocio velasqueZ
Milena
Mi voto es para Rocío Romero ☺️
Voto por rocío Vázquez una genia!!!
Hola mi voto es por Rocio Velázquez. Me pareció muy lindo.
Voto por Marcelino Torrecilla Romero
Mi voto: Marcelino Torrecilla Romero
Karlos Wayne
Mi voto para: Karlos Wayne.
Karlos Wayne
(Lo siento, que el móvil me la juega y me mueve la pantalla… El comentario anterior quedó como respuesta a otro.. pero vamos, que este es mi voto.)
¡Recibido!
Karlos Wayne.
Marcelino
Voto por KARLOS WAYNE
Mi voto es para Emiliano Heredia y Loly Moreno Barnes
Karlos Wayne
Hola chicos;
Sé que ya pasó la fecha de votación, pero aún así, no me he podido resistir las ganas de votar y de paso felicitar a Emiliano Heredia Jurado, su historia ¡Auxilio! me ha encantado. ::)