Me llamo Esther Ariete, y tengo que agradecerle a mi padre mi afición por la lectura. De niña, nos recomendábamos libros y después debatíamos sobre ellos. Eran momentos muy bonitos en familia.
Sin embargo, fue en el instituto donde empecé a escribir poesía, gracias a un profesor de filosofía que me hizo cuestionarme la vida, pese a estar cursando yo la rama de ciencias puras. Aún conservo esos primeros poemas bajo llave, así como varios diarios de la época.
Esta pasión por los libros y por la escritura me animó a dar un cambio de rumbo para estudiar filología hispánica, y no me arrepiento. Así continué leyendo e investigando, también literaturas extranjeras. Me especialicé en literatura latinoamericana de la mano de una gran profesora, Nuria Girona, con la que abrí mi mente a la ruptura de las normas establecidas con el modernismo y las vanguardias literarias.
No podía parar de imaginar, de crear…
Hice el CAP y durante un año estuve en un cole dando clases extraescolares, pero luego la vida me llevo por otro camino…
Con la llegada de mis hijas, redescubrí la literatura infantil. La lectura de un cuento a la hora de dormir se ha convertido en nuestro ritual mágico. Nos encanta conocer historias nuevas, otras vidas, otras realidades… Es nuestro momento para fortalecer vínculos y aprender juntas, tal como hacía con mi padre.