Dicen que la curiosidad mató al gato… Bueno, a mí la curiosidad no me mató, pero me dejó con una parte herida y desconfiada, arrinconada en lo más profundo de mi interior. Soy como uno de esos escritores que se aíslan y viven en su mundo de fantasía; y no es que sea antisocial, sino más bien que desconfío, en general, de la gente, ya que cuando la vida te da palos, uno prefiere construir su mundo, un mundo solitario donde nada ni nadie pueda alterar su “comodidad espiritual”.
Con 9 años de edad empecé a entrar en este mundo creativo escribiendo poesía, pero más adelante, tras acabar Bachillerato, dejé de escribir, ya que la escritura no siempre cura el alma; a veces la enferma.
Retomé el proceso creativo después de una década, cuando me animé a participar en los concursos de Diversidad Literaria y, para mi sorpresa, las tres veces que participé seleccionaron mis textos para sus antologías:
Pero mi mayor orgullo fue aparecer en la antología “76 luces y sombras” de la editorial Cuatro Hojas, bajo el pseudónimo de María David.
Hay veces que los sueños se cumplen, y el mío se ha cumplido con la ayuda de una alma pura, generosa y maravillosa que creyó en mi capacidad creativa, mi editora, Cristina Medrano.
Así que ya veis, ¡nunca abandonéis vuestros sueños! ¡La vida es una caja llena de sorpresas!