Estaciones de una vida

¿Cambiarías la independencia y comodidad que ofrece un coche a la hora de viajar por los quebraderos de cabeza que provoca hacerlo en tren? En primera instancia, podría parecer una locura (y en última, también) pero, como en tantas otras dimensiones vitales, el veredicto para este caso dependerá de dónde se ponga el foco. Es cierto que en la olvidada Extremadura, donde raro es el convoy que cumple con lo que se promete al adquirir un billete, representa un deporte de riesgo apostarlo todo a las vías como canal de comunicación. Pero nada más lejos porque, más que viajar o las experiencias acumuladas entre la partida y el regreso a casa, son los propios trayectos en ferrocarril los que te pueden cambiar la vida si prestas la debida atención. Las conversaciones ajenas, los recuerdos propios o las reflexiones sobre la existencia misma muestran una categoría muy distinta cuando tienen lugar a bordo de un tren. Subir a un vagón es, en definitiva, asumir que tu vida cambiará para siempre, y esta verdad insoslayable es la que vengo a demostrarte.