Mi nombre es Gisela Burunat y soy… madre. En esta etapa soy sobre todo eso. No puedo decir que sea «ama de casa», ¡ya quisiera yo!, porque de la casa me ocupo poco. La maternidad exclusiva secuestra mi tiempo. Nuestra casa parece una cochiquera –la ropa sucia forma una montaña creciente en una esquina, tenemos mascotas de pelusilla vagando bajo el sofá…–. Soy madre desde hace cuatro años, y bimadre desde hace uno y medio. La idea de «AGUA» surgió realmente de mi hija. Pronunciaba esa palabra con pasión verdadera: «¡A-GUA!, ¡A-GUAAA!». Le gustaba tanto el agua en todas sus formas que en mi cabeza fue gestándose esta idea. Y me hacía ilusión tener un proyecto propio, al margen de los niños. Porque hace tiempo, en otra vida, yo solía escribir. Y cuando menos tiempo y energía tenía, lo retomé, pero claro, también contaba con la mayor inspiración: ellos. Poco a poco fue moldeándose este proyecto, pero de nuevo la falta de tiempo, el cansancio y la llegada del hijo número dos lo pospusieron. Hasta ahora. Justo ahora, que el pequeño está también enamorado del agua. Y no es fácil explicarle que debe cerrar el grifo, que no debe vaciar así como así la botella de agua en el suelo… Pero la magia del agua los atrapa. Así que aquí andamos, ellos locos por el agua, yo loca por ellos, e intentando publicar esta locura mutua.